La cuestión de la moral pública
La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle
Nuestra información
La redacción de esta revista proponiéndose abrir información sobre estos dos problemas que tanto relieve van adquiriendo cada día, ha dirigido a los más autorizados profesores pedagogos y publicistas de Cataluña y del resto de España, la consulta cuyo texto reproducimos,
Distinguido Sr.:
Dos cuestiones sobresalen en el problema de la moral pública, con agudeza singular, y van atrayendo la atención de muchos con preferencia a otros aspectos del vasto campo de la inmoralidad presente. Son: la cuestión del Cinematógrafo y la de la moral de la calle.
Como ambos aspectos son casi vírgenes de estudio serio y razonado, esta Redacción desea fomentarlo consagrando a esta materia el espacio de la sección fija de esta Revista, titulado: “La Cuestión de la Moral Pública”. A este fin, nos dirigimos a V. suplicándole se digne contestar a las preguntas que a continuación formulamos, cooperando con su juicio a orientar y fortificar a los interesados en la reconquista de nuestro patrimonio moral.
A. El Cinematógrafo, que tanta popularidad disfruta, es acusado de perturbar y disolver lentamente la conciencia moral del público, de excitar morbosamente el sistema nervioso de los asiduos espectadores, de envenenar el alma de los niños infiltrándoles con alarmante persistencia sugestiones de índole sexual y criminal.
I. En vista de ello, ¿debe fomentarse el apartamiento del Cinematógrafo, o bien someter este espectáculo a algún control especial? –II. ¿Debiérase cuando menos alejar de este espectáculo a los niños? –III. ¿Por qué otro espectáculo o diversión popular podría ser substituido con ventaja el Cinematógrafo?
B. En nuestras calles se ejerce la libre propaganda de todos los vicios industrializados. Desde la mujer pública, que libremente pasea a todas horas, hasta el anuncio de obscenidades escénicas libremente expuesto en todas partes, pasando por una inacabable gradación de sugestiones, el ciudadano padece una verdadera coacción de inmoralidad. Si esta supremacía de excitaciones viciosas, proporcionadas siempre con fines lucrativos, es perjudicial para el adulto, es fatalísima para el niño, forzado a atravesar los dominios del vicio para acudir a la escuela.
IV. Si nos fundamos en el hecho de que la inmoralidad de la calle corrompe a los niños y deshace o perturba cuando menos la sacratísima labor educativa del Maestro, ¿podríase legalmente conceder a éste jurisdicción sobre las calles que circundan su escuela para la limpieza moral de las mismas? –V. ¿En qué forma material (consejos de barrio, jurisdicción única del Maestro, o mancomunada con el padre de familia o con la autoridad por medio de una junta municipal pedagógico-estética, &c., &c.), podría verificarse la intervención del Maestro en la moralización, o por lo menos, en la neutralización de la vía pública?
Rogamos a V. una contestación lo más concreta posible sobre los cinco puntos expuestos, suplicándole se sirva remitírnosla lo antes posible a esta Redacción, Calle de Muntaner, 22, bajos - Barcelona.
Agradeciéndole anticipadamente su valiosa colaboración, nos ofrecemos atentamente suyos affmos.
q. b. s. m.
