Filosofía en español 
Filosofía en español

Santiago Valentí Camp  1875-1934

Santiago Valentí Camp

Escritor, editor y activista español, nacido en Barcelona el 18 de diciembre de 1875, hijo de Ignacio Valentí Vivó (1841-1924), entonces catedrático de medicina legal y toxicología de la Universidad de Barcelona y autor prolífico [en 1869 había ya publicado la propuesta de una “Asociación Española para el progreso de las Ciencias”... hasta 1908 no se constituyó la famosa institución que lleva ese rótulo].

Ingresa Santiago Valentí muy joven, en 1892, en el partido centro republicano, dirigido por Salmerón, iniciándose también muy temprano en el “periodismo militante”: La Justicia, Germinal y Vida Nueva, de Madrid; La Publicidad, de Barcelona; La Autonomía, de Reus, y El Nordeste, de Gijón. Estudia la carrera de derecho en la Universidad de Oviedo, donde fue alumno de Clarín:

«La Universidad de Oviedo, calificada, no sin motivo, de nueva Atenas española, tiene un timbre de honor y de gloria en nuestro tiempo: el haber irradiado por una gran parte de España el espíritu científico. [...] Los que hemos tenido la fortuna de haber sido alumnos de aquel centro docente, pudimos apreciar la trascendencia que revistió la extensión universitaria, que más que por los resultados inmediatos obtenidos, que acaso no colmaron los deseos de sus propugnadores, fue una demostración fehaciente de cuán fecunda podría ser la expansión de la cultura, siempre que la dirigiera un móvil generoso y objetivo. [...] Aunque la afirmación pueda parecer insólita, si el que esto escribe tuviera alguna autoridad, proclamaría que el aspecto en que fue más grande Clarín, en el que resultaba un coloso, era el de sugeridor. Ahora, transcurridos ya tantos años, comprendo cuán ímprobo fue su trabajo en la cátedra para acomodar a nuestras inteligencias sus explicaciones acerca de los principios fundamentales del Derecho y para, valiéndose de hermosas imágenes y comparaciones, demostrarnos como los poetas y las escuelas filosóficas, habían puesto los cimientos de todas las concepciones jurídicas. Una de las impresiones que perduran en mi memoria, de mi paso por la cátedra del maestro, es la que me produjo la defensa que este hizo en Mayo de 1897, a raíz de los fusilamientos de Montjuich. En ningún escritor utopista he leído un alegato tan caluroso y enérgico en pro de la rebeldía como elemento propulsor de las grandes reivindicaciones sociales, que han de preparar el advenimiento de una sociedad basada en los principios de justicia, cual la que hiciera Leopoldo Alas en aquellos días de trágica recordación.» (Santiago Valentí Camp, “Leopoldo Alas (Clarín)”, en Ideólogos, teorizantes y videntes, Barcelona 1922, págs. 119-121.)

«Entre nosotros quien primero se ocupó del pensamiento bergsoniano fue el nunca bastante llorado Leopoldo Alas. Con aquella sagacidad que caracterizaba su profundo sentido crítico, Clarín, al aparecer en la Bibliotéque de Philosophie Contemporaine, de París, hacia 1895, la tesis doctoral de Bergson intitulada Essai sur les données inmédiates de la conscience, hacía notar, en las explicaciones en su cátedra de Oviedo, lo que, a su juicio, representaba la orientación marcada por el entonces joven filósofo francés. Por aquellos años atravesaba Clarín una aguda crisis espiritual, y entre los pensadores que más influyeran en determinar la reacción antipositivista que experimentara el autor de La Regenta, uno de ellos fue Bergson. Al sentir Alas los efluvios del nuevo idealismo, hubo de fijarse, principalmente en William James, Cohen, Africano Spir y Henri Bergson, y así hablaba con entusiasmo de las nuevas corrientes psicológicas, que tendían a restaurar lo esotérico de las concepciones de la existencia.» (Santiago Valentí Camp, “Enrique Bergson” en Ideólogos, teorizantes y videntes, Barcelona 1922, pág. 311.)

