Filosofía en español 
Filosofía en español

Adolfo Bonilla y San Martín  1875-1926

Adolfo Bonilla y San Martín (1875-1926) Prolífico escritor español, catedrático de filosofía, especialista en derecho mercantil y asesor de la Bolsa de Madrid, editor, e historiador de la filosofía española, nacido en Madrid el 23 de septiembre de 1875. Su padre, Saturnino Bonilla Sevilla, era comandante de Caballería; su madre, Patrocinio San Martín Arrieta, sobrina del compositor Emilio Arrieta, quien ejerció como padrino en el bautismo de Adolfo Bonilla. En 1904 comenzó la explicación de un curso de «Historia de la Filosofía española» en una institución privada, la Escuela de Estudios Superiores mantenida por el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid (el programa correspondiente aparece publicado en las respectivas guías para los cursos 1904-1905 y 1905-1906 –durante el primer año impartió 17 lecciones a 28 alumnos matriculados–). En 1905 organizó, en el entorno de la Universidad Central, una publicación regular: Archivo de Historia de la Filosofía, de la que sólo llegaron a aparecer dos entregas (el nº 1 en 1905, 64 págs.; el nº 2 en 1907, 104 págs.). En 1908 publicó el primer volumen de su Historia de la Filosofía Española, que cubre desde los tiempos primitivos hasta el siglo XII; y en 1911 apareció el segundo volumen, siglos VIII-XII: judíos. Aunque el plan de esta obra contemplaba la publicación de seis tomos, y sabemos que Bonilla estuvo recogiendo materiales para el tercero, otros intereses, filosóficos y menos filosóficos, le hicieron olvidar totalmente ese proyecto.

Sin embargo, una vez fallecido Bonilla (en 1926), y sin que él interviniese por tanto en tal proceso, aquel proyecto suyo abandonado en 1911 fue recuperado en 1927, de forma política e ideológica bien distinta e interesada, dentro de una operación de más amplio alcance destinada a fundamentar y sustentar una ideología espiritualista nacionalista, monárquica y católica, en una fantástica e inmarcesible Alma Nacional, que la historia de la filosofía nacional tenía como objetivo ayudar a desvelar y conocer. Esta operación (a la que no era ajeno el ideólogo Pedro Sáinz Rodríguez) incluía la recuperación y aprovechamiento de la obra de Marcelino Menéndez Pelayo (fallecido en 1912) –que además, en el terreno editorial, estaba en manos demasiado liberales, las del editor asturiano Victoriano Suárez y las del propio Adolfo Bonilla, principal impulsor de la edición definitiva de las Obras completas de don Marcelino–. El ejecutor de la parte de la operación consistente en recuperar el proyecto de Bonilla fue Luis Marichalar Monreal San Clemente y Ortiz de Zárate (con un nombre tan largo se explica que, para abreviar, acostumbrase firmar como Vizconde de Eza), quien aprovechó la sesión inaugural del XI Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias (Cádiz, 1º de mayo de 1927) para disertar sobre El alma nacional, organizando su discurso en tres partes: I. El Alma Nacional en su brote y origen, II. Las características de nuestro pueblo y de la ciencia en él engendrada, III. Deber de erección del monumento representativo del Alma Nacional. Precisamente el «monumento representativo» cuya erección propuso Marichalar consistía en continuar la obra que había iniciado Bonilla: «Declaro, al llegar a este punto, que siempre experimenté sincera preocupación y profundo impulso emotivo cuando repasaba, y lo he hecho con frecuencia, las páginas de la Historia de la Filosofía española, de D. Adolfo Bonilla y San Martín; sentimientos aquellos que se ahondan e intensifican desde la fecha, para todos dolorosa, de su muerte, que nos ha privado de la esperanza que antes teníamos de que esa Historia fuera continuada y concluida por su propio autor.» Marichalar anunció además que él financiaba tal erección, como así sucedió, y así la AEPC convocó una serie de premios (fallados ya durante los años de la República) y publicó algunos volúmenes que continuaron hasta el periodo correspondiente al siglo XVI el abandonado plan de Bonilla.

Algunos comentaristas posteriores, confundidos sin duda por esta operación ideológica urdida desde las filas del menéndez pelayismo más rancio, han llegado a colocar anacrónicamente al propio Bonilla en el origen de ese Corpus cuya erección excitó el Vizconde: «El mismo Bonilla empezó la ejecución de este gran Corpus con sus dos volúmenes...»; e incluso han llegado a calificar a Bonilla como el predestinado...La sombra de Bonilla.

Adolfo Bonilla y San Martín (1875-1926) Pero dejemos las manipulaciones que sufrió Bonilla una vez fallecido y tracemos sucintamente el curso de sus obras y sus días. Adolfo Bonilla estudió las carreras de Derecho y de Filosofía y Letras en la Universidad Central (donde fue alumno de Marcelino Menéndez Pelayo), y en 1896, con sólo 21 años, se graduó como doctor en Derecho y en Filosofía, con sendas tesis sobre Teoría y concepto del Derecho y Luis Vives y sus tres libros 'De anima et vita'. En 1898 es ya Secretario primero de la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid; y a principios de 1900, gracias a su actividad en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo, inicia una fructífera relación de amistad con Marcelino Menéndez Pelayo (que diez años después le llevará a convertirse en el impulsor de la edición de las obras completas de Menéndez Pelayo que publicó Victoriano Suárez). Ya en 1901 Menéndez Pelayo prologa la traducción anotada que Bonilla preparó de la Historia de la Literatura Española, desde los orígenes hasta el año 1900, de Jaime Fitzmaurice-Kelly, y Bonilla, que ha iniciado una fértil actividad de editor de clásicos españoles, puede escribirle a su amigo cosas como la siguiente: «¡Asómbrese Vd.! El pícaro De Haan, otro amigo y yo (no menos pícaros) vamos a retratarnos en el callejón del Rollo, junto a las casas de D. Alonso de Ercilla, a las dos de la mañana, vestidos en trajes del tiempo de Felipe IV. ¡Ha habido que pedir permiso al Ministro de la Gobernación, para evitar escándalo!» (Carta a MMP de 17 de julio de 1901, EMP 16:175.) Sorprende la gran actividad de Bonilla: ejerce como abogado, hace las funciones de secretario de los cursos del Ateneo, traduce el Ion de Platón (con el pseudónimo de Afanto Ucalego), prepara ediciones de libros de caballería, de libros picarescos, de tratados de derecho mercantil, &c. En enero de 1902 escribe a MMP que está atareadísimo preparando unas oposiciones «a la cátedra de Teoría de la Literatura y de las Artes de la Central» (EMP 16-346).

La figura de Luis Vives, al que ya en 1896 había dedicado su tesis doctoral en filosofía, sigue interesando a Bonilla, que aprovecha el certamen convocado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas para presentar un amplio estudio a ese concurso: Luis Vives y la filosofía del Renacimiento. El 23 de marzo de 1902 escribe Bonilla a Menéndez Pelayo: «Le escribo a Vd. apresuradamente, porque ha llegado a mi una noticia grave. Parece que Ortí y Lara ha encontrado un subterfugio honesto para no dictaminar acerca de mi mamotreto sobre Luis Vives. Dice que excede con mucho el número de páginas que prescribe el reglamento de convocatoria...». Parece ser que Ortí Lara apoyaba a un magistral de Cuenca que había presentado al concurso una homilía sobre Balmes: «En fin que pongo en sus manos mi herético trabajo, juntamente con Vives, y Erasmo y toda la buena gente de aquél tiempo. Procuraré ir a su casa de Vd. el Domingo próximo. El Cojuelo está acabándose. Sale primorosamente. Va dedicado a Vd., dedicatoria que le ruego acepte.» (EMP 16-404). Seis meses después, el 25 de septiembre de 1902, Bonilla vuelve a escribir a su amigo, utilizando papel timbrado de la Secretaría del Ateneo de Madrid: «Ando ahora peregrinando para encontrar un editor para mis Erasmistas. Compadezco al que cargue con semejante fardo, pero más pesa el Diccionario de Autoridades, y se halla agotado. ¿Y mi Vives? No he logrado saber nada de él, y me hallo bastante intranquilo. ¿Lo habrá enviado Ortí a la Congregación del Indice? Pues entonces ya puedo ir arreglando el equipaje para tierra de herejes. Azcárate no ha venido aún, y no confío en lo que haga. Veremos cuando Vd. venga si se arranca el mamotreto de manos del golilla tomista.» (EMP 16-579). Pero el certamen se resolvió a favor de Bonilla, «con premio extraordinario y recompensa extraordinaria», y al año siguiente apareció publicado Luis Vives y la filosofía del Renacimiento, Madrid 1903, 818 págs. (importante obra reeditada en 1929 por la Nueva Biblioteca Filosófica).

