Obras de Aristóteles Metafísica 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Patricio de Azcárate

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Metafísica · libro séptimo · Ζ · 1028a-1041b

IV
De la forma sustancial

Hemos fijado al principio{280} las diversas acepciones de la palabra sustancia, y una de estas acepciones es la forma esencial; ocupémonos, pues, ante todo de la esencia; porque es bueno [204] pasar de lo más conocido a lo que lo es menos. Así procede todo el mundo en el estudio{281}: se va de lo que no es un secreto de la naturaleza, y sí un conocimiento personal, a los secretos de la naturaleza. Y lo mismo que en la práctica de la vida se parte del bien particular para llegar al bien general, el cual es el bien de todos, en igual forma el hombre parte de sus conocimientos propios para hacerse dueño de los secretos de la naturaleza. Estos conocimientos personales y primeros son muchas veces muy débiles, encierran poca o ninguna verdad, y sin embargo, partiendo de estos conocimientos vagos, individuales, es como se hace un esfuerzo para llegar a conocimientos absolutos; y, como acabamos de decir, por medio de los primeros llegamos a adquirir los demás.

Procedamos ante todo por vía de definición, y digamos que la esencia de un ser es este ser en sí. Ser tú no es ser músico; tú no eres en ti músico, y tu esencia es lo que eres tú en ti mismo. Hay, sin embargo, restricciones; no es el ser en sí, al modo que una superficie es blanca, porque ser superficie no es ser blanca. La esencia tampoco es la reunión de las dos cosas: superficie, blanco. ¿Por qué? Porque la palabra superficie se encuentra en la definición. Para que haya definición de la esencia de una cosa es preciso que en la proposición que expresa su carácter no se encuentre el nombre de esta cosa. De suerte que si ser superficie blanca fuera ser superficie lisa, ser blanco y ser liso serían una sola y misma cosa.

El sujeto puede igualmente encontrarse unido a los otros modos del ser, porque cada cosa tiene un sujeto, como la cualidad, el tiempo, el lugar, el movimiento. Es preciso por tanto examinar si hay una definición de la forma sustancial de cada uno de [205] estos compuestos y si tienen una forma sustancial. Para hombre blanco, ¿hay forma sustancial de hombre blanco? Expresemos hombre blanco por la palabra vestido, y entonces, ¿qué es ser vestido? Seguramente no es un ser en sí. Una definición puede no ser definición de un ser en sí, o porque diga más que este ser, o porque diga menos. Y así puede definirse una cosa uniéndola a otra; por ejemplo, si queriendo definir lo blanco, se diese la definición del hombre blanco. Definiendo se puede omitir alguna cosa; por ejemplo, si admitiendo que vestido significa hombre blanco, se define el vestido por lo blanco. Hombre blanco, es blanco ciertamente; pero la definición de la forma sustancial de hombre blanco no es blanco, sino vestido. Pero ¿hay o no una forma sustancial? Sí, la forma sustancial es lo que es propiamente un ser. Pero cuando una cosa es el atributo de otra, no es una esencia. Y así el hombre blanco no es una esencia; sólo las sustancias tienen una esencia.

Conforme a lo que precede, hay forma sustancial para todas las cosas, cuya noción es una definición. Una definición no es simplemente la expresión adecuada a la noción de un objeto, porque en tal caso todo nombre sería una definición, puesto que todo nombre es adecuado a la noción de la cosa que expresa. La palabra Ilíada sería una definición. La definición es una expresión que designa un objeto primero; y por objeto primero entiendo todo aquel que en su noción se refiere a otro. Por lo tanto no habrá forma sustancial respecto de otros seres que de las especies en el género{282}; ellas tendrán solamente este privilegio, porque la expresión que las designa no indica una relación con otro ser, no muestra que sean modificaciones ni accidentes. En cuanto a todos los demás seres, la expresión que los designa, si tienen un nombre, debe significar que tal ser se encuentra en otro ser, o bien es una perífrasis en lugar de la expresión simple; pero estos seres no tienen definición ni forma sustancial.