«Su paso por la Universidad de Oviedo fue para Altamira sumamente provechoso, pues en aquel ambiente de cultura europea, que habían contribuido a formar Leopoldo Alas, Adolfo Buylla, Adolfo Posada, Aramburu, Sela, Canella y Melquíades Álvarez, fue desenvolviendo su personalidad y en la placidez de la ciudad ovetense [410] escribió la Historia de España y de la Civilización española, el manual más completo y documentado que se ha escrito de la historia de nuestro país y cuyo primer volumen vio la luz en 1900 y el cuarto y último en 1911. [...] Durante mi penúltima estancia en Oviedo, en Diciembre de 1901, pude apreciar en toda su integridad la labor pedagógica que llevaron a cabo con la Extensión Universitaria Altamira y sus colegas, que durante más de una década difundieron la cultura por las principales poblaciones de la región asturiana, la Montaña y parte de las provincias vascongadas. Cuán sensible es que aquel núcleo de profesores abnegados se haya disgregado al pasar a Madrid Altamira, Posada y Buylla, habiendo perdido aquella Universidad el carácter francamente tolerante que había adquirido y que tan provechosos resultados reportó a la cultura, ampliando la esfera de acción de la Institución universitaria!» (Santiago Valentí Camp, “Rafael Altamira”, en Ideólogos, teorizantes y videntes, Barcelona 1922, págs. 409-410.)

En 1899 publica su primer libro, Bosquejos sociológicos (Fernando Fe, Madrid 1899, 208 páginas), con prólogo de Alfredo Calderón. Dos años después los dos ponen en marcha una “Biblioteca Moderna de Ciencias Sociales”, que publica entre 1901 y 1904 seis entregas: tres obras de otros tantos autores españoles que habrían de hacerse famosas (Psicología del pueblo español, de Rafael Altamira; Literatura y problemas de la sociología, de Adolfo Posada –ambos profesores entonces de la Universidad de Oviedo– y En torno al casticismo, de Unamuno) y tres traducciones (dos del italiano y otra del francés) en las que interviene Santiago Valentí. Cuatro años después de la muerte de Alfredo Calderón Arana (1850-1907) retoma Santiago Valentí, ya en solitario, la dirección de la “Biblioteca moderna de ciencias sociales” con un libro suyo, Vicisitudes y anhelos del Pueblo español (Barcelona 1911), en el que se anuncia en preparación otra obra suya, Indagaciones y sinopsis, que hubiera formado la octava entrega de esa colección, pero que no hemos visto.

1909 «Barcelona 23, 14-41. Parece confirmarse la detención del concejal radical D. Santiago Valentí Camps.» (La Correspondencia de Valencia, lunes 23 agosto 1909, pág. 3.)

«Fue detenido el concejal radical de Barcelona D. Santiago Valentí Campos.» (Gaceta de Galicia, Santiago, martes 24 agosto 1909, pág. 2.)

«Han ingresado en la Cárcel Modelo de Barcelona el concejal radical don Santiago Valentí y Camp y el redactor de El Progreso señor Jiménez Moya.» (La Voz de Menorca, Mahón, martes 24 agosto 1909, pág. 3.)

«Anoche fue puesto en libertad del concejal de este Ayuntamiento don Santiago Valentí Camp, a quien esperaban a las puertas de la Cárcel celular varios individuos de su familia y numerosos amigos.» (El Bien Público, Mahón, 1 noviembre 1909, pág. 1.)

1911 «Hace pocos días, un hombre ilustrado y lleno de inquietudes, Santiago Valentí y Camp, ha publicado un nuevo libro sobre la España contemporánea. Lleva el mismo título que el presente artículo y forma parte de la Biblioteca moderna de cuestiones sociales.» (José María Tallada Paulí [1884-1946], “Vicisitudes y anhelos del pueblo español”, Cataluña, Barcelona, 19 de agosto de 1911.)

«Valentí y Camp, en su interesante libro Vicisitudes y anhelos del pueblo español bello por su estilo fácil y matizado, detalla con minuciosidad clínica las causas que han engendrado el pesimismo en nuestra raza y el camino de una regeneración integral de nuestra patria. Un poco injusto hablando de Solidaridad Catalana, pero puede perdonarse esta injusticia imputable solamente a la pasión partidista a veces indomable, en gracia a la sinceridad que rebosa el resto del libro.» (José Vilalta Comes, “Al margen de un libro. El imperio del pesimismo”, La Publicidad, Barcelona, lunes 2 de octubre de 1911.)