La Redacción
Entre las personas consultadas lo han sido D. Francisco Giner de los Ríos, D. Luis de Zulueta, D. Manuel de Montolíu, D. José Pijoán, D. T. Carreras y Artau, D. M. Vidal Guardiola, D. Ramón Albó, D. J. Puig y Alfonso, D. José Puig y Cadafalch, Dr. Federico Clascar, D. Juan Maragall, D. Pablo Vila Dinarés, D. Ramiro de Maeztu, “Azorín”, D. Ángel Ossorio, D. Gabriel Maura, D. José Ortega y Gasset, D. S. Cánovas Cervantes, D. Miguel de Unamuno, “Claudio Frollo”, D. Baldomero Argente, D. Luis de Terán, D. E. Cuello Calón. D. Eusebio Díaz, D. Ángel Guerra, D. F. Aceval, D. Salvador Canals, D. Enrique Sanz Escartín, D. Gumersindo de Azcárate, D. Pedro Sangro y Ros de Olano, D. Rafael Altamira, D. Manuel Cossío, D. A. Vinardell Roig, D. Jaime Bofill y Matas, D. Pedro Corominas, D. Ildefonso Suñol, D. Emilio Junoy, D. Hermenegildo Giner de los Ríos, D. Santiago Valentí y Camp, D. Marcelino Domingo, D. Rosendo Serra y Pagés, D. Alejandro Plana, D. Bartolomé Amengual, D. Aurelio Ras, D. José Carner, D. José Blanc y Benet, D. Manuel Ainaud, D. Enrique Prat de la Riba, D. Manuel Reventós, D. Eduardo Marquina, D. Augusto Pí y Sunyer, R. P. Fco. de Barbéns, D. Enrique Jardí, Dª María de Maeztu, “Max Bembo”, D. Diego Ruiz, D. Román Jori, Dr. Luis Carreras, P. Ignacio Casanovas, D. Fernando de Sagarra, D. Juan Bas, Dr. Estrany, D. José M. Gich, D. Adolfo Buylla, D. Enrique H. del Villar, D. Joaquín Muntaner, D. Cipriano de Montolíu, D. Alejandro de Tudela, D. Juan y D. José Llimona, D. Fernando de los Ríos Urruti, D. J. Sánchez Diezma, D. José M. Salaverría, D. Gabriel Miró, el Conde de Doña Marina, &c.
Hemos dirigido también consulta a las entidades y escuelas siguientes:
Institución libre de Enseñanza, Escuela Superior del Magisterio, Escuelas Normales de Maestros y de Maestras de Barcelona, Asociación de Amigos de la Instrucción, Asociación de Profesores particulares de Barcelona, Comité de Defensa Social, Juventud Conservadora, Academia de Jurisprudencia y Legislación, &c.
También se ha mandado encuesta a los Directores de algunos periódicos profesionales y de opinión, como los siguientes:
“Revista de Educación”, “La Educación Hispano Americana”, “Revista Social”, “El Clamor del Magisterio”, “Razón y Fé”, &c. y entre los diarios, “El Poble Catalá”, “La Publicidad”, “El Correo Catalán”, &c.
Se han recibido hasta la fecha las contestaciones de los siguientes:
D. Juan Palau Vera, director del Colegio “Mont d'Or”; D. Andrés Manjón, Director de las Escuelas del Ave María, de Granada; don Eberardo Vogel, Prof. en la Real Escuela Técnica Superior de Aquisgrán (Alemania); Dr. D. Corominas Prats, de Barcelona; D. José Soler y Casajuana director del “Diario de Barcelona”; D. Juan Moneva y Puyol, Catedrático de la Universidad de Zaragoza; “Yvon l'Escop”, fundador de la Lliga del Bon Mot; D. José M. de Sucre, secretario del Ateneo Enciclopédico Popular; D. L. Figueras Dotti, publicista, de Barcelona; Dr. Enrique O. Raduá, director de “Medicina Social” de Barcelona; D. Eduardo Sanz Escartín, senador y miembro del Instituto de Reformas Sociales, de Madrid.
Han prometido su contestación los siguientes:
D. Eugenio d'Ors, D. Eladio Homs, D. Juan Bardina, D. José M. Tallada, D. Carlos Jordá, D. José Farrán y Mayoral, D. Alejandro Galí, D. José Lleonart, D. Juan Llongueras, D. E. Picó y B., D. Jaime Bosacoma, D. Bernabé Martí y Bofarull, D. José M. López Picó, &c.
Esta redacción encarece la prontitud en el envío de las contestaciones solicitadas y agradece sumamente las recibidas, que no se publicarán hasta poder ofrecer de una vez una cantidad considerable de consultas.
La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle
Nuestra información (véase el número 208)
Se han recibido en esta Redacción las contestaciones de D. J. Torres-García, pintor y profesor, D. Alfredo Buylla, del Instituto de Reformas Sociales, D. Jaime Bosacoma, publicista, de Gerona, D. Fernando de Sagarra, publicista.
Han prometido su contestación:
D. A. Vinardell Roig, de París, D. Jaime Bofill y Matas, D. Manuel de Montolíu, D. Alejandro Plana, D. Bartolomé Amengua], D. José Carner, D. Manuel Ainaud, D. Pablo Vila, D. Martín Domínguez Berrueta, de Salamanca, D. Manuel Reventós, Dª Carmen Karr, D. Gabriel Miró, de Alicante, D. Luis Jover.
