Gualterio Burley
La vida y las costumbres de los viejos filósofos
Edición de Francisco Crosas López
[Capítulo 49, Diógenes]
1 Diógenes
Diógenes, filósofo çínico, deçiplo fue de Antístenes. 2 τ segunt dize Agustino en el catorseno libro de La çibdad de Dios, él τ todos los seguidores de toda la su seta proferían una sentençia muy suzia τ muy impudente[a5] contra la vergüença umanal; 3 es a saber, que pues que lo que se fazía en la muger propia es justa cosa, que non deven los omnes de aver vergüença de lo fazer públicamente en el barrio o en la plaça, 4 por desviar τ apartar qualquier coniugal concupiçençia allí adonde viniese. τ por el pudor τ vergüença natural vençe la opinión de aqueste error. 5 τ si segunt dizen que algund tiempo aquesto fiziese a Diógenes gloriabundo, pensando[b5] que la su seta fuese más noble; τ si la su impudencia[c5] fuese fingida por más insigne en la memoria de los omnes que después dél avían de vevir; 6 enpero después dél fue çesado este error entre los çínicos filósofos; 7 τ más valió el pudor por donde los omnes oviesen vergüença de los omnes, que non el error por lo qual los omnes cobdiçiasen ser semejables de los canes. 8 τ fablando santo Agostín dize: «aún oy veemos algunos filósofos cínicos que no solamente usan del pablio[d5], pero aun traen la clave[e5], 9 pero ninguno dellos non osa fazer aquesto; lo qual si lo fiziesen, no solamente serían muertos a piedras, mas aun solamente serían derribados de la saliva de los que los escupiesen». 10 Ca sin ninguna dubda mucho se avergüeña la umana natura de la tal libídine. 11 Una vegada, segunt escrive Gerónimo Contra Joviniano[f5], commo Antístenes, maestro de Diógenes, mandase a todos sus deçiplos que saliesen todos fuera del auditorio, 12 τ Diógenes perseverava en quedar; τ commo non lo pudiese alançar de sí, amenazólo con un palo que lo feriría si no se fuese. 13 Al qual Diógenes, enclinando la cabeça, dixo estas palabras: «Non puede ser ningund palo tan duro que me aparte del tu obsequio». 14 Aquéste, segunt dize Sátiro[g5] en el Libro de los varones ilustres, apartando de sí todas las cobdiçias τ deleites, usava por el frío traer dos palios; τ en lugar de almario tenía una talega. 15 τ por la flaqueza del su pequeñuelo cuerpo[h5] usava traer un bordón, con el qual sostenía sus mienbros, demandando a cada uno τ resçibiendo lo que ese día podía comer. 16 τ fizo su morada en los vestíbulos de las puertas τ en las entradas de las çibdades. 17 τ desde allí pedricava la verdad, τ notava los viçios τ costumbres de los que pasavan, τ reprehendíalos. 18 τ commo en un tienpo tenía para uso del su bever un calis de madero, τ vido un niño que bevía con la mano fecha cóncava, estonçes quebró el cáliz de madero, diziendo: 19 «Çierto nunca pensé que la naturaleza avía dado a los omnes vasija con que beviesen». 20 Aquéste tanto fue de costante ánimo que ninguna cosa perdonó a sí mesmo del rigor de su ánimo. 21 En aquese mesmo tenor de cara estubo en las cosas adversas que en las prósperas, τ sienpre duró en propósito uniforme contra todo dolor τ miseria. 22 τ dezía que muy ageno era del filósofo τ muy enpotente era sobre su ánimo aquél que la su vertud τ continençia de forma, muerte nin otra cosa podía desbaratar. 23 τ segunt dize Valerio en el libro terçero[i5], nunca Alixandre pudo vençer la continençia de Diógenes, al qual, commo Alixandre allegase τ lo fallase asentado al sol, díxole Alixandre que le demandase qualquier cosa que quisiese, quél gela daría. 24 Pero el varón de muy robusta constançia[j5] respondióle: «Lo que darme puedes, yo non lo quiero; pero ruégote que non me quites lo que non me puedes dar». 25 τ dezíalo porque la su sonbra estorvava que no le diese el sol. Así que Alixandre, que casi todas las naçiones vençió, fue de Diógenes vençido. 26 τ aquel día que vido a uno al qual ni le pudo dar nada nin quitar, τ por ende dize Séneca en el libro sesto[k5] De benefiçios: «Más pudo Diógenes vazío que Alixandre todas las cosas poseyente»; 27 τ más era lo que Diógenes non quería resçebir que lo que Alixandre podía dar. 28 τ Alixandre tentó de lançar a Diógenes del grado en que estava, pero más aína pudo lançar por fuerça de armas a Darío, rey de Persia, del su real grado, que non a éste. Aqueste Diógenes, menospreçiador de sí mesmo τ de todas las riquezas, 29 en la su pobreza voluntaria se gloriava, alabando al su maestro Antístenes, que lo avía fecho pobre, τ diziendo: 30 «Aquél me acreçentó que me fizo mendigo de rico; τ por casa muy ancha me fizo morar en pobreza[l5]», segunt se dize en el libro de los Saturnales. 31 τ commo aquéste estudiese asentado en el camino al sol, segunt dize Elinando en el libro terçero, τ un çiego lo firiese con un bordón, Diógenes le dixo: «Desvía allá tu ojo», llamando ojo al bordón. 32 τ segunt dize Valerio en el libro quarto[m5], Aristipo ovo dicho a Diógenes, que estava lavando unas verças[n5] en Çeracusas: «Si tú quisieras lisongear a Dionisio, tirano, non serías pobre». 33 Al qual Diógenes respondió: «Y aun si tú quisieses ser pobre, a Dionisio non lisonjarías». 34 Aquéste, segunt cuenta Agelio en el libro segundo, vendióse a sí mesmo, τ así vino en servidunbre; τ como lo quisiese conprar Xeníades corintio, preguntóle que qué ofiçio sabía. 35 Diógenes le respondió: «Sé enseñorearme de los libres». τ aquél, maravillado de la su respuesta, luego le ahorró τ le dio libertad, 36 τ diole a sus fijos, diziéndole: «Cata aquí mis fijos libres de quien te enseñorees». 37 τ segunt dize Séneca en el libro De tranquilitate animi que, commo Diógenes tuviese un siervo solo al qual llamavan Mathe, el siervo fuyó. 38 τ un amigo de Diógenes se maravilló de cómmo Diógenes non lo fazía buscar τ tornar a sí. 39 Al qual Diógenes respondió: «Fea cosa sería poder Mathe bevir sin Diógenes τ Diógenes no poder bevir sin Mathe». 40 Dezía Diógenes, segunt escribe Tulio en el libro segundo[o5] de las Tusculanas qüestiones, que sobrava τ pasava él en buena fortuna τ vida al rey de Persia, por quanto a él non le fallesçía nada, τ al otro non avía cosa que le fuese asaz. 41 τ por ende dezía que non quería desear los deleites de aquél, de los quales él non se podía fartar. 42 Fue Diógenes guarnido de maravillosa paçençia. τ segunt dize Séneca en el libro terçero De ira[p5], commo Diógenes estudiese departiendo de ira, un moço mal acostumbrado escupiólo en la cara. 43 τ preguntaron a Diógenes si se airava contra el moço. Él respondió: «Yo no me ensaño, mas dubdo si me convenga de me ensañar». 44 Otra vegada, segunt escrive Séneca en ese mesmo lugar, commo Diógenes estudiese disputando en una causa, un omne llamado Léntulo, atraída en su boca la gruesa saliva esparzióla en la cara de Diógenes. 45 Al qual, Diógenes, con mente quieta τ sosegada, dixo: «De aquí adelante afirmaré, o Léntulo, que se engañan todos aquellos que niegan que tú non tienes boca». 46 Otro denostó por palabras a Diógenes, τ commo él non respondió, uno le preguntó que por qué no dava respuesta a quien le dezía mal. 47 Él respondió: «Porque no quiero contender con omne sobre cosa que el que vençe es reputado por más vil». 48 Por semejante otro desonró a Diógenes por palabras contumeliosas. τ dixéronle: «¿Por qué non le respondes?» τ él dixo: «Porque yo non podría darle tanta desonra respondiéndole quanta él se dio a sí mesmo fablándome». 49 Así mesmo otro enjuriólo por palabras de contumelia. τ dixéronle: «¿Por qué non te indignas contra aquél?» 50 El qual respondio: «O éste que me enjuria, o es verdadero o mentiroso lo que dize; 51 si verdadero, por la verdad no me devo ensañar; si mentiroso, ya fallesçe la causa de la indignaçión, pues él non ovo notiçia de lo que dixo». 52 τ commo uno le recontase que un su amigo avía dicho mal dél, al qual Diógenes responde: «Que mi amigo esto aya dicho está en dubda; pero que tú me lo ayas dicho está manifiesto». 53 τ commo unos denuçiasen que algunos otros lo vituperiavan, Diógenes respondió: «Conviene que la sapiençia de los omnes insipientes sea inpunada, ca la mala lengua por mejor juzga aquél de quien reprehende, 54 pues sobre[q5] la buena conçençia a qualquier mal que lançare la mala lengua». 55 Preguntado fue Diógenes que qué devía fazer el omne para non se ensañar. Él respondió: «Recuérdese que non es sienpre nesçesario que sea servido de otros, mas algunas vezes conviene que obedezca a otros. 56 Nin cumple que cada día obedezcan a él; por ende alguna vez á de servir él a otro. 57 Ca non es nesçesario que sienpre de los otros sea tolerado, mas que algunas vezes padezca él mesmo. τ quando esto fiziere, él se dolerá de la su ira». 58 Dízese que Diógenes, commo estuviese rogando a un omne menesteroso que le diese del pan, τ todos los que estavan al derredor se maravillavan, Diógenes dixo: 59 «Por eso fago aquesto, porque aprendo en lo fazer a sofrir repulsa τ sagudimiento». 