Congreso Iberoamericano de Intelectuales  1923-1925

El Congreso Iberoamericano de Intelectuales fue un proyecto fallido, pues nunca se llegó a celebrar, principalmente al desaparecer quien fue su principal impulsor, el peruano Edwin Elmore Letts (Lima 1890), oportunamente asesinado el 31 de octubre de 1925.

El 3 de octubre de 1921, durante su segundo viaje al México que celebraba el centenario de su independencia, invitado por el presidente Álvaro Obregón, Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) fue designado “presidente honorario” de la Federación de intelectuales latinoamericanos (Federación de intelectuales hispanoamericanos, le dirá Césare Arroyo, con no poco voluntarismo, en su crónica de Cosmópolis), constituida ese día por José Vasconcelos, Enrique Fernández Guardia, Alejandro Rivas Vázquez, Ramón del Valle Inclán, Antonio Gómez Restrepo, Luis Felipe Obregón, Félix F. Palavicini, José Gómez Ugarte, Horacio Blanco Fombona, Víctor Andrés Belaunde, Pedro Enríquez Ureña, Jaime Torres Bodet, Fernando Siles, y Héctor Ripa Alberdi; quienes también nombraron un comité provisional “integrado por los señores licenciados José Vasconcelos, presidente; doctor Alejando Rivas Vázquez, vicepresidente; licenciado Isidro Fabela, tesorero; Rafael Heliodoro Valle, secretario, y Horacio Blanco Fombona, prosecretario”.

Baldomero Sanín Cano (Rionegro, Colombia 1861-Bogotá 1957), asentado en Madrid como representante del periódico argentino La Nación, dirige a principios de 1923 una carta al director de El Sol, “Motivo para un Congreso hispanoamericano”, que el diario madrileño publica acompañada en el mismo número de un editorial, “Idea de una Conferencia Iberoamericana” (en 1954, treinta años después, Baldomero Sanín Cano era honrado por la Unión Soviética con el Premio Stalin de la Paz, que también recibieron ese año Bertolt Brecht y Nicolás Guillén, entre otros). Adviértase: congreso hispanoamericano / conferencia iberoamericana.

En esos inicios de 1923, año de celebración para Washington del centenario de la Doctrina de Monroe, se acababa de hacer pública la “Nota de Méjico a Chile lamentando no poder tomar parte en la Conferencia Pan-Americana” en su quinta edición (Santiago de Chile, marzo-mayo 1923), la institución activada por Washington en la Conferencia Panamericana de 1889-1890, a la que asistieron todas las naciones americanas excepto la República Dominicana. [Recuérdese la evolución observada entre 1901 y 1923, Revolución de Octubre por medio (“De la potenciación del indigenismo, frente a la hispanidad…”), en la representación alegórica de las dos Américas por parte de los anglos yanquis ideólogos del panamericanismo: en la Exposición Panamericana de 1901 son dos mujeres burguesas las que estrechan sus brazos en centroamérica, en la moneda del centenario de la doctrina Monroe que se acuña en 1923 es un blanco useño quien brinda su brazo a un indígena desnudo.] (→ Manuel Sáenz Cordero, “La farsa del Panamericanismo”.)

Con fecha 20 de enero de 1923 se publica en Buenos Aires el primer número de Renovación, Boletín mensual de ideas, libros y revistas de la América Latina, dirigido por Gabriel S. Moreau, quien firma junto con Julio Barreda Lynch (es decir, José Ingenieros) y Luis Campos Aguirre (es decir, Aníbal Ponce) la nota editorial de su grupo impulsor: “Renovación”. Ese número reproduce las respuestas ofrecidas por el cubano Enrique José Varona a un cuestionario de la revista Repertorio Americano, de Costa Rica: “Los problemas de la América Latina. El ilustre Varona responde a una encuesta”.

De manera que Mercurio Peruano de marzo de 1923 ofrece una breve nota, firmada con las siglas E. E., donde Edwin Elmore, inspirado por esas lecturas recientes, “Varona, Vasconcelos, Sanín Cano y José Ingenieros. Idea de un Congreso de Intelectuales Hispano-Americanos”, enmarca de manera precisa sus posiciones: «…hemos reunido en nuestras manos copioso material de propaganda, referente al ideal que hemos llamado, con Unamuno, de “americanidad” para distinguirlo del “panamericanismo” en boga, institución oficial de yanquilandia y eficaz instrumento de los sindicatos financieros, industriales y mercantiles de Wall Street.» (→ Edwin Elmore, “Unamuno en Yanquilandia”.) Esa nota es reproducida por Renovación (Buenos Aires, junio de 2023, nº 5, pág. 2) pero modificando su título: “Idea de un Congreso de Intelectuales en la América Latina”.