En marzo de 1903 obtiene la Cátedra de Derecho Mercantil de la Universidad de Valencia, y en abril ya ha tomado posesión: «En la sala de profesores sí que he caído como una bomba... procuran saber a qué partido pertenezco... yo les he confesado que vengo a fundar el partido erasmista, y se han quedado a oscuras, como era de suponer... Antes de venir le entregué a Bailly-Bailliere el original para el 1º tomo de Caballerías. Comprende Baladro de Merlin, Demanda del Sancto Grial, Tristán de Leonís y Tablante de Ricamonte... En cuanto reciba pruebas del Vives se las remitiré para que se quede Vd. con ellas. Siempre su devotísimo discípulo y amigo.» (carta a MMP de 28 de abril de 1903, EMP 16-814). Pero Bonilla quiere volver a Madrid, y la opción más sencilla consiste en alcanzar la cátedra de Historia de la Filosofía que había dejado vacante José Campillo Rodríguez. Ya en mayo de 1903 le escribe a su amigo: «El Derecho Mercantil me distrae demasiado y no me permite dedicar el tiempo que yo quisiera a la Literatura pero... Veremos si me libro de esto teniendo éxito en Histª de la Filª.» (EMP 16-838, 16 mayo 1903). Después del verano tiene que volver a Valencia «por malos de mis pecados»; se lamenta con Menéndez Pelayo que «de oposiciones a Historia de la Filosofía nada sé» (EMP 17-131, 15 sept 1903), de la «penosa y embrutecedora» tarea de los exámenes (EMP 17-144, 29 sept 1903), y que la edición del Vives está en suspenso, como todo lo demás, que tuvo una fiebre palúdica y que «el Derecho Mercantil me trae de mala manera» (EMP 17-224, 25 nov 1903).

Como las oposiciones a la cátedra de filosofía se demoran y Bonilla quiere salir a toda costa de Valencia, logra una comisión de servicios en el Instituto de Reformas Sociales, que le permiten volver a Madrid y escribir a Menéndez Pelayo notas más alegres: «Maestro y amigo: Según convinimos, esta noche, a las 8 en punto, pasará por su casa de Vd. el Bachiller San Martín, para ir juntos a la Hostería de Tournié, donde, desde dicha hora les esperarán el Bachiller Alonso y el caballero Andrade. Vuestro hasta la muerte. El Bachiller San Martín» (EMP 17-335, 14 febrero 1904). El activismo literario y editorial de Bonilla es impresionante: basta seguir la bibliografía ordenada cronológicamente que se ofrece más abajo.

Y para dotarse de méritos con los que merecer la cátedra de Historia de la Filosofía, que había dejado vacante José Campillo Rodríguez y que estaba pendiente en la Universidad Central, en noviembre de 1904 comienza a impartir Bonilla el que había de convertirse en famoso curso de Historia de la Filosofía española, en la rimbombante Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid. Todo sale bien. El 14 de febrero de 1905 puede ya escribir a Menéndez Pelayo: «Queridísimo amigo y maestro: esta mañana, a las 12, ha tenido lugar la votación, y me apresuro a participarle que soy Catedrático de la Central. Me han votado Azcárate, Salmerón, Sales, F. y González, Sanz Benito y Pedro Mª López. Fajarnés votó al otro. Muy suyo. A. Bonilla. ¡Que alegrón tendrá Moguel!» (EMP 18-623). No ha cumplido aún los treinta años y sus amigos se alegran del éxito. Hasta el hispanista italiano Arturo Farinelli le confía a don Marcelino: «Gran placer me causó el nombramiento de Bonilla, joven valioso, de estudios serios, no apto quizá para la especulación filosófica, pero en compensación, de verdadero ingenio para las disciplinas históricas. La fortuna de tales amigos, después de luchas tan amargas, es mi propia fortuna» (EMP 18-128, 23 marzo 1905).

La cátedra fundada por don Julián…

Tiene gran interés un diálogo entre Nicolás Salmerón (1837-1908) y Gumersindo de Azcárate (1840-1917), miembros del tribunal que dirimía la cátedra de Historia de la Filosofía a la que aspiraba Bonilla, del que habría sido testigo Julio Puyol Alonso (1865-1937), jurista adscrito al Instituto de Reformas Sociales, leonés como Azcárate y amigo de Bonilla, diálogo que prueba el fetichismo patrimonialista que Salmerón mostraba ante «la cátedra fundada por don Julián…».

Esta conversación, de la que no hay por qué dudar, si en efecto tuvo lugar un día antes de la votación, habría que fijarla el lunes 13 de febrero de 1905. Doscientos nueve días después, el 10 de septiembre de 1905, el catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad Central firmaba la dedicatoria del ejemplar que entregaba a Gumersindo de Azcárate de su Archivo de Historia de la Filosofía. ¿Qué expresión mostraría el rostro de don Gumersindo al llegar a la página 40 y leer, en la nota «Nietzsche y la Historia de la Filosofía», lo que el sucesor de la cátedra de don Julián había tenido especial interés en dejar dicho y por escrito sobre el mentor de Salmerón?

«En los primeros meses de 1905 hizo las oposiciones a la cátedra de Historia de la Filosofía de la Universidad Central, a las que concurrió con otro opositor, siendo miembros del tribunal don Nicolás Salmerón y don Gumersindo de Azcárate. Fueron, sin disputa, los ejercicios de Bonilla los mejores de aquel certamen; pero por la gran diferencia que en el modo de entender la asignatura había entre él y el señor Salmerón, es lo cierto que éste, contra el parecer de Azcárate y de otros vocales, hallábase inclinado a que se declarase no haber lugar a la provisión de la cátedra. Por una casualidad, asistió el autor de estas líneas a un diálogo que ambos sostuvieron el día antes de la votación, el cual, tras largo debate, terminó de esta manera:
Salmerón.– El punto de vista de Bonilla, durante todos los ejercicios, ha sido exclusivamente objetivo.
Azcárate.– Exclusivamente, no; predominantemente, sí; pero reconocerás conmigo que éste es el que conviene a una materia de carácter histórico.
S.– Es cierto; pero ese punto de vista no excluye, antes bien, requiere y exige el elemento crítico. La Historia de la Filosofía no es ni debe ser un índice, sino una exposición crítica de doctrinas y sistemas en razón de espacio y de tiempo. Para ser historiador de la Filosofía hay que comenzar por ser filósofo, y Bonilla no lo es todavía, aunque tenga capacidad y esté en camino para llegar a serlo.
A.– ¿Conoces tú a alguno que esté más formado que él?
S.– Aunque no hubiese ninguno, esto solo no me bastaría para rectificar mi juicio. Sobre mi conciencia pesa mucho la consideración de que se trata de la cátedra fundada por don Julián, y, por culto a su memoria, debo inspirar mi conducta en lo que una presunción racional me dice que hubiera sido la suya en este caso.
A.– Por eso, precisamente: Sanz del Río, a falta de un filósofo completamente formado, hubiera elegido al que, como tú dices, tuviese suficiente aptitud y se hallara en camino de serlo, antes que correr la contingencia de que la cátedra que él fundó fuera a parar en quien, ni fuese filósofo, ni ofreciera tales esperanzas. Tú mismo reconoces en Bonilla aquellas condiciones, y yo no dudo de que no tardará en ser un excelente profesor de la asignatura, dado su amor al estudio y su vocación pedagógica.
S.– Ese es, en efecto, un argumento de mucha fuerza, que quizá me incline en su favor. Yo meditaré sobre él: pero, en el caso de que decida mi actitud en tal sentido, convendría que mañana, después de la votación, le dijeses cuál es el alcance de nuestro voto, advirtiéndole de que ambos confiamos en él y esperamos que no ha de omitir medio alguno para colocarse a la altura de la importantísima enseñanza que vamos a encomendarle.
Así lo prometió don Gumersindo, y al día siguiente Adolfo Bonilla era propuesto para catedrático de la Universidad Central, haciéndose su nombramiento por Real orden de 1.º de marzo de 1905.» (Julio Puyol, «Adolfo Bonilla y San Martín. Su vida y sus obras», Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales, Madrid, octubre-diciembre 1926, año IX, número 37, páginas 451-453; y Adolfo Bonilla y San Martín, Madrid 1927, págs. 34-36.)

