Filosofía en español 
Filosofía en español

Gualterio Burley

La vida y las costumbres de los viejos filósofos

Edición de Francisco Crosas López


[Capítulo 17, Pitágoras]

1 Pitágoras

Pitágoras, filósofo de la nasçión de Samia. 2 Segunt dize Justino[x1], fijo fue de un mercador, el qual avía nonbre Magito, mas él fue más rico quel padre por ende, 3 porque la mercaduría del padre no pudo ganar tantas cosas quantas el fijo supo menospreçiar. 4 τ después que fue informado en grandes prinçipios de la sabiduría, fue en Egibto primeramente τ luego en Babilonia a aprender los movimientos de las estrellas, τ a catar la orígine del mundo. 5 τ allá alcançó mucha çiençia τ muy alta. 6 τ bolvió de allá τ fue en Creta τ Laçedemonia a conosçer las leyes de Minus τ de Ligurgo. 7 Después de guarnido de entender de todas estas cosas vino a Cretoria[y1], τ falló el pueblo dado a mucho viçio τ luxuria. 8 τ con la su mucha ciencia τ abtoridad revocó τ traxo al pueblo a comer frutas τ mieses, τ se abstener de comer carnes. 9 E tanto estudio puso en aquel pueblo a los traer a comer frutas τ mieses, τ los abstener de las carnes τ de todos los otros superfluos manjares, 10 que algunos ovo de los de aquel pueblo que nunca luxuriaron, lo qual paresçió cosa increíble. 11 τ con su estudio reduxo a las matronas a se apartar de los varones, τ los moços [abandonados][z1] de los padres a guardar castidad, τ devidos serviçios de onesta conpañía. 12 Entroduxo que las matronas apartasen de sí las vestiduras doradas τ todos los otros ornamentos de dignidad, así commo a instrumentos de luxuria. 13 τ que las sus vestiduras las levasen al tenplo de Juno τ que gelas ofreçiesen τ consagrasen. 14 τ enseñávales que los verdaderos ornamentos de las matronas avían de ser de castidad, que no las vestiduras. 15 Timeo filósofo[a2] escrive que la fija de Pitágoras era una virgen, τ que en el coro de las vírgines se aventajava, τ que guarnesçía a las otras vírgines en las doctrinas de la castidad. 16 τ segunt dize Boeçio en el primero libro De la arte música, este Pitágoras fue el inventor de la música arte, τ fallóla por los ineguales pesos de los martillos firientes, τ por el desacordado sonido dellos, τ el no igual tendimiento de las cuerdas, τ por la no igual longura de los cañutos. 17 Isidoro en el terçero libro de las Etimologías así dize de Pitágoras: 18 «El primero que ovo escripto de la deçiplina del cuento açerca de los griegos fue Pitágoras. 19 τ después fue más difusamente dispuesta de Nicómaco. La qual çiençia açerca de los latinos, el primero Apuleo, τ después Boeçio trasladaron». 20 τ segunt dize Sant Agostín en el sesto[b2] de La çibdad de Dios, deste Pitágoras fue primeramente nasçido el nonbre de la Filosofía; ca commo en antes los filósofos fuesen llamados sabios, 21 él preguntado qué prometía en ser filósofo, respondió: «Conviene a saber, estudioso o amador de la sabiduría», 22 ca muy vanagloriosa cosa le paresçía a él τ de gran arogançia confesar ser sabio. 23 Dízese segunt Tulio en el comienço del sesto[c2] libro de las Tusculanas qüestiones que Pitágoras, veniendo ante Leontes, rey de los filiasoros, que enseñó ante él muchas cosas conpuesta τ enseñadamente. 24 Maravillado el rey del ingenio τ la eloqüençia de tan alto varón, preguntóle quál era el arte en quél más confiava. 25 Respondióle Pitágoras quél no sabía arte alguna, mas que era filósofo. 26 E, maravillado Leontes de la novedad de aquel nombre ser, preguntóle qué cosa era filósofos, τ qué diferençia avía de filósofos a los otros onbres. 27 Al qual Pitágoras dixo: «A mí paresçe que la vida de los omes es así commo un ayuntamiento τ congregaçión de los juegos que se çelebran en toda Greçia, a los quales los ombres vienen con diversas afecçiones. 28 Los unos, por que resçiban corona del jugar aventajado; otros, provocados por las ganançias de mercar τ vender; 29 otros vienen ni por causa de resçebir plazer ni buscar ganançia, mas por acatar estudiosamente τ aprender lo que an de fazer. 30 Por esa manera los ombres en esta vida, así commo si viniesen de la otra vida τ natura, así se ocupan en los estudios de la gloria o de la ganançia, o todas las otras cosas contadas. 31 Por ninguna cosa estudiosamente se dan a velar τ a catar la naturaleza de las cosas, 32 así que nós a los filósofos amadores de la çiençia los llamamos. 33 τ así commo en aquellos juegos muy más libre se falla para los mirar el que no viene a ellos por buscar otra cosa, 34 así en esta vida la contenplaçión de las cosas τ la cogitaçión dellas deve ser avida por más loable τ más digna que todos los otros estudios». 35 Dize Agostino en el seteno De Çivitate Dei que Pitágoras fue gran nigromántico. 36 Dize Valerio en el libro quinto[d2] que tanta veneraçión τ abtoridad le fue dada de sus deçípulos τ auditores, que en las disputaçiones, si les demandavan causa τ rasón de lo que dezían, esto sólo respondían: que Pitágoras lo avía dicho. 37 Tanto fue grande en la Filosofía especulativa, que apenas alguno de los filósofos se pudo a el egualar. 38 τ tanto fue grande en la onra de la justiçia τ religión, que.l autoridad del su nombre rigió los pueblos de Italia, que antiguamente la Gran Greçia se llamava. 39 τ después de su muerte todos por su doctrina se tenplaron de todo comer de carnes de animales. 40 Aquéste considerava τ veía las naturalesas τ costumbres que los moços que le traían a oír dél avían de aver τ seguir. 41 Aquesto congecturava τ veía él en la filosomía, τ cara, τ ábito del cuerpo de los que le traían. 42 Conosçía en çiertas señales los cavallos[e2] que avían de ser buenos. 43 Todos los sus diçiplos ayuntavan en uno los dineros τ lo que tenían, τ era entrellos conpañía inseparable. 44 Todos ellos bivían en comunidad, τ amávanse los unos a los otros. τ Pitágoras, amándolos, los enseñava que la amistad de la verdadera ánima[f2] de muchos faze uno. 45 Cuenta Valerio en el libro quinto[g2] que Damón τ Fidias, deçiplos de Pitágoras, tanto ayuntaron entre sí fiel amistad, 46 que commo a uno de aquéllos Dionigio tirano quisiese matar, τ aquél demandase a Dionisio liçençia para ir a su casa a ordenar sus cosas antes que muriese; 47 el uno de aquellos amigos no dubdó de quedar en rehenes en poder del tirano τ por fiador de la venida del que iva. 48 τ commo se ya açercase el día que era señalado al que avía de venir τ él non viniese, todos dañavan τ culpavan la confiança de tan loco fiador commo de aquél que avía quedado en rehenes. 49 Pero él no dubdava nada de la constançia de su amigo. 50 τ en aquella mesma ora τ momento por Dionigio constituida sobrevino aquél que avía ido a su casa, presentándose al tirano, τ demandándole que absolviese a su amigo de la fiança. 51 τ Dionigio, maravillado del coraçón de entramos, perdonóle la muerte que le quería dar, τ demandóles que reçibiesen a él por terçero en aquella conpañía de tan firme amistad. 52 Enseñó Pitágoras aquestos enigmatos τ figuras que, después, de otros filósofos fueron escritos; es a saber: 53 La balança no trasmudes; es a saber, no traspases la justiçia. 54 No acresçientes el fuego con el cuchillo; es a saber, no acrescientes el coraçón irado τ lleno de iras con palabras mal dichas. 55 Quando fueres, nunca vuelvas; es a saber, nunca desees esta vida después de la muerte. 56 No andes por la carrera pública; es a saber, no sigas los yerros de los muchos. 57 No resçibas la golondrina en tu casa; es a saber, no consientas que contigo moren nin fagan conpañía los ombres bervosos τ burladores τ palabreros. 58 A los cargados, sobrepón carga, τ no comuniques con los que dexaren la carga; es a saber, que a los que van por el camino de la vertud de non ser cargados de mandamientos τ amonestaçiones con que la sigan; τ los dados al oçio son de desmanparar. 59 Así commo enseñava que no devía ser tomada corona; es a saber, que devían ser guardadas las leyes τ las sus palabras; 60 τ que non devían comer coraçón; es a saber, que devían alançar la tristeza del coraçón. 61 τ que no devían partir de la guerra nin de la estançia sin mandamiento del enperador; es a saber, que no devían sacar el ánima del cuerpo sin la voluntad de Dios.