60 Commo el rey Alixandre pasase ante Diógenes, Diógenes, así commo menospreçiándolo, non lo miró. 61 Al qual dixo Alixandre: «¿Qué cosa es ésta, Diógenes, que no me miras, así commo si non me ovieses menester?» 62 Al qual Diógenes respondió: «¿Para qué miraré al siervo de mis siervos?» 63 Estonçes Alixandre le dixo: «¿Y cómmo yo só siervo de los tus siervos?» Respondió Diógenes: «Yo me enseñoreo de las mis cobdiçias, refrenándolas τ metiéndolas fondón de los mis pies, por que sirvan a mí. 64 τ las tus cobdiçias se enseñorean de ti, τ tú eres fecho siervo dellas, obedeçiendo los sus apetitos. Así que bien eres siervo de mis siervos». 65 Otra vez, commo un versificador alabase mucho Alexandre seyendo presente Diógenes τ lo ensalçase mucho por sus metros, Diógenes començó de comer del pan. 66 Algunos le dixeron: «¿Qués aquesto que fazes?» τ él respondió: «Más provechosa cosa es comer pan que oír lisonjas τ mentiras». 67 τ como un omne de forma muy torpe pero muy rico mostrase su casa a Diógenes, la qual era toda resplandeçiente de oro, Diógenes la menospresçió ante la cara de aquel omne. 68 τ preguntáronle por qué lo avía fecho. Él respondió: «Porque non avía visto otra cosa tan vil en toda la casa commo a su dueño». 69 Commo Diógenes viese un moço de buenas costunbres pero muy feo de cara, Diógenes dixo: «La bondad del ánima de aquéste da mucha fermosura a su cara». 70 Así mesmo, commo viese uno fermoso de cara τ muy desonesto en costunbres, dixo: «¡o, quán buena casa τ quán mal uésped en ella!» 71 Iten vido a un idiota τ nesçio omne asentado en una piedra; τ dixo: «La piedra está asentada sobre la piedra». 72 Acostunbrava Diógenes maltraer a los omnes que aborreçían la çiençia. τ un día subióse en un lugar alto τ escomençó a dezir en alta boz: «¡o vosotros, omnes, allegadvos acá!» 73 τ commo muchos se allegasen, escomençó a dezir: «Yo non llamava a vosotros, mas a los omnes; que vosotros bestias soes, pues non vevís segunt la razón, ni estudiaes en la sabiduría». 74 Iten vido Diógenes un moço fermoso que aprendía sabiduría, τ díxole: «Bien fazes, pues quieres que la fermosura de la tu ánima concuerde τ convenga con la fermosura del tu aspecto». 75 τ una vegada adolesçió Diógenes. τ los sus amigos començáronle a confortarle, diziendo: «Non temas, que esto de Dios es». 76 El qual respondió diziendo: «Por eso temo más». 77 Commo un ladrón una noche tentase de sacar un talegón de dineros que Diógenes tenía fondón de su cabeçera; τ commo Diógenes lo sintiese, menospreçiando el dinero, dixo estas palabras: «Tómalo ya, desaventurado, por que fagas dormir a entramos». 78 Commo viese a uno que enterrava su fija, dixo estas palabras: «Oy cobraste buen yerno». 79 Preguntaron a Diógenes por qué se llamava çínico de los filósofos. Él respondió: «Porque ladro a los neçios τ falago a los sabios». 80 Preguntáronle por qué criava tan gran barva. Él respondió: «Porque quanto más aína la veo τ me la tiento, tantas más vezes se me acuerda que soy varón». 81 Preguntáronle que por qué aborresçía los omnes τ non quería beuir entrellos. Él respondió: «Yo aborresco a los malos por la su mala vida, τ a los buenos porque biven entre los malos». 82 Preguntáronle que de qué cosa se devían los omnes guardar. Él dixo que del enbidia τ de los engaños del enemigo. 83 Preguntáronle que quál era la ora conviniente del comer. Él respondió: «Al que tiene qué coma, estonçes es ora quando á fanbre; τ al que no lo tiene, quando lo pudiese aver». 84 Preguntáronle qué cosa es enfermedad. Él respondió: «Cárçel del cuerpo». 85 Preguntáronle qué cosa es tristeza. Él dixo: «Cárçel del ánima». 86 Commo uno dixese a Diógenes que avía tomado muger de nuevo, él le respondió: «Poco solaz τ mucho cuidado as ganado en ello». 87 Vido Diógenes a un viejo que se estava tiñiendo los cabellos. Dixo: «Ni porque escondas las canas, por ende no escondes la vejez». 88 Iten vido a un omne nesçio con un anillo de oro en el dedo. Díxole: «Más te afermosea[r5] que te orna ese oro que traes». 89 Como un sofista burlador dixese a Diógenes: «Lo que yo só, tú no eres; yo soy omne, pues luego tú non eres omne». 90 Esto Diógenes le respondió: «Esto que concluyes es falso, porque començaste el argumento de ti; mas, ¿quiéreslo azer verdadero? Comiença de mí τ acaba en ti». 91 Preguntaron a Diógenes que con qué podrían fazer mucho turbar los omnes a sus enemigos. Él respondió: «Con fazerse ellos muy buenos».
92 Las sentençias claras de Diógenes son aquéstas: Cada uno deve aver para enmendaçión de sí mesmo a un otro por muy amigo o por muy enemigo. 93 Sola la nesçesidad costriñe a la inperiçia del vulgo para traerla a las cosas justas. 94 Ninguno será buen juez si non aquél que conosçió a otro ser juzgador de sí. 95 El que dapña al inoçente a sí mesmo llaga. 96 Ningunos engaños ni asechanças son más ocultas que aquéllos que se esconden en la simulaçión del ofiçio, o en nonbre alguno de grandeza; 97 ca aquél que manifiestamente es adversario, puédeslo evitar ligeramente guardándote dél; τ por aqueso nunca el cavallo Paladión engañó a los troyanos fasta que mentirosamente fingo[s5] la forma de Minerva. 98 De todos es enemigo común el qués enemigo de los suyos. 99 Si quisieres ser fecho bueno desecha de ti lo que en los otros despreçias. 100 Mejor es buscar melezina mientra fueres sano que requerir al físico quando la enfermedad sobrare de natura; τ así es de proçeder çerca de la cura del ánima. 101 Si alguno te diere con amor buen consejo dale tú a él obedençia con amor. 102 Iten dezía Diógenes: «Commo vieres a algund can que dexare a su señor τ siguiere a ti, tú con piedras lo desecha de ti, ca dexará a ti commo desó a él. 103 Como Diógenes fuese al agón olinpiaco, que era un juego que se çelebrava en Gresçia con gran freqüençia de gente; 104 τ commo Diógenes fuese ya viejo, tomóle fiebre en el camino, τ acostóse çerca de la vía. 105 τ queriendo sus amigos cavalgarle en una bestia o levarle en alguna otra manera, él non consintió; antes les dixo: «Yo vos ruego que vos vaes, ca esta noche o me avré vençedor o vençido. 106 τ si yo vençiere, yo iré al agón; τ si la fiebre me vençiere, deçenderé a los infiernos». 107 τ quedó aí esa noche τ matóse, diziendo que no se matava porque avía de morir, mas por desechar la fiebre con la muerte. 108 τ commo fuese atormentado del dolor de la muerte, τ viese muchos omnes que pasavan τ concurrían al anfiteatro de la olinpiada, dezía: 109 «¡O, quánta es la locura de los omnes! Van a mirar los juegos donde los omnes se conbaten con las bestias fieras, τ dexan de ver a mí, que estó batallando con el natural de la muerte». 110 τ ya después que estava en el agonía de la muerte, dize Tulio en el primero libro de las Tusculanas qüestiones[t5] que mandó a sus amigos que non enterrasen su cuerpo. 111 τ commo sus amigos le dixesen que lo comerían las bestias fieras si non lo enterrasen, él les dixo: «Non farán; mas poned çerca de mí un palo con que los lançe de mí». 112 Ellos le dixeron: «¿Para qué lo pornemos?, pues que después que fueres muerto non podrás con él nada fazer, nin ternás sentimiento para dél te aprovechar». 113 «Pues ¿qué? –dixo él– ¿Pueden a mí enbargar las bestias fieras aunque me despedaçen, pues nada non tengo de sentir?» Concluyendo de aquesto que non le enbargava nada el caresçimiento de su sepoltura.
[Capítulo 50, Carneades]
1 Carneides
Carneides, filósofo, floresçió en Atenas en tiempo de Diógenes. 2 τ fue enbiado con Diógenes por los ateneses al senado de los romanos, esto segunt cuenta Valerio en el libro octavo[u5]. 3 Éste fue muy estudioso τ fizo fin a su vida biviendo filosofando fasta çiento τ diez años. 4 τ commo aquéste se asentase a la mesa, tanto estava metido en las cogitaçiones, que se olvidava de tender la mano por el manjar; 5 pero Melisa, una que tenía en logar de muger, ésta le enderesçava muchas vezes la mano y gela adestrava cada que avía de tomar los usos neçesarios[v5]. 6 Así que él usava de la vida solamente con el su ánimo, τ el cuerpo suyo era a él así commo ajeno τ supervacuo[w5]. 7 Aquéste, commo oviese de disputar con Crispo, ante se purgó con el eléboro por aparejar τ asutilizar más el ingenio, 8 τ repunar más agramente a aquél con quien avía de disputar. 9 Las quales purgas fizo ser con el industria de la su sólida alabança de otros muchos cobdiçiadas[x5]. 10 Iten léese que con elébor cándido se purgó otra vegada las superiores partes del su cuerpo, 11 porque avía de escrevir contra los libros que avía fecho Senón, 12 porque de los corruptos umores que estavan en el estómago non se ofendiese ni manzillase la casa del coraçón ni las sotiles consideraçiones de la su mente.
