Obras de Aristóteles Metafísica 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Patricio de Azcárate

[ Aristóteles· Metafísica· libro primero· I· II· III· IV· V· VI· VII ]

Metafísica · libro primero · Α · 980a-993a

VI
Platón. Lo que tomó de los Pitagóricos; en qué difiere su sistema del de estos filósofos. Recapitulación

A estas diversas filosofías siguió la de Platón{62} de acuerdo las más veces con las doctrinas pitagóricas, pero que tiene también sus ideas propias, en las que se separa de la escuela Itálica. Platón, desde su juventud, se había familiarizado con Cratilo{63}, su primer maestro, y efecto de esta relación, era partidario de la opinión de Heráclito, según el que todos los objetos sensibles están en un flujo o cambio perpetuo, y no hay ciencia [71] posible de estos objetos. Más tarde conservó esta misma opinión. Por otra parte, discípulo de Sócrates{64}, cuyos trabajos no abrazaron ciertamente más que la moral y de ninguna manera el conjunto de la naturaleza, pero que al tratar de la moral, se propuso lo general como objeto de sus indagaciones, siendo el primero que tuvo el pensamiento de dar definiciones, Platón, heredero de su doctrina, habituado a la indagación de lo general, creyó que sus definiciones debían recaer sobre otros seres que los seres sensibles, porque ¿cómo dar una definición común de los objetos sensibles que mudan continuamente? Estos seres los llamó Ideas{65}, añadiendo, que los objetos sensibles están fuera de las ideas, y reciben de ellas su nombre, porque en virtud de su participación en las ideas, todos los objetos de un mismo género reciben el mismo nombre que las ideas. La única mudanza que introdujo en la ciencia, fue esta palabra, participación. Los pitagóricos dicen, en efecto, que los seres existen a imitación de los números; Platón que existen por su participación en ellos. La diferencia es sólo de nombre. En cuanto a indagar en qué consiste esta participación o esta imitación de las ideas, es cosa de que no se ocuparon ni Platón ni los pitagóricos. Además, entre los objetos sensibles y las ideas, Platón admite seres intermedios, los seres matemáticos, distintos de los objetos sensibles, en cuanto son eternos e inmóviles, y distintos de las ideas, en cuanto son muchos de ellos semejantes, mientras que cada idea es la única de su especie.

Siendo las ideas causas de los demás seres, Platón consideró sus elementos como los elementos de todos los seres. Bajo el punto de vista de la materia, los principios son lo grande y lo pequeño; bajo el punto de vista de la esencia, es la unidad. Porque en tanto que las ideas tienen lo grande y lo pequeño por sustancia, y que por otra parte participan de la unidad, las ideas son los números. Sobre esto de ser la unidad la esencia por excelencia, y que ninguna otra cosa puede aspirar a este título, Platón está de acuerdo con los pitagóricos, así como lo está también en la de ser los números causas de la esencia de los [72] otros seres. Pero reemplazar por una diada{66} el infinito considerado como uno, y constituir el infinito de lo grande y de lo pequeño, he aquí lo que le es peculiar. Además, coloca los números fuera de los objetos sensibles, mientras que los pitagóricos pretenden que los números son los objetos mismos, y no admiten los seres matemáticos como intermedios. Si, a diferencia de los pitagóricos, Platón colocó de esta suerte la unidad y los números fuera de las cosas e hizo intervenir las ideas, esto fue debido a sus estudios sobre los caracteres distintos de los seres, porque sus predecesores no conocían la Dialéctica. En cuanto a esta opinión, según la que es una diada el otro principio de las cosas, procede de que todos los números, a excepción de los impares, salen fácilmente de la diada, como de una materia común. Sin embargo, es distinto lo que sucede de como dice Platón, y su opinión no es razonable; porque hace una multitud de cosas con esta diada considerada como materia, mientras que una sola producción es debida a la idea. Pero, en realidad, de una materia única sólo puede salir una sola mesa, mientras que el que produce la idea, la idea única, produce muchas mesas. Lo mismo puede decirse del macho con relación a la hembra; ésta puede ser fecundada por una sola unión, mientras que, por lo contrario, el macho fecunda muchas hembras. He aquí una imagen del papel que desempeñan los principios de que se trata.

Tal es la solución dada por Platón a la cuestión que nos ocupa; resultando evidentemente de lo que precede, que sólo se ha servido de dos causas, la esencia y la materia. En efecto, admite por una parte las ideas, causas de la esencia de los demás objetos, y la unidad, causa de las ideas; y por otra, una materia, una sustancia, a la que se aplican las ideas para constituir los seres sensibles, y la unidad para constituir las ideas. ¿Cuál es esta sustancia? Es la diada, lo grande y lo pequeño. Colocó también en uno de estos dos elementos la causa del bien, y en el otro la causa del mal; punto de vista que no ha sido más particularmente objeto de indagaciones de algunos filósofos [73] anteriores, como Empédocles y Anaxágoras. Acabamos de ver breve y sumariamente qué filósofos han hablado de los principios y de la verdad, y cuáles han sido sus sistemas. Este rápido examen es suficiente, sin embargo, para hacer ver que ninguno de los que han hablado de los principios y de las causas nos ha dicho nada que no pueda reducirse a las causas, que hemos consignado nosotros en la Física, pero que todos, aunque oscuramente y cada uno por distinto rumbo, han vislumbrado alguna de ellas.