62 Así mesmo, de los sus dichos notables son avidas las cosas que se siguen: 63 Por todas maneras son de huir τ de cortar aquestas cosas; es a saber: la flaqueza del cuerpo, la inorançia del ánima, la luxuria del vientre, τ la traiçión de la çibdad τ la discordia de la casa. 64 τ todas las cosas dezía que devían ser comunes, τ ser ombre a sí mesmo otro amigo. 65 τ dezía que era de aver muy gran cuidado mayormente en dos tiempos; es a saber, en la mañana τ en la tarde; quiere dezir de las cosas que avemos de fazer τ de las que ovimos fecho. 66 E dezía que la verdat luego devía ser onrada después de Dios, la qual sola faze a los ombres ser muy çercanos a Dios. 67 τ dezía que estonçes nos començamos a ensañar contra nos quando dexamos de nos ensañar contra los otros; ca el fin de la ira comienço es de penitençia. 68 No es libre aquél al qual el ánimo sobervio inflama. 69 Si el varón es muy bueno, en su aspecto se muestra; no puede ser bueno aquel varón que fuer malo así en las sus costumbres. 70 No sabe fablar el que no supo callar. 71 Dos linajes de lágrimas son en los ojos de las mugeres: uno, de verdadero dolor; otro, de asechanças. 72 Los ombres avarientos semejables son a los moços de tierna hedad, a los quales no es dado lugar de usar de ninguna cosa de lo suyo. 73 Pitágoras dixo a un ombre avariento: «Locamente pereçen en ti las tus riquezas, que semejables son a la pobredad; pues, teniendo aquéstas, tu padesçes mengua». 74 Preguntó uno a Pitágoras si cobdiçiava ser rico; al qual respondió: «Yo menospresçio aver las riquezas, las quales por liberalidad se pierden, τ por avariçia se podreçen». 75 Vido Pitágoras uno vestido de preçiosas vestiduras que fablava cosas desonestas, τ díxole: «O fabla palabras semejantes a tus vestiduras, o viste paños semejables a tus palabras». 76 Preguntaron a Pitágoras qué cosa fuese en el mundo nueva; respondió: «Ninguna cosa». 77 Preguntado qué cosa fuese Filosofía, respondió: «Pensamiento de la muerte, que tienta cada día de sacar el cuerpo de la cárçer de cativerio τ reduzirlo en libertad». 78 Pitágoras fue el primero que entre los griegos falló las ánimas ser inmortales, mas erró, que dixo que traspasavan de unos cuerpos en otros. 79 En lo qual dixo de sí que primeramente que avía seído Enfero, τ después que avía seído Talides, τ la terçera vez que avía seído Ericano, τ la quarta Pirro, τ a la fin Pitágoras. 80 τ después dezía que a çiertos currículos de años, aquellas cosas que avían seído avían de tornar a ser fechas. 81 τ después de muchos estudios Pitágoras vino en Italia, τ en aquella parte que en otro tiempo era dicha la Grant Greçia, adonde oyó a Archita Tarantino. τ dende pasó en Metaponto τ aí fallesçió. 82 Del qual quedó tanta opinión en el pueblo que de la su casa fizieron tenplo, τ a este Pitágoras en lugar de Dios lo honraron. 83 Floresçió Pitágoras en el tiempo de Nabucodonosor, rey de los asirianos.

[Capítulo 18, Anaxágoras]

1 Anapágoras[h2]

Anapágoras, τ por otros llamado Anaxágoras, filósofo asiano, 2 floresçió en Atenas en el tiempo del rey Xerçes. Estudió por treinta años en la Filosofía. 3 Fue oidor τ deçípulo de Anaxímenes τ preçebtor τ maestro de Archelao. 4 τ aquéste, commo fuese rico, desmanparadas las sus posesiones por gracia de estudiar, metióse en prolongada peregrinaçión. 5 τ commo de uno fuese acusado, el qual le dezía: «Tú no as cuidado de tu patria»; estonçes Anaxágoras, tendiendo el braço τ mostrándole el çielo, le dixo: «Antes es a mí gran cuidado de aquella mi patria». 6 E commo dize Valerio en el libro octavo, que bolviendo después a su tierra después de muchos tiempos, τ viese sus posesiones desiertas, dixo estas palabras: 7 «Çierto yo no avría seído salvo ni cobrado si aquestas cosas no oviesen seído perdidas». 8 τ commo aquéste estoviese disputando con los sus diçípulos, τ llegase un mensajero denunçiándole la muerte de su fijo, él non se retruxo de la su disputaçión; 9 antes, segunt dize Valerio en el libro sesto[i2], respondió al que le denunçiava la muerte de su fijo, diziendo: 10 «Çierto tú no me dizes ninguna cosa nueva, ni de mí no esperada. Yo bien sabía que aquel nasçido de mí fuese mortal»[j2]. 11 τ preguntado una vegada que para qué avía seído fecho, respondió diziendo que para contenplaçión del sol, τ de la luna τ del çielo. 12 τ commo seyendo desterrado de Atenas, uno le dixese: «Tú eres privado τ apartado de los ateneses»; él respondió: «Çierto no, antes son ellos de mí». 13 Segunt dize Tulio en el libro primero de las Tusculanas qüestiones, que commo ya fuese viejo, que le preguntaron sus amigos si quería que le levasen a su tierra para que muriese en ella. 14 Él dixo: «No es nesçesario, ca de qualquier parte está la vía para los infiernos». 15 E segunt dize Valerio en el libro octavo[k2], demandóle uno que quién le paresçía bienaventurado. Él dixo al preguntante: 16 «Ninguno de aquéllos de los quales tú estimas por bienaventurados; mas fallarlo as en el número de aquéllos que tú crees ser miserables. 17 No será abundante de riquezas ni de onores, mas será un pequeño río, τ fiel, τ non de cobdiçiosa dotrina. 18 Será más bienaventurado en secreto que no en la cara ni aparençia». 19 Este Anaxágoras fue muy estudioso τ escrivió muchas cosas del movimiento del çielo, τ del curso de las estrellas, τ de la natura de las cosas. 20 E bivió setenta τ dos años. Puesto en la cárçel de los ateneses porque les dezía quel sol que ellos adoravan era una piedra inota.

[Capítulo 19, Crates]

1 Crates

Crates tebano, filósofo. 2 Fue oidor de Estilbón τ preçebtor τ maestro de Zenón. 3 Aquéste, segunt dize Gerónimo en la epístola terçera, tomó un gran peso de oro τ lançólo en la mar, diziendo: 4 «Idvos de mí, pésimas riquezas; τ antes yo somiré a vosotras, que sea de vosotras somido». Ca non pensó que juntamente podían estar virtudes τ riquezas. 5 Aquéste, segunt dize Séneca en el libro primero de las Epístolas, commo un moço le viese andar señero paseando, preguntóle que qué fazía allí solo. 6 Respondióle Crates: «Estóme aquí, fablando comigo». 7 El moço le replicó: «Pues guarte, yo te ruego, non fables con ombre malo».

[Capítulo 20, Estilpo]

1Estilpón

Estilpón, filósofo, maestro de Crates Tebano. Floresçió en Academia. 2 Aquéste, commo su tierra fuese tomada de los enemigos, τ él perdiese su muger τ sus fijos, 3 τ todos sus bienes por fuego público fuesen quemados, τ él escapase solo, 4 preguntóle Demetrio si avía perdido todos sus bienes. 5 El qual respondió: «Todos los mis bienes yo comigo los traigo», 6 ca entendía el que en el coraçón los traía, que non a cuestas, nin en los onbros.

[Capítulo 21, Arquíloco]

1 Archílogo

Archílogo, poeta máximo, fue avido por muy claro açerca de los de Laçedemonia, segunt dize Valerio en el libro sesto. 2 τ después, porque conpuso unos libros inpúdicos –es a saber, que ivan contra la castidad– 3 echaron los laçedemonios fuera de la çibdad todos sus libros, τ desterraron a él con ellos, 4 porque pensavan que la su licçión era vergoñosa τ inpúdica τ non quisieron que los ánimos de los moços fuesen doctrinados de la sçiençia de los sus libros, 5 por que no dapnasen más a las costunbres que aprovechasen a los ingenios. 6 En tal manera que aquel poeta muy grande, porque fizo su casa aborreçible con las sus desonestas doctrinas, por pena de destierro lo apartaron. 7 Floresçió Archílogo en el tiempo de Manasés, rey de Judea.

[Capítulo 22, Simónides]

1 Simónides

Simónides, poeta. Segunt dize Valerio en el libro primero[l2], navegando por la mar aplicó[m2] a la ribera τ falló ende un cuerpo humano muerto, τ enterrólo. 2 τ commo le enterrase, fue amonestado del cuerpo quel día siguiente no navegase. 3 Simónides, siguiendo sus amonestamientos, folgó allí aquel día. τ otros algunos que navegaron ese día por grant fortuna de tempestades y proçelas[n2] fueron anegados. 4 τ commo este mesmo çenase en una casa de çerca de Jetebua, fuele denunçiado que dos mançebos estavan a la puerta, los quales le rogavan que luego en punto saliese a ellos. 5 El qual, commo luego saliese, no falló ninguno; e en ese mesmo momento cayó la techunbre de la casa do estava, τ oprimió τ mató quantos dentro quedaron. 6 Preguntaron a Simónides cómmo podrían los ombres desviarse de las malquerençias de los enbidiosos. 7 Él respondió: «Tú non temerás a los enbidiosos si de las grandes cosas no tovieres alguna, τ si las tienes, si bienaventuradamente dellas husares». 8 Preguntáronle qué cosa es aquélla que entre los ombres muy aína envejeçe. Respondió: «El benefiçio».