[Capítulo 51, Platón]
1 Platón
Platón, filósofo atenés, nasçió del padre Aristón, del linaje de Nebtuno, τ la su madre fue llamada Parçio. 2 τ él desçendió del linaje del muy sabio Solón. 3 τ fue nasçido Platón en los tiempos de Davonoto, rey de Persia. 4 Cuenta Valerio en el libro primero[y5] que, seyendo Platón niño τ estando durmiendo en la cuna, que se le asentaron muchas abejas en los sus beços τ le dexaron mucha miel, 5 significando la suavidad de la su singular eloqüençia. 6 Escrívese en el Policrato, libro primero, capítulo décimo sétimo[z5], que Sócrates vido en el ara de Venus que estava en Academia 7 τ que le ofreçían a él un çisne, el cuello del qual alcançava fasta el çielo, τ con el su pico tañía las estrellas; 8 el qual penetrava aquella region que es dicha Aplanes τ traçendía al aspecto de todos; 9 τ cantava con tanta alegría τ sonoridad de boz que todo el mundo alegrava. 10 El siguiente día Aristón truxo a su fijo Platón de Academia τ ofresçiólo a Sócrates para que gelo enseñase en las letras τ costumbres. 11 El qual, commo Sócrates viese, τ después que ovo conçebido la dispusiçión del su cuerpo, τ fuerças, τ mente, dixo: 12 «Éste es el çisne que Venus Academia ayer consagrava al nuestro Apolo». 13 τ segunt se dize en el Policrato, testigo Apuleyo, Platón, antes llamado Aristótiles[a6], mas después de la anchura de los sus pechos fue llamado Platón, ca los griegos platos dizen por anchura[b6]. 14 Otros dizen que lo llamaron Platón porque fue muy largo en sus sermones. 15 Entre los deçiplos de Sócrates floresçió Platón en tan exçelente gloria, que todos los otros lo onravan τ servían. 16 τ Platón, como quiera que de muchos deçiplos así commo doctor τ maestro fuese buscado, el traspasó así commo deçiplo las inesplorables riberas del Nilo τ los desiertos canpos de Egibto, 17 a fin de aprender de los saçerdotes de aquellas gentes los muchos números τ medidas diversas de Geumetría, los cuentos τ razones de los çelestiales cuerpos. 18 τ aprendió ende en Egipto todas las otras cosas que los doctores della enseñavan τ demostravan. 19 τ dende vino en Italia τ aprendió de Archita Tarentino todos los mandamientos de la pitagórica seta. 20 τ conprehendió muy ligeramente de los más eminentes doctores qualesquier cosas que en la itálica Filosofía floresçían. 21 τ commo se bolviese en Egibto por causa de continuar la çiençia, fuele revelado en sueños 22 cómmo avía de ser preso en la mar de cosarios, τ que avía de ser vendido. τ así commo le fue revelado le aconteçió. 23 Mas por quanto, segunt dize Gerónimo en la epístola a Paulino[c6], por Platón ser filósofo sienpre fue mayor que quien lo conpró. 24 τ dízese que dende vino en Çeçilia a fin de ver τ entender los fuegos que salen del monte Edna, τ las razones de los sus encendimientos[d6]. 25 τ lo segundo porque fue en Çeçilia fue porque.l rogó Dionisio que fuese a dar leyes muniçipales a los de aquellas provinçias. 26 τ lo terçero por restituir a Dion en la su patria, el qual estava fuido della, τ por inpetrarle perdón de Dionisio. 27 τ en todas aquestas cosas tanto fue Platón diligente que nunca vacó de los ofiçios τ y estudios de la Filosofía, nin fue por algund tiempo dello suspendido. 28 τ porque pudiese mejor vacar en los estudios de la Filosofía escogió la villa de Academia, la qual estava lenxos[e6] de Atenas, la qual era no solamente desierta, mas enferma τ pestilente. 29 τ aquesto fizo por que con el cuidado τ continuaçión de las enfermedades de aquel lugar pudiese quebrantar los ínpetus τ movimientos de la luxuria. 30 τ los deçiplos estatuyeron non aver otro deleite mayor que contenplar las cosas que dél aprendían; 31 tanto, que dizen que uno dellos se sacó los ojos por vacar más firmemente en la Filosofía. 32 Fue Platón muy tenplado, abstinente τ de luenga vida. 33 τ dize Tulio en el libro quinto de las Tusculanas qüestiones[f6] que, commo Timoteo, prínçipe de Atenas τ claro por linaje, çenase con Platón una noche, 34 que tanto se deleitó en aquella çena, que dende a tres días dixo a Platón: «Las tus çenas no solamente en presençia, mas después otro día son alegres τ jocundas». 35 τ fue más Platón vertuoso en la moderaçión de la luxuria. τ commo en el libro del Fedrón enseñó, 36 segunt dize Macrobio en el libro primero, que non deve moverse el omne de su voluntad a la luxuria. 37 Y en este mesmo diálogo dize que la muerte deve ser cobdiçiada por los filosofantes, τ que la Filosofía no es sino contenplaçión de muerte[g6]. 38 τ aquestas cosas non son en sí contrarias, por quanto conosçió Platón dos muertes: la una, que da la natura, τ la otra, que dan las vertudes. 39 El omne muere quando el ánima se parte del cuerpo, desatada por ley de natura. 40 τ dízese por otra manera morir quando menospresçia las cosas torpes τ feas, mostrándogelo la Filosofía; 41 τ quando se desnuda de todas las açechanças dulçes de las cobdiçias τ de todas las otras pasiones. 42 Aquesta tal muerte dize Platón que deven los filósofos cobdiçiar. 43 τ la otra que la naturaleza da a todos, de aquesta tal bien devieda Platón que los filósofos se desvíen della τ non se la den mientra pudieren. 44 Iten cuenta Valerio en el libro nono[h6] que, commo Platón estudiese fuertemente airado contra un su siervo por un delicto que avía fecho, 45 que le mandó que se desnudase luego τ que descubriese las espaldas, para que quería con su mano darle los açotes. 46 τ después, entendiendo que estando irado que exçedería el modo que devía tener en la bengança τ castigo, la mano que avía alçado con el açote para ferir al siervo teníasela así levantada en alto, τ estava en semejança que quería ferir. 47 Estonçes sobrevino Aspeusipo, su amigo, τ preguntóle que qué fazía. 48 τ él le respondió: «Estó tomando penas del onbre airado», que ya avía olvidado el siervo τ avía fallado otro que más devía castigar, el qual era él mesmo. 49 τ por ende, por darse pena de la ira demasiada que avía tomado, tenía la mano levantada con el açote. 50 τ dixo a su amigo Espeusipo: «Tú, Espeusipo, castiga agora este mi siervo, ca yo temo que porque estó sañoso que en él faga más de lo que cumple; τ yo no quiero que este siervo esté en poderío de aquél que no está en su poder». 51 τ por muy fea cosa juzgó que la culpa del siervo τ el castigo[i6] demasiado de Platón fuesen después de igual reprehensión. 52 Recuenta Valerio en el libro quarto[j6] que dixo uno a Platón que Senócrates, su deçiplo, avía fablado dél algunos denuestos o vituperios. 53 τ commo Platón menospresçiase al que lo tal le dezía, sin escudriñar dél otra cosa, pero el que gelo avía venido a dezir fazía gran inestançia[k6] açerca de Platón, quexándose porque no le dava fe a lo que le dezía. 54 τ respondióle Platón que non era creíble que non fuese amado de aquel su deçiplo, al qual él tanto amava. 55 τ commo él lo confirmase con juramento que avía dicho dél aquellas cosas, respondióle Platón: «Nunca Senócrates oviera de mí dicho aquellas cosas, si non juzgase que de todo en todo cumple quél de mí las dixese». 56 Aqueste Platón, segunt recuenta Flamiano istoriógrafo τ segunt se falla en el Policrato en el libro octavo[l6], veía muchas vezes su cara al espejo, no por curiosidad ni por gracia de se la mejor conponer τ corregir, 57 mas por que viese qué tanto avía mudado el proçeso del tiempo τ la peregrinaçión del su estudio en la su cara; 58 τ qué tanto avía fecho de alteraçión; τ a fin de conservar con su juizio τ relevar a la natura, por que non se corronpiese por trabajo desusado ni estudio demasiado. 59 Preguntaron a Platón que quién era sabio. Él respondió: «Aquél que quando le vituperan no se ensaña, nin se vanagloria quando lo alaban». 60 Preguntáronle que en qué se conosçían los omnes. Él respondió: «Los omnes τ los vasos de tierra por igual manera los conosçemos, ca los vasos conosçemos en el sonido τ los onbres en la palabra». 61 Preguntáronle que los omnes con qué tanta renta devían ser contentos. 62 Él respondió: «Cada uno deve tanto buscar que non aya desfalleçimiento en aquello que a él es nesçesario; τ que non le sea forçado de lisongear a los omnes». 63 Preguntáronle quién es entre los omnes el más poderoso. τ Él respondió: «El que sabe esconder su pobreza». 