«Santiago Valentí Camp. Biografía. Publicista y político contemporáneo, nacido en Barcelona el 18 de diciembre de 1875. Hijo de Ignacio. Desde sus mocedades dedicóse a la política, ingresando en 1892 en el partido centro republicano, que dirigía Salmerón. También desde muy joven demostró sus aficiones hacia el periodismo militante. Fue redactor, entre otros periódicos, de La Justicia, Germinal y Vida Nueva, de Madrid; La Publicidad, de Barcelona; La Autonomía, de Reus, y El Nordeste, de Gijón. Ha publicado las siguientes obras: Bosquejos sociológicos, con prólogo de Alfredo Calderón (Madrid 1899); Premoniciones y Reminiscencias, prologada por Adolfo Bonilla San Martín (Barcelona 1907); Atisbos y disquisiciones (Barcelona 1908); La Antropología criminal y las disciplinas afines (Barcelona 1908); La democracia social alemana y su organización (Barcelona 1910); Vicisitudes y anhelos del pueblo español, con prólogo de Pedro Dorado Montero (Barcelona 1911). Fundó y dirigió la “Biblioteca de Novelistas del siglo XX”, que en 1903 abrió el primer concurso de novelas celebrado en España y de cuyo jurado fue secretario. Fundó, asimismo, la “Biblioteca Sociológica Internacional”, que dirigió durante cinco años y en la que se han publicado más de 100 volúmenes de notables tratadistas nacionales y extranjeros. También se debe a su iniciativa la “Biblioteca de Escritores Contemporáneos”, &c. En 1905 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Durante su cargo, representó a la Corporación municipal en el Congreso de Antropología Criminal celebrado en Turín en abril de 1906. Actualmente dirige la “Biblioteca Moderna de Ciencias Sociales”, colabora en El Progreso y El Liberal, de Barcelona, Nuevo Mundo, de Madrid, y es diputado provincial.» (EHA, 1910 [pero 1911], 28:1251-1252.)

«En estos cuatro últimos lustros había adquirido Dorado Montero una gran reputación y era conocidísimo en el extranjero por sus contribuciones profundas y personalísimas, que le valieron el título de criminólogo original y bien orientado. Durante mi permanencia en Italia y Francia, pude convencerme de que una de las figuras preeminentes de nuestra intelectualidad era el ilustre solitario de Salamanca.» (Santiago Valentí Camp, “Pedro Dorado Montero”, en Ideólogos, teorizantes y videntes, Barcelona 1922, pág. 104.)

1922 «El infatigable y conocido publicista Don Santiago Valentí y Camp, ha publicado recientemente su libro Ideólogos, Teorizantes y Videntes en la Biblioteca de Cultura Moderna y Contemporánea, de esta Ciudad. En un volumen de 500 páginas, nos recoge Valentí Camp, parte del movimiento intelectual del mundo durante el siglo XIX, debiendo hacer advertencia que este volumen es el primero de una serie. Está este tomo dedicado a los españoles Sanz del Río, Dorado Montero, Clarín, Costa, Ganivet, Giner de los Ríos, González Serrano, Alomar, de Maeztu, Torras y Bages, Macías Picavea, Altamira y Pi y Suñer; a los franceses Fouillée, Guyau, Tarde, Marion, Renouvier, Avenarius, Ribot, Le Bon, Boirac, Bergson, Boutroux, Le Dantec, Lachelier, Liard, Durkheim; a los ingle Spencer, Stuart-Mill, Huxley, Lubbek, Carlyle-Lodge, Hartpole Lecky, y Burnet Tylor; a los americanos James y Royce; a los alemanes Haeckel, Schopenhauer, Eucken; a los italianos Ardigo, Barzellotti, Angiulli, Credaro, Marcherini, Loria; al hungaro, Nordau; a los suizos Amiet y Secretan; a los daneses Höffding y Brandes; y al argentino Ingenieros. Cada uno de esos capítulos es un concienzudo estudio crítico y bibliográfico; y ese libro –tenemos la seguridad– ocupará un puesto en la biblioteca de todo estudioso, aun cuando es lástima que Valentí Camp, olvidándose de su posición científica, no haya escogido mayor número de textos de pensadores católicos o no haya suprimido por entero a los dos que estudia y que verdaderamente parece que se escapan de la compañía en que van. Es un libro dedicado especialmente a los patriarcas del moderno positivismo en todas sus formas y aspectos y a otros filósofos de tendencias marcadamente erróneas. L. F.» (La Academia Calasancia, Órgano de la Federación de entidades post-escolares calasancias, Barcelona, agosto 1922, año XXXI, n° 761, págs. 383-383.)