9 De aqueste Simónides se leen las sentençias que se siguen: Más segura cosa es callar que fablar, por quanto ya conosçemos muchos engañados por fablar τ no alguno por callar. 10 La esperança de lo por venir es remedio de los males. 11 La conçiençia non divilita nin pone más flaqueza en el inoçente, commo sea solaz al ombre en las cosas adversas no aver mereçido lo que padeçe. 12 La Fortuna desmanpara muchas vezes al inoçente, pero la buena esperança nunca. 13 Aqueste Simónides en edad de ochenta años enseñó, τ conpuso muchos versos. τ floresçió en tiempo de Manasés, rey de Judá. 14 Léese de aqueste Simónides que, commo Gerón, tirano de Çeçilia, le preguntase qué tal fuese Dios, o qué cosa fuese, Simónides le demandó un día d’espaçio para delibrar. 15 τ commo Gerón a cabo de tres días aquello mesmo le preguntase, él demandó otros dos días d’espaçio. 16 En tal manera que quando Gerón le demandava la difiniçión que le preguntara, Simónides le demandava multiplicaçión de días para delibrar. 17 A la fin Gerón, maravillado, preguntóle que por qué fazía aquesto. 18 Simónides le respondió: «Porque quanto más luengamente en esto considero, tanto aquesta cosa me paresçe mayor τ más difíçil».

[Capítulo 23, Arquitas]

1 Archicán[o2]

Archicán Tarantino, filósofo, del qual Pitágoras τ Platón fueron oidores τ deçiplos. 2 Floresçió en aquella parte de Italia que en otro tiempo fue dicha la Gran Greçia. 3 Aquéste, segunt dize Tulio en el libro De senetute,[p2] dezía que no avía dado la natura a los ombres más mal capital τ pestilençia que la voluntad en el cuerpo; 4 τ commo ninguna cosa no oviese dado Dios al ombre más prestante quel seso, 5 por ende no avía ninguna cosa tan enemiga en los ombres a la voluntad divina commo la delectaçión. 6 Lo qual, por que mejor pudiese ser entendido, fingía quel ombre era inçitado de tanta delectaçión de ánimo naturalmente, quanto se podía dezir τ entender. 7 Pero dezía que en aquel tiempo que los ombres gozavan de la vida no podían obrar nada en la consideraçión, ni conseguir nada de su contenplaçión, ni entender alguna cosa de la razón. 8 Así mesmo, segunt dize Tulio en el libro De amiçiçia, aquéste, fablando de amiçiçia, dezía: «La natura non ama ninguna cosa solitaria; 9 tanto que si alguno subiese en el çielo τ catase la natura del mundo, τ la fermosura de las estrellas, todo aquello non le sería dulçe nin suave, si sin amigo τ conpañero tomase la tal administraçión. 10 Lo qual le sería muy jocundo si toviese algund amigo a quien lo recontase τ con quien lo confiriese». 11 Aqueste Archicán dixo del ánima la sentençia que se sigue: «El ánima es conpuesta a enxenplo deste número uno; 12 la qual así se enseñorea en el cuerpo sin tener lugar señalado 13 commo este cuento uno se puede antedezir a todo número sin tener lugar çertificado». 14 Así mesmo dezía que ninguna pestilençia no era más capital en la delectaçion del cuerpo, de lo qual son inçitadas la golosa τ loca τ desenfrenada luxuria; 15 τ de aquí naçen las perdiçiones de las tierras τ los destruimientos de la cosa pública. 16 Tanto que no es ningund pecado ni mal fecho para el qual despertar τ fazer la luxuria τ delectaçión a los ombres no despierte τ atraiga. 17 Aqueste Archica, segunt dize Valerio en el libro quinto[q2], commo estuviese airado contra un su familiar, díxole estas palabras: 18 «Yo tomaría agora de ti pena τ benganças, si contra ti no estoviese airado». 19 τ más quiso dexarlo por punir que, seyendo irado, más grave de lo justo por ventura lo castigar.

[Capítulo 24, Esopo]

1 Esopo

Esopo Adelfo, poeta. 2 Claresçió en tiempo de Çiro, rey de Persia, τ fue griego de la çibdad de Ática. 3 Varón engeñoso τ prudente, el qual fingió fablas elegantes, las quales uno llamado Rémulo traduxo de griego en latín. 4 En las quales, para demostrar la vida de los ombres τ las costunbres que deven seguir, introduze a aves, τ árboles, τ bestias fablantes para provar cada una de las sus fablas. 5 Las quales quien estudiosamente las quisiere acatar fallará tales juegos puestos, que mezcla risa τ aguzan el ingenio. 6 De aquéste se dize que ovo seído muerto del sobre dicho Çiro, rey de Persia.

[Capítulo 25, Zenón]

1 Zenón

Zenón Euchligensi, filósofo, diçiplo de Crates Tebano τ maestro de Sócrates 2 Fue inventor de la secta de los estoicos. 3 Éste bivió çiento τ siete años, τ nunca en este tiempo çesó del estudio. 4 Aquéste, segunt cuenta Valerio en el libro terçero, commo pudiese usar de segura libertad en la su patria, partióse della, τ fue a la çibdad de Agrijentina, 5 la qual muy duramente era agraviada por crueldad de un bravo tirano, 6 confiando poder mitigar con su prudente persuasión la feroçidad τ crueza de aquel tirano. 7 τ commo en ninguna manera lo pudiese amansar, inçitó a los más nobles mançebos de aquella çibdad contra el tirano, τ púsoles gran cobdiçia de librar su tierra de aquél. 8 τ commo este fecho fuese descubierto τ el juizio de aquesta cosa viniese a sabiduría del tirano, mandó tomar a Zenón. 9 τ fizo convocar el pueblo en el mercado, τ ante todos dar tormentos a Zenón, faziéndole preguntas τ demandándole que quáles avían seído partiçioneros con él en aqueste consejo. 10 Pero Zenón, no le nonbrando a ninguno, fizo presumir al tirano τ aver por sospechosos todos los suyos que más çercanos le eran, τ más fieles. 11 E commo fiziese atormentar gravemente a Zenón, nunca por todo eso él dio boz alguna nin gemido, 12 mas desde allí do lo estavan atormentando rogava al pueblo fuertemente que se levantasen contra el tirano. 13 Fasta tanto que fizo mudar el coraçón de toda la çibdad, τ levantóse todo el pueblo contra el tirano, τ apedráronlo. 14 E de Zenón dize Séneca en el libro De tranquilitate anime que le fue nunçiado τ fecho saber que todos sus bienes eran perdidos con naufragio τ fortuna de la mar. 15 Estonçes él respondió: «Agora vos digo que me manda la Fortuna más espedida τ despachadamente filosofar». 16 Éste ovo dicho: «Conosçe que es tu lazo el ombre malo que blandamente te fabla».

[Capítulo 26, Gorgias]

1 Gorgias

Gorgias, filósofo liençeno, floresçió en Atenas τ fue muy sabio. 2 Fue maestro de Isócrates. 3 De aquéste se dize que fuese sacado del vientre de su madre, después que muerta τ la toviesen puesta en el ataúte; 4 ca commo las mugeres sacasen el cuerpo muerto, fueron oídos los gritos del infante. 5 Aquéste, segunt dize Esidro en las Etimologías, fue uno de los primeros inventores de la retórica arte. 6 τ segunt dize Gerónimo en el libro primero Contra Joviniano, aqueste Gorgias ovo conpuesto un libro muy fermoso De concordia, como quiera que en su casa oviese gran discordia entre él τ su muger. 7 τ aqueste libro rezó Gorgias en la fiesta de la Olinpiada, donde Melanoro, su enemigo, dixo contra él estas palabras: 8 «Aquéste nos manda usar de concordia, el qual a sí, τ a su muger, τ a su sierva no puede en su casa en concordia sostener». 9 Aquesto dezía por quanto la muger de aqueste Gorgias çelava τ avía enbidia de la fermosura de su sierva; τ al su muy casto varón con cutidianas vergas castigava. 10 Aquéste, segunt dize Tulio en el libro De senectute, cunplió çiento τ siete años, τ jamás çesó de su obra τ estudio. 11 Preguntaron a Gorgias que por qué deseava durar tan luengamente en la vida. 12 Él respondió: «Porque no fallo cosa alguna que acuse a la mi vejez». 13 τ commo muriese, dizese que oviese dicho que avía dolor, porque entonçes desmanparava la vida quando le paresçía que començava a saber. 14 Tanto fue avido Gorgias en gran veneraçión entre los griegos, que le fizieron estatua de oro maçiça τ sólida, la qual fizieron poner en el tenplo de Apolo Délfico; 15 puesto que fasta entonçes algunos otros de aqueste tiempo estatuas doradas oviesen colocado[r2].