«ministerio de instrucción pública y bellas artes. reales órdenes. […] Ilmo. Sr.: En virtud de oposición y propuesta del Tribunal calificador: S. M. el Rey (Q. D. G.) ha tenido a bien nombrar a D. Adolfo Bonilla y San Martín Catedrático numerario de Historia de la Filosofía de la Sección de Estudios filosóficos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, con el haber anual de 4.500 pesetas y demás ventajas que concede la ley; disponiendo al propio tiempo, en cumplimiento de lo preceptuado en el Real decreto de 31 de Julio de 1904 y en la Real orden de 1.º de Septiembre del mismo año, que se le considere posesionado de la expresada Cátedra con esta fecha, y baja en el mismo día de la Cátedra de Derecho Mercantil que desempeña en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia. De Real orden lo digo a V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V. I. muchos años. Madrid 1.º de Marzo de 1905. cierva. Sr. Subsecretario de este Ministerio.» (Gaceta de Madrid, 4 marzo 1905, nº 63, pág. 849.)

Bonilla se inicia como catedrático de Historia de la Filosofía con gran ímpetu. Ese mismo curso aparece la primera entrega de una publicación académica, publicada por él y no por la Universidad, en la que el joven catedrático fomenta la participación de sus alumnos: Archivo de Historia de la Filosofía (nº 1, Madrid 1905, 64 págs.): «incluimos en este volumen los principales trabajos de investigación realizados en la clase de Historia de la Filosofía de la Universidad Central desde el 1º de Marzo hasta el 20 de Mayo del año corriente»: escriben Manuel García Blanco sobre «La doctrina Sankhya-Yoga en el Bhagavad-Gita», Emilio Sanz Domínguez sobre nuevos procedimientos para la medida de las sensaciones, y el resto a cuenta del Bonilla, sobre Moderato de Gades, sobre la idea de Derecho en el lenguaje; en una breve nota sobre Nietzsche y la Historia de la Filosofía aprovecha para dudar de la seriedad filosófica de los krausistas, y en la sección de Bibliografía aprovecha para seguir ganando amigos: ironiza finamente al reseñar un libro Giner de los Ríos, deja por escrito puyas como «harto más directas e importantes que las que de tercera o cuarta mano nos suelen servir con su habitual farsa nuestros sociólogos oficiales», o, al reseñar la vida de D. Quijote y Sancho de Unamuno: «Pone en parangón a cada paso la vida del Ingenioso Hidalgo con la de San Ignacio de Loyola, como si tuviese algo que ver la generosa locura del noble manchego con la mezquina y odiosa estrechez mental del fanático vascongado.»

Pero si, como ya hemos recogido, examinar de Derecho Mercantil en Valencia no era tarea de su gusto, parece que algo parecido le sucedía en el nuevo puesto: «Pronto se acercan los exámenes y el curso, y ya empiezo a temblar, porque examinar de Filosofía me inspira un asco invencible. Hoy le remito a Vd. el Libro de los engaños, el primer número de mi Archivo de Historia de la Filosofía y una tirada aparte de la Revue Hispanique» (carta a MMP, EMP 18-495, 6 septiembre 1905).

La relación de Adolfo Bonilla con Marcelino Menéndez Pelayo se va fortaleciendo. Si en 1899, con ocasión del Homenaje a Menéndez Pelayo en el año vigésimo de su profesorado, el nombre de Bonilla ni aparece en los dos gruesos volúmenes que, con prólogo de Juan Valera, publicó el editor Victoriano Suárez conteniendo colaboraciones de hasta hasta cincuenta y siete autores distintos, en 1906, en el número de homenaje que a don Marcelino dedica la revista Ateneo, publica ya Bonilla una primera «Bibliografía de Menéndez Pelayo», completada meses más tarde en la misma revista con unas «Adiciones a la Bibliografía de Menéndez Pelayo». En 1907 aparece el segundo número del Archivo de Historia de la Filosofía (además de Bonilla escriben Juan Eleizalde Breñosa, Leandro González Reviriego, Francisco Martínez García y el P. Cristóbal Martínez), con más páginas que el primer número publicado en 1905, pero esa publicación ya no tendrá continuidad.

«Centro Jurídico Internacional. Sociedad de Abogados con representación en todas las provincias de España y principales capitales del Extranjero. Se evacuan consultas en todos los idiomas. Director, D. Adolfo Bonilla Sanmartín, Catedrático de la Universidad Central. Atocha, 52. Madrid.» (El Bloque, periódico demócrata, Cáceres 19 noviembre 1907.)

A principios de 1908 aparece la Historia de la Filosofía Española (desde los tiempos primitivos hasta el siglo XII).

«La sección de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid ha propuesto a nuestro querido amigo el Director del Centro Jurídico Internacional, para el premio creado por el actual Ministro de Instrucción pública para los Catedráticos que a juicio de sus compañeros de claustro, más se hubieran distinguido. Al señalar el claustro al Sr. Bonilla ha tenido principalmente en cuenta sus obras “Archivo de la Filosofía” y el tomo primero de su “Historia de la Filosofía española”. En este número publicamos un artículo debido a la brillante pluma de tan cultísimo publicista, a quien enviamos desde estas columnas nuestra efusiva enhorabuena por tan señalado galardón.» (El Bloque, Cáceres 10 noviembre 1908.)

«Obra nueva. Se acaba de poner a la venta el primer tomo de los comentarios al Código de Comercio español, obra de los Señores Álvarez del Manzano, Bonilla San Martín, catedráticos de la Universidad Central y D. Emilio Miñana, del Centro Jurídico Internacional.» (El Bloque, Cáceres 16 febrero 1909.)