«Pero, antes de pasar adelante: ¿Quién es Valentí Camp? Parece ociosa la pregunta, tratándose de un hombre conocidísimo en el mundo de las letras; y, no obstante, por su modestia, por su aversión a que de él se ocupen, no conocen de esta persona, la mayoría de las gentes, más que la combinación de letras que compone su nombre tan repetido en libros, en Revistas y en periódicos. Yo, aun contrariándole, os voy a hablar de él ligeramente, en cuatro rasgos, sin pretensiones de ser su biógrafo, ni tampoco las desmedidas, para la capacidad mía, de trazarle una semblanza lamartiniana. Este hombre, llamado Santiago Valentí Camp, recio de cuerpo, pero no muy alto de talla, de negras barbas apostólicas, de nariz algo judaica, de ojos grandes, muy expresivos y escudriñadores, de cabeza poderosa que marcadamente avanza hacia adelante, como en pregunta perpetua, tiene, en lo físico, un parecido notable con Guerra Junqueiro, el viejo poeta revolucionario lusitano. No más que en lo físico, pues Valentí Camp, a mi parecer, no ha llegado ni a la cincuentena, no es poeta, que yo sepa, y en cuanto a lo de revolucionario... más adelante he de decir sobre esto dos palabras. Replegado en sí mismo, ante el mundo, pero abierto y efusivo en la intimidad, Valentí Camp va, con su labor intelectual inmensa, ofreciéndonos la sensación de un cerebro ubicuo que en unos cuantos lustros (cuatro o cinco no más, de vida plena) ha estado en muchísimas partes a la vez. Sólo por ese don extraordinario, quizá uno se explique como ha podido leer tanto, escribir tanto, discutir tanto, conservar tanto, viajar, intervenir en la cosa pública, idear negocios y desarrollarlos con varia fortuna, practicar fervorosamente el culto a sus lares, y llegar, con todo este laberinto de vida, a una pansofía que sólo se alcanza, cuando se alcanza, con un gran reposo y en edad provecta. Y ni reposo ni senectud, sino movilidad continua y casi muchachez en la hora de ahora. Tuvo una época, algo lejana ya por fortuna, en que la fiebre de la vida política le invadía de una manera alarmante. Fue cuando afiliado a uno de los partidos políticos extremos, puso su actividad en andanzas electorales, logrando colgar la venera edilicia sobre su honrado pecho; entonces se le mezcló a los movimientos revolucionarios de 1909, más seguramente por sus propagandas oratorias que por su accionar tenebroso y truculento. Valentín Camp, paladín del ideal, fue a la política y fue al Municipio barcelonés con purezas y candideces que ciertamente harían sonreír a ciertas gentes que a la sazón le rodeaban; pero así que se percató de que la política era un oficio y que los cargos se utilizaban para enriquecerse, de un aletazo salió de la sentina tan puro y limpio como, por inadvertencia, en ella había caído. Hoy todo el pueblo barcelonés, todas las clases barcelonesas, al ver deambular por las calles de la gran urbe a este hombre modestísimo, trabajador infatigable, que gana con gran esfuerzo la vida, una vida austera, más bien rayana en la mediocridad que en la opulencia, tiene justísimas frases de elogio a su integridad, a su decoro y a su honradez.» (Juan Barco, “Prólogo”, Ideólogos, teorizantes y videntes, Barcelona 1922, págs. vii-ix.)

«Injurias a Cáceres. El presidente de la Audiencia, por mediación del procurador general, ha presentado un escrito en el Juzgado, denunciando a D. Santiago Valentí y Camps por injurias a Cáceres en un artículo publicado en La Publicidad.» (Heraldo de Madrid, miércoles 16 agosto 1922, año XXXII, número 11.419, pág. 3.)