Han sido consultadas las personas siguientes: D. Francisco Cambó, D. Guillermo Graell, D. Lorenzo Jou, D. José M. Marqués, D. Federico Rahola, P. Luis Falguera, Dr. J. M. Baranera, D. Narciso Oller, D. Prudencio Bertrana, D. J. Pin y Soler, D. Joaquín Folch y Torres, D. Manuel Folch, D. Eduardo Dato.
Hemos juzgado conveniente dar mayor amplitud a esta información extendiéndola a la mujer catalana y española, que puede aportar, además de las luces y experiencias de las ilustres damas que se dedican al profesorado o al apostolado social en diversas actividades, la riqueza del sentimiento femenino y maternal, factor de importante juego en los graves problemas morales que atacamos.
Así, pues, además de D. María de Maeztu, incluida en la primera lista por su condición de delegado del Gobierno de España en el Congreso de Educación Moral de Londres, 1908, hemos dirigido la consulta a las siguientes.
Dª Dolores Moncerdá de Maciá, Dª Carmen Karr, Institut de Cultura y Biblioteca Popular pera la Dona, Dª Francisca Bonnemaison de Verdaguer, Dª María C. Torner, Dª Sofía Casanova Lutoslawska, Dª María de Atocha Ossorio y Gallardo, D. Salomé Núñez Topete, Dª Concha Espina de la Serna, Dª Blanca de los Ríos de Lampérez, Dª Celestina Vigneaux de Corominas, Dª Rosa Sensat de Ferrer, Dª Mercedes Padrós de Jou, Dª Francisca Rovira de Torn, Dª Carmen Serra de Muntaner, Dª Catalina Albert (Víctor Catalá), Dª Mercedes Climent, Dª Teresa Coll, Dª Mercedes Casagemas de Llopis, Dª Josefa Casagemas de Llopis, Dª Rosa Bardella, Dª Elvira Casablanca, Vda. de Buissen, Dª Adelina Méndez de la Torre, Dª María Carbonell y Sánchez, Dª Matilde Arnedo, Dª Silveria y Dª Pilar N. de Ramón y Cajal, Dª Matilde del Real, Dª Trinidad Saiz de Llaberia, Dª Rafaela Sánchez Aroca, Dª Coloma Rosselló de Sans, Dª Catalina Ginard Ramis, Dª Patrocinio de Biedma, Dª Concepción Alexander, Dª Carmen Blanco y Trigueros, Dª María E. La Rigada, Dª Filomena Dato, Dª M. Antonieta Guèroult, Dª Leonor Canalejas de Fargas, Dª María Maroto, Dª Sofía Quer de Font, Dª Concepción Rocafull y Priante, Dª Mercedes Tapís de Furest, Dª Carmen Anguel, Dª Amparo Hidalgo, Dª Luisa Araoz, Dª N. Gonzalo Morás, Dª Luisa Alonso Duro, Dª Dolores Pastor, Dª María Pí y Sunyer, Dª Soledad González Mayoral.
Esta Redacción suplica encarecidamente a los señores consultados que se dignen remitir sus contestaciones cuanto antes mejor, para poder publicar en breve el mayor número posible.
Rogamos también a todos los que prefiriesen publicar en otros periódicos sus respuestas, remitan a esta Redacción un ejemplar del número en que sus opiniones aparezcan.
Si, como esperamos, de esta Información resulta la existencia en Cataluña y en España de un cuerpo de opinión palpitante y despierto, preocupado por lo vital de los problemas de la moral pública, después de la publicación de las contestaciones, un Extracto o Resumen de la Información será enviado por esta Redacción al Segundo Congreso Internacional de Educación Moral de La Haya, 1912.
La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle
Nuestra información
Se han recibido las contestaciones de don Federico Rahola, Senador; D. Rosendo Serra y Pagés, profesor de Ciencias Comerciales; Dª Dolores Moncerdá de Maciá, escritora.
Han anunciado su contestación: D. Román Jori, D. Emilio Junoy, D. Miguel S. Oliver, D. Luis Jover Nunell, D. Joaquín Folch y Torres.
Esta Redacción suplica encarecidamente a los señores consultados, que se dignen remitir sus contestaciones cuanto antes mejor, para poder publicar en breve el mayor número posible.