En efecto, unos hablan del principio material que suponen uno o múltiple, corporal o incorporal. Tales son, por ejemplo, lo grande y lo pequeño de Platón, el infinito de la escuela Itálica, el fuego, la tierra, el agua y el aire de Empédocles, la infinidad de las homeomerías de Anaxágoras. Todos estos filósofos se refirieron evidentemente a este principio, y con ellos todos aquellos que admiten como principio el aire, el fuego, o el agua, o cualquiera otra cosa más densa que el fuego, pero más sutil que el aire, porque tal es, según algunos, la naturaleza del primer elemento{67}. Estos filósofos sólo se han fijado en la causa material. Otros han hecho indagaciones sobre la causa del movimiento: aquellos, por ejemplo, que afirman como principios la Amistad y la Discordia, o la Inteligencia o el Amor. En cuanto a la forma, en cuanto a la esencia, ninguno de ellos ha tratado de ella de un modo claro y preciso. Los que mejor lo han hecho son los que han recurrido a las ideas y a los elementos de las ideas; porque no consideran las ideas y sus elementos, ni como la materia de los objetos sensibles, ni como los principios del movimiento. Las ideas, según ellos, son más bien causas de inmovilidad y de inercia. Pero las ideas suministran a cada una de las otras cosas su esencia, así como ellas la reciben de la unidad. En cuanto a la causa final de los actos, de los cambios, de los movimientos, nos hablan de alguna causa de este género, pero no le dan el mismo nombre que nosotros, ni dicen en qué consisten{68}. Los que admiten como principios [74] la inteligencia o la amistad, dan a la verdad estos principios como una cosa buena, pero no sostienen que sean la causa final de la existencia o de la producción de ningún ser, y antes dicen, por lo contrario, que son las causas de sus movimientos. De la misma manera, los que dan este mismo carácter de principios a la unidad o al ser, los consideran como causas de la sustancia de los seres, y de ninguna manera como aquello en vista de lo cual existen y se producen las cosas. Y así dicen y no dicen, si puedo expresarme así, que el bien es una causa; mas el bien que mencionan no es el bien hablando en absoluto, sino accidentalmente.

La exactitud de lo que hemos dicho sobre las causas, su número, su naturaleza, está, pues, confirmada, al parecer, por el testimonio de todos estos filósofos, y hasta por su impotencia para encontrar algún otro principio. Es evidente, además, que en la indagación de que vamos a ocuparnos, debemos considerar los principios, o bajo todos estos puntos de vista, o bajo alguno de ellos. Pero ¿cómo se ha expresado cada uno de estos filósofos?, y ¿cómo han resuelto las dificultades que se relacionan con los principios? He aquí los puntos que vamos a examinar.

———

{62} Nació en Atenas en el año 430 ó 429 antes de Jesucristo; murió en 348.

{63} Discípulo de Heráclito, Cratilo exageró todavía más sus doctrinas, como se verá más adelante, lib. IV, cap. V, llegando hasta condenar los hombres a un silencio absoluto, a causa de la absoluta incertidumbre de todas las cosas.

{64} Nació en Atenas en 470 ó 469; murió en 400.

{65} 'Ιδεας y tres líneas más adelante ειδεσι. Estas palabras las considera Aristóteles como completamente sinónimas. Platón distingue ordinariamente estos dos términos. Pero también a veces emplea ιδεα por ειδος, y recíprocamente.

{66} Δυας. Esta expresión no es probablemente la de Platón y sí de los filósofos Platonianos. Designa el principio material; es esa naturaleza potencial y ese ser indeterminado que es a la vez los contrarios, y que, realizándose, puede igualmente hacerse lo uno o lo otro. Los Pitagóricos adoptaron igualmente esta expresión. Mas, según ellos, la diada no es la materia en tanto que diada, lo es como primer término múltiple.

{67} Anaximandro, si hemos de creer a Alejandro de Afrodisia, Schol., pág. 553; Sepúlveda, pág. 22. Otros creen que Anaximandro tomó por principio el infinito, opinión que puede conciliarse con la observación de Alejandro de Afrodisia.

{68} Alejandro de Afrodisia, Schol., pág 553. Sepúlv., pág. 22, «puesto que Platón ha hablado de la causa eficiente, diciendo que debemos encontrar y demostrar cuál es el formador y el padre del Universo; y puesto que ha indicado la causa final y el fin de las cosas, diciendo que todo está en [74] poder del rey del universo, y que todo existe en vista suya, ¿cómo es, se preguntará, que Aristóteles no halla las dos causas en cuestión en el sistema Platoniano? ¿Será porque Platón no las enumera entre las causas? Observación que hace Aristóteles en el libro: Sobre el bien. ¿Será porque Platón no las presenta como principios de la producción y de la destrucción y porque no ha aclarado suficientemente la noción de estas causas?»
Cualquiera que sea el motivo que ha determinado a Aristóteles, se echa de ver que aquí falta algo. Aristóteles no nos presenta aquí la doctrina de Platón en su integridad. Véase el Timeo y el lib. X de las Leyes.


www.filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2005 www.filosofia.org
  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1875, tomo 10, páginas 70-74