Obras de Aristóteles La gran moral 1 2 Patricio de Azcárate

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La gran moral · libro primero, capítulo IX

El defecto y el exceso son lo contrario
del término medio en que consiste la virtud

Después de lo dicho es necesario explicar qué es lo contrario de este término medio en que consiste la virtud. ¿Es el exceso?, ¿es el defecto? Hay ciertos medios cuyo contrario es el defecto; hay otros en que es el exceso. Y así lo contrario del valor no es la temeridad, que es un exceso; es la cobardía, que es un defecto. No sucede así respecto a la templanza, que es un medio entre la corrupción sin freno y la insensibilidad en lo que concierne al placer, puesto que lo contrario no es la insensibilidad que es un defecto, y sí la corrupción que es un exceso. Por lo demás, pueden los dos extremos ser a la vez contrarios al medio, lo mismo el exceso que el defecto, porque el medio incurre en defecto relativamente al exceso e incurre en exceso relativamente al defecto. Esto nos explica por qué los pródigos tienen por faltos de generosidad a los hombres generosos, y por qué los que no son generosos tratan a los que lo son como si fueran verdaderamente pródigos; así como los [23] temerarios y los imprudentes consideran a los valientes como cobardes, y los cobardes llaman a los valientes temerarios y locos.

Dos motivos hay para que se consideren el exceso y el defecto como los contrarios del término medio. Por de pronto puede mirarse sólo a la cosa misma, y ver a cuál de los dos extremos se aproxima o de cual se aleja el medio. Por ejemplo, se puede preguntar si es la prodigalidad o la avaricia la que más se aleja de la verdadera generosidad, y como la prodigalidad parece aproximarse más a la generosidad; resulta que está la avaricia más distante del medio. Las cosas más lejanas del medio parecen igualmente las más contrarias. Si sólo nos atenemos a la cosa misma, el defecto en este caso parecerá más contrario al medio que el otro extremo. Pero hay un segundo recurso para apreciar estas diferencias y es el siguiente: las tendencias a que más nos arrastra la naturaleza son también las más contrarias al medio: por ejemplo, la naturaleza nos arrastra al desarreglo y a la disipación más que a la economía y a la templanza. Las tendencias que son naturales no hacen más que aumentarse más y más, y las cosas a que sin cesar nos inclinamos se hacen también más y más contrarias. Nos inclinamos y nos entregamos mucho más a la disipación que a la templanza, y entonces el exceso y no el defecto es el que aparece como más contrario al medio, porque la disipación es lo contrario a la prudencia, y es un exceso culpable.

Hemos estudiado, pues, la naturaleza de la virtud, y hemos visto que es una especie de medio en las pasiones del alma. Y así el hombre que quiera adquirir mediante su moralidad una verdadera consideración, debe buscar con cuidado el medio en cada una de las pasiones. He aquí por qué es una obra grande en el hombre el ser virtuoso y bueno; porque en todas las situaciones es difícil encontrar este medio. Por ejemplo, si es fácil a cualquiera trazar un círculo, es muy difícil encontrar el verdadero centro de este círculo, una vez trazado. Esta comparación se aplica igualmente a los sentimientos morales. Tan fácil es encolerizarse constantemente como permanecer en un estado contrario a este; pero mantenerse en un medio conveniente es cosa muy difícil. Por punto general se ve en todas las pasiones indistintamente, que es fácil girar en torno del medio, pero que es difícil encontrar el que verdaderamente merece alabanza, y por esta razón es tan rara la virtud.

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  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1873, tomo 2, páginas 22-23