64 Preguntáronle quién es entre los omnes el más tenplado. Él respondió: «Aquél a quien abasta lo que tiene». 65 Preguntáronle quién es el omne de buenas costumbres. Él respondió: «Aquél que non puede sofrir a los onbres mal acostumbrados». 66 Preguntáronle si devían fazer reverençia al omne viejo. Él respondió que sí, pero no aquél que tenía la blancura en los cabellos τ mala tenplança en las costumbres. 67 Preguntáronle quál morada de lugares o çibdades devía omne refuir. 68 Él respondió: «No mores en la tierra en la qual sobran las despensas[m6] a las ganançias; 69 τ adonde valen más los malos que los buenos; ni adonde los señores mienten mucho». 70 Preguntáronle que en qué podría cada uno aver gracia con el prínçipe. Él respondió: «Si quisieres aver graçia con el prínçipe nesçio, sigue su voluntad; 71 τ si quisieres aver graçia con el prínçipe sabio, non le dexes de demostrar τ reprehender aquellas cosas que no pertenesçen a la cosa pública o que van contra la razón». 72 Commo Platón viese a Dionisio, tirano de Çeçilia, que toviese todo el su cuerpo çercado de omnes que lo guardavan, díxole: «¿Cómmo tanto mal feziste, que de tantos es nesçesario que seas guardado?» 73 Algunos dichos de Platón más elegantes son los que se siguen: Estonçes es de dezir ser bienaventurado τ próspero el mundo de las tierras, quando los sabios serán fechos reyes, o los reyes serán fechos sabios. 74 Aquéllos que quieren aprovechar a la cosa pública dos mandamientos deven guardar: el uno, que así selen τ defiendan el provecho de los çibdadanos, que qualquier cosa que fizieren a la cosa pública la refieran, posponiendo los sus provechos; 75 el otro, que curen juntamente de todo el cuerpo de la república, por que mientra una parte cuidaren anparar, la otra no desanparen. 76 Así es que quando los regidores oprimen a los súbditos, commo quando la cabeça se fincha en tal manera que no puede de los otros mienbros sin trabajo ser sostenida. 77 τ aquesta pasión inposible es de ser conportada o curada sin muy grave dolor de los mienbros. 78 τ si la tal pasión fuere incurable, más miserable cosa es bevir así que morir, ca non ay más provechosa cosa a los mesquinos que fenesçer commo quiera la su miseria. 79 Iten quando el potestad de la çibdad se encrueleçe contra los sobgetos no es sino commo quando el tutor persigue al pupilo que tiene en tutoría, 80 o commo si degollases a alguno con el cuchillo que él te oviese dado con que lo defendieses. 81 Muy noble cosa es usar la cosa pública del derecho de pupilo[n6]. 82 Iten dezía: «El que no puede governar la su ánima, que’s una, ¿cómmo podrá ser governador de muchos omnes?» 83 Iten dezía que los omnes se devían mirar muchas vezes al espejo, por que si su cara se viese fermosa, que no pudiese sofrir de fazer ninguna cosa que fea fuese; 84 τ si por ventura la cara se viese fea, que avría vergüença de juntar dos cosas feas en uno. 85 Dezía así mesmo Platón que avía dos mundos; el uno, inteligible, en el qual morava la verdad; τ el otro, que era sensible, el qual es a nosotros manifiesto por vista τ tañimiento. 86 así quel primero era verdadero τ este otro era virisímile. τ dezía que era fecho a la imagen τ forma del primero. 87 τ de aquel primero mundo dezía que la verdad dél serenava τ se mostrava en aquel ánima que se conosçe a sí mesmo; 88 por lo qual en el ánima de los locos nunca se engendra çiençia, salvo opinión. 89 Iten si la forma de la sabiduría se pudiese ver por los ojos, mucho eçitaría[o6] a todos a que la amasen. 90 Iten no puede ser conprehendida la forma de la justiçia si primeramente la orden de la injustiçia non fuere discutida. 91 Iten la çiençia que’s remota de la justiçia más se deve llamar engaño que sabiduría. 92 Iten el ánimo que está aparejado al peligro, si se mete en él por su provecho más que por bien de todos, este tal más deve de aver nombre de osadía que de fortaleza. 93 Aquella justiçia es muy verdadera la qual se guarda contra los inferiores τ baxas personas. 94 Gran triunfo es de inoçençia no pecar allí do ay lugar de poder. 95 Donde más puedes pecar, allí peca menos. 96 La muerte mucho es de cobdiçiar de los filosofantes; τ esa filosofía pensamiento es de morir. 97 La fuerça de toda la Filosofía es la paçençia. 98 Iten enseñava que dos estremidades del cuerpo non se devían mover de ligero; es a saber, la cabeça τ los pies, los quales mienbros si firmeza en sí toviesen, todos los otros estarían muy rebustos. 99 Dezía [que] más que el ánima, commo sea libre τ señora de las pasiones, que vençer el onbre a sí mesmo ésta es la primera τ la mejor de las victorias; 100 pero que ser vençido el omne de sí mesmo, que esto era muy malo τ muy feo. 101 Iten dezía que uno y ese mesmo fin devían los omnes fazer al bevir τ al aprender, 102 por lo qual dezía: «No dexes de aprender, ca las letras para el ánima insipiente fueron falladas, así commo el bordón para el enfermo cuerpo». 103 τ fue costumbre de Platón, segunt dize Alinando[p6], de intitular los sus libros a los nombres de sus maestros por que tomasen autoridad de los nombres de aquéllos τ de las sus palabras τ razones. 104 τ los libros que fizo son éstos: Timeo, Fedrón, Gorgias, Pitágoras. 105 τ escribió diez libros De la república τ de las leyes, en los quales muchas cosas son claramente dichas. 106 τ en el su Fedrón, el qual trasladó Tulio de griego en latín, por muy fuertes argumentos demuestra la inmortalidad del ánima. τ puede todo el razonamiento de aquel libro ser asumado τ conprehendido en silogismo siguiente: 107 el ánima de sí morrá[q6]. τ lo que de sí morrá, prinçipio es de movimiento. 108 τ lo que’s prinçipio de movimiento no es nasçido. τ lo que no es nasçido inmortal es. 109 Así quel ánima es inmortal. Un seguidor de la su dotrina, el qual se llamaba Teobroto[r6], commo leyese el libro de Platón de la inmortalidad del ánima, lançóse de un muro abaxo con deseo de traspasar con la muerte a la mejor vida. 110 Murió Platón en los tiempos de Felipo, rey de Maçedonia, año ochenta τ uno del su nasçimiento, sin fallesçer dellos un día, τ segunt dize Séneca en las epístolas. 111 Iten algunos magos que estonçes estavan en Atenas sacrificaron a Platón defunto[s6], 112 pensando cómmo la su suerte fuese mayor que la umana, veyendo cómmo con la su vida consumase fasta el número perfeto, que nueve vezes nueve multiplicados conpone.
[Capítulo 52, Aristóteles]
1 Aristótiles
Aristótiles, filósofo exsimio, fue de la gente maçedonia, τ fue de la patria de Astragurria, la qual es çibdad de Trasçia, vezina al monte Olimpo. 2 τ fue fijo de Nicómaco, médico. Ovo la madre nonbre Festia; los quales deçendieron del linage d’Esculapio. 3 Este Nicómaco fue médico de Aminito, rey Maçedonia τ padre de Felipo. 4 Aqueste Aristótiles, commo fuese moço, enseñó la dotrina de Eloqüençia. 5 τ, después que fue fecho de dies τ siete años, fue enbiado a Atenas, adonde se allegó a Sócrates, τ oyó dél por tres años. 6 τ después de la muerte de Sócrates, allegóse a Platón, τ continuó de oír por veinte años. 7 τ tanto amor τ diligençia puso Platón con Aristótiles, τ Aristótiles con el estudio de la Filosofía, que Platón la casa de Aristótiles «Casa del Letor» la llamava. 8 τ muchas vezes dezía: «Vamos a la casa del Letor». 9 τ quando estava absente Aristótiles de la liçión de Platón, luego clamava Platón τ dezía: 10 «El entendimiento nos fallesçe aquí en esta liçión, τ sordo es el auditorio».
11 Aqueste Aristótiles en tanta veneraçión fue tenido açerca de Felipo, rey de Maçedonia, que quando le nasçió el su fijo Alixandre, escrivió Felipo una epístola a Aristótiles en estas palabras: 12 «Felipo a Aristótiles: Salud –dize–, sabe ser a mí un fijo nasçido. Lo qual yo tengo a grand graçia a los dioses; 13 no tanto por quél me nasçió, mas porque acontesçió nasçer en los tiempos de la tu vida. 14 Ca yo confío quél seyendo enseñado de ti, que será digno de ser fijo nuestro, τ de suçeder en el nuestro reino». 15 Bivió Aristótiles veinte τ tres años después de la muerte de Platón. τ parte deste tiempo enseñando a Alixandre, fijo de Felipo; 16 τ parte dél çercando con Alexandre muchas tierras τ provinçias; 17 τ parte deste tiempo conponiendo libros, τ resplandeçiendo τ enseñando en las dotrinas.