«Centro Jurídico Internacional. Bufete Colegiado. Calle de Atocha, 52. Madrid. Director: D. Adolfo Bonilla y San Martín, excatedrático de Derecho mercantil en la Universidad de Valencia, catedrático de la Central. –Administrador: Don Emilio Miñana y Villagrasa, doctor en Derecho, miembro del Colegio de Abogados de Lima (Perú). –Secretario: D. Juan Antonio Galvarriato, director de Revista Jurídica.Procuradores: D. Ignacio Corujo y Valvidares y D. Juan García Coca. –Notario: D. José Menéndez Parra. –Asesores técnicos: D. Rafael Domenech, catedrático de «Teoría e Historia de las Bellas Artes» en la Escuela especial de Pintura, Escultura y Grabado. –D. Augusto de Gálvez-Cañero y Alzola, ingeniero de Minas, director de la revista Ingeniería.; –D. Vicente Lampérez y Romea, catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura. –D. Fernando Rodríguez y Torres, ingeniero de Montes. –D. José Ubeda y Correal, doctor en Medicina y Cirugía, farmacéutico militar, químico, del Real Consejo de Sanidad y del Instituto de Reformas sociales. –D. José de Igual, ingeniero industrial, catedrático de la Escuela de ingenieros industriales de Madrid. Letrados representantes en provincias: Alava (Vitoria), D. Ildefonso Fernández Feijóo, notario. –Albacete, D. José Jiménez Arribas. –Alicante, D. Manuel Señantes. – Almería, D. José Fornoví. –Avila, D. Félix Bragado. –Badajoz, D. Antonio López Moreno. –Baleares, D. Gabriel Fuster. –Barcelona, Don Lorenzo Benito y Endara, catedrático de Derecho mercantil, vice-rector de la Universidad. –Burgos, D. Leandro G. de Cadiñamos. –Cáceres, D. Emilio Herreros. –Cádiz, D. José de Bedoya, notario. –Canarias (Las Palmas), Don José Mesa y López. –Castellón, D. Félix Cruzado. –Córdoba, D. José Casanova Jordano. –Coruña, D. José Asúnsolo. -Cuenca, D. Leopoldo Garrido. –Gerona, D. Juan B. Torroella. –Gijón, D. Francisco Prendes Pando. –Granada, D. Antonio Moscoso. –Guadalajara, Sr. Bravo y Lecea. –Guipúzcoa (San Sebastián), D. Juan Cuello Echeverría. –Huelva, D. Carlos Cammany. –Huesca, D. Gaspar Mairal. –Jaén, D. José Azpitarte, notario. –León, D. Dionisio Hurtado. –Lérida, D. Pedro Abizanda, notario. –Lugo, D. Bautista Varela Balboa. –Navarra (Pamplona), D. Mariano León Viñals. –Orense, D. José Porres Méndez. –Oviedo, D. Benito Coronado. –Palencia, D. Juan Díaz Caneja. –Pontevedra, D. Felipe Ruza García. –Salamanca, D. Nicolás del Teso. –Sevilla, D. Carlos Folache. –Soria, D. Pedro de San Martín. –Tarragona, D. José Ventosa y Marqués. –Teruel, D. J. M. Ferrer. –Toledo, D. Atilano Rubio. –Tortosa, D. Antonio de Monasterio, notario. –Valencia, D. Roberto Gómez Igual, catedrático de la Universidad. –Valladolid, D. Sebastián Garrote. –Vizcaya (Bilbao), D. Eugenio Sáez de Miera. – Zamora, D. Miguel Núñez. –Zaragoza, D. F. Gimeno Rodrigo. Este importantísimo Bufete Colegiado se encarga de toda clase de asuntos civiles, mercantiles, canónicos, criminales o contencioso-administrativos» (El indispensable para el abogado y el útil para los demás. Año I, 1910, Guadalajara 1910, pág. 332.)

A principios de 1910 puede informar a Menéndez Pelayo: «Terminado ya el tomo II de la Historia de la Filosofía (que trata solamente de judíos), he empezado el III de Libros de Caballerías, del cual llevo a estas horas dos capítulos redactados...» (EMP 20-611, 8 enero 1910); aunque el segundo tomo no aparecerá publicado hasta mediados de 1911, Historia de la Filosofía Española (siglos VIII-XII: judíos) (que firma como Catedrático de Historia de la Filosofía y de Psicología superior en la Universidad Central). Como ya hemos dicho esa obra no tuvo tampoco continuidad.

Bonilla participa activamente en las guerras ideológico literarias del momento, por supuesto en el bando enfrentado a Cotarelo. En 1909, junto con su amigo Puyol, publica Silba de varia lección, función de desagravios en honor del insigne Lope de Rueda, desaforadamente comentado en la edición que de sus 'Obras' publicó la Real Academia Española, valiéndose de la péñola de D. Emilio Cotarelo y Mori, y en 1910, como Bachiller Alonso de San Martín, publicó Sepan cuantos... coroza crítica puesta a la execrable edición que de las obras de Lope de Rueda perpetró Don Emilio Cotarelo y Mori ya del todo colocada en la picota después de la 'Satisfacción a la Real Academia Española', que el mismo felibre tuvo la desgracia de concebir y dar a luz. Menéndez Pelayo acaba de acceder a la dirección de la Academia de la Historia, e inmediatamente se propone a Bonilla como académico: «Te agradezco mucho tu cariñosa enhorabuena por la dirección de la Academia de la Historia. Creo que he entrado con buen pie en ella. Es una de las pocas Corporaciones de su género que trabajan, y hay en ella elementos útiles. Pero también los hay feroces. Imagínate que enfrente de la candidatura de Bonilla, a quien hemos presentado varios amigos para una vacante que hoy existe, sostienen muchos académicos la del general Polavieja (!!), y quién sabe si triunfará. De la otra Academia nada te digo, porque hay cosas que no son para puestas por escrito. Cotarelo llegó a insolentarse conmigo en tales términos que tuve que administrarle dos garrotazos físicos o materiales en plena calle de Alcalá, hace más de un año» (carta de MMP a Juan L. Estelrich, EMP 20-748, 5 marzo 1910). Pero en abril de 1910 ya ha sido elegido Bonilla como académico de la Historia, y además ha logrado también un destino en el Consejo Superior de Emigración, en el que coloca a su amigo Julio Puyol [el mismo que, fallecido Bonilla, publicará en 1927 su biografía]. El 26 de marzo de 1911 lee Bonilla el discurso de recepción en la Real Academia de la Historia: Fernando de Córdoba y los orígenes del Renacimiento en España, que es contestado, como es natural, por Marcelino Menéndez Pelayo.

En 1910, siempre con Victoriano Suárez como editor, había puesto en marcha Bonilla la Colección de filósofos españoles y extranjeros, cuya primera entrega es la edición del Cuzary, diálogo filosófico, de Yehudá Ha-Levi, con un apéndice de Menéndez Pelayo. Pero aunque esa colección tuviese previsto publicar también autores españoles: «obras de Luis Vives, Espinosa, Raimundo Lulio, León Hebreo, Francisco Sánchez, Santo Tomás de Aquino, Erasmo, Giordano Bruno, Locke, Hobbes, Descartes, Schopenhauer, Wundt, Spencer, Bergson, &c…»; al morir Bonilla aquella colección había publicado sucesivamente La Cuádruple raíz del principio de la razón suficiente de Schopenhauer (traducida por Eduardo Ovejero Maury, obra con la que, al parecer, se identificó Bonilla al punto de que era el texto que comentaba año tras año en la asignatura de Psicología Superior que tenía adscrita), la Crítica de la Razón Práctica de Kant, el Destino del hombre y el destino del sabio de Fichte, la Crítica del Juicio de Kant, la Lógica, la Filosofía de la Naturaleza, y la Filosofía del Espíritu de Hegel, y en 1928 la Crítica de la Razón Pura en traducción de Manuel García Morente, pero ninguna de las obras de los autores españoles que seguían figurando en los distintos volúmenes de la colección.

En octubre de 1910 formó parte del tribunal que concedió a José Ortega y Gasset la cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid, vacante tras el fallecimiento de Nicolás Salmerón. El tribunal estaba presidido por Eduardo Sanz Escartín, y formado por Francisco Fernández y González, José de Castro y Castro, Luis Simarro, Adolfo Bonilla y San Martín, José Caso y Blanco y el presbítero Alberto Gómez Izquierdo, el único voto en contra de la propuesta.