«La denuncia contra el señor Valentí Camps. La actitud del presidente de esta Audiencia, señor Álvarez Vega, que hace algunos días presentó, como hijo de Cáceres, una denuncia contra el escritor Sr. Valentí Camps, por estimar un artículo formado por este altamente ofensivo para la provincia donde había nacido, promete dar juego. En el juicio de conciliación el procurador señor Álvarez Vega no se conformó con las explicaciones dadas por el señor Camps de que no tenía intención de ofender a Cáceres, sino que el trabajo por él firmado lo había sacado de unas estadísticas en las que se hacía constar el analfabetismo; pero sin que en ningún momento tuviera intención de ofender a la provincia de Cáceres, a la que profesaba, según afirmación de su representante, gran cariño, cosa que le había inducido a hacer dicho trabajo. Por esta causa, el pleito seguirá sus cauces legales, creyéndose que los Tribunales de Barcelona serán recusados por ejercer sobre ellos jurisdicción, como presidente de esta Audiencia, el Sr. Álvarez Vega. Sobre este asunto se hacen muchos comentarios. Censúrase la actitud del presidente de la Audiencia. Mañana se reunirá la Asociación de la Prensa para tomar acuerdos sobre el particular. Varios diputados han telegrafiado al ministro de Gracia y Justicia, protestando contra la ocurrido. El señor Valentí Camps ha designado abogado suyo al ex ministro señor Roig y Bergadá.» (El Liberal, Madrid, sábado 18 agosto 1922, año XLIV, número 15.336, pág. 2.)

«Ideólogos, teorizantes y videntes. Santiago Valentín Camps. Editorial Minerva. Barcelona 1922. Una clarísima personalidad catalana firma este libro. Libro, cifra y compendio de un elevado ejercicio mental, que comprende desde el sencillo aprecio de una idea hasta la más sutil exploración del espíritu muerto. Nada le falta al crítico catalán –crítica de enlace en la Historia y de testificación– para afrontar la enorme tarea que supone fijar en su esquema ideológico el movimiento intelectual del mundo en el siglo XIX: cultura, equilibrio, perspicacia sintética, sentido de la realidad práctica, entresacada del aluvión de libros y documentos que forman el fondo material de la empresa. En conjunto estamos de perfecto acuerdo con Valentín Camps, respecto a las consecuencias y veredictos que resaltan (sin manifestarse de una manera expresa) a todo lo largo de su libro. En detalle alguna discrepancia guardamos. Que no en balde pueden valorarse, como él lo hace, paralelamente, figuras como Haeckel y Bergson, Max Nordau (nada más que retina psicológica) y Eucken (conciencia lírica y sensible). La medida, difícil de aplicar a cada caso, no le falla luego al establecer la contribución particular de los diversos sectores intelectuales a la obra común, aunque en el reparto de jerarquías, afine con relativa exactitud. Ideólogos, teorizantes y videntes, es un libro que deben conocer todos los preocupados con los problemas del pensamiento.» (“Libros y revistas”, España, semanario de la vida nacional, Madrid, 4 noviembre 1922, año VIII, número 342, pág. 15.)

1923 «Pocas personas han contribuido tanto a la difusión de los conocimientos filosóficos y sociológicos en nuestro país como el doctor don Santiago Valentí Camp. Sin haber ocupado, hasta el presente, ninguna cátedra, ha propagado incansablemente la instrucción, ya con obras originales, ya como director de importantes bibliotecas populares, en las que han aparecido valiosísimos trabajos de los más ilustres pensadores contemporáneos. El señor Valentí Camp ha hecho un consumo enorme de energía intelectual sin el menor propósito de medro y ni aun siquiera con el de ser reconocido como meritísimo difundidor de lo que se viene llamando la cultura, y no sabemos que en estos tiempos de homenajes más o menos justificados se le haya rendido el tributo de admiración y gratitud al que creemos es sobradamente acreedor. La aparición de su último libro: Ideólogos, teorizantes y videntes (Editorial Minerva) bastaría por sí solo para colocarle a la altura de los más ilustres publicistas.» (Alfredo Opisso, “De Filosofía”, La Vanguardia, Barcelona, viernes 13 de abril de 1923, pág. 10.)