18 Algunos dichos elegantes de Aristótiles son los que se siguen: 19 Ninguno no deve fablar en ninguna parte cosas de loor de sí mesmo, porque el que se alaba vano es, τ y el que se denuesta, loco. 20 Iten dezía ser muy provechoso consejo a los omnes que se dan a las delectaçiones pensar τ traer a la memoria las delectaçiones pasadas, por que así consideradas fuesen amenguadas las presentes. 21 Porque las delectaçiones ya pasadas τ llenas de arrepentimiento subjetas son en tal manera a los ánimos[t6] de los onbres, que las presentes con menos cobdiçia causan que se apetizen τ deseen. 22 Dezía más, que un solo daño sofría de la pobreza; es a saber, no poder socorrer a los menesterosos. 23 Iten dezía que nunca devemos ser más vergonçosos que quando fazemos alguna fabla de los dioses. 24 Iten dezía que del buen varón era non saber fazer enjuria ni padeçerla. 25 La injuria injustamente fecha, de aquél es la infamia, del que la faze. 26 La victoria es de buscar entre nuestros parentes para la poder aver de los enemigos. 27 Si los omnes pudiese ser que toviesen los ojos de Linçeo, para que la su vista penetrase qualquier distançia o obstançia, 28 çiertamente verían quel que paresçe muy más fermoso en la sobrefaz del su cuerpo, dentro en las sus entrañas se vería muy feo. 29 Así que a ti no faze ser visto fermoso la naturaleza, mas la enfermedad de los ojos de los que te miran. 30 Difíçil cosa es provar a los amigos en el tiempo de la bienaventurança; y en el tiempo de la adversidad muy ligera cosa es provarlos. 31 Los omnes deven aparejar una vianda para el camino de la su vejez, la qual deve ser de erudiçión, de enseñamiento τ de letras. 32 Iten dezía que de dos linages de omnes se maravillava mucho; es a saber: de aquél en el qual no es ningund bien de vertud 33 pero, si dél lo dizen, açébtalo, τ créelo τ gózase con ello; 34 τ del otro, del qual dizen algunos males que en él no son, τ por aquello resçibe turbaçión en su ánimo. 35 Dezía que así commo la vista resçibe lumbre del aire que está al derredor della, que así el ánima resçibe la lumbre de los enseñamientos. 36 Iten dezía que las raízes de la çiençia son amargas, pero que los sus frutos son dulçes. 37 Iten dezía que tres cosas á menester la çiençia; es a saber: naturalesa, τ enseñamiento τ soledad. 38 Iten dezía que de los padres aquéllos eran los más nobles, los que guarneçen a los sus fijos de çiençia; 39 más que los otros que solamente engendran a sus fijos, por quanto aquéstos dan a sus fijos solamente el bevir, 40 τ los otros les dan el bien bevir. Iten dezía a los amigos: «¡Oh, amigos!, ninguno no es amigo». 41 Fue reprehendido Aristótiles una vez, por quanto dio limosna a un omne malo; el qual respondió a los que lo reprehendían: «Yo ove misericordia de la natura, mas no de la maliçia». 42 Dixo Aristótiles a uno que se estava vanagloriando que era de una çibdad muy grande: «No es de considerar de qué patria cada uno sea, mas de quál patria sea digno». 43 Aristótiles, redarguyendo algunas vezes a los ateneses, dezía que ellos avían fallado los argumentos, τ las razones τ las leyes; 44 pero que usavan solamente de las argumentaçiones, τ muy poco de las leyes. Preguntaron Aristótiles qué cosa es aquélla que se envejeçe muy aína; él dixo quel gozo. 45 Preguntáronle qué diferençia ay entre los omnes enseñados a los no enseñados. Respondió: «Lo que ay de los bivos a los muertos». 46 Preguntáronle qué cosa es amigo. Él dixo: «Un ánima que mora en dos cuerpos». 47 Preguntáronle que qué avía aprovechado a sí mesmo del estudio de la Filosofía. Él respondió: «Fazer las cosas no acostreñidamente; las quales otros algunos por temor de la ley fazen». 48 Preguntáronle que qué cosa devíamos ofreçer a los amigos. Él respondió: «Aquellas cosas que deseamos ser ofreçidas a nosotros». 49 Trasçendió Aristótiles en la Filosofía toda la medida umanal, diminuyendo della nada, mas añadiendo a ella muchas cosas, τ con la su sotileza endereçando en ella muchas cosas. 50 τ trabtó todas partes de la Filosofía, τ dio mandamientos a cada una dellas; tanto que paresçe que por la su envestigaçión τ enquisiçión aya escluido a todos los otros; tanto 51 quel común nombre de los filósofos él confiesa pertenesçer a sí mesmo. 52 Fue Aristótiles facundo en la eloqüençia, pero muy más abondoso en las sentençias. 53 Tovo gran abilidad de cuerpo τ gran perspicaçia de ingenio. 54 τ bivió sesenta τ dos años, siempre estante en muy buen vigor de ingenio. 55 τ commo ya viniese a los postrimeros días, toda la conpaña de los sus deçiplos se ayuntó τ vino a él, rogándole qu’escogese entrellos quál quería que fuese subçesor del su magisterio. 56 τ y eran entre estos sus deçiplos dos más esçelentes, más que ninguno de los otros. Los quales se llamavan Tesisto Alteo Sasto τ Menedemo, 57 de los quales el uno era de la ínsola de Lesbos τ el otro era de Rodas. 58 τ respondióles Aristótiles que le plazía de fazer aquello que le rogavan, quando viese que era tiempo. 59 τ dende a poco espaçio, todos estando presentes, commo bebiese de un vino que le dieron, dixo que lo fallava áspero τ no saludable; 60 por ende que le fiziesen buscar vino de Rodas e de Lesbos, para que quería provar quál le sabría mejor, τ le sería más provechoso. 61 τ commo le troxiesen de entramos aquellos vinos, alabólos a entramos a dos, pero dixo quel de Lesbos le paresçía el mejor. 62 τ así entendieron los sus deçiplos que Teosisto prefería[u6] a Menedemo en la voluntad de Aristótiles. 63 τ así era que era de costumbres más noble τ más suabe de lengua, 64 Ya después de muerto Aristótiles, todos los sus deçiplos se allegaron a Teosisto. 65 Conpuso Aristótiles muchos libros, los nombres de los quales son aquéstos: 66 Del arte de la Lógica; uno De las categóricas y otro De los predicamentos; De perianmenias, dos; De los primeros analéticos, dos; De los posteriores analéticos, II; 67 De los tópicos, VIII; De los elencos, II; De las artes, I; De las contençiones, II; De las sobluçiones; De las estençiones, IV; 68 De las divisiones sofísticas, IV; De contrariis[v6], I; Del género, τ del espeçia τ del propio, uno; 69 De los comentos argumentorios, III; De proposiçiones de vertud, II; De instançia, I; De divisiones, XVII; De difiniçiones de los primeros tópicos, VIII; De silogismos, II; 70 De soligetaçión del Universo τ del açidente, I; De los anetópicos τ tópicos contra las difiniçiones, dos; De los métodos, I; De aquellas cosas que por muchas maneras se dizen o segunt adiçión, I; 71 De prinçipio, I; De interrogaçión τ responsión, II; De las proposiçiones, I; De las proposiçiones contençiosas, II; De conpendios, VIII; De división, I; De difiniçiones, XIII; 72 De argumentaçiones τ proposiçiones argumentativas, XXV; De las divisiones de las contençiones, I; De dictión, II; De los físicos, VIII; De generaçión τ corruçión, II; 73 De ánima, III; Del çielo τ del mundo, IV; De sensuo esensato[w6]; De memoria τ reminiçençia; De sueño τ vergilia; De muerte τ vida; De juventud τ vejez; De las cosas vegetubles [ τ ] de las plantas; 74 Del creçimiento del río Nilo; De los animales, XIX; De la longura τ brevedad de la vida; De los quatro elementos, III; De la grandeza del cuerpo, uno; De los animales conpuestos, uno; 75 De los animales fablantes, I; De non granare granare[x6], I ; De unidad, I; De fisonomía, I; De natura, III; De naturalibus, I; De los metauros, IV; 76 De la Metafísica, catorze; De las piedras, uno; De buena Fortuna; De Poetría; De agregaçión de las artes, II; De arte, I; 77 Del arte de la Retórica, II; De arte otra, II; De las contençiones de la Retórica, I; De la elecçión de los anótomos; De persuaçión; De congregaçión, II; 78 De poetiçis de similis[y6], II; De perspetiva; De Astronomía; De las señales del invierno, I; De visible; De poetas, III; De esortaçiones de oraçión, I; 79 De dotrina τ deçiplina, I; De idea; De pasión; De Matematiçis, I; Del arte entrodutoria de las cosas divinas, I; De música, I; De tragerias, I; 80 De discalia, I; De indivisibiles anótomos, VII; De las mecónicas[z6], I; De la negoçiaçión del arte prática, II; De los medeçinales, II; De diçiplina, I; 81 De dubiis comerçiis; VI; De los perliánbulos[a7], I; De los poblemas de la Filosofía τ medeçinales; De los provervios; De las éticas, X; 82 De las políticas, VIII; De politice audito, VIII; De justiçia, IV; De justificaçiones, I; Del bien útile; iten Del bien, III; 83 De amatives τ posiçiones amativas, II; Del libre alvedrío, I; De justiçia, II; De concupiçibile, I; 84 De dispensaçión, I; De las pasiones de la ira; De la enbriaguez; De matrimonio; De amiçiçia, I; De moralibus, V; De injenuitate, I; 85 De concupiçençia, I; De las riquezas, I; De concupiçible, I; De la çevil conversaçión, II; 86 De la primitiva Filosofía, III; De la ley costitutiva, I; De leyes, IV; De las contiendas de Dionisio; De Esteusifo τ Senócrates; Contra el Timeo, II; 87 De algunas cosas primitivas, I; Contra Milesio, I; Contra Chineo, I; 88 Contra Gorgias τ Pitágoras, I; Contra Zenón, I; De pitagoriçis, I; Del olinpiatiçis, I; De Apolo, I; De los elementos apolíneos, I; 89 De conversaçión çevil, çiento τ sesenta leyes neçesarias, las quales son dichas diachimocráticas o ligárgicas, mistocráticas e tiránicas; 90 iten De los labradores a Alexandre; De redarguendis[b7], I; De los dichos que se deven guardar a Alixandre. 91 Iten yendo con Alexandre conpuso el estoria de Las dozientas τ çincuenta policías. 92 Iten escrivió epístolas a Filipo τ a Alexandre, τ muchos otros libros. Laerçio dize en el Libro de la vida de los filósofos, del qual muchos libros que aquí dizen son sacados, 93 quel número de los libros que conpuso Aristótiles llegó a trezientos, 94 aunque en otro lugar se dize que en todos los tractados que fizo fueron mil tratados por número.
