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Metafísica · libro séptimo · Ζ · 1028a-1041b
XIII Nada de lo que es universal es sustancia
Lo que nosotros tratamos de estudiar es la sustancia; volvamos, pues, a nuestro asunto. Sustancia se toma por el sujeto, por la esencia pura, por la reunión de ambos, por lo universal{314}. Dos de estas acepciones han sido examinadas, la esencia pura y el sujeto. Hemos dicho, que el sujeto se entiende de dos maneras: hay el ser determinado, como el animal, sujeto de las modificaciones; y hay la materia, sujeto del acto. Al parecer el universal, es también, y más que ningún otro, causa de ciertos seres, y el universal es un principio. Ocupémonos, pues, del universal.
Es imposible, en nuestra opinión, que ningún universal, cualquiera que él sea, sea una sustancia. Por lo pronto, la sustancia primera de un individuo es aquella que le es propia, que no es la sustancia de otro. El universal, por lo contrario, es común a muchos seres; porque lo que se llama universal, es lo que se encuentra, por la naturaleza, en un gran número de seres. ¿De qué será el universal sustancia? Lo es de todos los individuos, o no lo es de ninguno; y que lo sea de todos no es posible. Pero si el universal fuese la sustancia de un individuo, todos los demás serían este individuo, porque la unidad de sustancia y la unidad de esencia constituyen la unidad del ser. Por otra parte, la sustancia es lo que no es atributo de un sujeto, pero el universal es siempre atributo de algún sujeto.
¿El universal no puede ser, por tanto, sustancia a título de forma determinada, el animal no puede ser la esencia del hombre y del caballo? Pero en este caso habrá una definición de lo universal. Ahora bien, que la definición encierre o no todas las nociones que están en la sustancia, poco importa; el universal no por eso dejará de ser la sustancia de algo: hombre, será, por ejemplo, la sustancia del hombre en quien él reside. De suerte, que vendremos a parar a la misma consecuencia que antes. En efecto, la sustancia será sustancia de un individuo; el animal lo será del individuo en que reside.
Es imposible, por otra parte, es absurdo, que la esencia y la [230] sustancia, si son un producto, no sean ni un producto de sustancias, ni un producto de esencias, y que ellas procedan de la cualidad. Entonces lo que no es sustancia, la cualidad, tendría la prioridad sobre la sustancia, y sobre la esencia, lo cual es imposible. No es posible, que ni en el orden de las nociones, ni en el orden cronológico, ni en el de producción, las modificaciones sean anteriores a la sustancia; de otro modo serían susceptibles de tener una existencia independiente. Por otra parte, en Sócrates, en una sustancia, existiría entonces otra sustancia, y Sócrates sería la sustancia de dos sustancias. La consecuencia en general es que si el individuo hombre es una sustancia, y todos los individuos como él, nada de lo que entra en la definición es sustancia de cosa alguna, ni existe separada de los individuos, ni en otra cosa que en los individuos; es decir, por ejemplo, que, fuera de los animales particulares, no hay ningún otro animal, ni hay nada de lo que entra en la definición.
Es, por tanto, evidente, conforme a lo que precede, que nada de lo que se encuentra universalmente en los seres es una sustancia, y que ninguno de los atributos generales señala la existencia determinada, sino que designan el modo de la existencia. Sin esto, prescindiendo de otras muchas consecuencias, se cae en la del tercer hombre{315}.
Hay aún otra prueba. Es imposible que la sustancia sea un producto de sustancias contenidas en ella en acto. Dos seres en acto jamás se harán un solo ser en acto. Pero si los dos seres sólo existen en potencia, podrá haber unidad. En potencia, el doble, por ejemplo, se compone de dos mitades. El acto separa los seres. Por consiguiente, si hay unidad en sustancia, la sustancia no puede ser un producto de sustancias contenidas en ella, y de esta manera la expresión de que se sirve Demócrito está fundada en razón: es imposible, dice, que la unidad venga de dos, o dos de la unidad. En efecto, para Demócrito, las magnitudes indivisibles{316} son las sustancias. [231]
La misma consecuencia se aplica también al número, si el número es, como dicen algunos, una colección de mónadas. O la diada no es una unidad, o la mónada no existe en acto en la diada.
Sin embargo, estas consecuencias suscitan una dificultad. Si el universal no puede constituir ninguna sustancia, porque designa la manera de ser, y no la existencia determinada, y si ninguna sustancia puede componerse de sustancias en acto, en este caso toda sustancia debe ser simple. No podrá, por tanto, definirse ninguna sustancia. Sin embargo, todo el mundo cree, y nosotros lo hemos dicho más arriba, que sólo la sustancia, o al menos ella principalmente, tiene una definición. Y ahora resulta que ni ella la tiene. ¿Será que no es posible la definición de absolutamente nada? ¿O bien lo será en un sentido y en otro no? Éste es un punto que se aclarará más adelante.
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{314} Véase el lib. V, 8, Categorías.
{315} Véase el lib. I, 7.
{316} Los átomos se llaman así a causa de su misma indivisibilidad. Un átomo no puede constituir dos seres. Dos átomos no pueden tampoco constituir un solo ser, y por ser es preciso entender aquí un ser simple, indivisible, otro átomo; porque, según Demócrito, habrá siempre entre ellos un principio de separación, a saber, el vacío, el cual entra siempre con lo lleno en todo cuerpo compuesto. Véase Alej. Schol., pág. 764; Sepúlv., pág. 212; Asclep. Schol., pág. 764, y lib. I, 4, Met.
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