Filosofía en español 
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Democracia como Institución: Nematología y Tecnología

[ 893 ]

Idea generalísima de Representación: Clasificación de sus tipos generales

El término “representación” {engloba acepciones muy heterogéneas que mantienen una notable afinidad: es un término análogo, no unívoco}. Esta analogía tiene que ver con el significado generalísimo que parece estar presente, aunque no de modo unívoco, en las más diversas acepciones de la representación, a saber, el de la isología, en tanto la Idea de Isología también es análoga y está dotada de múltiples modulaciones (semejanza, igualdad, correspondencia, congruencia, proporcionalidad, identidad…). […] [La Idea de representación implica también] componentes sinalógicos, tales como separación y continuidad de partes extra partes según criterios no isológicos [36]. Cuando decimos que este dibujo A re-presenta en caricatura a este hombre B, estamos significando, desde luego, que A y B mantienen alguna relación de semejanza y proporción, pero también que A y B son entidades diferentes, susceptibles de ser puestas frente a frente en algún espacio público.

Importa ante todo establecer los criterios según los cuales sea posible clasificar los tipos más generales de representación. Esta clasificación no debiera ser otra cosa sino un desarrollo interno de la Idea generalísima de representación que hemos esbozado. Desarrollo interno si se funda, ya sea en la consideración del proceso genético mismo de la representación [681] {tipos 1 y 2}; ya sea en las diferencias de contenidos o materiales que intervienen en la representación (tipos a, b, c), ya sea en las diferencias o modulaciones [789] de la isología y de la sinalogía que presuponemos {tipos I y II}.

Atendiendo al proceso genético de la representación (proceso de las situaciones que consideramos representadas o representables), [distinguimos las siguientes situaciones]:

Tipo 1. La representación es un proceso entre sujetos operatorios (etológicos o humanos). […]

Tipo 2. La representación es un proceso causal impersonal o mecánico entre objetos.

[Ejemplos]: cuando decimos que la caricatura A representa al individuo B, estamos hablando de una representación de un sujeto “generada” por otro sujeto operatorio, el dibujante. Cuando decimos que la imagen del lago representa al árbol que en él se refleja, suponemos que la representación no está generada por sujeto alguno, sino por los rayos luminosos que inciden sobre el árbol y se reflejan en el espejo acuoso del lago. Otra cosa es que se diga que la relación isológica de semejanza entre el árbol de la orilla y el árbol del espejo líquido que lo refleja o re-presenta supone un sujeto oculado [679] (animal, o humano) capaz de establecerla. Lo importante es que tal sujeto, animal o humano, no forma parte directa de la relación de semejanza (a la manera como el fotógrafo tampoco forma parte de la fotografía ni aparece en ella). Hay situaciones mucho más complicadas: la mariposa Calligo, al abrir sus alas, ofrece al depredador la imagen de un búho, capaz de ahuyentarlo: ¿puede concluirse que la mariposa “representa” (según 1) al búho? ¿Acaso la representación no se ajusta al formato tipo 2, aunque materialmente los términos de la representación sean animales? ¿Acaso la representación del búho por la mariposa es un proceso que solo se debe al observador humano, o, dicho de otro modo, que tal representación es solo un antropomorfismo? [682]

Atendiendo a los contenidos o materiales que intervienen en la representación.

Si, desde las coordenadas “epistemológicas” Sujeto/Objeto (S/O), nos atenemos a los contenidos o materiales que intervienen en la representación (mariposa y búho, en el ejemplo), cabría distinguir tres tipos de representación (a, b, c).

[Tipo] a. Representación que un sujeto operatorio hace de otros sujetos individuales o colectivos.

[Ejemplos]: la representación que la mariposa hace del búho al desplegar sus alas; la representación mímica de un político que un actor ofrece en el escenario; […] el disfraz que un sujeto adopta para presentarse ante otros sujetos humanos o animales. Por ejemplo, el disfraz de los indios de las praderas cubiertos con pieles de coyote en maniobra de aproximación hacia una manada de bisontes: los indios “representan” su papel de coyotes ante los bisontes poderosos; o bien, las pieles de los coyotes representan la voluntad de los indios en su intento de sujetar a los poderosos bisontes, descuartizándolos o domesticándolos.

[Tipo] b. Representación {positiva, no metafísica} de objetos respecto de objetos (cualquiera sea el proceso generador de la representación).

[Ejemplos]: la representación del árbol en el lago; […] la representación de un bisonte, o de un toro, en los dibujos o pinturas rupestres del Magdaleniense.