[Capítulo 53, Xenófilo]
Menófilo
Menófilo, filósofo pitagórico de Calçedonia, bivió çiento τ quatro años; parte dellos en muy gran perfeçión τ esplandor de dotrina. τ en ella fue muerto.
[Capítulo 54, Fedón]
Fedrón
Fedrón Elidense muy gran familiar fue de Sócrates τ de Platón, τ deçiplo de entramos. τ fue filósofo ilustre. τ del nombre suyo Platón intituló el libro que fizo de la inmortalidad del ánima.
[Capítulo 55, Esquilo]
1 Cheschilo
Eschilo, poeta, escritor fue de tragedias 2 τ fue de la nasçión de los sivilos[c7] 3 τ léese que fue muerto por un caso muy maravilloso. 4 Ca segunt cuenta Valerio en el libro noveno[d7], commo un día saliese fuera de la çibdad do morava, asentóse en un prado. 5 τ un águila sobía por lo alto un galápago en las manos, a fin de lo dexar caer sobre alguna piedra, 6 para que después de quebradas las conchas, pudiese comer la carne. 7 τ commo el poeta estudiese asentado, tanto le reluzía la su calva, que el águila se engañó, pensando que fuese piedra. 8 τ soltó el galápago, τ dexólo caer sobre la calva del poeta. 9 τ fízole tan gran ferida que della fue muerto. 10 Floresçió este poeta Esquilo en los tiempos de Darío, rey de Persia.
[Capítulo 56, Espeusipo]
1 Sperisipo
Sperisipo, filósofo insigne, deçiplo fue de Platón τ sobrino suyo, fijo de su ermana. 2 De aquéste se leye aver seído aquella sentençia, la qual se dize que ovo dicho contra uno que lo alisongeava: 3 «Alisongeador –dixo–, dexa de engañar a los unos τ a los otros, porque no aprovechas nada a ti mesmo, pues que yo te entiendo». 4 Commo Picuro pensase quel sumo bien fuese la delectaçión, Antístenes socrático dezía que era el sumo mal; 5 τ aqueste Espeusipo dezía que la delectaçión τ el dolor eran dos males contrarios en sí; 6 τ quel bien era un medio que consistía entre estos dos.
[Capítulo 57, Apuleyo]
1 Apuleyo
Apuleyo, filósofo africano, platónico. 2 Floresçió en Greçia τ fue muy enseñado en la lengua griega τ latina. 3 Éste subçedió a Platón, τ escrivió muchos libros: uno De la vida τ de las costumbres de Platón; 4 otro que’s llamado De deo Socratis; 5 otro que’s intitulado De cosmografía; otro De la república; otro De las vertudes de las yervas; 6 otro libro Del asno dorado, el qual es partido en doze libros. 7 τ en aquéste escrivió que le ovo acaesçido que una muger le ovo dado a bever tales yervas, que le paresçió a él, 8 commo quiera que le quedó el ánimo umano, que fuese mudado en asno; del qual escarnesçimiento fue curado después.
9 Éstas son las sentençias que dél se leen en el libro que fizo De deo Socratis: 10 Ninguna cosa puede ser esa mesma juntamente aquexada[e7] y examinada. 11 Nin es ninguna de todas las cosas que juntamente pueda aver alabança de la diligençia τ graçia de la çeleridad. 12 Ni ninguna cosa es más semejable a Dios quel ánimo del varón perfectamente bueno. 13 Non ay ninguna cosa de que más me maraville que de ver cómmo todos cobdiçian muy bien bevir, τ sepan que no se puede bevir tanto en otra cosa commo en el ánimo; 14 nin pueden fazer que óbtimamente bivan si el ánimo no es bien labrado. 15 τ con todo aquesto los omnes, commo quiera que lo veen, nin labran ni curan del su ánimo. 16 Las otras artes τ çiençias sin vergüença se deven inorar τ dexar por saber, 17 así commo saber pintar o saber cantar. Aquestas cosas el varón bueno bien las puede menospresçiar sin vituperio del ánimo. 18 Mas no saber bien bevir, nunca lo osarás dezir sin vergüença, commo aquesto proçeda de sólo el ánimo. 19 Iten dezía que así devemos mirar a los omnes igualmente commo a los cavallos que queremos mercar, 20 en los quales no consideramos las guarniçiones nin los frenos, mas solamente el cavallo desnudo; acatamos que la su espeçia sea ábile τ bien dispuesta para correr. 21 Pues no quieras tu estimar las cosas agenas del omne, mas al omne solamente considera. 22 Yo llamo cosas agenas aquéllas que los padres dan a los omnes en la generaçión, o la fermosura que da la forma, o las riquezas inbidiosas. 23 Ca si genoroso es, a los parientes alabas; si rico es, no creo a la fortuna; si fuerte es, por enfermedad será fatigado; 24 si mançebo es, irse á en la vejez; si fermoso es, espera un poco τ verás cómmo no será. 25 Pero si el omne es sabio, estonçes lo alabas a él mesmo, ca la sabiduría non es cosa eredaria del padre ni cosa que carga de caso de Fortuna; 26 nin que puede ser caduca por debilitaçión de cuerpo nin por alguna hedad mudada. 27 Aquestas cosas todas ovo en sí el mi Sócrates; por ende menospresçió todas las otras. 28 Escrivió más Apuleyo un libro Contra Emeliano, adonde entre las otras cosas alaba a la pobreza, 29 τ dize que no es de aver vergüença del denuesto de la pobreza; 30 ca la pobreza es un crimen muy açebto a los filósofos; τ es muy mesurada en sus manjares, τ poco poderosa; 31 segura en ábito; sinple en çerimonias; bien amonestada de la conçiençia. La qual nunca inflamó a ninguno con sobervia nin robó a ninguno con poderío; 32 nin firió a ninguno con tiranía, la qual nin quiere algunas riquezas de vientre[f7] nin las puede querer. 33 τ si en todas las memorias de los omnes quisieres escudriñar, non fallarás ninguno que sea pobre. 34 Ca la pobredad entre todos los siglos es fazedora de las çibdades τ falladora de todas las artes. Ella es dadora a todas las naçiones de gloria. 35 Esa mesma pobredad, fue en Arístides justa τ en Fanón begnina; y en Epiménides, estrenua; y en Sócrates, sabia; y en Omero, desierta[g7]. 36 Y esta mesma pobredad fundó en el pueblo romano el inperio desdel su conmienço; 37 por lo qual, fasta el día de oy, acostumbran los romanos ofresçer los sacrifiçios a los dioses inmortales en fe en vasos de tierra, en çerimonia de la su primera pobreza.
[Capítulo 58, Plotino]
1 Plotino
Plotino, filósofo, deçiplo de Platón τ preçebtor de Porfirio, floresçió en Atenas. 2 De aquéste dize Mercurio que así fue Plotino singular filósofo, que la doctrina de la su filosofía seguía las pisadas de la su vida en tal manera, 3 que lo que dezía non lo mostrava por exenplos agenos, mas por propios enxenplos de la su vertud. 4 Ca fue aquel varón muy compuesto en todos los ornamentos de vertud, τ muy firme por estudio de todas las despusiçiones divinas. 5 τ fue justo, τ próvido, τ fuerte, τ tenplado, τ un tal omne que bien creía poder sobrar por la razón de la su prudençia todos los ínpetus de la Fortuna. 6 Así que descogió lugar de silla quieta τ reposada por se delibrar de todo bolliçio τ conversaçión; 7 solamente vacando en los insinios de la dibina institución, por que se pudiese armar contra todas las amenazas de la Fortuna, con estudio de defendimiento, entero τ no corruptible. 8 Aquéste menospresçió todos los insinios de los onores, reputando solamente ser propios onores aquéllos quel magisterio de la su prudençia le pudiese dar. 9 Así que ningund deseo de riquezas non lo pudieron atraer a sí, mas solamente pensava ser verdaderas riquezas aquéllas con las quales pudiese fallar el propio conosçimiento de las causas de las cosas.
10 Macrobio así mesmo en el libro Del sueño de Çipión algunos dichos de Plotino escrivió en esta guisa de las quatro virtudes: 11 Ser caternal género de vertudes. A las primeras llama políticas, de las quales la prinçipal razón es la Prudençia, la qual endereça la regla. 12 El qual dize que así endereça las cosas que ninguna non consienta fazer, salvo aquélla que’s derecha; 13 τ proveer a los umanos autos, así commo por divinos arbitrios. 14 τ del fuerte ánimo es traer el coraçón sobre todo miedo de peligro; τ non temer ninguna cosa si non aquélla que fuere torpe; 15 τ conportar fuertemente así las cosas adversas commo las prósperas. 16 τ de la Tenplança es non apetizar ninguna cosa de que omne se aya de repentir; 17 nin esçeder en alguna cosa la ley de la moderaçión; τ domar la cobdiçia so el yugo de la razón. 18 De la Justiçia es guardar a cada uno lo que suyo es; 19 τ el varón que’s desta manera bueno, será regidor primeramente de sí mesmo τ después de la cosa pública. 20 Las segundas, a las quales llama purgatorias, éstas son vertudes del omne que’s capaz de las cosas divinas. 21 τ solamente son de aquel ánimo que determinó consigo mesmo de purgarse de todo ensuziamiento del su cuerpo. 22 τ por una fuida de las cosas umanas determinó de se enxerir τ allegar a las cosas divinas. 23 Aquéstos son los que de todo en todo se secrestan τ apartan de los abtos de las cosas públicas, τ de todos los sus negoçios. 24 Las terçeras son las [de los] purgados ya de todos alinpiamientos deste mundo, τ puramente alinpiados. 25 Allí en aquellos tales non solamente Prudençia prefiere[h7] por grant escogimiento, τ antepone las cosas divinas a las umanas; 26 mas ya no conosçe a otras salvo a las divinas, ni acata en otra alguna cosa. 27 Allí es de la Tenperança non solamente repremir las terrenales cobdiçias, mas de todo en todo olvidarlas. 28 τ allí es de la Fortaleza inorar las pasiones, y no vençerlas; τ que non se sepa airar; τ que non cobdiçie ninguna cosa. 29 De la Justiçia es allí ser aconpañado con la divinal τ superna voluntad; 30 en tal manera que semejándola guarde con ella perdurable confederaçión. 31 Las quartas en aquesta mesma dispusiçión consisten, las quales son llamadas divinas τ de aqueste mesmo nombre, 32 de las quales todas las otras emanan por orden. 33 Ca si de todas las cosas otras son ideas en Dios, mucho más es de creer que consistan en la voluntad divina ideas de vertudes. 34 Allí la Prudençia es esa mesma voluntad divina; la Tenprança, la qual perpetua intençión es convertida en sí mesma, así que en ningund tiempo Dios se muda. 35 La Justiçia, la qual con perdurable τ senpiterna ley de la continuaçión de la su obra en Él a ninguna parte se inclina. 36 Aquestos quatro géneros de caternales virtudes muy gran diferençia tienen en las pasiones, 37 en las quales los omnes toman cobdiçia, τ se duelen, τ se gozan. 38 Aquestas pasiones, las primeras amollesçen; las segundas quitan; las terçeras olvidan; las quartas no es de nombrar la su obra.