Sin embargo, ¿no podrá la definición entenderse también como el ser de diferentes maneras? Porque el ser significa o la [206] sustancia y la forma esencial, o cada uno de los atributos generales, la cantidad, la cualidad y todos los demás modos de este género. En efecto, así como hay ser en todas estas cosas, pero no bajo el mismo concepto, siendo una un ser primero y consecuencia de ella las demás, en igual forma la definición conviene propiamente a la sustancia, y sin embargo, se aplica bajo un punto de vista a las diversas categorías. Podemos, por ejemplo, preguntar: ¿qué es la cualidad? La cualidad es, pues, un ser, pero no absolutamente; con la cualidad sucede lo que con el no-ser, del cual algunos filósofos, para poder hablar de él, dicen que es, no porque propiamente sea, sino que él es el no-ser{283}.

Las indagaciones acerca de la definición de cada ser no deben traspasar las que se hagan sobre la naturaleza misma del ser. Y así, puesto que sabemos de los que aquí tratamos, sabemos igualmente que hay forma esencial por de pronto y absolutamente para las sustancias; luego que hay forma esencial lo mismo que ser en las demás cosas; no forma esencial en el sentido absoluto, sino forma de la cualidad, forma de la cantidad. Estos diversos modos son seres, o bien en concepto de equivalentes de la sustancia, o bien en tanto que unidos a la sustancia o separados de ella, al modo que se aplica la calificación de inteligible a lo no inteligible. Pero evidentemente estos diferentes seres no son equivalentes a la sustancia, no son seres de la misma manera. En este caso sucede lo que con las diversas acepciones de la palabra medicinal{284}, que se refieren a una sola y misma cosa, pero no son ni tienen el mismo sentido. La palabra medicinal, siendo una sola y misma cosa, puede aplicarse a un cuerpo, a una operación, a un vaso, pero no será bajo el mismo concepto, no expresará en todos los casos una sola y misma cosa; lo único que sucede es que sus diferentes acepciones se refieren a una misma cosa.

Poco importa la opinión que sobre esto se adopte, cualquiera que ella sea. Lo evidente es, que la definición primera, la definición propiamente dicha, y la forma pertenecen a las sustancias; que sin embargo hay definición y forma respecto de los demás objetos, pero no definición primera. Admitidos estos [207] principios, no resulta necesariamente de ellos que toda expresión adecuada a la noción de un objeto sea una definición. Esto sólo es cierto respecto a ciertos objetos. Lo será, por ejemplo, si el objeto es uno, no uno por continuidad como la Ilíada, ni por un vínculo, sino uno en las verdaderas acepciones de la palabra{285}. La unidad se entiende de tantas maneras como el ser, y el ser expresa, o tal cosa determinada, o la cantidad, o también la cualidad. En virtud de todo esto, habrá igualmente una forma sustancial, una definición de hombre blanco: pero una cosa será definición, otra la definición de lo blanco, y otra la definición de la sustancia.

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{280} En el capítulo precedente.

{281} «El punto de partida de toda indagación está en las cosas que ya conocemos. Hay dos órdenes de conocimiento, los personales y los absolutos: la razón nos dice que es preciso partir de lo que nos es conocido personalmente. El que por tanto pretende sacar algún fruto del estudio de lo honesto y de lo justo, en una palabra, de los deberes, debe ser ante todo un hombre bien educado y de buenas costumbres. Un hombre semejante o posee ya los principios de la ciencia o puede fácilmente concebirlos y poseerlos.» Moral a Nicómaco, I, 2. –En el primer capítulo del libro primero de la Física, Aristóteles había sentado ya claramente el principio del estudio. No transcribimos el pasaje porque no es, como en la Moral a Nicómaco, una aplicación del principio, sino una tesis general, como en la Metafísica, y según costumbre de Aristóteles, desenvuelta de la misma manera que aquí y casi en los mismos términos.

{282} De esto no se sigue que todas las especies indistintamente tengan una forma sustancial. «Neque vero quarumlibet spiecerum quidditas habetur, sed specierum abstractarum a substantiis, id quidditas est individuorum, ex quibus species secernuntur.» Alex. de Afrod., Schol., in Arist., página 744; Sepúlv., pág. 186.

{283} Véase el lib. V, 7 y XII, 1.

{284} Véase el lib. IV, 2.

{285} Véase lib. V, 6.


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  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1875, tomo 10, páginas 203-207