Rogamos también a todos los que prefiriesen publicar en otros periódicos sus respuestas, remitan a esta Redacción un ejemplar del número en que sus opiniones aparezcan.
La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle
Nuestra información
Se han recibido las contestaciones de: don Marcelino Domingo, D. José Pijoán, D. Luis Falguera, D. Eladio Homs, D. Emilio H. del Villar, D. Bernabé Martí y Bofarull.
Definitivamente el número próximo estará especialmente dedicado a la publicación de las contestaciones recibidas a nuestro Cuestionario sobre los problemas del cinematógrafo y de la moral de la calle.
Por la limitación del espacio disponible, esta Redacción se considera autorizada para publicar extractos de las contestaciones recibidas, pues la inserción íntegra de todas ellas imposibilitaría su cabida en un sólo número. No obstante, esta necesaria contracción se entiende sin perjuicio de reproducir, si se juzga conveniente, el texto íntegro de los trabajos de mayores proporciones, en números sucesivos.
Las contestaciones que lleguen a esta Redacción más tarde del día 3 serán publicadas solamente si contienen algún interés especial, en los números siguientes.
La cuestión del cinematógrafo y la de la moral de la calle
Nuestra información
Prólogo
Creemos conveniente encabezar la publicación de las contestaciones recibidas a nuestro cuestionario, con algunas palabras justificativas del motivo que nos ha impulsado a abordar el grave y complejo problema moral solamente en dos aspectos especiales. Y consideramos tanto más necesaria esta explicación por cuanto parece notarse un matiz de extrañeza por la preterición en que dejamos a otros interesantes puntos del mismo.
La lucha humana para la obtención del hombre perfecto encuentra, en efecto, graves obstáculos en la inmoralidad del teatro, de la prensa, del libro, y sobre todo, de las costumbres. Lo tenemos muy en cuenta. Contra la literatura y el espectáculo inmorales se batalla en todos los países, pues en todos los países la civilización parece como un manjar delicado que se corrompe fácilmente.
No hay relativamente aquí mucha más obscenidad real y criminalismo efectivo de lo que forma el término medio en otras partes, pero en cuanto a los dos factores estudiados en nuestra encuesta, aparecen con una enorme, gravísima DESPROPORCIÓN.
Es una afirmación que empieza ya a tomar cuerpo de opinión, la de que el cinema, esto es: el cinematógrafo-recreo, en ningún país del mundo se ha desarrollado con profusión tan grande como en España. Y no debe ser simplemente atribuible su fomento a la carestía de recursos de las gentes humildes para divertirse, mayor aquí que en otras naciones, puesto que ha arraigado notoriamente también en las clases media y alta. Y las condiciones psicológicas de aquel espectáculo público son tales que establecen, por poco que se analice, relaciones íntimas con las condiciones psicológicas de nuestra raza. Los defectos típicos de esta, el lastre de variedad, inconstancia, ligereza, superficialidad, inquietud nerviosa ¿no pertenecen a la misma categoría de los defectos esenciales del espectáculo cinematográfico?
Si a una desmesurada difusión va anexo un extraordinario poder sugestivo, una influencia importantísima en tal o cual sentido (y de determinar cual sea este se encarga la información) es evidente que la cuestión del cinema ocupa un nivel sobresaliente. Lo corrobora todavía su carácter preeminente de no exigir apenas el concurso de la voluntad. Literatura, teatro, costumbres, requieren casi siempre actividad, esfuerzo: lo inmoral cuesta siempre algún trabajo (comprar libros, leer, ir al teatro, acudir a tal o cual sitio, a horas determinadas...) el cinematógrafo no necesita casi del más mínimo esfuerzo de voluntad: abierto a todas horas, a todo precio, en todas partes, empieza el espectáculo en medio de la calle, con los carteles y reclamos que son un anticipo de las películas. Esto multiplica, centuplica su influencia.