Estos dos tipos de representación, a y b, pueden entenderse ya sea como relaciones, ya sea como operaciones o transformaciones (que implican un sujeto operatorio) que tienen lugar entre objetos o sujetos corpóreos [68] definidos, animales o humanos. Lo que no excluye la ampliación del concepto de representación al caso de sujetos intencionalmente incorpóreos, por ejemplo, la representación que Dios, como Sujeto creador omnipotente, hace de sí mismo en las criaturas (como enseña San Agustín en su De Trinitate). Y, especialmente, en los sujetos corpóreos creados, ya sean individuales (el alma individual y sus tres potencias, como representación del Dios trinitario), ya sean colectivos (la sociedad política y sus tres poderes, como representación de la Santísima Trinidad).

[Tipo] c. Representación del sujeto en el objeto o recíprocamente (siempre que el sujeto se tome en su formalidad de tal, y no en sus componentes materiales objetivos).

La importancia crítica de esta clasificación de las representaciones en los tipos a, b y c, reside en su capacidad de discriminar los conceptos de representación propios de las tecnologías, de las ciencias [783] o de la filosofía materialista [1], y los conceptos o ideas de representación propios de la filosofía idealista o de la psicología mentalista. De una filosofía idealista que, sin embargo, se ha centrado especialmente en el análisis y utilización de la idea de representación (con la colaboración de la psicología mentalista). Y acaso esto explica que cuando un diccionario filosófico (como pueda serlo el de Ferrater) nos ofrece un artículo sobre representación, como exposición de lo que “la filosofía” puede ofrecer sobre tal idea, está presuponiendo, sin advertirlo, los tipos c de representación, que son justamente aquellos que la filosofía materialista declara metafísicos [4] y, en todo caso, puramente metafóricos.

En efecto, el concepto psicológico filosófico de representación está en la base de la llamada perspectiva epistemológica o Teoría del Conocimiento, que se constituye en función de la distinción entre Sujeto y Objeto: “el conocimiento es la representación que el sujeto hace del objeto”, o “la proyección de ciertas formas del sujeto en el objeto” [87-88]. La Epistemología, en cuanto disciplina crítica [301-302], se ocuparía de establecer los grados de fidelidad de estas representaciones y, a veces, aún de su misma posibilidad. El llamado “realismo epistemológico” defiende la posibilidad de una semejanza o isomorfismo entre el árbol objeto (o la estufa cartesiana) y la imagen mental del árbol (o de la estufa) que los representa; el idealismo absoluto, no niega el árbol (o la estufa cartesiana), sino que más bien reconoce su imagen espiritual “proyectada al objeto”. La “re-presentación” viene a ser así un proceso mental, de sujeto a objeto, o incluso de sujeto individual respecto de sí mismo (representado por anamnesis o por prólepsis). Ni Locke, ni Hume, ni Kant definieron qué entendían por sujeto, por representación o por voluntad del sujeto para representarse; simplemente utilizaron los sentidos del espiritualismo más vulgar. Y Schopenhauer, con su Wille y su Vorstellung no hizo sino reexponer la doctrina del voluntarismo ocamista más radical, con terminología brahmanista o budista: la Voluntad irracional se re-presenta en unas criaturas efímeras que estarían llamadas a reabsorberse en el Nirvana.

Desde la perspectiva del materialismo solamente podríamos tener en cuenta los tipos a y b de representación. […]

Atendiendo a la estructura sintáctica de la representación, la distinción fundamental que tenemos que asumir es la siguiente:

(I) La representación como operación o transformación isológica (en el límite: idéntica) de una materia o contenido P en su representación R.

Esta transformación u operación implica sujetos operatorios (S1) que transforman un material (presente en ellos) en otro material, representado por otros sujetos (S2). La representación, considerada desde la materia representada, tiene ahora mucho de sustitución del sujeto que representa por otro sujeto que asume ese material para representarlo en sustitución del primero. El emisario, con “mandato imperativo”, representa alguna propuesta precisa de su mandatario ante los sujetos receptores.

(II) La representación como relación (isológica) entre los materiales presentes en S1 y las representaciones en S2 (con abstracción de los sujetos). La “Batalla de Vitoria” de Beethoven representa acústicamente la batalla que tuvo lugar el 21 de junio de 1813 entre Wellington y José Bonaparte. […]

Las dos acepciones más importantes de la representación que intervienen en la democracia [895] podrían acaso ser las siguientes:

(I) La representación como transformación de los materiales o propuestas (presentes) en los sujetos representados (los ciudadanos electores) –sujetos capitativos en las democracias homologadas [855]; corporativos en las democracias orgánicas– en los materiales transformados por los sujetos representantes (diputados, comisarios, etc.). […]

(II) La representación como relación entre los materiales originales y sus representaciones (cuando efectivamente pueda hablarse de materiales originarios), con abstracción de las operaciones propias de la transformación representativa.

{EC112 /
EC109-113}

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