[Capítulo 27, Isócrates]

1 Isócrates

Isócrates, filósofo, oidor τ deçiplo fue de Gorgias, filósofo. 2 Floreçió en Greçia, en el tiempo del rey Asuero. 3 Aquéste, segunt dize Valerio en el libro octavo, conpuso un libro lleno de ardiente espíritu, el qual libro fue dicho Tánatos[s2]; 4 τ acabó la obra dél aviendo noventa τ quatro años. 5 τ segunt dize Calçidio, aquéste en los sus amonestamientos alabó mucho a la [virtud][t2] 6 τ dixo que açerca della estava toda causa de prespicaçia τ de todos bienes. 7 τ dixo que aquésta sola era la que convertía las cosas inposibles en posible facultad. 8 Aquéste dixo: «¿A quién pesará de meterse en los fechos de generosa magnanimidad?; o, después de resçebida, ¿quién se quexará que lo fatigue, 9 τ así commo vençida[u2] de dificultades, se aparte del su trabajo?» 10 A éste preguntaron sus amigos que por qué no se entremetía en negoçios de çibdad. 11 Él respondió: «Porque yo no sé quál es la cosa que aqueste lugar escallenta; τ porque lo que a mí escallenta tú no sabes». 12 Aqueste Isócrates escrivió un libro de Amonestamientos a Dimonio, del qual algunas cosas notables aquí son recolegidas; las quales son las que se siguen: 13 Sey fiel a los dioses, non tan solamente sacrificándolos, mas perseverando en ello por sacramento; por quanto aquello es juizio de las obras, τ aquesto otro señal de bondad. 14 Tal sey a tus padres qual deseas que tus fijos fuesen para ti. 15 No pienses que es bien de fablar aquellas cosas que es viçio fazerlas. 16 Nunca creas quel mal fecho que fizieres se puede esconder ca, si a los otros se ascondiere, tú mesmo serás dello sabidor. 17 Ave vergüença de los pecados, commo quiera que tú no los ayas fecho, ca muchos son los que no saben la verdad τ congebturan por la opinión. 18 Si te acaeçier el peligro de la muerte, procura de conservar la tu salud en opinión de buena fama, por que la muerte tuya con infamia no sea; 19 por quanto la natura a dado sentençia contra todos de morir, τ contra solos los vertuosos de bien morir. 20 No seas magnífico ni curioso en vestiduras. 21 Menospreçia a los que son solíçitos en allegar riquezas, τ a los que non quieren usar de las cosas poseídas[v2]. 22 Aborreçe a los lisongeros así commo engañadores, por quanto cada uno déstos te injuria igualmente. 23 Noblemente farás si fueres amador del saber. Conserva aquellas cosas que oviste sabido; 24 E las cosas que no oviste aprendido non te faga vergüença de las demandar a tus deçiplos si las supieren, ca muy aborreçible cosa es oír aquello que es provechoso τ non aprenderlo. 25 No ames la risa destenplada, ni digas palabra con injuria, ca lo uno es fecho de loco, τ lo otro de furioso. 26 Guarda más el depósito de las palabras quel de las riquezas. 27 No tomes a ninguno por amigo antes que sepas en qué manera sea avido con los otros sus amigos, τ cree que en tal manera se avrá contigo que con los otros. 28 No entres en el amistad arrebatadamente, pero después que en ella entrares procura de perseverar en ella, ca muy mala cosa es no tener algund amigo τ remudar[w2] a muchos. 29 El oro provamos en el fuego, τ los amigos en el adversidad los conosçemos. 30 Así te mienbra de los amigos absentes commo de los presentes, por que no parezcas no amar a los absentes. 31 Muy aborreçible cosa es ser sobrado de los daños de los enemigos τ vençido de los benefiçios de los amigos. 32 Faz bien a los buenos τ avrás la graçia dellos[x2]. 33 El que faze bien a los malos es semejable al que ama a los perros ajenos, que así ladran a los que les lançan el pan commo a los otros. 34 Prolongadamente te conseja de lo que has de fazer, pero lo que ya ovieres delibrado ligeramente lo pon en obra. 35 Estonçes serás tú despertado a bien te aconsejar si acatares las calamidades τ angustias que vienen de las cosas que careçen de consejo. 36 Ca estonçes somos más solíçitos de conservar la sanidad quando bien acatamos las miserias que se recreçen de la enfermedad. 37 Quando quisieres aver consejo en las cosas que as de fazer, ordena las cosas de por venir a enxenplo de las pasadas; 38 ca de las cosas conosçidas nasçe muy sabida congectura para tenplar las no conosçidas. 39 Quando te fuere nesçesario de demandar consejo a alguno sobre tus fechos, acata primero cómmo él a dispuesto los suyos; 40 por quanto el que mal ordena las cosas propias nunca provechosamente dará consejo en las agenas.

[Capítulo 28, Protágoras]

1 Protágoras

Protágoras, sofista, floresçió en Atenas en el tiempo del rey Asuero. 2 De aquéste dize Eusevio que los ateneses por decreto público le ovieron quemado[y2] todos los sus libros. 3 τ segunt dize Agelios[z2] en el quinto libro de Las noches de Atenas, un mançebo llamado Anchelao[a3] se ovo dado a la deçeplina de aqueste Protágoras, 4 por aprender dél la Eloqüençia en las oraçiones de las causas. 5 E prometióle de le dar gran dinero el primer día que sopiese proponer en las causas ante los juezes, si en tal manera orase que vençiese. 6 E commo aqueste mançebo tanto oviese aprovechado en la facundia de la Eloqüençia mediante lo que Protágoras le avía enseñado, 7 después de discurso de luengo tiempo denegava de dar patroçinio a los causantes, ca se pensava que avría de pagar, si lo fiziese, el presçio que a su maestro avía prometido. 8 Protágoras, veyendo aquesto, movió litigio a su diçiplo Enchelao, demandándole el presçio que con él avía pactado. 9 E commo viniesen ante los juezes a fin de les cometer aquesta causa, Protágoras dixo: 10 «Dame lo que te demando, agora sea pronunçiado por sentençia contra ti, agora sea pronunçiado por ti. 11 Ca si contra ti fuere pronunçiado, tú me serás tenudo de pagar por sentençia, por yo vençer; 12 si por ti fuere pronunçiado, dévesme pagar, por el pacto que comigo pusiste, porque tú vençes». 13 Al qual respondió Anchelao, diziendo: «Aprende, maestro, cómmo en una manera ni en otra non te daré lo que me demandas, agora sea pronunçiado contra mí, agora por mí. 14 Ca si por mí fuere pronunçiado, yo non te deveré alguna cosa, pues seré asuelto por sentençia, por que vençeré. 15 Si contra mí fuere pronunçiado, non te deveré ninguna cosa, pues que yo non venço». 16 Los juezes ovieron aqueste litigio por inexplicable τ dexaron la cosa no juzgada, τ dilataron aquesta causa por muy luengos días.

[Capítulo 29, Crisipo]

1 Crispus

Crispus, filósofo estoico, asiano. 2 Del qual, segunt dize Séneca en la epistola diez[b3] es aquesta sentençia: 3 El sabio non le mengua cosa alguna, pero fázenle menester muchas cosas; 4 τ por contrario, es al loco que no á menester cosa alguna, τ á mengua de todas, porque no sabe usar de ninguna. 5 Aqueste Crispus, aviendo ochenta años, acabó de conponer un velumen de libro de tanta sotileza, que para conosçer las cosas que en él escrivió sería menester luenga vida. 6 De aquéste dize Valerio en el libro octabo[c3] que entendió así la eternidad de las ánimas; 7 que estando en el artículo de la su muerte, juntó las manos contra el çielo, entendiendo que la su ánima avía de convolar τ traspasar en el çielo. 8 Aqueste Crispus, juntamente con Zenón, fue prínçipe de la seta de los estoicos, de los quales se lee aquesta sentençia: 9 que toda perturbaçión se puede derraigar τ desturpar de las voluntades de los ombres. 10 E aquesto mesmo sintieron los viejos académicos, pero los peripatéticos dizen que aquestas perturbaçiones se pueden quebrantar, regir τ moderar, τ así commo cavallos desenfrenados con ásperas riendas conpremir τ domar. 11 Aquestas sentençias que se siguen se leen, entre otras de aquestos estoicos: 12 Aquesto sólo es bueno que’s onesto. 13 No le fallesçe ninguna cosa para bevir aquél en el qual está la vertud. 14 Pequeña τ grande es la culpa[d3]. 15 Los locos todos salen de seso; sólo el sabio es rico. 16 El loco, segunt los lógicos, no tiene todos los vicios; mas naturalmente es enclinado a todos: unos en luxuria τ otros en avariçia.

[Capítulo 30, Sócrates]