[Capítulo 59, Hermes]
1 Ermes
Ermes egibçiano, el qual fue llamado Trimegisto, τ por otros Mercurio filósofo, fue deçiplo de Platón. 2 Aquéste escrivió un libro que fue intitulado De la palabra perfecta; τ escrivió otro libro que enderesçó a Escrivio[i7]. Floresçió en Atenas.
[Capítulo 60, Senócrates]
1 Senócratres
Senócratres, filósofo muy grande, desçiplo fue de Platón. 2 Aquéste, segunt cuenta Valerio, tanta abtoridad fue dada a su sabiduría que, 3 commo una vez fuese llevado costreñidamente ante el juez para que dixese su dicho τ jurase sobr’ello; 4 τ como ya llegase al ara para jurar que avía dicho verdad, 5 fue defendido por el Senado que Senócrates no jurase, que farta jura era la su sinple palabra. 6 Aqueste Senócrates dixo a un omne mucho fablador: «Oye mucho τ fabla poco, ca ya sabes que reçebimos de la natura una boca τ dos orejas». 7 Iten dezía que la injuria fecha, que la infamia no era del que la resçebía, mas del que la fizo. 8 A uno que le dezía mal respondióle Senócratres: «Así só yo señor de las mis orejas commo tú de la tu lengua». 9 Iten commo estudiese entre unos mal dizientes τ callase, preguntóle uno que por qué callava. 10 Él respondió: «Porque de aver fablado algunas vezes me arrepentí; mas por aver callado, nunca». 11 Aquéste, commo viese a un ladrón llevar a la forca, sonrióse, diziendo que los mayores ladrones juzgavan de muerte a los menores. 12 Alixandre envió sus mensajeros a Senócratres, con çinquenta marcos de oro, τ con otras joyas que le diesen. 13 τ Senócratres conbidólos a çenar en Academia, do estava, y segunt era acostunbrado, dioles la çena con muy poco aparato. 14 El día siguiente preguntaron los mensajeros que a quién mandava que diesen aquellas cosas que le traían. 15 Senócratres les dixo: «¿Cómmo no entendistes en la çena de anoche que yo non avía menester aquesos dineros que vosotros me traés?» 16 τ commo los mensageros se enojasen τ Senócratres los viese tristes, tomó del oro que le traían treinta onças pero non más, 17 por que paresçiese que no menospreçiava la liberalidad del rey Alixandre. 18 τ dize Valerio en el libro sesto[j7] que fue en Atenas un moço llamado Polemo[k7], dado a tantas desonestidades que se gosava de ser infamado por ellas. 19 τ commo una vez aqueste moço se levantase de un conbite, ya después de salido el sol, muy pesado de vino τ ungido todo de ungüentos muy buenos, τ vestido de una vestidura resplandeçiente, τ la su cabeça çercada de guirnaldas; 20 τ commo aqueste moço pasase por aventura por las escuelas de Senócratres τ las viese abiertas, entró en ellas, a fin de escarneçer con la su desonestidad τ luxuria los muy prudentes mandamientos de la Filosofía. 21 τ commo todos los que estavan con Senócratres lo indignasen, τ abominasen los sus dichos, 22 Senócrates sólo dexó aquello de que estava fablando, τ con un gesto muy grave τ sañudo començó de fablar de modestia τ tenperançia. 23 τ el moço Polemo, oyendo la gravedad de la palabra de Senócrates, luego primeramente lançó de sí la guirnalda que traía en su cabeça, τ desnudóse la vestidura resplandeçiente; 24 τ reprimió en sí el alegría de la su viçiosa cara τ boca, τ a la fin apartó de sí toda luxuria τ desonestidad en tal manera, 25 que por la melezina de la oraçión de sólo Senócrates fue sano aquel moço, y el que era infame escapó fecho filósofo.
[Capítulo 61, Demas]
1 Demas
Demas, filósofo de Atenas, floresçió en tiempo de Alixandre. 2 Aqueste Demas, commo viese a uno que andava mendigando las cosas nesçesarias para las mortajas, reprehendiólo τ dañólo, 3 diziéndole τ provándole que, commo el deseava gran ganançia, que aquésta non le podía a él acaesçer sin muerte de muchos. 4 τ Séneca escriviendo prueva que non se puede este fecho alabar, diziendo que qualquier cosa que es de reprehender, que esa mesma no es de dapñar. 5 Aqueste Demas, commo Alixandre quisiese aver la çibdad de Atenas, él persuadía a los ateneses que non gela diesen, antes que gela registiesen. 6 A la fin ovo Alixandre la çibdad τ Demas allegóse a Alixandre. 7 τ los ateneses, queriendo çelebrar τ isibir[l7] de divinales onras a Alixandre, Demas les dixo: «Ved vosotros que mientra el çielo guardáis non perdaes la tierra». 8 De aqueste Demas fue aquel dicho egregio: «Al amigo que me ruega por dineros prestados τ gelos do, a él τ a los dineros pierdo».
[Capítulo 62, Anaxímenes]
1 Anaxímenes
Anaxímenes, orador fue τ maestro de Alixandre en el arte oratoria. 2 El qual se dize que ovo escripto la Estoria de Alixandre. 3 De aquéste cuenta Valerio que, commo Alixandre fuese con gran ira a destruir la çibdad de Lábsaco, 4 falló que salía a él ya fuera de la çibdad Anaxímenes, su maestro. 5 τ sabiendo Alixandre que le venía a fazer plegarias por que non la destruyese, antes que Anaxímenes le fablase alguna cosa, juró Alixandre de non fazer nada de lo que le rogase entonçes Anaxímenes. 6 τ dixo Anaxímenes: «Pues agora yo te pido que tú destruyas la çibdad de Lábsaco». 7 τ por esta manera la çibdad fue delibrada y escapó que non fuese destruida.
[Capítulo 63, Epicuro]
1 Epicuro
Epicuro Atenés. 2 Commo quiera que segunt dize Gerónimo nunca aprendió letras, τ segunt Boeçio testifica no sopo el arte de desputar; 3 enpero muchas cosas son dél falladas egregiamente dichas. 4 Dezía aquéste que el omne sabio pocas vezes se deve ligar por casamiento, porque muchos incomodos τ dagños son mesclados con las bodas. 5 Dezía más, que las riquezas, τ las onores, τ las sanidades de los cuerpos, que ni eran bienes ni males. 6 Gerónimo recuenta algunas sentençias d’Epicuro en esta guisa: Epicuro fue afirmador del deleite. 7 Lo qual mucho fue de maravillar que todos los sus libros finchó de frutas, τ mançanas, τ viles manjares, 8 diziendo que devían los omnes usar de las carnes τ de los manjares adquisitos[m7] con muy gran cura τ soliçitud. 9 «¡Oh, miserables –dize Gerónimo– los que aquestas cosas afanan por aparejar!, ca mayor pena resçiben en las buscar que deleite en usar dellas». 10 Séneca así mesmo en esta manera escrive en los dichos elegantes de Epicuro: Onesta cosa es la alegre pobreza, ca çierto no es pobreza si alegre [no][n7] es. 11 Dezía más, los amigos asaz somos grand teatro el uno al otro. 12 Al que las cosas que tiene non le paresçen farto abundosas, aunque sea señor de todo el mundo miserable será. 13 Nosotros devemos escoger algund varón bueno que tengamos ante nuestros ojos, por que así bivamos commo si él acatase el nuestro bevir; τ así fagamos todas las cosas commo si él las viese. 14 Si a la natura bivieres nunca serás pobre; τ si bivieres a la opinión nunca serás rico. 15 Muy poco es lo que desea la natura, τ non tiene medida lo que desea la opinión. 16 Si quieres fazerte rico non as de añadir a la pecunia, mas amenguar en la cobdiçia. 17 Comienço es de salud aver notiçia del pecado τ pensar en la muerte. 18 Non quiere ser corregido aquél que non sabe el su pecar. 19 La ira destenplada locura engendra. 20 El comer τ bever, nin el uso con las fenbras, nin el abondo de los pescados, ni otras cosas desta manera que resplandeçientemente se aparejan para la vida de los omnes, non fazen estas cosas la vida suave, mas la sobria τ mesurada disputaçión. 21 Aquéllos usan moderadamente de las abundançias de los conbites, los que non las buscan fuera de moderaçión. 22 Muchas molestias se engendran de los deleites de los manjares. 23 Estas cosas τ otras muchas loables dixo Epicuro, pero en otras muchas erró, 24 ca dixo que Dios no curava de las cosas umanales, τ que estava uçioso τ non fazía nada. 25 τ dixo que la delectaçión era el sumo bien; τ dixo que las ánimas morían con los cuerpos. 26 Floresçió Epicuro en tiempo de Çiro, rey de Persia.
