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Metafísica · libro séptimo · Ζ · 1028a-1041b
VIII La forma y la esencia del objeto no se producen
Todo ser que deviene o se hace tiene una causa productora, entendiendo por ésta el principio de la producción; hay igualmente un sujeto (el sujeto es, no la privación, sino la materia, en el sentido en que hemos tomado esta palabra precedentemente); en fin, se hace algo, esfera, por ejemplo, círculo, o cualquier otro ejemplo. Por tanto, así como el sujeto no produce el bronce, tampoco produce la esfera, sino accidentalmente, porque la esfera de bronce es accidentalmente una esfera de bronce. Lo que él produce es la esfera de bronce, porque producir un ser particular es hacer de un sujeto absolutamente indeterminado un objeto determinado. Digo, por ejemplo, que hacer redondo el bronce no es producir ni la redondez, ni la esfera, sino que es producir un objeto completamente distinto, es producir esta forma en otra cosa. Si se produjese realmente la esfera, se la sacaría de otra cosa, y entonces sería preciso un sujeto, como en la producción de la esfera de bronce. Producir [215] una esfera de bronce no quiere decir otra cosa sino hacer de tal objeto, que es de bronce, tal otra cosa que es una esfera. Si hay producción de la esfera misma, la producción será de la misma naturaleza; no será una transformación, y la cadena de las producciones se prolongará así hasta el infinito. Es por tanto evidente, que la figura{296}, o cualquiera que sea el nombre que sea preciso dar a la forma realizada en los objetos sensibles, no puede devenir, que no hay respecto de ella producción, y que sin embargo, la figura no es una esencia{297}. La figura, en efecto, es lo que se realiza en otro ser, por medio del arte, de la naturaleza, o de una potencia{298}. Lo que ella produce, al realizarse en un objeto, es por ejemplo, una esfera de bronce; la esfera de bronce es el producto del bronce y de la esfera; tal forma ha sido producida en tal objeto, y el producto es una esfera de bronce. Si se quiere que haya verdaderamente producción de la esfera, la esencia provendrá de alguna cosa, porque será preciso siempre que el objeto producido sea divisible, y que tenga en sí una doble naturaleza, de una parte la materia y de otra la forma. La esfera es una figura, cuyos puntos están equidistantes del centro; habrá por tanto de una parte el sujeto sobre que obra la causa eficiente, y de otra la forma que se realiza en este sujeto, y habrá, por último, el conjunto de estas dos cosas, de la misma manera que respecto de la esfera de bronce.
De lo que precede resulta evidentemente, que lo que se llama la forma, la esencia, no se produce; la única cosa que deviene o se hace, es la reunión de la forma y de la materia, porque en todo ser que ha devenido, hay materia: de una parte la materia, de otra la forma.
¿Hay alguna esfera fuera de las esferas sensibles, alguna casa independientemente de las casas de ladrillos? Si las hubiese, no habría nunca producción de un ser particular, y sólo se producirían cualidades. Ahora bien, la cualidad no es la esencia, [216] la forma determinada, sino lo que da al ser tal o cual carácter, de tal manera que después de la producción se dice: tal ser tiene tal cualidad. El ser realizado, por lo contrario, Sócrates, Calias, tomados individualmente, están en el mismo caso que una esfera particular de bronce. El hombre y el animal son como la esfera de bronce en general. Es, pues, evidente que las ideas consideradas como causas, y éste es el punto de vista de los partidarios de las ideas, suponiendo que haya seres independientes de los objetos particulares, son inútiles para la producción de las esencias, y que no son las ideas las que constituyen las esencias de los seres{299}. También es evidente que en ciertos casos lo que produce es de la misma naturaleza que lo que es producido, pero no idéntico en número; sólo hay identidad de forma, como sucede, por ejemplo, en las producciones naturales. Y así, el hombre produce al hombre. Sin embargo, puede haber una producción contra naturaleza; el caballo engendra al mulo; y aun la ley de la producción es en este caso la misma, porque la producción tiene lugar en virtud de un tipo común al caballo y al asno, de un género que se aproxima al uno y al otro, y que no ha recibido nombre. El mulo es probablemente un género intermedio.
Se ve claramente, que no hay necesidad de que un ejemplar particular suministre la forma de los seres, porque sería sobre todo en la formación de los seres individuales en la que serían útiles estos ejemplares, puesto que son estos seres los que tienen principalmente el carácter de esencia. El ser que engendra basta para la producción; él es el que da la producción; él es el que da la forma a la materia. Tal forma general realizada en estos huesos y en esta carne, he aquí a Sócrates y a Calias. Hay, sin embargo, entre ellos diferencia de materia, porque la materia difiere, pero su forma es idéntica: la forma es indivisible.
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{296} Μορφην.
{297} Esta distinción entre la forma y la figura es de gran importancia. Hace presentir el fin que se propone Aristóteles; es el primer grado de la teoría, cuya cima es el conocimiento del ser absoluto, eterno, absolutamente acto, absolutamente esencia. La figura no es la materia, pero tampoco es todavía la forma pura, la actualidad, la esencia.
{298} «A potestate, ut virtutes. Virtutes enim formae quaedam sunt, animam adornantes, ut formae materiam exornant. Quae quidem virtutes non generantur, non magis quam globus sed fiunt in alio, hoc est in anima, ut globus in aere.» Alej., traducción de Sepúlveda, pág. 197.
{299} Véase el lib. I, 7, y más adelante el lib. XIII, 4, 5.
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