«El Centro Jurídico Internacional, bufete colegiado que dirige el catedrático de la Universidad Central, D. Adolfo Bonilla San Martín, ha trasladado su domicilio a la calle del General Arrando, número 10.» (El Bloque, periódico demócrata, Cáceres 7 marzo 1911.)

«Centro de cultura hispano-americana. Hoy lunes 10, a las seis y media de la tarde, en el local de la Unión Ibero-Americana (Alcalá, 73), el doctor Adolfo Bonilla San Martín, explanará la primera conferencia de las cuatro que se propone desarrollar, sobre el tema “Ideas filosóficas y religiosas de los americanos en la época del descubrimiento”.» (La Correspondencia de España, Madrid, 10 abril 1911.)

En el verano de 1911, mientras se termina por fin la edición del tomo segundo («La Historia de la Filosofía está terminada. Si no le han enviado a Vd. ejemplares, hoy mismo diré que se los envíen», carta de 19 de julio de 1911 de Bonilla a MMP, EMP 21-700), se enfrasca Bonilla en la preparación de la edición de las Obras completas de Menéndez Pelayo. Victoriano Suárez publica la Bibliografía de D. Marcelino Menéndez y Pelayo, preparada por Bonilla, que contiene el Prospecto de la edición planeada (el 14 de agosto le envía Bonilla a Menéndez Pelayo las galeradas de su bibliografía y el 4 de septiembre, le agradece las pruebas ya corregidas y le anuncia el tomo segundo de la historia, que don Marcelino le reclamaba: «De propósito he retardado el envío de la Historia y de la Hostería, para remitirle al mismo tiempo las Gesta Roderici y el tomito de Schopenhauer. Todo llegará a sus manos el miércoles o jueves» (EMP 21-750).

En el otoño viaja Bonilla a Londres y a París, entre otras cosas pensando en el tomo tercero de la Historia de la Filosofía española: «En Londres trabajé especialmente sobre los libros de caballerías; pero aquí apenas he estudiado otra cosa que manuscritos latinos de filosofía española. He hallado un códice desconocido de una traducción latina del Moreh; y además algo bastante curioso acerca de Miguel Servet, Lulio y otros. Copié los Sermones contra Averroistas de Lulio, y he hecho fotografiar otras cosas (entre ellas el tratado De anima de Gundisalvo, que pienso publicar por completo)» (29 nov 1911, carta desde París de Bonilla a MMP, EMP 21-840). Pero como tampoco abandona su fecunda faceta mercantil, un mes más tarde, el 28 de diciembre, informa a su amigo: «Tengo ahora en suspenso todos mis trabajos, y no me ocupo más que en el tomo IV de Códigos de Comercio, que pienso ha de salir dentro de un mes. Enseguida emprenderé (aparte de otras cosillas) el tomo III de la Historia de la Filosofía y el Discurso de la Acad. de Ciencias Morales, que ha de versar sobre 'la ficción de Derecho' y al que me contestará Alvarez del Manzano... Adjunto el contrato de Vd. con Suárez, contrato de cuyas cláusulas le hablé a Vd. Lo he leído detenidamente, y no encuentro nada peligroso ni contrario a la equidad...» (EMP 21-881). Gracias al Epistolario publicado de Menéndez Pelayo es posible seguir con todo detalle la continua relación editorial que Bonilla mantuvo con don Marcelino, hasta el fallecimiento de éste, el 19 de mayo de 1912.

«Universidades. El Tribunal que ha de juzgar las oposiciones a la cátedra de Lógica fundamental, vacante en la Universidad de Valladolid, ha quedado constituido de la siguiente forma: Presidente, el señor obispo de Madrid Alcalá, vocales: D. Eduardo Sanz Escartín, D. Adolfo Bonilla, D. Alberto Gómez Izquierdo y D. Eduardo González Blanco.» (La Correspondencia de España, Madrid 16 febrero 1912.)

«Desgracia nacional. Menéndez Pelayo, ha muerto. […] De su última labor quedan esparcidas muchas gloriosas páginas. Su discípulo predilecto don Adolfo Bonilla está enterado del plan y de los propósitos literarios y científicos del maestro, y será el encargado de recoger y ordenar las páginas esparcidas. ¡Gloriosa labor!» (La Rioja, diario imparcial, Logroño, 21 mayo 1912.)

«En el ministerio de la Gobernación se reunió anoche el Consejo superior de emigración. Fue aceptada la dimisión del secretario don Adolfo Bonilla y se resolvieron varios asuntos de trámite.» (La Correspondencia de España, Madrid 28 mayo 1912.)

«El testamento de Menéndez Pelayo. Conócese ya este importante documento. En él dice el ilustre testador que cede su grandiosa e importante biblioteca al Ayuntamiento de Santander, para que la fusione con la municipal, y en caso de que no la acepte, pasará a ser propiedad de la Diputación y en último término del Estado. Según voluntad del finado, la biblioteca deberá ser dirigida por un miembro del cuerpo de archiveros, que ganará la plaza por oposición. Son albaceas testamentarios don Gonzalo Semprúm, don Adolfo Bonilla San Martín, don Carmelo de Echegaray, erudito cronista de Guipúzcoa y don Ramón Menéndez Pidal. El testamento lo hizo hace dos meses, y en él aparecen como testigos el doctor Quintana, don Luis de la Escalera y don Emilio Albear.» (El Día de Palencia, 29 mayo 1912.)

«La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas celebrará junta pública pasado mañana, domingo, a las tres de la tarde, para dar posesión de plaza de número al académico electo D. Adolfo Bonilla y San Martín, quien leerá su discurso de entrada, cuyo tema es “La ficción jurídica”, contestándole don Faustino Álvarez del Manzano, académico de número.» (La Correspondencia de España, Madrid 29 noviembre 1912.)

En enero de 1914 se publicó el primer volumen de la Biblioteca Filosófica, Los grandes filósofos españoles, promovida por Eusebio Ortega y Benjamín Marcos (volumen dedicado a Francisco de Valles). Adolfo Bonilla preparó un interesante prólogo, no tanto sobre el libro en particular, sino sobre la nueva colección, en el que el autor de los dos tomos sabidos de la Historia de la Filosofía española se preocupa por distanciarse de la perspectiva patriótica que perseguían los impulsores de esa biblioteca, a los que sitúa en un frente en el que quiere alinearse: «El propósito que guía a los autores de la nueva 'Biblioteca de los grandes filósofos españoles', es notoriamente patriótico y laudable. (...) Por lo que a la de nuestros filósofos respecta, la labor apologético-expositiva ha tenido en España tres campeones principales: Juan Pablo Forner en el siglo XVIII; y, en el XIX, Gumersindo Laverde Ruiz, que, a principios de 1859, trató de poner por obra el pensamiento de dar a luz una colección o Biblioteca de filósofos ibéricos, y su grande amigo Marcelino Menéndez y Pelayo...». Se ha llegado a sugerir que la ideologización introducida por Benjamín Marcos podría haber desanimado a Bonilla a continuar terrenos tan susceptibles a la manipulación. → Benjamín Marcos, presunto «continuador» de Laverde.

Si hemos de hacer caso a Pedro Font Puig (en la necrológica de Bonilla que publicó el Diario de Barcelona, el 21 de enero de 1926), el trabajo filosófico del que Bonilla se encontraba más satisfecho, «la predilecta de sus obras, la que él más estimaba y la más profunda, sólo inteligible por los técnicos de la Filosofía», habrían sido sus Coloquios filosóficos. Proteo o del devenir (Madrid 1914, 69 págs.).