1929 «Santiago Valentí y Camp. Biografía. Sociólogo y político español, nacido en Barcelona el 18 de Diciembre de 1875. Siendo muy joven ingresó en el partido republicano que acaudillaba Salmerón. Ha sido diputado provincial y concejal del Ayuntamiento de Barcelona, al que representó en el Congreso de Antropología Criminal de Turín (1906). Ha colaborado en La Publicidad, El Progreso, El Liberal y Las Noticias, de Barcelona; en Nuevo Mundo, de Madrid, y en otras publicaciones. Ha fundado y dirigido en Barcelona la Biblioteca de Novelistas del siglo XX, la Biblioteca Sociológica Internacional y la Biblioteca de Cultura Moderna y Contemporánea. También se debe á su iniciativa la Biblioteca de Escritores Contemporáneos y ha dirigido la Biblioteca Moderna de Ciencias Sociales. Entre sus obras deben mencionarse: Bosquejos sociológicos, con prólogo de Alfredo Calderón (Madrid 1899); Premoniciones y advertencias, con prólogo de Bonilla y San Martín (Barcelona 1907); Atisbos y disquisiciones (Barcelona 1908); La Antropología criminal y las disciplinas afines (Barcelona 1908); La democracia social alemana y su organización (Barcelona 1910), y Vicisitudes y anhelos del pueblo español, con prólogo de Dorado Montero (Barcelona 1911). También fué redactor de El Diluvio. Además de las obras citadas, ha escrito: Las sectas y las sociedades secretas a través de la Historia, en colaboración con Enrique Massaguer (Barcelona 1913-23); Ideólogos, teorizantes y videntes (Barcelona 1922), y Las reivindicaciones femeninas, con prólogo de Regina Lamo; volumen que contiene un apéndice en el que figuran 3.150 obras relacionadas con el problema femenino, y tiene en prensa otro volumen titulado Eva redimida y redentora, que también contiene un apéndice con más de 3.000 fichas bibliográficas. Actualmente (1929) colabora en El Día Gráfico y es redactor de La Noche, de Barcelona. Pertenece al partido socialista y es uno de los redactores del semanario Justicia. Ha dado numerosas conferencias y cursillos de divulgación cultural. Es presidente del Ateneo Socialista de Barcelona.» (EUI, 1929, 66:672.)

1932 «Pero en descargo de Kropotkín ha de convenirse en que, a pesar de su gran inteligencia, no podía el insigne escritor ir más allá de donde fue; se lo impidió el prejuicio inherente al espíritu de secta. Fue, pues, un hombre valeroso, integérrimo, que sacrificó su intelecto a sus ensueños. Pero es incontrovertible que consiguió, por lo menos, vivificar con su espíritu poderoso, simpático y caballeresco, un sistema que antes carecía de contornos definidos y de una línea bella. La doctrina libertaria expuesta por Kropotkín, adquiere, más que en otro autor alguno, el sentido inefable al ofrecer al lector una visión fantástica de cómo se organizará la sociedad futura, sin leyes ni autoridades.» «En 1917, regresó Kropotkín a Rusia, donde permaneció alejado de toda actividad pública, falleciendo en Moscú en 8 de febrero de 1921. Durante estos cuatro años, el célebre agitador vivió sometido a todo género de privaciones, por la situación agobiante que atravesaba aquel país, no rehecho todavía de la gran crisis, inherente a una revolución tan profunda, como la realizada al implantarse el régimen de los Soviets. Acerca de la actitud que adoptó Kropotkín ante la obra de Lenin y de sus secuaces, los biógrafos no están acordes. No parece, sin embargo, que fuese de conformidad, sino más bien, meramente expectante. Dadas sus opiniones, no podía satisfacerle en modo alguno una organización marxista, en la que la disciplina automática, y el sentido autoritario son los dos primeros postulados de la constitución y funcionamiento de la política en las Repúblicas Socialistas Soviéticas, una oligarquía inteligente y culta, puesta al servicio del proletariado organizado.» (Santiago Valentí Camp, Pedro Kropotkín. Su ejecutoria en el pensamiento y en la actividad social, Cuadernos de Cultura, n° 67, Valencia 1932, págs. 43 y 45.)

1933 «* Santiago Valentí Camp. Biografía. Ha continuado sus elucubraciones en el campo del feminismo, en el sentido más radical de reivindicación de todos los derechos de la mujer, no deteniéndose ni ante el amor libre. Este espíritu informa las últimas obras dadas a la estampa por Valentí Camp: La mujer ante el amor y frente a la vida (Madrid 1932), Elena Key: libertad de amar y la mujer del mañana (Valencia 1933), y Eva redimida y redentora (Madrid 1933). En el terreno de la propaganda de las doctrinas más avanzadas ha publicado: Pedro Kropotkin, Cuadernos de Cultura (Valencia 1932), y El hombre y sus creencias (Barcelona 1933). Actualmente (1933) tiene en prensa el libro Arturo Schoppenhauer: su pesimismo y su misoginia. Estas obras están avaloradas por una gran riqueza bibliográfica, excediendo de 12.000 las papeletas bibliográficas en ellas existentes sobre todos los problemas relacionados con la cultura, el amor, el trabajo y el feminismo.» (EUI, 1933, A10:1023.)