[Capítulo 64, Polístrato]
Polístrato τ Ypoclides
Polístrato τ Ypoclides, filósofos, deçiplos fueron de Epicuro; y en uno y en ese mesmo día nasçieron entramos, y en otro τ ese mesmo día fueron muertos.
Aparato de variantes
[a5] H y E ofrecen «inprudente», que enmiendo siguiendo el texto latino.
[b5] Curioso error. H y E parecen haber coincidido en una enmienda que sigue la lectio facilior. P ofrece la mejor lectura, a la vista del texto latino. Knust corrige sin más el «pebnsando» de E en «pensado». Sigo, por una vez, el texto de P.
[c5] Sucede lo mismo: P contiene la lectura más acorde con el original latino. ¿P tiene a la vista un testimonio latino? No parece, como sugieren muchas lecturas aberrantes.
[d5] Palio, manto griego.
[e5] Entiendo que significa báculo, bordón.
[f5] En el libro II.
[g5] Escritor alejandrino, peripatético, del último cuarto del siglo III a.C. Compuso Vidas de escritores, como la Vida de Eurípides, conservada en un papiro de Oxirrinco. Vid. Vita di Euripide, Pisa, Libreria Goliárdica, 1964.
[h5] Sigo aquí la lectura de E y P porque me parece más próxima al original latino: corpusculi.
[i5] Tanto Knust, en los textos castellano y latino, como Stigall, leen cuarto (Val. Máx. IV, 3, extr. 4); también BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249 y BNP lat. 10344.
[j5] Sigo la lectura de H frente a «pre∫tançia» de E y P. Sin embargo –cfr. Stigall, p. 118, nota s– existen ambas lecturas (prestancie y constancie) en distintos testimonios del texto latino.
[k5] Knust da «quinto» en latín y en castellano (Cfr. De beneficiis, V, 4, 4), pero otros testimonios latinos, como BNP lat. 6069c, BNP lat. 10344 y BNP lat. 13475: sexto (Knust, 196, Stigall, 119).
[l5] Caso curioso: el texto latino ofrece in dolio o in doleo, en la tinaja, en el barril. Sin embargo, P ofrece un espacio en blanco, y H y E parecen restituir cada uno por su cuenta lo que debió de ser una laguna en el antígrafo común.
[m5] En IV, 3, ext. 4.
[n5] De nuevo los tres manuscritos presentan un espacio en blanco, sólo rellenado posteriormente por otra mano en H con la palabra «verças».
[o5] Knust da «quinto», de acuerdo con la fuente: Tusc., V, 30, 92. BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249, BNP lat. 10344 y BNP lat. 13475 dan «2º». No es difícil la confusión entre 2 y 5 en arábigos.
[p5] En III, 30, 8.
[q5] Los tres mss. ofrecen «sobre». Knust enmendó con «sobra» [en el original superat], pero «sobre» (en subjuntivo) también hace sentido.
[r5] Tanto el contexto como el original latino (dedecorat) piden «afea», pero los tres mss. ofrecen la misma lectura. Sin embargo, se lee en BNP lat. 6069c (fol. 23r): et dixit: magis te decorat aurum quam ornet.
[s5] Aunque inusual tan tardíamente, es forma plausible del indefinido.
[t5] En I, 44, 104.
[u5] En VIII, 6, ext. 5.
[v5] H ofrece una lectura totalmente distinta, más alejada del original latino.
[w5] Cultismo: innecesario.
[x5] Los tres testimonios coinciden en la lectura, que no parece hacer sentido. Knust propone: «las quales purgas fiso ser el yndustria cobdiciadas de otros muchos avidos de solida alabança».
[y5] En I, 6, ext. 3.
[z5] Knust ofrece «decimo sesto», de acuerdo con el texto latino que edita y con la fuente. BNP 6069c da «xviiº». BNP lat. 13475 da «8º».
[a6] En los tres testimonios, pero la lección correcta del texto latino, que sigue a Diógenes Laercio, es «Aristocles». Sin embargo, BNP lat. 6069c (fol. 23v), BNP lat. 6249 (fol. 43r) y BNM 10570 (fol. 48 r) dan primus aristotiles dictus est. BNP lat. 10344 abrevia el nombre y lo torna irreconocible.
[b6] En Diógenes Laercio se habla de la amplitud de su locución y de su frente ancha.
[c6] Ep. 53 a Paulino.
[d6] Knust, atendiendo al original latino, enmienda «incendios», pero los tres testimonios ofrecen «entendimientos»; quizá sea error en el antígrafo por «encendimientos», que propongo.
[e6] Lejos. «¡O quanto estava lenxos de ty estonçes el reyno doctal de Creusa, [[tu suegro e]] la fija del Rey Creon!», Juan Rodríguez del Padrón, Bursario, ed. Pilar Saquero y Tomás González Rolán, Madrid, Universidad Complutense, 1984, pp. 144-145 (apud CORDE).
[f6] En V, 35.
[g6] En Somn. Scip., I, 13, 5.
[h6] «quarto», como leen Knust y Stigall (Val. Máx. IV, 1, ext. 2). BNP lat. 6069c da «viiiiº» y BNP lat. 6249 «iiiiº». BNP lat. 13475 da «xº».
[i6] Aquí con el sentido que perdura hoy; ambas acepciones (aviso y pena) conviven en el texto.
[j6] De nuevo en IV, 1, extr. 2, pero aquí si da bien la referencia.
[k6] Instancia, insistencia.
[l6] Cfr. Polichraticus, VIII, 12, 4.
[m6] Gastos.
[n6] Sentencia oscura, que resume un texto más amplio del original latino: re namque publica frui iure pupilli percelebre est, et eam tunc demum recte procedere cum caput eius se inutile esse cognoscit nisi fideliter membris cohereat (Stigall, 138, Knust, 228).
[o6] En los testimonios del texto latino encontramos diversas lecturas: incitaret, concitaret, excitaret.
[p6] Helinando.
[q6] Knust enmienda «se mueve». La prueba de que no se entiende es que P ofrece «mora» en vez del «morra» de H y de E.
[r6] No lo identifico. Trobitus en BNP lat. 6069c (fol. 25v) y theobrotus en BNP lat. 6249 y BNP lat. 13475; thobrotus en BNP lat. 10344. No aparece en Diógenes Laercio. Knust (p. 233) señala entre sus fuentes Speculum historiale, IV, 78; en la edición de Douai, Baltasar Belleri, 1624, que utilizo, efectivamente en el Index librorum et capitulorum se habla de Platón (además de en otros dos lugares) en el Libro IV, cap. 74. Pero en esa misma edición el libro IV no tiene más que 71 capítulos y no localizo el pasaje del suicidio en el Speculum historiale.
[s6] Otra deificación evemerista.
[t6] El texto latino pide «ánimos», pero los tres testimonios leen: «años».
[u6] Iba delante de. «Capitulo xxiiijº. commo la costunbre prefiere al derecho comun en esta materia», Alfonso de Toledo, Invencionario, ed. Philip O. Gericke, Hispanic Seminary of Medieval Studies, Madison, 1995 (apud CORDE).
[v6] Ninguno de los tres testimonios da una lectura satisfactoria, que cabe restaurar con el original latino.
[w6] H y P ofrecen «esensato», mera transcripción de la forma que, frente a «sensatione» ofrecen antiguos impresos. Cfr. Knust, 284, 4n. En H, tras «esensato» hay un espacio en blanco. BNP lat. 6069c y BNP lat. 6249 dan de sensu τ sensato (fol. 26v y 49v). Es la forma habitual en la lista de obras del Estagirita en los manuscritos medievales.
[x6] En el texto latino de non generare.
[y6] El texto latino dice de poeticis disciplinis.
[z6] En el texto latino mechaninis.
[a7] De parabolis en el texto latino.
[b7] No aparece en el texto latino.
[c7] Siculus, en el texto latino. Ninguno de los testimonios lee bien.
[d7] En IX, 12, ext. 2.
[e7] Apremiada, resuelta con prisa. «Et por la grant et aquexada fuga del cieruo seyendo yo cansado et mi cauallo dexe de alli auant de seguir lo mas». Juan Fernández de Heredia, Historia troyana (BNM 10801), ed. John J. Nitti y Lloyd A. Kasten, Hispanic Seminary of Medieval Studies, Madison, 1995, fol. 93r.
[f7] Delicias ventris.
[g7] Expresiva, elocuente (diserta).
[h7] Precede, va delante.
[i7] El texto latino ofrece Asclepium. Los tres testimonios leen mal, entiendo que no se trata del verbo «escribió» sino de una lectura errónea: «Escrivio». BNP lat. 6069c da: ∫cripium; BNP lat. 6249 ∫cilipium; BNP lat. 10344 eu∫ebius. BNP lat. 13475 eclipuim.
[j7] «quarto» en Knust y en el texto latino que ofrece (268), pero otros testimonios latinos dan VI. En realidad, la anécdota viene de Val. Máx. VI, 9, ext. 1. BNP lat. 6069c da en esta ocasión «xº».
[k7] Esto mismo cuenta Boccaccio en su Genealogia deorum, IV, 44, p. 269. La obra de Boccaccio debió de ser redactada ca. 1350-1360, bastante después del texto de Burley.
[l7] Exhibir.
[m7] Exquisitos. los tres testimonios ofrecen esa lectura.
[n7] Enmiendo para adecuar la construcción al sentido del original latino.
La vida y las costumbres de los viejos filósofos
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