1918 «Universidades. Se nombra el siguiente Tribunal para juzgar las oposiciones a la cátedra de Estética, vacante en la Universidad Central: presidente, D. José Joaquín Herrero; vocales: D. Cosme Paspal, D. Adolfo Bonilla, D. Justo Alvarez Amandi y D. Pedro Font Puig.» (La Correspondencia de España, Madrid, 1 mayo 1918.)

El 20 de agosto de 1919 intervino Adolfo Bonilla, en Santander, en el primer acto público de la Sociedad Menéndez Pelayo, que estuvo presidido por el propio monarca, Alfonso XIII, y en el que también participaron el hispanista norteamericano Rodolfo Schevill (con el que Bonilla estaba publicando desde 1914 las Obras completas de Cervantes) y Enrique Menéndez Pelayo.

«Organizado por esta Facultad de Filosofía y Letras [de Barcelona], en los días del 18 al 22 inclusive del actual, dará un curso de conferencias, a las siete de la tarde, en el Salón de Consejos de la Universidad, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, don Adolfo Bonilla y San Martín, sobre 'La Filosofía catalana'. Los títulos de las conferencias serán los que siguen: I. Los orígenes. La cultura filosófica catalana en la Edad Media. Jaime I; san Pedro Pascual; san Raimundo de Peñafort; Ramón Martí; Arnaldo de Vilanova. II. Lulio y el lulismo. III. El orientalismo filosófico en Cataluña: Hasdai Grescas y otros pensadores. Francisco de Eximenis. IV. El Renacimiento catalán y la cultura histórico-filosófica. Bernat Metge: Turmeda, Roiz de Corella. Los traductores. V. La tradición escolástica: Balmes, Mestres, Comellas. La escuela escocesa: Martí de Eixalá, Llorens, Codina y Vilá. Otras direcciones. Los comtemporáneos. Ensayo de una determinación de los caracteres de la filosofía catalana.» (La Vanguardia, Barcelona, domingo 17 de febrero de 1924, pág. 11.)

Al rondar el medio siglo de vida parece que decidió Bonilla romper algunas de sus rutinas, entre las que figuraba pasar los veranos en Llanes. En abril de 1924 emprendió un largo viaje alrededor del mundo (Estados Unidos, Hawai, Japón, China, India y Egipto), y el 21 de febrero de 1925 contrajo matrimonio «con la señorita María Luisa Terson de Paleville y Espinosa, joven de singulares prendas personales y dotada de clarísima inteligencia». Pero no le sentaron bien esos cambios, y si parece que ya volvió enfermo del gran viaje de 1924, su mal se agudizó tras otro viaje a La Habana, en mayo de 1925, nombrado embajador extraordinario por el dictador Primo de Rivera, para asistir a la toma de posesión de Gerardo Machado, el nuevo presidente de la República de Cuba: «la enfermedad que padecía se exacerbó con el calor insoportable de Cuba en el mes de mayo, y para colmo de desdichas, Bonilla, como todos los pasajeros del trasatlántico francés en que regresaba a Europa, sufrió una grave intoxicación por causa de hallarse completamente averiados los alimentos que les daban en el barco, dejándole como reliquia una disentería pertinaz que le aquejó por más de dos meses». En Llanes, «en su mansión junto al mar», volvió a empeorar, a finales de agosto: «la gravedad inminente duró más de dos semanas, y en cuanto estuvo en mediana disposición de ponerse en camino, prescribieron los facultativos el regreso a Madrid.» Desde diciembre «se le sostuvo la vida de un modo artificial merced a las inyecciones hipodérmicas de pantopón, que concedían breve descanso a sus dolores e insomnios, y a las inhalaciones de oxígeno que daban a la asfixia una tregua momentánea», nos dice su biógrafo Puyol. Expiró el domingo 17 de enero de 1926, a las once y cuarto de la noche, cuando contaba poco más de cincuenta años (la esquela dijo que había fallecido en la madrugada del 18, «para que el entierro se verificase el 19 por la mañana, pues el lunes 18, por no publicarse periódicos hasta la última hora de la tarde, no era posible que la noticia de la defunción llegase a conocimiento de todos los amigos de Bonilla residentes en Madrid»).

«18 de enero de 1926. Fallecimiento de D. Adolfo Bonilla San Martín. Falleció en Madrid el decano de la Facultad de Filosofía y Letras e ilustre polígrafo D. Adolfo Bonilla San Martín. Discípulo predilecto de D. Marcelino Menéndez Pelayo y continuador de su obra literaria, el Sr. Bonilla San Martín era una de las más prestigiosas autoridades de la Filosofía y las letras españolas. Consagrado al estudio desde muy joven, y especializado en los trabajos de investigación bibliográfica, que realizaba, no de una manera fría, sino con arte de verdadero filósofo, cuidando siempre de avalorar el hallazgo con interpretaciones y juicios personales, pudo seguir con evidente aprovechamiento las huellas de su sabio maestro, enriqueciendo la historia de la literatura patria con aportaciones que le aseguran un puesto preeminente entre los más felices cultivadores de la crítica. Su muerte fue una verdadera pérdida nacional.» (Fernando Soldevilla, El año político 1926, Madrid 1927, pág. 22.)

Bibliografía cronológica de Adolfo Bonilla y San Martín

Concepto y teoría del Derecho (estudio de Metafísica jurídica), Victoriano Suárez, Madrid 1897, 216 págs. [Bonilla figura como doctor en Derecho y en Filosofía y Letras.]

Los Gobiernos de partido, Madrid 1898, 61 págs. [figura como «Secretario primero de la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid»]

Estudios jurídicos: Gérmenes del feudalismo en España, Madrid 1898, 12 págs.

De la naturaleza y significación de los Concilios Toledanos, Madrid 1898, 17 págs.

Jaime Fitzmaurice-Kelly, Historia de la Literatura Española desde los orígenes hasta el año 1900. Traducida del inglés y anotada por Adolfo Bonilla y San Martín. Con un estudio preliminar por Marcelino Menéndez y Pelayo, La España Moderna (Biblioteca de Jurisprudencia, Filosofía e Historia), Madrid [1901], XLII+613 págs.

Afanto Ucalego [= Adolfo Bonilla], Ion. Diálogo platónico, traducido del griego por Afanto Ucalego, con un estudio preliminar acerca de las traducciones de Platón en lengua castellana, Madrid 1901. 76 págs.

Sobre los efectos de la voluntad unilateral (propia o ajena) en materia de obligaciones mercantiles, Madrid 1901, 81 págs.

Clarorum hispaniensium epistolae ineditae ad humaniorum litterarum historiam pertinentes. Edidit, notationesque aliquot adiecit, Excerpta de Revue Hispanique, VIII, París 1901. 136 págs. [firmado A. B. y S. M.]

Estudios jurídicos: Aguas, Minas y Montes, Madrid 1901, 19 págs.

Método para el estudio de la Filosofía del Derecho, Montevideo 1901, 14 págs.

Etimología de «Pícaro» (Nota), Tirada aparte de la Revista de Archivos, Madrid 1901.

Agustín de Rojas, El viaje entretenido (reproducción de la primera edición completa de 1604, ed. de Adolfo Bonilla y San Martín), Colección de libros picarescos (tomos III-IV), Madrid 1901, 304 y 276 págs.

«El renacimiento y su influencia literaria en España», en La España Moderna, nº 158 (febrero 1902), pág. 84-100.

Luis Vélez de Guevara, El Diablo Cojuelo (reproducción de la edición príncipe de Madrid 1641. ed. de Adolfo Bonilla y San Martín), Librería de Eugenio Krapf, Vigo 1902, 276 págs.

«Algunas poesías inéditas de Luis Vélez de Guevara, sacadas de varios manuscritos», en Revista de Aragón, 1902, 11 págs.

