Obras de Aristóteles Metafísica 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 Patricio de Azcárate

[ Aristóteles· Metafísica· libro segundo· I· II· III ]

Metafísica · libro segundo · α · 983b-995a

I
El estudio de la verdad es en parte fácil, y en parte difícil.
Diferencia entre la Filosofía y las ciencias prácticas.
La Filosofía tiene por objeto las causas

La ciencia, que tiene por objeto la verdad, es difícil bajo un punto de vista y fácil bajo otro. Lo prueba la imposibilidad que hay de alcanzar la completa verdad, y la imposibilidad de que se oculte por entero. Cada filósofo explica algún secreto de la naturaleza. Lo que cada cual en particular añade al conocimiento de la verdad no es nada, sin duda, o es muy poca cosa, pero la reunión de todas las ideas presenta importantes resultados. De suerte, que en este caso sucede a nuestro parecer como cuando decimos con el proverbio{95}; ¿quién no clava la flecha en una puerta? Considerada de esta manera, esta ciencia es cosa fácil. Pero la imposibilidad de una posesión completa de la verdad en su conjunto y en sus partes, prueba todo lo difícil que es la indagación de que se trata. Esta dificultad es doble. [90] Sin embargo, quizá la causa de ser así no está en las cosas, sino en nosotros mismos. En efecto, lo mismo que a los ojos de los murciélagos ofusca la luz del día, lo mismo a la inteligencia de nuestra alma ofuscan las cosas que tienen en sí mismas la más brillante evidencia.

Es justo, por tanto, mostrarse reconocidos, no sólo respecto de aquellos cuyas opiniones compartimos, sino también de los que han tratado las cuestiones de una manera un poco superficial, porque también éstos han contribuido por su parte. Estos han preparado con sus trabajos el estado actual de la ciencia. Si Timoteo{96} no hubiera existido, no habríamos disfrutado de estas preciosas melodías, pero si no hubiera habido un Frinis{97} no habría existido Timoteo. Lo mismo sucede con los que han expuesto sus ideas sobre la verdad. Nosotros hemos adoptado algunas de las opiniones de muchos filósofos, pero los anteriores filósofos han sido causa de la existencia de éstos.

En fin, con mucha razón se llama a la filosofía la ciencia teórica de la verdad. En efecto, el fin de la especulación es la verdad, el de la práctica es la mano de obra; y los prácticos, cuando consideran el porqué de las cosas, no examinan la causa en sí misma, sino con relación a un fin particular y para un interés presente. Ahora bien, nosotros no conocemos lo verdadero, si no sabemos la causa{98}. Además, una cosa es verdadera por excelencia, cuando las demás cosas toman de ella lo que tienen de verdad, y de esta manera el fuego es caliente por excelencia, porque es la causa del calor de los demás seres. En igual forma, la cosa, que es la causa de la verdad en los seres que se derivan de esta cosa, es igualmente la verdad por excelencia. Por esta razón los principios de los seres eternos son sólo necesariamente la eterna verdad. Porque no son sólo en tal o cual [91] circunstancia estos principios verdaderos, ni hay nada que sea la causa de su verdad; sino que, por lo contrario, son ellos mismos causa de la verdad de las demás cosas. De manera que tal es la dignidad de cada cosa en el orden del ser, tal es su dignidad en el orden de la verdad.

———

{95} Manera común de hablar cuando se trata de cuestiones fáciles y cuya solución no ofrece dificultades. Es una alusión al tiro de la flecha. Si el blanco a que tiran los arqueros presenta una superficie estrecha, con dificultad puede dar en él; si, por el contrario, la presenta ancha, es fácil acertar. Alej. de Afrod., Schol, pág. 590; Sepúlv., pág. 44.

{96} De Mileto, nació hacia el año 446 a. de J. C. Los Espartanos dieron un decreto contra él porque mudó los caracteres de la antigua música y añadió cuatro cuerdas a la lira. Boecio, De música, lib. I, capítulo I.

{97} Nació hacia el año 480 en Mitilene; fue vencido por Timoteo en los juegos públicos, en los que había conseguido siempre el premio del canto.

{98} «Pensamos que sabemos (entiendo por saber absolutamente, y no a manera de los sofistas, es decir, accidentalmente) cuando creemos saber que la causa que hace que una cosa exista, es realmente la causa de esta cosa, y que esta cosa no puede existir de otra manera que como es.», Arist., Últ. Analit., II, 2.


www.filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2005 www.filosofia.org
  Patricio de Azcárate · Obras de Aristóteles
Madrid 1875, tomo 10, páginas 89-91