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Apariencias falaces configurativas / Apariencias falaces por conexión
Las apariencias falaces (al menos, no veraces) [681] son aquellas apariencias (a) que desempeñan, respecto de un sujeto (S), una función obstativa, respecto de la posibilidad de que la realidad (r) se constituya como una disposición objetiva identificable; tendremos en cuenta a r como el término de una relación alotética objetiva de (a). Dentro de esta rúbrica, distinguimos dos subtipos: (A) Apariencias (falaces) configurativas y (B) Apariencias (falaces) por conexión, según la naturaleza de la disposición (a):
(A) Apariencias (falaces) configurativas (de presencia y de ausencia):
1. Apariencias (falaces) configurativas de presencia. Cuando (a) sea una disposición presente y delimitada como tal apariencia, o bien de forma que (a) desempeña un papel de apariencia frente a (r) que desempeña el papel de realidad (el caso de la apariencia del búho producida por la mariposa Calligo), o bien cuando (a) se mantiene como presente frente a un (r) irreal (la apariencia de los canales de Marte “descubiertos” en 1877 por J.V. Schiaparelli).
2. Apariencias (falaces) configurativas de ausencia. Aquellas en las que el término (a) ha des-aparecido, de suerte que su ausencia se nos ofrece como una privación, no como una mera negación. Nos encontramos con una situación límite constituida al introducir retrospectivamente el término (a) des-apariencia. Ejemplos: la ocultación del animal cazador ante su presa; o la apariencia por ausencia mimética de la presa que, ante los ojos del cazador, queda disimulada como uno más de los contenidos del paisaje. El vacío fenoménico (interpretado por los eléatas como una apariencia, des-apariencia, del Ser) es el mejor ejemplo que podríamos poner hoy de lo que llamamos “apariencia eleática”. El vacío no era, desde luego, una apariencia de presencia, en tanto que en el recinto vacío nada se veía o se apreciaba; pero tampoco era apariencia de ausencia porque lo que se afirmaba precisamente era que en el lugar vacío no había nada oculto. Las discusiones entre plenistas y vacuistas llegaron hasta Torricelli y Pascal, aunque los argumentos no “experimentales” contra la existencia del vacío se habían dado ya antes: “si no hubiese nada entre las paredes del receptáculo vacío estas paredes deberían tocarse”. Pero hoy se admite que el vacío de un recinto cualquiera, o el vacío del espacio cósmico, el “espacio vacío” enmarcado por nuestra galaxia, o simplemente el espacio vacío desenmarcado, el “espacio absoluto newtoniano”, es una apariencia negativa porque un tal vacío (que, sin embargo, para Newton está de hecho inundado, en cuanto “sensorio divino”, por la divinidad) está realmente lleno de materia transparente a la luz o a otro tipo de ondas electromagnéticas o gravitatorias.
(B) Apariencias (falaces) por conexión y desconexión
1. Apariencias (falaces) por conexiones de presencia, adventicias, erróneas o desviadas. Apariencias derivadas de asociaciones accidentales, por ejemplo, de contigüidad secuencial (post hoc, ergo propter hoc), de semejanza (ilusiones de la magia homeopática, etc.). El “montaje”, en televisión, es la fuente principal de las apariencias falaces por conexión: alteración del orden de las secuencias, interpolaciones, composición de secuencias meramente sucesivas presentadas para sugerir una concatenación causal (post hoc ergo propter hoc).
2. Apariencias (falaces) por ausencia de conexión (des-conexión). Se constituyen mediante la hipóstasis o sustantificación [4] de términos objetivos des-contextualizados: la apariencia del Sol copernicano, centro del mundo, en cuanto entidad sustantivamente dada.
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