1 Sócrates

Sócrates, filósofo atenés, 2 uvo el padre marmorario τ la madre partera. 3 Fue deziplo de Archelao τ maestro de Platón, τ fue el primero que falló la Ética Filosofía. 4 τ éste traspasó fasta las finales regiones de la tierra por adquerir sabiduría fasta la su vejez. 5 τ commo quiera que fuese muy sabio, no se reputava saber alguna cosa, antes dezía muchas vezes, segunt dize Gerónimo en la Epístola a Paulino: 6 «Aquesto sólo sé; es a saber, que no sé ninguna cosa». 7 Este Sócrates en tanto grado fue estudioso, segunt dize Séneca en la epístola setuagésima quarta[e3], que inclinó la universal Filosofía a conponer τ corregir las costunbres de los onbres. 8 El qual dezía que no era otra cosa Filosofía sino distinguir τ apartar los bienes de los males. 9 E Tulio dize en el libro de las Tusculanas qüestiones, que Sócrates deçendió la Filosofía del çielo, τ la colocó en la tierra τ en las çibdades; 10 τ instituyó la Ética para corregir las costunbres, dividiéndola en quatro partes; conviene a saber: en Prudençia, Justiçia, Fortaleza τ Tenprança. 11 Fue Sócrates tanto maravilloso en castidad, τ justiçia, τ en las otras virtudes, que por la gran eminençia de las eroicas vertudes fue pronunçiado τ avido entre las gentes por más que onbre τ filósofo. 12 τ segunt dize Agelio en el segundo libro de Las noches de Atenas, que algunas vezes fue fallado Sócrates estar en estado no movible desde la mañana τ primer nasçimiento de la luz fasta el nasçimiento del sol del día siguiente. 13 τ que todo este tiempo estava Sócrates inmovible en uno y ese mesmo lugar, 14 y sobre aquellas mesmas pisadas, la cara τ los ojos derechos τ levantados en el çielo, contenplativo τ cogitabundo, τ levantada toda la mente en las çelestiales cosas. 15 τ dízese que tanto fue dado a la tenprança, que todo el tiempo de su vida ovo salud sin ofensa de enfermedad, τ caresçió de toda manzilla de delectaçión. 16 Enseñava Sócrates que muchos querían bevir por comer τ beuer, pero que él solamente quería comer τ bever por bevir. 17 Fue guarnido Sócrates de mirable paçiençia. Nunca fue vençido por ningunas tribulaçiones. 18 τ segunt dize Laerçio en el libro de La vida de los filósofos, Sócrates fue ferido una vez de un ombre que le dio una coz. 19 τ commo algunos se maravillasen del su sofrimiento, Sócrates dixo: «Si un asno me oviese dado aquesta coz, ¿por ventura avíalo yo de acusar en juizio? 20 Pues ¿por qué yo no sofriré con tan egual ánimo los colpes de los ombres sinples commo las feridas de las no razonables bestias?» Ca era poderoso de menospreçiar los vituperios. 21 τ segunt dize Séneca en el libro terçero De Ira, commo Sócrates fuese ferido una vez de uno que le dio una bofetada, 22 no dixo otra cosa sino que era triste, porque los ombres no sabían quándo avían de salir de su casa con baçinete de gualteras[f3] o cuándo no. 23 Ca mucho se enseñoreava de las sus pasiones, la mayor señal de ira que en él avía era fablar paso, τ más baxo, e más tenpladamente; 24 e paresçía que entonçes resistía τ contradezía a sí mesmo. 25 τ trabajava mucho por enfrenar τ opremir por razón todos los sus arrebatamientos. 26 τ commo un mançebo llamado Zéfiro, deziplo de Sócrates, el qual juzgava por las formas τ filozomías de los ombres las sus naturas τ condiçiones; 27 commo aqueste recogiese de las señales de Sócrates muchos viçios τ malas condiçiones que en él devía aver, τ lo dixese en el convento[g3] de los deçiplos de Sócrates, 28 fue escarneçido dellos, por quanto no conosçían viçio ninguno en Sócrates. 29 Pero Sócrates alabó a Zéfiro τ ensalçó el su saber, diziendo que las señales en él de ser viçioso eran verdaderas, commo el dezía; 30 pero que por razón él las avía desechado τ vençido. 31 τ en ese mesmo tenor de cara persistía quando las cosas adversas lo persiguían. 32 τ segunt dize Gerónimo, uno dixo a Sócrates: «Tal ombre dixo mal de ti». Al qual Sócrates respondió: «Por eso dixo mal de mí, porque no ovo aprendido fablar bien». 33 τ a otro que le dixo: «Tal ombre retracta de ti», Sócrates respondió: «De mí él no retratará, porque esas cosas que él dize en mí no son». 34 Dezía Sócrates que convenía a los ombres seriosa τ tardineramente acatar aquellas cosas que dellos los mal dizientes retrayan[h3], 35 por que, si aquellas cosas que retraen falláremos en nos ser verdad, las corrijamos; ca si verdad no fueren, non nos tocan ninguna cosa a nós. 36 Los ateneses, queriendo acreçentar la muchechunbre de la gente de la su tierra, que por pestilençia τ batallas fuera diminuida, ordenaron que cada uno de los ateneses toviese muchas mugeres. 37 Así que tomó Sócrates dos mugeres; es a saber, a Xantipo τ a Mirto, nieta de Arístides. 38 τ, commo cuenta Gerónimo Contra Juviniano, commo ellas entre sí muy a menudo peleasen sobre Sócrates, él escarneçía dellas, 39 diziendo que por qué litigavan sobrél, que era un ombre muy diforme, los pechos pelosos, las narizes levantadas, la fruente calva, los cabellos largos, los onbros llenos de pelos. 40 A la fin tanta renzilla cresçió entre ellas, que se vinieron contra él, τ lo firieron tanto que lo fizieron fuir, τ lo persiguieron. 41 E commo en un tiempo Sócrates resçibiese muchos conviçios τ vituperios de su muger Xantipo; 42 τ que desde una cámara[i3] do estava entre otras cosas le lançó las orinas desde la finiestra, 43 Sócrates, bolviendo la cara contra arriba, no dixo otra cosa salvo: «Yo bien sabía que de semejantes truenos tal lluvia avía de venir». 44 τ, segunt dize Ajelio en el segundo[j3] libro de Las noches de Atenas, que Archipades preguntó a Sócrates que cómmo podía sofrir muger tan renzillosa commo era la suya, Xantipo; 45 τ que cómmo conportava de noche τ de día en su casa las molestias τ contiendas mugeriles. 46 Al qual respondió Sócrates: «Por ende sostengo estas renzillas τ contiendas de mis mugeres dentro en mi casa, por que esté mas aparejado τ demostrado para sofrir las injurias τ baldones de los de fuera, 47 τ más exerçitado me falle para resçebir los dardos de las amenazas de los estraños». 48 Otra vegada le preguntó Alchipiado, segunt dize Laerçio, que cómmo aún podía sofrir los clamores τ vituperios continuos de su muger Xantipo. 49 Al qual Sócrates respondió: «Así estó ya acostunbrado de sobrar los clamores de mi muger, commo aquéllos que continuamente oyen el ruido de la rueda. 50 τ tú, Achipiado –dize Sócrates–, ¿cómmo conportas las bozes de las ánsares en tu casa?» 51 Archipiado responde: «Porque me ponen uevos τ pollos». 52 «Así –dize Sócrates– mi muger Xantipo me pare a mí fijos». 53 Así mesmo, segunt dize Agelio, Sócrates ovo fijos de su muger Xantipo mucho semejables a la madre τ muy poco al padre, ca fueron muy arrebatados, τ de mal ingenio, τ mal sofridos en todas cosas; 54 pero Sócrates bivió con ellos paçíficamente. 55 Así mesmo tenía un siervo muy triste τ de malas costunbres, pero Sócrates sienpre fue muy paçiente contra él. 56 τ segunt dize Séneca en el segundo libro[k3] De Ira, commo este su siervo algunas vezes le ofendiese, 57 Sócrates dezía contra él: «Çierto yo te daría correcçión si no estudiese irado contra ti». 58 τ quiso prolongar la vengança para tiempo más sano, ca no fue osado de se someter a la ira. 59 Sócrates sostuvo prolongadamente con gran paçiençia muy grave pobreza, la qual los cargos domésticos gela fazían sentir muy más áspera. 60 Sócrates, invicto τ nunca vençido en las persecuciones τ molestias, commo aquél que otro mundo esperava, τ de las cosas de aquéste era menospreçiador, fue sienpre egual de ánimo en gran desegualeza de forma. 61 Archelao, rey de Persia, enbió a rogar a Sócrates que viniese a él a resçebir dél benefiçios. 62 Al qual Sócrates respondió que no quería ir a él a resçebir benefiçios, commo él eguales no los pudiese dar, 63 temiendo que no fuese costreñido de resçebir aquellas cosas quél no quisiese; 64 ni quél oviese de tomar cosa que fuese non digna de Sócrates resçebir; 65 ni quiso el varón de ánimo libre ir en voluntaria servidunbre. 66 τ segunt dize Séneca[l3] en el libro De los benefiçios, muchos deçiplos de Sócrates le fazían presentes τ dones segunt sus facultades. 67 τ un su deziplo pobre llamado Echines dixo a Sócrates: «Maestro, yo no fallo cosa que te dar que digna sea para tú la resçebir. 68 Así que dóte una sola cosa que tengo; es a saber, a mí mesmo. τ aquesto toma τ a tu plazer τ dispusiçión la rige». 69 Al qual respondió Sócrates: «Gran don es éste que me diste; τ pues que así es, yo te resçibo para te tornar a ti mesmo mejor que te resçebí». 70 Segunt dize Apuleyo, Sócrates persuadía a los sus deçiplos que muy a menudo se contenplasen en el espejo, 71 por que aquél que se fallase conplaziente de fermosura, procurase de no denostar con malas costunbres la dignidad de la fermosura del su cuerpo; 72 τ aquél que se fallase menos comendable de fermosura τ de forma, diese tan avisada obra a su bevir, que con el alabança de la virtud encubriese la su torpitud. 73 Aqueste Sócrates, segunt dize Teodoro[m3], commo quiera que fuese el más alto en la deçiplina de los filósofos, en tanto grado fue muy estudioso, que entendió que no era indigna cosa de la Filosofía aprender aun fasta de las mugeres; 74 tanto, que no ovo vergüença de llamar maestra a Diotima. 75 Preguntado Sócrates de un menesteroso que qué devía fazer él, que tenía pocas cosas τ avía menester muchas, 76 Sócrates le responde: «Si las tus cosas a ti no te abastan, tú te ordena así que tú mesmo abastes a ellas». 77 Commo un ombre burlador preguntase a Sócrates, deteniéndole en palabras, que le enseñase los mandamientos de la Filosofía, 78 Sócrates le dixo: «Dos mandamientos de Filosofía son a ti muy nesçesarios; el uno es que sepas callar y el otro es que aprendas fablar». 79 Preguntaron a Sócrates qué cosa era el ombre sin çiençia. Respondió que era así commo provinçia sin rey. 80 Preguntáronle qué cosa era la sustançia de la bienaventurança. Dixo: «Dar guarladón a los dignos». 81 Preguntáronle qué cosa era moço. Respondió: «Vertud la qual es no mucha»[n3]. 82 Un mançebo preguntó a Sócrates si se casaría o si se devía abstener del matrimonio. 83 Al qual Sócrates respondió: «En cada una destas dos cosas as de fazer penitençia. Que si no tomas muger, solo serás, τ careçerás de fijos, serás feneçimiento de tu linaje, τ ageno eredero resçebirá los tus bienes. 84 E si por ventura la tomares, avrás cuidado perpetuo, τ gran contestaçión de querellas, çaherimiento del dote, τ grave tormento de los afines τ parientes, 85 suegra renzillosa τ gran sospiçión de ageno adulterio, τ inçertenidad de los fijos que te nasçieren». 86 Preguntó uno a Sócrates, segunt dize Séneca, que qué cosa era que las sus peregrinaçiones τ caminos que fazía non le aprovechavan ninguna cosa. 87 Sócrates respondió: «Por ende no te aprovechan las tus peregrinaçiones, porque çiertamente llevas a ti contigo mesmo. τ la causa que te alança al caminar, ésa va delante ti. 88 ¿Quál novedad de tierras puede en ti fazer cosa notable, o el conosçimiento de çibdades τ lugares? Çiertamente, esta jatançia τ vanagloria mucho es írrita τ vana. 89 ¿Quieres saber por qué aquesta fuida no te ayuda? Porque contigo mesmo fuyes, τ no te puede plazer ningund lugar en antes que aquesta carga del camino deseches τ apartes de ti». 90 Preguntaron a Sócrates en qué cosa podía cada uno alcançar fama muy buena. 91 Él respondió: «Si fizieres muy buenas cosas τ fablares pocas». 92 Preguntaron a Sócrates, segunt se dize en el Policrato, en qué manera se podía venir en la cunbre de la sabiduría. 93 Respondió: «Ninguno puede ser rico en la sabiduría si no se creyere ser pobre τ menguado para la aprender». 94 Preguntado fue Sócrates de uno, segunt dize Tulio en el libro quinto de las Tusculanas qüestiones, que de qué tierra era[o3]. 95 Respondió: «Yo mundano só», ca Sócrates se reputava por çibdadano τ vezino de todo el mundo, no apropiando a sí ninguna patria. 96 Como Sócrates aparejase de resçebir a unos sus uéspedes con asaz flaca τ pobre çena, τ un su amigo de Sócrates jelo reprehendiese, 97 él respondió: «Si mis uéspedes buenos son, con igual ánimo lo resçibirán; τ si malos, no es de curar». 98 Commo algunos deçiplos de la dotrina de Sócrates, idóneos τ bien mereçientes, rogasen a Sócrates que les amostrase algund mandamiento para hordenar su vida; él mandólos venir consigo en su casa. 99 τ llamó a la prinçipal de sus mugeres, τ mandóle que alançase τ derramase desde unas ventanas unos grandes vasos que estavan llenos de miel τ de aseite. τ ella luego lo fizo. τ maravillados los deçiplos, Sócrates dixo: «Si vosotros tenéis este poderío en vuestras casas, bienavenrada vida dispornéis». 100 Sócrates, segunt se dize en el Policrato en el libro octavo, aprendió el arte de la música en la su vejez, creyendo que si la música le desfalleçiese, que el cúmulo τ ayuntamiento de las çiençias le era desfalleçedero. 101 Rogava Sócrates a todos que aprovechasen el exerçiçio del estudio, diziendo dellos que si buenos fuesen, que del aprovechamiento de la çiençia serían fechos dignos para ser promovidos a grandes cosas; 102 τ si por ventura malos fuesen, que con la dotrina del saber ocultarían el su viçio τ torpitud. 103 Así mesmo enseñava Sócrates que los ombres devían esquivarse de aquel comer τ bever que, allende de contentar a la fanbre τ a la sed, es visto provocar al apetito. 104 Dezía Sócrates que se maravillava mucho de los que fazían imágenes lapídeas, tentando de fazer las piedras semejables a los ombres. 105 Antes dezía que los ombres devían lo tal menospreçiar, por que ellos no fuesen vistos semejables a las piedras.