El Arte simbólico (esbozo de una teoría de las formas artísticas), Madrid 1902, 54 págs.

Bachiller Alonso de San Martín [= Adolfo Bonilla], La Hostería de Cantillana (novela del tiempo de Felipe IV), B. Rodríguez Serra, Madrid 1902, 350 págs., con numerosos dibujos de R. Marín (en colaboración con D. Julio Puyol y Alonso).

Juan Valladares de Valdelomar, Cavallero venturoso, ed. Adolfo Bonilla y San Martín (en colaboración con Manuel Serrano Sanz), Colección de libros picarescos (tomos V-VI), Madrid 1902), XXIX+287 y 432 págs.

Plan de Derecho Mercantil de España y de las principales naciones de Europa y América, Madrid 1903, 128 págs.

Luis Vives y la filosofía del Renacimiento, Madrid 1903, 818 págs. (Obra premiada en público certamen por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con premio extraordinario y recompensa extraordinaria) [reeditada en Madrid 1929 por la Nueva Biblioteca Filosófica].

Perálvarez de Ayllon y Luis Hurtado de Toledo, Comedia Tibalda, ahora por primera vez publicada según la forma original por A. Bonilla y San Martín, Bibliotheca Hispánica (tomo XIII), Barcelona-Madrid 1903, XII+80 págs.

Libro de los engaños y los asayamientos de las mugeres, publícalo A. Bonilla y San Martín, Bibliotheca Hispánica (tomo XIV), Barcelona-Madrid 1904, 76 págs.

Derecho mercantil español (contestaciones al Programa para oposiciones al Notariado), Biblioteca de Revista Jurídica (vol. 4), Madrid 1904, 240 págs.

Derecho mercantil de España y de las principales naciones de Europa y América, Valencia 1903-1904, XL+333+97 págs.

Anales de la literatura española publicados por Adolfo Bonilla y San Martín (años 1900-1904), Est. tip. de la Viuda e Hijos de Tello, Madrid 1904, 306 págs.

Un laboratorio de Derecho (Cuestiones teórico-prácticas resueltas en la clase de Derecho Mercantil de la Universidad de Valencia durante el curso de 1903 a 1904), Biblioteca de Revista Jurídica (bol. VII), Madrid 1904, 104 págs.

[Programa de] Historia de la Filosofía española, Escuela de Estudios Superiores, Curso de 1904-1905, Ateneo científico, literario y artístico de Madrid, Madrid 1904, págs. 13-27.

[Programa de] Historia de la Filosofía española, Escuela de Estudios Superiores, Curso de 1905-1906, Ateneo científico, literario y artístico de Madrid, Madrid 1905, págs. 22-37.

Los mandamientos de Diógenes (ensayo de filosofía cínica), aprox. 1905.

Don Quijote y el pensamiento español, Madrid 1905, 26 págs.

Archivo de Historia de la Filosofía, nº 1, Madrid 1905, opúsculo de 64 págs. Contiene de Bonilla: «Moderato de Gades, filósofo pitagórico español» (págs. 30-36), «Nietzsche y la Historia de la Filosofía» (pág. 40), «La idea del derecho en el lenguaje» (págs. 41-57).

Juan Valera (decir antiguo), Barcelona 1905, folleto de 8 págs.

Biblioteca Oropesa, publicada por dos hispanistas [R. Foulché-Delbosc y A. Bonilla y San Martín]. Madrid 1905-1909. 7 fascículos. Tirada de 29 ejemplares, que pensaba recoger «las más hermosas poesías de la literatura castellana, antigua y moderna»: I. Epístola moral a Fabio, 1905. II. J. Manrique, Coplas por la muerte de su padre, 1905. III. Pedro de Riaño, Romance del Conde Alarcos, 1907. IV. R. Cota, Diálogo entre el Amor y un viejo, 1907. V. Quevedo, Epístola al Conde-Duque de Olivares, 1909. VI. Quintana, Oda a la invención de la imprenta, 1909. VII. Espronceda, Canto a Teresa, 1909.

«Bacon y Vives», en Ateneo, I, 1º semestre 1906, págs. 456-457.

«Bibliografía de Menéndez Pelayo», en Ateneo II, 2º semestre (noviembre 1906), págs. 465-480.

Programa de Historia de la Filosofía, Madrid 1906, 48 págs.

«Aristóteles y los sordomudos», en el Boletín de la Asociación de Sordomudos de Madrid, 1906.

«Adiciones a la Bibliografía de Menéndez Pelayo», en Ateneo, III, 1º semestre 1907, págs. 185-192.

Fuero de Usagre (siglo XIII) publicado por Rafael de Ureña Smenjaud y Adolfo Bonilla, Biblioteca jurídica española anterior al siglo XIX (vol. 1º), 'Madrid 1907.

Alfonso Daudet, La arlesiana (drama en tres actos y cinco cuadros) [traducción por Bonilla y Foulché], Madrid 1907, 110 págs.

con Faustino Alvarez del Manzano y Emilio Miñana, Dictamen sobre la publicación de los balances de las Sociedades anónimas, Madrid 1907, 22 págs.

«Erasmo en España. Episodio de la Historia del Renacimiento», en Revue Hispanique, París 1907. 107 págs.

Archivo de Historia de la Filosofía, nº 2 [y último publicado], 1907, 104 págs. De Bonilla: «Sobre el hilo conductor de las categorías aristotélicas»; «La idea del tiempo en el lenguaje» págs. 62-66.

Libros de Caballerías, por Adolfo Bonilla y San Martín, 2 vols. Bailly-Bailliére (Nueva Biblioteca de Autores Españoles, bajo la dirección de Menéndez Pelayo, tomos 6 y 11), Madrid 1907-1908 [La 1ª parte contiene el ciclo artúrico (Baladro, Demanda del sancto Grial, Tristán de Leonis, Tablante de Ricamonte) y el ciclo carolingio (cuento del emperador Carlos Maynes); la 2ª parte contiene el ciclo de los palmerines (Palmerín de Inglaterra) y extravagantes (La destrucción de Jerusalén, Roberto el Diablo, Clamades y Clarmonda, Oliveros de Castilla, rey Canamor, conde Partinuple).]

Historia de la Filosofía Española (desde los tiempos primitivos hasta el siglo XII), Librería General de Victoriano Suárez (Biblioteca de Derecho y de Ciencias Sociales), Madrid 1908. [El colofón lleva fecha de 28 de enero de 1908; Bonilla firma como Catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad Central, ex profesor de la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid, ex Catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad de Valencia, director del Centro Jurídico...]

El mito de Psiquis (un cuento de niños, una tradición simbólica y un estudio sobre el problema fundamental de la filosofía), Biblioteca de Escritores Contemporáneos, Barcelona 1908, 344 págs. [Dedicado a R. Foulché-Delbosc.]

Silba de varia lección, función de desagravios en honor del insigne Lope de Rueda, desaforadamente comentado en la edición que de sus 'Obras' publicó la Real Academia Española, valiéndose de la péñola de D. Emilio Cotarelo y Mori, Madrid 1909, un tomo de XVI+104 págs. [citado por Bonilla en Sepan Cuantos.]

Colección 'Oro viejo', Madrid 1909, 2 vols. Publicados por 'El Bachiller Mantuano' [= Bonilla]: 1. Entremeses del siglo XVI atribuidos al Maestro Tirso de Molina; 2. Vejámenes literarios por D. Jerónimo de Cancer y Velasco.

Bachiller Alonso de San Martín, Sepan cuantos... coroza crítica puesta a la execrable edición que de las obras de Lope de Rueda perpetró Don Emilio Cotarelo y Mori ya del todo colocada en la picota después de la 'Satisfacción a la Real Academia Española', que el mismo felibre tuvo la desgracia de concebir y dar a luz, Imprenta de Fortanet, Madrid 1910, 140 págs.

