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Metafísica · libro primero · Α · 980a-993a
IV Del Amor, principio de Parménides y de Hesiodo. De la Amistad y de la Discordia, de Empedocles. Empedocles es el primero que reconoció cuatro elementos. De Leucipo y de Demócrito que han afirmado lo lleno y lo vacío como las causas del ser y del no-ser
Debería creerse, que Hesíodo entrevió mucho antes algo análogo, y con Hesíodo todos los que han admitido como principio en los seres el Amor o el deseo; por ejemplo, Parménides. Éste dice, en su explicación de la formación del universo:
Él creó el Amor, el más antiguo de todos los dioses{36}.
Hesíodo, por su parte, se expresa de esta manera:
Mucho antes de todas las cosas existió el Caos, después La Tierra espaciosa. Y el Amor, que es el más hermoso de todos los Inmortales{37}.
con lo que parece que reconocen que es imprescindible que los seres tengan una causa capaz de imprimir el movimiento y de dar enlace a las cosas. Deberíamos examinar aquí a quién pertenece la prioridad de este descubrimiento, pero rogamos se nos permita decidir esta cuestión más tarde{38}.
Como se vio que al lado del bien aparecía lo contrario del bien en la naturaleza; que al lado del orden y de la belleza se encontraban el desorden y la fealdad; que el mal parecía sobrepujar al bien, y lo feo a lo bello, otro filósofo introdujo la Amistad y la Discordia como causas opuestas de estos efectos contrarios. Porque si se sacan todas las consecuencias que se derivan de las opiniones de Empédocles, y nos atenemos al fondo de su pensamiento y no a la manera con que él lo balbucea, se verá, que hace de la Amistad el principio del bien, y de la Discordia el principio del mal. De suerte, que si se dijese que Empédocles ha proclamado, y proclamado el primero, el bien y el mal como principios, quizá no se incurriría en equivocación, puesto que, según su sistema, el bien en sí{39} es la causa de todos los bienes, y el mal{40} la de todos los males. [64]
Hasta aquí, en nuestra opinión, los filósofos han reconocido dos de las causas que hemos fijado en la Física: la materia y la causa del movimiento. Es cierto que lo han hecho de una manera oscura e indistinta, como se conducen los soldados bisoños en un combate. Éstos se lanzan sobre el enemigo, y descargan muchas veces sendos golpes, pero la ciencia no entra para nada en su conducta. En igual forma estos filósofos no saben en verdad lo que dicen. Porque no se les ve nunca, o casi nunca, hacer uso de sus principios. Anaxágoras se sirve de la Inteligencia como de una máquina{41}, para la formación del mundo; y cuando se ve embarazado para explicar por qué causa es necesario esto o aquello, entonces presenta la inteligencia en escena; pero en todos los demás casos a otra causa más bien que a la inteligencia es a la que atribuye la producción de los fenómenos{42}. Empédocles se sirve de las causas más que Anaxágoras, es cierto, pero de una manera también insuficiente, y al servirse de ellas no sabe ponerse de acuerdo consigo mismo.
Muchas veces en el sistema de este filósofo, la amistad es la que separa, y la discordia la que reúne. En efecto, cuando el todo se divide en sus elementos por la discordia, entonces las partículas del fuego se reúnen en un todo, así como las de cada uno de los otros elementos. Y cuando la amistad lo reduce todo a la unidad, mediante su poder, entonces, por lo contrario, las partículas de cada uno de los elementos se ven forzadas a separarse. Empédocles, según se ve, se distinguió de sus predecesores por la manera de servirse de la causa de que nos ocupamos: fue el primero que la dividió en dos. No hizo un principio único del principio del movimiento, sino dos principios diferentes, y opuestos entre sí. Y luego, bajo el punto de vista de la materia, es el primero que reconoció cuatro elementos. Sin embargo, no se sirvió de ellos como si fueran cuatro elementos, sino como si fuesen dos, el fuego de una parte por sí solo, y de otra los tres elementos opuestos, la tierra, el aire y el agua, considerados como una sola naturaleza. Ésta es por lo menos la [65] idea que se puede formar después de leer su poema{43}. Tales son, a nuestro juicio, los caracteres, y tal es el número de los principios de que Empédocles nos ha hablado.
Leucipo{44} y su amigo Demócrito{45} admiten por elementos lo lleno y lo vacío, o, usando de sus mismas palabras, el ser y el no-ser. Lo lleno, lo sólido, es el ser; lo vacío y lo raro es el no-ser. Por esta razón, según ellos el no-ser existe lo mismo que el ser. En efecto, lo vacío existe lo mismo que el cuerpo; y bajo el punto de vista de la materia éstas son las causas de los seres. Y así como los que admiten la unidad de la sustancia hacen producir todo lo demás mediante las modificaciones de esta sustancia, dando lo raro y lo denso por principios de estas modificaciones, en igual forma estos dos filósofos pretenden, que las diferencias son las causas de todas las cosas. Estas diferencias son en su sistema tres, la forma, el orden, la posición. Las diferencias del ser sólo proceden, según su lenguaje, de la configuración{46}, de la coordinación{47}, y de la situación{48}. La configuración es la forma, y la coordinación es el orden, y la situación es la posición. Y así A difiere de N por la forma; A N de N A por el orden; y Z de N por la posición. En cuanto al movimiento, a averiguar de dónde procede y cómo existe en los seres, han despreciado esta cuestión, y la han omitido como han hecho los demás filósofos.
Tal es, a nuestro juicio, el punto a que parece haber llegado las indagaciones de nuestros predecesores sobre las dos causas en cuestión.
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{36} Simon Karsten, Parmenid. Eleat. reliquiae, pág. 42.
{37} Hesíodo, Teogon, V, 116.
{38} Aristóteles no cumplió esta promesa. En la Metafísica no toca esta cuestión ni se encuentra en ninguna de las obras suyas que conocemos.
{39} La amistad.
{40} La discordia.
{41} Alusión al Deus ex machina.
{42} Platón hace decir a Sócrates en el Fedón: «Veo un hombre que no hace de la inteligencia ningún uso, y que admite como cosas del orden del universo, no causas verdaderas, sino el aire, el éter, las aguas y otras cosas tan extrañas como éstas.» Véase esta viva pintura del desencanto que produjo a Sócrates la lectura de los libros de Anaxágoras.
{43} Se titulaba este poema Περι φυσεως, y aún se conservan muchos fragmentos de él.
{44} Hacia el año 500. Su patria es desconocida. Se cree que fue discípulo de Parménides.
{45} De Abdera, nacido hacia 494 ó 490; según otros 470 ó 460. Adoptó y desarrolló el sistema de su maestro Leucipo. Escribió en verso como Empédocles y Parménides, como casi todos los filósofos antiguos.
{46} 'Ρυδμος.
{47} Διαθιγη.
{48} Τροπη.
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