Además, ¿quién escapa a su poder? Millares de ciudadanos no conocen la literatura inmoral, centenares no frecuentan los teatros ni los cafés conciertos, y mucha gente existe también, por fortuna, de excelentes costumbres. ¿Pero quien, que escape a la acción de la literatura, del teatro y de las costumbres, deja de caer en la devoción del cinematógrafo? Gran número de poseedores de una cierta formación moral que habían resistido hasta ahora, a los antiguos resortes de corrupción, ahora entréganse en brazos del cinematógrafo sin conciencia del peligro. La importancia y popularidad del cinematógrafo-espectáculo público en España son tan grandes, en una palabra, que, unidas al prestigio científico del invento y a un cierto valor de síntesis, de representativo de la agitación intelectual del mundo actual, aconsejan tratar este factor separadamente y con primacía.
La moral en la calle es casi la continuación del mismo tema. La calle es la mitad de la ciudad moderna y la otra mitad es el hogar, con la iglesia, la escuela... En estas, cada ciudadano educa, con buena fe, a sus hijos, según su criterio, ideales y medios, y en ellos se forma y enrobustece él mismo. Pero la calle, la síntesis de todo lo bueno y de todo lo malo, es acaparada por las industrias de la inmoralidad. No penetra esta, con frecuencia, en el hogar, pero en la calle vive con hostilidad perpetua contra la paz mental y sentimental del ciudadano. La calle es el cafetín, la taberna, la casa pública, la casa sospechosa, el kiosko, la tienda, la puerta del cine, del teatro, del café, el anuncio, la libre venta y comercio carnal, es decir, toda una batería de industrias, de empresas comerciales. El problema de la calle es un simple problema de policía urbana. Seguiría habiendo posiblemente inmoralidad aún esterilizando la calle, pero no por ello dejamos de considerar la solución de este punto, como acaso el más urgente de todos.
Porque, sobre todo, tropezamos aquí con otro enlace étnico. Muchos pueblos han resuelto lo de la policía de la calle, no siendo por ello súbitamente mucho menos inmorales. Pero este mismo acatamiento extremo al orden y a la pureza, representa un pudor colectivo que aquí ignoramos. El pudor es uno de las más genuinas manifestaciones del sentido moral, y es tan substancialmente humano que en el hombre casi constituye un instinto, y no hay ninguna razón que pruebe que el pudor en lo colectivo sea cosa menos interesante, menos viva, menos de primera necesidad, que en los individuos.
No es ya sólo de moral, es de mera convivencia, de civilización este punto. Sobre todo, el libertinaje lucrativo de la calle, la libre explotación industrial de la calle suponen contagio, al cual nadie escapa. Su sugestión entra por sus ojos sin necesidad de que la voluntad funcione, y su acción es la más universal, la más eficaz de todas, pues actúa sobre el individuo indefenso, con todo su poder coactivo y sugestivo y perturbador al servicio de un mero interés de lucro personal, lo cual constituye una injusticia y una agresión constante: es la libre concurrencia de las industrias del vicio multiforme.
Estas son nuestras premisas. Y partiendo de ellas hemos solicitado el concurso de los hombres sinceros de todas las opiniones políticas, de variadas actividades y profesiones; en primer término, para mover más y más su interés hacia estas vivas cuestiones, y para que cada cual utilice con mayor ahínco su personal irradiación en la propaganda de ideas defensivas, y, en segundo término, para hacer ver a la opinión el peligro y la gravedad de estos dos asuntos; y si en último término consiguiésemos impresionar a las esferas gubernamentales para decidir su intervención conseguiríamos una ventajosísima colaboración en nuestra obra.
El gran problema moral de España tal como esta Revista lo considera, no se concluye precisamente en la solución de las cuestiones parciales que lo forman porque cuestión parcial es al fin y al cabo la de la moral del espectáculo y aún la moral sensual: su objetivo es ductilizar, hacer maleable el individuo para los grandes fines nacionales tan espirituales como económicos y sociales. Se trata sobre todo, de infundirle conciencia y disciplinarlo.
Los que cifran un ideal en regenerar a España sólo con el utillaje económico no deben ver en estas campanas más que una ampliación del suyo: la formación de ciudadanos aptos, activos, conscientes, dueños de sí mismos en los cuales gobierne la razón y no los instintos; es decir, la formación de un buen utillaje humano.
Por otra parte, el atacar en detalle aspectos parciales del problema moral es una división, una especialización del trabajo necesaria para promover soluciones prácticas e inmediatas.