106 De los dichos τ proverbios notables de Sócrates son avidos éstos que aquí se siguen: Quando el sol nasçe es de buscar el consejo, τ quando se pone, el conbite. 107 En tal manera faz por los ajenos que no olvides tus negoçios. 108 Del consejo arrebatado sienpre se sigue arrepentimiento[p3]. 109 El bien fablar es prinçipio del amistad; τ el mal dezir es de las enemistades comienço. 110 El amigo pocas vezes se gana, τ aína se pierde. 111 Con los amigos conviene de aver breves oraçiones τ luengas amistades. 112 El que demanda lo que’s difíçil a sí mesmo se lo niega. 113 Gózate más de los benefiçios dados que de los reçebidos, por quanto aquéllos tienen sustançia de gloria τ los otros de nesçesidad. 114 Nunca el mal ajeno fagas gozo tuyo. 115 La palabra que tú sólo oyeres, enterrada será açerca de ti. 116 Si bien fizieres, a ti mesmo ayudarás. 117 Del buen varón es saber padesçer τ no saber fazer injuria. 118 El mal autor la buena cosa faze torpe. 119 El que poderío tiene sobre los otros mucho deve purgar la su conçiençia, por que él no cometa lo que en los otros faze vendicar. 120 Loca cosa es que aquél se quiera enseñorear sobre los otros que de sí mesmo no se puede enseñorear. 121 Si alguna cosa dubdas, non la fagas; antes fuye de fazer aquello que fuese negado por el juizio de tu amigo. 122 Si quisieres paz no fagas mençión de batalla. 123 τ mejor cosa es esquivarte que espantarte, τ más provechosa pararte bermejo con vergüença que amarillo con miedo. 124 Torpe es aquella mengua que nasçe del lugar donde ay gloria τ riqueza. 125 En tal manera aprovecha a tu amigo que a ti no enpescas. 126 Así usa de lo que tienes que no ayas menester lo ajeno. 127 Muchos pierden lo suyo mientra apetizan[q3] las cosas agenas. 128 Vela quando el uso lo demandare. 129 Sigue el arte onesta que bien supieres τ ovieres aprendido. 130 Grave es aquel trabajo del qual non se sigue ningund efecto. 131 Conviene de aver tenprança de buscar el dinero τ guardarlo. 132 Entiende más en guardar tu conçiençia que tu fama, por quanto algunas vezes puedes ser engañado por fama, mas por conçiençia nunca. 133 La bienaventurança sienpre está sobgebta a las cosas adversas, τ pocas vezes viene el daño si no de parte del abundançia. 134 Guarte no pierdas la sobriedad por causa de la luxuria. 135 No quieras discutir salvo lo que osares, nin aprovar sino lo que creyeres. 136 Esquiva la confiança de injusta defensión. 137 Non consientas ser engañado por prudençia, ni por cobdiçia vençido. 138 Faz lo que prometieres, sin poner en ello dubda. 139 Aquél posee los bienes del pueblo, del qual todos dizen bien. 140 El que no á vergüença del delito doble faze su pecado. 141 Difíçil cosa es la injuria convenirse bien con la paçiençia. 142 Fabla a los malos lo que les viniere en grado, faziendo tú lo que cunpliere. 143 Non conviene alabar al presente τ dañar la fama del absente. 144 En vano demandas defendimiento a aquél del qual mereçes pena. 145 Lo que a otro fizieres de otro lo espera. 146 Breve gloria es la victoria sin adversario. 147 Piensa que los ojos τ las orejas del vulgo son malos testigos. 148 Piensa que lo que’s torpe de fazer, que es desonesto dezirlo. 149 Fuye commo de pérdida de la torpe ganançia. 150 Algunas vezes perdona a los otros; τ a ti, nunca. 151 Delibra prolongadamente τ pon aína en obra. 152 Di menos de lo que fizieres. 153 Non bive aquél el qual no tiene otra cosa en la voluntad salvo cómmo bivirá. 154 No poder ninguna cosa, bevir es de muerto; no curar de ninguna, bevir es de loco. 155 Comerás τ beverás por que bivas, τ no bivirás por que tan solamente comas y bevas. 156 Del ombre sabio es guardarse de la Fortuna ante que venga; τ si alguna cosa por ventura contesçiere, sofrirlo fuertemente. 157 La locura sin sabiduría por locura peligrosa es de juzgar. 158 Osando creçe la virtud, τ tardando, el temor. 159 Por dolor es vençido el que, doliéndose, dolor no padesçe. 160 La mesquindad solamente es aquélla que caresçe de inbidia. 161 Dignos son los enbidiosos de tener, si se pudiese fazer, ojos τ orejas en todas las çibdades, por que de todas las glorias τ provechos de los otros fuesen ellos atormentados. 162 Quantas son las glorias de los ombres bienaventurados, tantos son los gemidos de los enbidiosos. 163 No pierde nada el que no tiene nada, 164 τ poco ha menester el que poco cobdiçia. 165 El avariento, si no gana, daño padesçe. 166 No es alguna tan buena muger en la qual no falles de qué te querelles. 167 La solerçia τ sabiduría aprovava Sócrates en lugar de posesión muy buena; τ dezía que un bien solo era, es a saber, la sabiduría; τ un solo mal, es a saber, la inorançia. 168 Las riquezas τ la generosidad no tienen ninguna cosa onesta. 169 τ dezía más: que tal era el ombre qual era la su afecçión, τ tal es la oraçión qual es el ombre que la faze. 170 Así mesmo enseñava Sócrates, segunt Valerio en el libro seteno, que los ombres no devían demandar otra cosa a los dioses inmortales, salvo que les den buenas cosas, porque ellos saben quál es provechoso para cada uno. 171 τ que los ombres muchas vezes les demandarían por sus votos aquellas cosas que serían mejores no averlas inpetrado, 172 por quanto la voluntad de los mortales así está enbuelta en tinieblas de çeguedad. 173 Que muchas vezes ofenden a los dioses con çiegas plegarias deseando riquezas, que fueron muchas vezes a muchos causa de muerte; 174 τ honras cobdiçian, las quales ovieron traído a muchos a mala salida; 175 resplandeçientes casamientos demandan, los quales muchas vezes derribaron τ allanaron fasta abaxo grandes casas. 176 Así que la loca voluntad de los ombres muchas vezes desea la causa de los males que les an de venir. 177 Dezía Sócrates que espedida τ conpendiosa es la vía para venir a la gloria. 178 E que tales cosas devían los ombres fazer quales querrían ser vistos tales ellos sean. 179 Preguntó uno a Sócrates si reputava por bienaventurado a Archelao, rey de Persia, porque era bien afortunado. 180 Sócrates le respondió: «Yo no sé, ca nunca he fablado con él». 181 El otro le respondió: «¿Cómmo no lo puedes saber en otra manera?» 182 «No –dixo Sócrates– pues que yo non sé que tan bueno τ que tan enseñado él sea, ca mesquino es si injusto es». 183 Preguntaron a Sócrates dos ombres, de los quales el uno era rico τ poderoso, el otro pobre τ menesteroso, que quál déstos era mayor. 184 El respondió: «Aquél es mayor dellos el que es más virtuoso». 185 Fue acusado Sócrates de los ateneses porque escarnesçía de los ídolos fechos en forma de perro τ cabrón, los quales ellos çelebravan por dioses. 186 τ fue Sócrates preso, τ encarçelado, τ detenido treinta días en la cárçel, adonde se mostró aver maravillosa constançia de ánimo. 187 Así que la cárçel ni la muerte no pudo perturbar en ninguna cosa el su ánimo. 188 Estando Sócrates allí en la cárçel, uno le vino a dezir: «Los ateneses te condenaron a muerte». Sócrates respondió: « τ a ellos la natura». 189 Tulio dize en el libro primero De la divinaçión, que commo Sócrates estudiese en la cárçel pública, que le dixo a Aritón, su familiar, que dende en terçer día avía de morir. 190 τ díxole que avía visto en sueños una fenbra de muy gran fermosura, la qual le dezía un verso de Omero en esta guisa: terçia te putalle, tenpestas lecta locabit.[r3] 191 Lo qual así acaesçió de Sócrates commo él avía dicho. 192 τ dize Valerio en el libro seteno, que commo fuese juzgado por los ateneses que Sócrates fenesçiese beviendo poçoña; τ commo le truxieron aquel mortal bevrajo[s3], 193 no en otra manera lo resçibió sino como si fuera un medicamento para conservar la salud. 194 τ menospreçiando la muerte fasta la salida de su vida, con muy libre ánimo desputó. 195 Así murió Sócrates por bevraje de ponçoña el tiempo de su vida noventa τ quatro años. τ en aquel año avía conpuesto un muy noble libro. 196 τ después de su muerte los ateneses, venidos a muy grand arrepentimiento, mataron a todos aquellos que lo avían acusado. 197 τ fiziéronle una imagen dorada, τ colocáronla en el tenplo. 198 Fue muerto Sócrates en los días de Asuero, rey de los asirianos.

