José Manuel Rodríguez Pardo
 
El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo

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José Manuel Rodríguez Pardo

El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo

Prólogo

Biblioteca Filosofía en español, Fundación Gustavo Bueno
Pentalfa Ediciones, Oviedo 2008, páginas 9-17
 

José Manuel Rodríguez Pardo, El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo, Oviedo 2008En esta obra tratamos de analizar un tema que, a nuestro juicio, es de una gran importancia filosófica. Nuestro libro se enmarca dentro de la temática de la Idea filosófica de Alma, en concreto en la Idea del Alma de los animales o brutos. Tanto el término bruto como el término Alma hacen referencia al análisis filosófico de las relaciones y diferencias entre hombres y animales o, para reiterar la fórmula ya citada, de la relación entre los seres humanos y los brutos. Este término proviene del latín brutus –a –um, cuyo significado es necio, irracional, insensible o inerte. El Tesoro de la lengua castellana de Sebastián de Covarrubias lo explica de la siguiente manera:

Comúnmente se toma por el animal irracional, cuadrúpedo, tardo, grosero, cruel, indisciplinante. Plinio lib II, cap. 37: Bruta existimantur animalia quibus cor durum riget. Y el texto dice así: Caeteris corruptis, vitalitas in corde durat. Bruta existimantur animalia quibus durum riget, &c. De donde vino llamar brutos a los hombres de poco discurso y groseros, cual se fingió Junio Bruto, de donde tuvo el nombre; Brutal, cosa de brutos. No le doy otra etimología que la latina brutus, a, um. En lengua toscana bruto vale sucio, feo, malo (Tesoro de la lengua castellana o española. Turner, Madrid, 1977 [edición facsímil a partir de la realizada en 1611], pág. 238, Voz «Bruto»).

Estas consideraciones son precisamente las que han prevalecido a lo largo de la Historia de la Filosofía, bien fuera la irracionalidad, pues el hombre es según la tradición aristotélico-escolástica un animal racional, o la insensibilidad, que en todo caso supone una concepción distinta de la racionalidad. De hecho, autores como el español Gómez Pereira, a quien citaremos más adelante, denominan al hombre como «animal que conoce», lo que les lleva a negar cualquier tipo de conocimiento a los animales, incluyendo el puramente sensible. Los brutos serían, en este caso, insensibles.

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