Ahora tienen la palabra los señores informantes a los cuales expresamos con vehemencia nuestro más profundo agradecimiento por su sincera e inteligente cooperación, que esperamos sea tan fructífera y eficiente como merece el haber hecho tan generoso y abundantemente honor a nuestro llamamiento.
La Redacción
Nota
La abundancia de material recogido por nuestra información, habiendo resultado mucho mayor de lo que esperábamos, ha hecho materialmente imposible dar cabida en este número a todas las contestaciones recibidas hasta el día 3, y, por la misma causa, hemos debido abandonar nuestro intento de substituir los trabajos más extensos con extractos, no sólo por la dificultad de esta operación, siendo tantos y tan diversos los originales, sino porque, evidentemente, preferirán nuestros señores colaboradores ver publicadas íntegras sus contestaciones algo más tarde, a sacrificar la integridad en aras a la prontitud de la aparición.
Hemos tomado, pues, en interés de nuestros colaboradores y como única solución por nuestra parte, la de llenar este número con tantas contestaciones como ha sido posible, dejando la publicación de las restantes para la sección fija: “La Cuestión de la Moral Pública”, que aparece cada semana. No hemos seguido método alguno en la elección de los trabajos que este número contiene, pero hacemos constar que no implica ello preferencia para los publicados ahora ni preterición de los que saldrán a luz sucesivamente.
Hacemos constar, de nuevo, nuestro vivísimo reconocimiento a las distinguidas personas que han tomado parte en la Información, y, al mismo tiempo, nos felicitamos de haber promovido una campaña de moralización en la que colaboran personas de distintas y aún opuestas opiniones y creencias, formándose de esta manera una ancha solidaridad cultural y moral que no podrá menos de ser fructífera.
Hemos recibido desde la publicación del número anterior, trabajos de D. Gabriel Miró, D. José M. Baranera, don José M. López Picó, D. Cipriano de Montolíu, D. Manuel Ainaud.
En virtud de cartas particulares de los autores respectivos, consideramos como definitivamente incluidas como contestaciones a nuestra información, los artículos de D. Juan Maragall, en el Diario de Barcelona, reproducido en el número 213 y del P. Fermín de La-Cot, en la Revista de Estudios Franciscanos, reproducido en su casi totalidad en el número último.
Quedan para ser publicadas en los números sucesivos, las contestaciones de Ivon l'Escop, L. Figueras Dotti, D. Corominas Prats, J. Bosacoma y Pou, Fernando de Sagarra, Rosendo Serra y Pagés, Federico Rahola, M. Tapís de Furest, Elvira Casablanca, L. Jou y Alió, Patrocinio de Biedma, María Carbonell, Carmen Serra de Montaner, Bernabé Martí y Bofarull, J. M. López Picó, C. de Montolíu, Dr. Eberardo Vogel, J. Torres García, Juan Domínguez Berrueta, Dr. Estrany, M. Ainaud, Gabriel Miró, P. Luis Falguera, Marcelino Domingo, Pablo Vila, Pedro Sangro y Ros de Olano, M. G. del Real, José Pijoán, Luis de Zulueta.
Texto del cuestionario
A. El Cinematógrafo, que tanta popularidad disfruta, es acusado de perturbar y disolver lentamente la conciencia moral del público, de excitar morbosamente el sistema nervioso de los asiduos espectadores, de envenenar el alma de los niños infiltrándoles con alarmante persistencia sugestiones de índole sexual y criminal.
I. En vista de ello, ¿debe fomentarse el apartamiento del Cinematógrafo, o bien someter este espectáculo a algún control especial?
II. ¿Debiérase cuando menos alejar de este espectáculo a los niños?
III. ¿Por qué otro espectáculo o diversión popular podría ser substituido con ventaja el Cinematógrafo?
B. En nuestras calles se ejerce la libre propaganda de todos los vicios industrializados. Desde la mujer pública, que libremente pasea a todas horas, hasta el anuncio de obscenidades escénicas, libremente expuesto en todas partes, pasando por una inacabable gradación de sugestiones, el ciudadano padece una verdadera “coacción de inmoralidad”. Si esta supremacía de excitaciones viciosas, proporcionadas siempre con fines lucrativos, es perjudicial para el adulto, es fatalísima para el niño, forzado a atravesar los dominios del vicio para acudir a la escuela.