[Capítulo 31, Aristipo]

1 Aristipo

Aristipo, filósofo çirineo, deçiplo de Sócrates, fue de la çibdad de Atenas. 2 El qual, segunt dize Laerçio en el libro De la vida de los filósofos, pasó en Çaragoça[t3] de Çeçilia, 3 τ fue en la casa de Dionigio, tirano. 4 τ tanto fue de coraçón muy costante, que se podía bien concordar τ convenir con todos los tiempos, τ lugares, τ personas con quien se fallava. 5 Por lo qual fue reputado por gran filósofo açerca de Dionisio; tanto, que Diógenes le llamava perro enperial. 6 Dízese que aqueste mandó mercar una perdiz por çincuenta dragmas –dragma era çierto linaje de moneda de gruesa cantidad–, τ commo uno gela viese mercar, culpólo mucho. 7 Al qual respondió: «Çierto segunt tu coraçón tú no la avrías mercado por un óbolo –el qual era estonçes un dinero de poco valor». 8 Una vegada Dionisio escupió en la cara de Aristipo, el qual lo sufrió con muy gran paçençia, de lo qual un su amigo se condolió mucho. 9 τ Aristipo le dixo: «Los pescadores sufren de ser mogados de las ondas del mar por pescar los cobios[u3], que son pequeños peçes; 10 τ yo, ¿no sosterné de aquéste ser mogado con vino buelto con agua por que pueda caçar los blenos[v3], que son los peçes grandes?» 11 Pasando una vez Aristipo falló a Diógenes que lavava unas verças[w3]. 12 τ Diógenes començó a increpar a Aristipo, diziéndole: «Si esto tú ovieras aprendido a fazer, no sirvieras agora en las casas de los tiranos». 13 Al qual Aristipo respondió: « τ si tú ovieras sabido fablar a los ombres, no lavarías agora las verças». 14 Entrando Aristipo inorantemente en casa de una mala muger, luego salió della, la cara torçida, τ un moço de los que con él eran parándose colorado con vergüença, Aristipo le dixo: 15 «No es mal entrar en tal casa commo aquésta, mas es mal grande no querer della salir». 16 Preguntaron a Aristipo que quáles eran las cosas que avía aprovechado en la Filosofía, el qual respondió: «Poderme aver familiarmente con los onbres». 17 Algunas vezes fue vituperado porque bivía muy abundosamente; el qual respondió: «Si aquesto fuese malo no se faría en la fiesta de los dioses». 18 Preguntaron Aristipo que quál era la demasía que avían los filósofos a los otros omnes. 19 Él respondió diziendo que commo quiera que todas las leyes se perdiesen los filósofos paçíficamente bivirían. 20 Preguntóle uno que qué tanta diferençia avía de los omnes enseñados a los no enseñados. El respondió: «Quanta ay de los cavallos domados a los no domados». 21 Díxole uno que qué cosa era que sienpre veía los filósofos a las puertas de los ricos. Él respondió: «Tanbién están los médicos a las puertas de los enfermos, pero por eso no ay ninguno que quiera más ser enfermo que amelezinador». 22 Commo uno dixese a Aristipo palabras enjuriosas, él començó a fuir dél; y el otro a lo perseguir, diziéndole: «¿Por qué fuyes?» 23 Aristipo respondió: «Porque quanto tú tienes poderío de mal dezir, tanto tenga yo de no lo oír». 24 Gloriávase uno de la muchedumbre de la su çiençia, al qual Aristipo dixo: 25 «Así commo aquéllos que de muchas cosas comen no son más sanos que los que comen lo que les cumple, bien así no son más estudiosos los que leen muchas cosas, mas aquéllos que leen las más útiles». 26 Un abogado propuso en la corte una causa de Aristipo, levantando por muchas alabanças la vida suya. 27 τ commo vençiese en la causa, gloriándose mucho que la causa de Aristipo avía vençido, dixo contra Aristipo estas palabras: 28 «¿Qué te aprovechó Sócrates, tu maestro, quando oviste menester patroçinio ageno en tu causa?» 29 Dixo Aristipo: «Yo te diré qué; que todas las palabras que de mí dexiste son verdaderas». 30 Navegando una vegada Aristipo contra Corintio, fizo grant tempestad; tanto, que Aristipo padesçió náusea –es a saber, vómito– τ destenpramiento del estómago, τ ovo gran temor. 31 Ya después que bolvió tranquilidad de tiempo, un marinero burlador dixo contra Aristipo: «¿Qué cosa es ésta, que nosotros los idiotas τ sinples onbres en las fortunas no avemos miedo; τ vosotros, los filósofos, atemoráesos tanto?» 32 Al qual Aristipo respondió: «Porque non estudiamos yo τ tú de ánima semejable; que tú, tanta es la niebla τ çeguedad de la tu ánima, que de ninguna cosa no te cumple soliçitar. 33 Pero yo, así commo culpable, con gran razón devía temer τ aver miedo de la muerte del filósofo. τ así los ricos más temen la fin que los menesterosos». 34 Todas aquestas cosas escrive Laerçio en el libro De la vida de los filósofos de aqueste Aristipo. 35 Uno dixo Aristipo: los omes te menospreçian. Él respondió: « τ los asnos menospreçian a ellos, τ quán poco ellos curan de ser de los asnos menospreçiados. Tanpoco curo yo de ser menospreçiado dellos». 36 Escrivió Aristipo un libro entitulado De vetere voluptate, τ otros libros muy muchos.