Yehudá Ha-Levi, Cuzary, diálogo filosófico, publícalo Adolfo Bonilla, con un apéndice de Menéndez Pelayo, Victoriano Suárez (Colección de filósofos españoles y extranjeros, tomo 1º), Madrid 1910.

Luis Vélez de Guevara, El diablo cojuelo, por A. Bonilla y San Martín, Sociedad de Bibliófilos Madrileños (vol. II), Madrid 1910.

Historia de la Filosofía Española (siglos VIII-XII: judíos), Librería general de Victoriano Suárez (Biblioteca de Derecho y de Ciencias Sociales), Madrid 1911. [El colofón lleva fecha de 30 de junio de 1911; Bonilla firma como Catedrático de Historia de la Filosofía y de Psicología superior en la Universidad Central.]

Bibliografía de D. Marcelino Menéndez y Pelayo, Librería General de Victoriano Suárez, Madrid 1911, 33 págs. [Contiene el 'Prospecto' de la edición de las obras completas de Marcelino Menéndez Pelayo.]

Bachiller Alonso de San Martín, La Hostería de Cantillana (novela del tiempo de Felipe IV) (segunda edición), Biblioteca Renacimiento, Madrid 1911. 344 págs.

Tristan de Leonis, edición por A. Bonilla y San Martín, Sociedad de Bibliófilos Madrileños (vol. VI), Madrid 1912.

«La filosofía de Marcelino Menéndez Pelayo», en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos XVI (1912), págs. 60-85. Reeditado en Crisis, Revista Española de Filosofía, III (1956), págs. 349-372.

«Bibliografía de Marcelino Menéndez Pelayo», en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos XVI (1912), págs. 238-266.

Las leyendas de Wagner en la Literatura Española, Madrid 1913, 103 págs.

Benjamín Marcos, Francisco de Valles, prólogo de Adolfo Bonilla y San Martín, Biblioteca Filosófica Los grandes filósofos españoles (vol. 1), Madrid 1914. (El prólogo de Bonilla, fechado en diciembre de 1913, en las págs. IX-XLVI.)

Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912), Madrid 1914, 275 págs.

Coloquios filosóficos. Proteo o del devenir, Madrid 1914, 69 págs.

Clásicos de la Literatura Española (colección dirigida por Adolfo Bonilla y San Martín). Ruiz Hermanos, Madrid 1915-1917. 12 vols. (en todos los tomos: «publícalo Adolfo Bonilla y San Martín»): 1. La vida del Lazarillo de Tormes. 2. Juan Ruiz de Alarcón, No hay mal que por bien no venga. 3. Lope de Vega, Peribañez y el Comendador de Ocaña. 4. García Gutiérrez, El trovador. 5. Tirso de Molina, La villana de Vallecas. 6. La Historia de los dos enamorados. 7. Fr. Luis de León, La perfecta casada. 8. Zorrilla, Sancho García. 9. Lope de Rueda, Registro de representantes. 10. Antología de poetas de los siglos XIII-XV. 11. Flores de poetas ilustres de los siglos XVI y XVII. 12. Parnaso español de los siglos XVI y XVII.

La crisis de la soberanía nacional y el fantasma de la representación parlamentaria, Madrid 1916, 39 págs.

Cervantes y su alma. Don Quijote y el pensamiento español. Los Bancos de Flandes. Las teorías estéticas de Cervantes, Madrid 1916, 262 págs.

El delito colectivo. Estoicismo y libertad. El derecho internacional positivo, Madrid 1916, 203 págs.

Programa de psicología superior, Madrid 1916, 16 págs.

Miguel Antón y Ferrándiz, Los orígenes de la hominación (estudio de prehistoria) (discurso de recepción en la Real Academia de la Historia, contestado por Adolfo Bonilla), Madrid 18 de marzo de 1917.

«Dos palabras de introducción», prólogo al libro de Mario Roso de Luna, Wagner, mitólogo y ocultista, Madrid 1917.

Antonio Ballesteros y Beretta, Pretensiones al Imperio de Alfonso el Sabio (discurso de recepción en la Real Academia de la Historia, contestado por Adolfo Bonilla), Madrid 2 de febrero de 1918.

Francisco Suárez (1548-1617). El escolasticismo tomista y el derecho internacional. Discurso, Madrid 1918, 30 págs.

Mariano Gaspar Remiro, Los cronistas hispano-judíos (discurso de recepción en la Real Academia de la Historia, contestado por Adolfo Bonilla), Madrid 23 de mayo de 1920.

Un antiaristotélico del renacimiento. Hernando Alonso de Herrera y su 'Breve disputa de ocho levadas contra Aristotil y sus secuaces', Bruges (Bélgica) 1921, 136 págs.

Dante y su tratado 'De Monarchia', Reus, Madrid 1921, 43 págs.

«Introducción» a Malebranche, Conversaciones sobre la Metafísica y la Religión, por el Padre Nicolás Malebranche, sacerdote del Oratorio, traducidas de la segunda edición francesa (Rotterdam, 1690), por Juliana Izquierdo y Moya. Traducción revisada por Adolfo Bonilla y San Martín, con prólogo del mismo, Reus (Biblioteca filosófica de autores españoles y extranjeros, nº 4), Madrid 1921, XVI+337 págs. [VII-XVI: «Introducción», firmada por Bonilla en Villamanín, León, septiembre de 1921.]

La Metafísica y sus problemas, Universidad de Murcia 1922-23.

«El juego de ajedrez y la novela», en Revista de Occidente, tomo 4, nº 10 (1924), págs. 117-119.

Viaje a los Estados Unidos de América y al Oriente. Con un prólogo de Julio Puyol, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1926, 86 págs.

Obras filosóficas, Espasa Calpe, Madrid 1929, 3 vols.

«Prólogo» a la edición de Los cuentos de Canterbury, Madrid 1931.

Bibliografía sobre Adolfo Bonilla y San Martín

1918 J. A. Galvarriato (Director de «Revista Jurídica» y de «Vida Económica»), La obra de Adolfo Bonilla y San Martín, Madrid M.CM.XVIII, XIII+20 págs.

1927 Julio Puyol, Adolfo Bonilla y San Martín (1875-1926), su vida y sus obras, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1927, 274 págs.

Sobre Adolfo Bonilla y San Martín en el Proyecto filosofía en español

1908 Historia de la Filosofía española, Alberto Gómez Izquierdo

1910 Adolfo Bonilla y San Martín, Espasa, 9:19-20.

1910-1918 Colección de filósofos españoles y extranjeros

1921-1929 Biblioteca filosófica de autores españoles y extranjeros

1926 Entierro de Adolfo Bonilla San Martín

Lucio Gil Fagoaga, El último sendero de Adolfo Bonilla

1931 Adolfo Bonilla y San Martín, Espasa, apéndice 2:391-392.

1992 ¿Hereda Bonilla, a través de Menéndez Pelayo, el «testigo» de Laverde?, GBS

Textos de Adolfo Bonilla y San Martín en el Proyecto filosofía en español

1901 Nuestras costumbres: por el Licenciado Pedro Gotór de Burbáguena

1905 Advertencia [Archivo de Historia de la Filosofía] · Nietzsche y la Historia de la Filosofía · Bibliografía · Programa de Historia de la Filosofía española

1907 “Prólogo” al libro de Santiago Valentí Camp, Premoniciones y Reminiscencias (Biblioteca Sociológica Internacional, Barcelona 1907, págs. v-xx).

1908 Historia de la Filosofía española (desde los tiempos primitivos hasta el siglo XII), Madrid 1908.

1918 Exceso de política · Se necesita un gobierno

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