1935 «Santiago Valentí y Camp. Sociólogo y político español, nacido en Barcelona el 18 de diciembre de 1875 y muerto en la misma ciudad el 4 de marzo de 1934. Había sido colaborador de esta Enciclopedia. Véase su biografía en el tomo LXVI, página 672, de la Enciclopedia, y en el tomo X, página 1023, del Apéndice.» (EUI, 1935, s1934:214.)

Sobre Santiago Valentí Camp

1912 José Deleito y Piñuela, “Vicisitudes y anhelos del pueblo español, por Santiago Valentí Camp”, La Lectura, Madrid, mayo 1912, páginas 182-185.

1923 Alfredo Opisso Viñas, “De Filosofía”, La Vanguardia, Barcelona, viernes 13 de abril de 1923, pág. 10.

2022 “Nombres, fechas, nación, lengua y páginas dedicadas por S. V. C. a 53 ideólogos, teorizantes y videntes en 1922”.

Textos de Santiago Valentí Camp en el proyecto Filosofía en español

1898 “De un periodista [ Ricardo Fuente ]” (La Publicidad, 11 febrero) · “La nueva investigación sociológica” (La Publicidad, 31 julio y 6 agosto) · “¿Dramaturgos socialistas?” (La Publicidad, 22 diciembre).

1899 “Pedro G. Dorado Montero” (La Publicidad, 4 diciembre).

1900 “Francisco Giner de los Ríos” (La Publicidad, 19 febrero) · “Miguel de Unamuno” (La Publicidad, 16 julio).

1902 “Descriptiva social. Para mi insigne y estimado maestro Rafael Altamira” (La Publicidad, 4 abril).

1907 Premoniciones y Reminiscencias, Biblioteca Sociológica Internacional, Barcelona 1907. (“Prólogo” de Adolfo Bonilla y San Martín. II: El objeto de la Sociología. III: La síntesis sociológica. IV: Un sociólogo español. Dorado Montero. VII: La novela de una feminista.)

1911 Vicisitudes y Anhelos del Pueblo Español, Biblioteca Moderna de Ciencias Sociales, Barcelona 1911, xv+301 páginas. (Prólogo de Pedro Dorado MonteroPalabras previas. Ojeada de conjuntoIntroducción: Sociografía AnalíticaPrimera parte: Génesis de la nacionalidad españolaSegunda parte: Estructura y dinamismo del pueblo españolTercera parte: Las concepciones sociológicas contemporáneas y los problemas de la regeneración españolaCuarta parte: Hacia el resurgimiento.)

1922 Ideólogos, teorizantes y videntes: Alfredo Fouillée · William James · Roberto Ardigó · Enrique Federico Amiel · Max Nordau · Carlos Secrètan · Herbert Spencer · Ernesto Enrique Haeckel · Juan M. Guyau · Gabriel Tarde · Giacomo Barzellotti · Julián Sanz del Río · Juan Stuart Mill · Enrique Marion · Pedro Dorado Montero · Tomás Henry Huxley · Leopoldo Alas (Clarín) · Carlos Renouvier · Joaquín Costa · Angel Ganivet · John Lubbock · Arturo Schopenhauer · Ricardo Avenarius · Rodolfo Eucken · Harald Höffding · Tomás Carlyle · Teódulo Armando Ribot · Francisco Giner de los Ríos · Gustavo Le Bon · Urbano González Serrano · Emilio Boirac · Josiah Royce · Gabriel Alomar · Andrés Angiulli · Georges Brandes · Enrique Bergson · Emilio Boutroux · Oliver J. Lodge · Ramiro de Maeztu · Félix Alejandro Le Dantec · Guillermo Eduardo Hartpole Lecky · Julio Lachelier · Luis Liard · Eduardo Burnet Tylor · José Torras y Bages · Luis Credaro · Ricardo Macías Picavea · Rafael Altamira · Juan Marchesini · José Ingenieros · Aquiles Loria · Augusto Pi y Suñer · Emilio Durkheim

1932 La mujer ante el amor y frente a la vida. Teorías, sistemas y opiniones de feminófilos, antifeministas y feminófobos, Prólogo de Américo Castro, Librería Sintes, Barcelona 1932, xxiv+520 páginas.

Pedro Kropotkín. Su ejecutoria en el pensamiento y en la actividad social (Cuadernos de Cultura, n° 67, Valencia 1932, 48 págs.)

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