[Capítulo 32, Jenofonte]

1 Senofonte

Senofonte, filósofo atenés, deçiplo de Sócrates. 2 Floresçió en Greçia τ en la corte de Çiro, rey de Persia, del qual fue amigo. 3 τ segunt dize Laerçio, fue varón muy fremoso, τ bueno, τ de mucha graçia, τ vergonçoso. 4 τ escrivió çerca de quarenta libros de diversas naturas de cosas, τ del arte de la cavallería, τ del arte de la caça. 5 τ éste fue el primero que escrivió las estorias de los filósofos. 6 Era llamado de muchos musa, por la grande facundia de la su interpretaçión. 7 Era Senofonte muy eloqüente; del qual dize Agelio que commo uno le dixese malas palabras, él así le respondió: «Tú diste el tu estudio a mal dezir, τ yo con el testigo de mi conçiençia aprendí menospreçiar las palabras mal dichas». 8 Aqueste Senofonte, segunt cuenta Valerio en el libro sesto[x3], que commo estudiese sacrificando los dioses τ tuviese una corona saçerdotal puesta en la cabeça, dixéronle que el mayor de dos fijos suyos avía muerto en la pelea. 9 τ commo quiera que aquesto oyese, no dexó el sacrifiçio, 10 pero solamente fue contento de tirarse la corona de la cabeça; τ tornó a preguntar que cómmo avía muerto. 11 Dixéronle que peleando muy fuertemente. 12 Estonçes tornóse a poner la corona en su cabeça, jurando por las deidades que sacrificava, que mayor deleite avía avido de la vertud de su fijo que con su muerte amargura[y3]. 13 Bivió Senofonte ochenta τ nueve años, τ murió en Corintio en tiempo de Ciro, rey de Persia.


Aparato de variantes

[x1] Historiador romano (s. II o III), autor del Epítome de la historia universal de Trogo. Fue muy leído en la Edad Media.

[y1] Crotona.

[z1] Sigo a Knust en la restitución de la traducción de derelictos, ausente en los tres mss., para que la oración haga sentido; pero en BNP lat. 6069c lee: Matronas a viris separatas et pueros a parentibus ad pudicitias et debita sobrietatis obsequia suo studio reduxit (fol. 7v).

[a2] Timeo (c. 356-260 a.C.), historiador griego. Aparece citado en Diógenes Laercio.

[b2] Knust corrige y da «octavo». BNP lat. 6249 da «8»; en arábigos, no es inverosímil la confusión.

[c2] Como advierte Knust, es el libro V. Algunos testimonios latinos dan quarti.

[d2] Knust da «octavo» (cfr. Val. Máx., VIII, 15, ext. 1). Los tres mss. ofrecen «quinto», «vº» o «5» BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249 y BUB 232. BNP lat. 13475 da «iiº». BNMVit. 18-7 da «8º». BNM 10570 da «vº».

[e2] El texto latino no habla para nada de «caballos». Quizá se trate de un error de traducción en el antígrafo común, que P intenta enmendar leyendo «caballeros». Sólo me lo explico por confusión del traductor, que en vez de leer quos idoneos aspiciebat ha podido leer equos idoneos.

[f2] Knust ofrece: que la verdadera amistança (del) anima.

[g2] Knust da «cuarto» (cfr. Val. Máx., IV, 7, ext. 1), frente a los tres mss.; algunos testimonios latinos ofrecen V; por ej., BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249, BNP lat. 10344 y BNP lat. 13475. Cfr. Knust, 72.

[h2] Los tres testimonios ofrecen la misma lección.

[i2] En realidad, en V, 10, extr. 3, como indica Knust. BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249, BNP lat. 10344, BNP lat. 13475. y Reims Bib. Mun. 886 dan «viº»

[j2] Lo cuenta Juan de Gales en su Breviloquium, BNP ms. lat. 3706, fol. 117v.

[k2] En VII, 2, extr. 12.

[l2] En I, 7, ext. 3.

[m2] Conserva el sentido latino de poner rumbo hacia.

[n2] Tempestades. No lo localizo en Corde. Es cultismo.

[o2] Supongo que la ch corresponde al fonema /k/, como en Achilles. En la onomástica respeto el uso ortográfico de H, sin regularizarlo.

[p2] En XXIII, 87.

[q2] Knust corrige por «quarto»; vid. Val. Máx. IV, 1, ext. 1. BNP lat. 6069c da «vº». BNP lat. 10344 da «iiiiº». BNP lat. 13475 da «viº».

[r2] Según el autor, Gorgias fue deificado, como otros prohombres de la Antigüedad. Se trata una vez más de la explicación evemerista de la Mitología.

[s2] En VIII, 7, ext. 9. Knust (100) y Stigall (57) ofrecen Tranochos. Valerio Máximo lo da en griego: παναθηναϊκός.

[t2] Los tres testimonios ofrecen un espacio en blanco. El texto latino da virtutem.

[u2] Knust enmienda: vençido.

[v2] Tanto en H como en E sigue un espacio de línea y media y de varias líneas, respectivamente, pero en ninguno de los dos falta texto.

[w2] Reemplazar, cambiar.

[x2] Sentencia próxima al refrán documentado en Santillana y en autores posteriores: «Allégate a los buenos y serás uno dellos» (nº 60 en la ed. de Bizzarri).

[y2] H omite quemado y deja, en su lugar, un espacio en blanco.

[z2] Aulo Gelio, Noches Áticas, V, 10. BNP lat. 6249 da agellius; BNP lat. 10344, augellius; BNP lat. 13475, agelius. Es forma habitual en los testimonios latinos.

[a3] Euathlus en Knust (104), que es la forma que da Aulo Gelio (V, 10, 1) y Eutalus en Stigall (61); euchalis en BNP lat. 6069c. euthalus en BNP lat. 6249; euchalus en BNP lat. 10344; euthalius en BNP lat. 13475.

[b3] Knust da «quarta» sin advertir la discordancia en nota, pues en el texto latino ofrece undecima, si bien recoge variantes de otros testimonios latinos que dan nona, que es lo que se lee, por ej., en BNP lat. 6249 y en BNP lat. 10344. BNP lat. 13475 sí lee «ivª»

[c3] En VIII, 7, ext. 10.

[d3] Así en los tres testimonios, que parecen traducir mal Prava ut magna est culpa (Stigall, 20). Knust incorpora esta sentencia a la anterior. Los testimonios impresos latinos que él sigue no contienen esta sentencia. Sin embargo, en otros testimonios impresos se lee : ... est virtus parva nec magna est culpa. BNP lat. 6069c (fol. 12r) ofrece: nichil deest uiuendi ei in quo uirtus est parua ut magna culpa. BNP lat. 6249 da, como sentencia independiente: parua ut magna est culpa.

[e3] Knust da «se(p)tuagésima prima» y LXXI en el texto latino (110), pero en nota indica que otros testimonios latinos leen LXXIIII, como BNP lat. 10344 y BNP lat. 13475; BNP lat. 6249 ofrece «xlxxiiii».

[f3] Traduce el latín galea, casco. El bacinete era la pieza de la armadura antigua, que cubría la cabeza a modo de yelmo (cfr. DRAE). «Gualteras», posible catalanismo (galta, carrillo). «Galtera: peça d’armadura que baixa fins a la galta». Coromines, DECLC.

[g3] Cultismo: reunión, asamblea.

[h3] Subjuntivo: retraigan.

[i3] Knust da: «comarca».

[j3] Knust da «primero» y en el texto latino I (116). La fuente es Noches Áticas, I, 17, 2. Pero otros testimonios latinos aducidos por él leen IIII. BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249 y BNP lat. 10344 dan: «2º». BNP lat. 13475 da «xº».

[k3] Knust enmienda «primero» y da en el texto latino I (118). Otros testimonios, como BNP lat. 13475, X. BNP lat. 6069c y BNP lat. 6249 dan «2º».

[l3] Cfr. De beneficiis, I, 8, 1.

[m3] Teodoro, geómetra de fines del s. V a.C., citado por Platón en el Theaeterus y relacionado con Sócrates. Cfr. OCD.

[n3] Pasaje no fácil, que Knust enmienda del todo, atendiendo al texto latino: «Preguntaronle que cosa era (la virtud del) moço, rrespondio: (“Lo que non es demasiado”)».

[o3] En Tusc., V, 37.

[p3] E vincula 108 y 109: «se sigue el arrepentimiento, ca…».

[q3] Apetecen, codician.

[r3] Ilias, IX, 363, indica Knust. El verso homérico procede de una cita de Cicerón, De divinatione, I, § 52, p. 33 de la edición Teubneriana (apud Bibliotheca Teubneriana Latina CD-Rom): Tertia te Phthiae tempestas lecta locabit.

[s3] Forma arcaica, con 9 ocurrencias en CORDE.

[t3] Siracusa. Ofrecen la misma lección los tres testimonios, que aparece en otros textos de la época y aun posteriores.

[u3] Gobios (gubius).

[v3] En unos testimonios latinos blennum; en otros, balenam. BNP lat. 6069c (fol. 25v) y BNP lat. 6249 (fol. 28v): blenus. No localizo blenos. E ofrece «blenes», que sólo encuentro en una descripción de criaturas monstruosas de Etiopía : «otros ay que no han cabeça, mas han los ojos & la boca en el pecho y estos son llamados blenes». Fray Vicente de Burgos, Traducción de El Libro de Propietatibus Rerum de Bartolomé Anglicus (1494), apud CORDE. Debe de tratarse de blendium-ii (del gr. βλέννος), pez de pequeño tamaño.

[w3] Ninguno de los tres testimonios ofrece la traducción de olera, sino que dejan espacio en blanco. Sin embargo, en H una mano posterior ha añadido «verças».

[x3] Knust enmienda con «quinto», V en el texto latino (150). BNP lat. 6069c, BNP lat. 6249 y BNP lat. 10344 dan «viº».

[y3] Lo cuenta Juan de Gales en su Breviloquium, BNP ms. lat. 3706, fols. 117v-118r.


La vida y las costumbres de los viejos filósofos
1-16 · 17-32 · 33-48 · 49-64 · 65-80 · 81-96 · 97-112 · 113-128