IV. Si nos fundamos en el hecho de que la inmoralidad de la calle corrompe a los niños y deshace o perturba cuando menos la secretísima labor educativa del Maestro, ¿podríase legalmente conceder a éste jurisdicción sobre las calles que circundan su escuela para la limpieza moral de las mismas?
V. ¿En qué forma material (consejos de barrio, jurisdicción única del Maestro o mancomunada con el padre de familia o con la autoridad por medio de una junta municipal pedagógico-estética, &c., &c.), podría verificarse la intervención del Maestro en la moralización, o por lo menos, en la “neutralización” de la vía pública?
Contestaciones
• Juan Palau Vera. Director del Colegio Mont d'Or. Tarrasa, 12 septiembre 1911.
• Luis Soler. Director del Diario de Barcelona.
• Andrés Manjón. Fundador de las Escuelas del Ave María. Granada, 13-IX-911.
• José M. de Sucre. Secretario del Ateneo Enciclopédico Popular.
• Juan Moneva y Pujol. Catedrático en la Universidad de Zaragoza. 15 septiembre 1911.
• Dr. Enrique O. Raduá. Director de Medicina Social.
• Eduardo Sanz y Escartín. Senador del Reino. San Sebastián, 25 septiembre 1911.
• Adolfo A. Buylla. Del Instituto de Reformas Sociales. Madrid, octubre 1911.
• Dolores Moncerdá de Maciá.
• Carmen Karr. Octubre 1911.
• José Lleonart.
• Eugenio D'Ors.
• Augusto Pi Suñer. Barcelona, 6 de noviembre de 1911.
• El conde de Doña-Marina. Madrid, 22 noviembre, 1911.
• Angel Ossorio. Madrid.
• Eladio Homs.
• Rosa Bardella. Profesora de la Beneficencia Escolar - Gracia.
• Emilio H. del Villar. Madrid.
• José María Baranera. De la “Asociación de Eclesiásticos para el Apostolado popular”.
• Dr. Eberardo Vogel. Aquisgrán, Alemania, 15 Sept, 1911.
• Federico Rahola.
• Ivon l'Escop. Fundador de la Lliga del Bon Mot.
• Juan Domínguez Berrueta.
• Rosendo Serra y Pagés. Profesor de les “Escoles Mercantils Catalanes”.
• Joaquín Torres García.
• Pedro Sangro y Ros de Olano, De la Sección Española de la Asociación internacional para la Protección legal de los Trabajadores.
• Luis Falguera. De las Escuelas Pías.
• Dr. Jeroni Estrany Lacerna. Barcelona 12-11-11.
• Gabriel Miró. Alicante.
• Matilde García del Real. Madrid, Octubre, 26-911.
• Patrocinio de Biedma. Cádiz, 1911.
• Cipriano Montoliu Togores.
• José María López Picó.
• Manuel Ainaud. Director del Colegio “Nuevo Mont d'Or”, Barcelona.
• Pablo Vila. Director de la Fundación Horaciana de Enseñanza.
• Fernando de Sagarra.
• Domingo Corominas Prats.
• Marcelino Domingo.
• Mercedes Tapís de Furest.
• María Carbonell Sánchez. Valencia, 13 de Noviembre de 1911.
• José Pijoán. Roma, 23 de Noviembre de 1911.
• Jaime Bosacoma Pou. Gerona, octubre 1911.
• Luis Zulueta. De “Nuevo Mundo”, Madrid.
• Luis Carreras, Pbro. De la revista “El Missatjer del S. Cor de Jesús”.
→ “A partir de esta contestación la falta material de espacio nos ha obligado a dar extractos de las respuestas recibidas, para poder terminar de una vez en este número, la publicación de informes.”
• Bernabé Martí y Bofarull. Tarragona, 30 noviembre 1911.
• Luis Figueras Dotti. Barcelona.
• Mercedes Padrós de Jou. Maestra Pública.
• Elvira Casablanca.
• Lorenzo Jou y Olió. Maestro Público. Barcelona, 4 noviembre 1911.
• Carmen Serra de Montaner. Maestra Pública. Barcelona, 5 noviembre 1911.
• P. Francisco de Barbens. Síntesis del artículo “Los problemas pedagógico y moral del cine”.
• Juan Moneva y Pujol. Apéndice. Ortopedia moral.