Moralistas en español

Los moralistas españoles, que escribieron sus obras tanto en lengua latina como en lengua española, representan una tradición tan importante como sorprendentemente caída en el olvido. En tiempos en los que las cuestiones éticas y morales acostumbran perderse en puros formalismos y análisis de palabras, al modo protestante, nos ha parecido que era tarea necesaria facilitar al público el conocimiento del rigor, precisión y profundidad que alcanzó la escolástica católica hispana, también en estos territorios.

En 1805 –el año de Trafalgar, poco antes de que la siempre frustrada ansia imperial francesa acelerase la transformación del Imperio hispánico y de que nuestra revolución liberal dejase atrás el Antiguo Régimen– se publica en español un Compendio Moral Salmaticense, que destila el magno Cursus Theologicus Moralis, aquel tratado sistemático que recogía los frutos de la racionalidad católica reorganizada, después de Trento, frente al fanatismo individualista y los disolventes particularismos protestantes.

En efecto, el 25 de noviembre de 1551, la decimocuarta sesión del Concilio de Trento renueva, con toda solemnidad, la doctrina dogmática del sacramento de la Penitencia: tras fecundos debates reafirma su institución divina, negada por Lutero, y la naturaleza de su forma judicial como confesión secreta ante el sacerdote (canon 6), reafirmando la obligación, en teoría ya establecida por el IV Concilio de Letrán en 1215 (frente a valdenses y albigenses), que tenían omnis utriusque sexus fidelis de practicar la confesión, al menos una vez al año (canon 21).

El protagonismo dado a la institución de la confesión durante la Contrarreforma obligó a remover muchos añejos principios, para adaptarlos, de manera nada armónica, a la realidad de los tiempos: lex dubia non obligat. Probabilismos, laxismos, casuismos, tuciorismos, jansenismos, rigorismos, probabiliorismos… permiten entender que, dos siglos después, mediado el xviii, se encontrase en el prudente equiprobabilismo ajustado por Ligorio, la salida pragmática que evitaba profundizar, más de lo necesario, en asuntos delicados que mejor era dejar en el olvido.

Una obra tardía, la Práctica del confesonario (1686) del fraile capuchino Jaime de Corella, uno de los tratados más difundidos del género, durante décadas, traducido al italiano, al latín y al portugués, que se apoya en tres mil citas de trescientos autores, síntesis de una riquísima y refinada tradición donde los moralistas españoles fueron vanguardia, servía en 1996 para desempolvar nombres, asuntos y doctrinas.

La siguiente tabla ofrece algunos nombres de moralistas españoles y de otros cuyas obras se vertieron al español, la religión que les amparaba, sus fechas y un floruit por alguna obra o edición significativa (sobre fondo blanco algunos hitos determinantes):

gbs