Filosofía en español 
Filosofía en español

Rafael Múgica Celaya (a) Gabriel Celaya  1911-1991

Rafael Múgica Celaya (alias Gabriel Celaya y Juan de Leceta) nace en Hernani en el seno de una próspera familia industrial guipuzcoana, destinado como único hijo varón a suceder la gestión de la empresa familiar, para lo que debería estudiar Ingeniería industrial en Madrid. La fortuna familiar le permite vivir entre 1927 y 1934 en la elitista Residencia de Estudiantes, donde coincide con otros retoños de familias burguesas, como Federico García Lorca, José Moreno Villa, Buñuel, Dalí, &c., y así va prefiriendo poesía y pintura a la ingeniería que cursa.

«Excmo. Sr.: Vista la instancia promovida por el soldado del Arma de Aviación militar, con destino en las Tropas de los Servicios de Material e Instrucción, Rafael Múgica Celaya, en súplica de que se le concedan veinte días de licencia para asuntos propios para París, Londres, Glasgow, Edimburgo y Mánchester, con el fin de realizar el viaje reglamentario de fin de Carrera de la Escuela Central de Ingenieros Industriales. Esta Presidencia, de acuerdo con lo que preceptúa las instrucciones para la concesión de licencias aprobadas por Orden circular de 5 de Junio de 1905 (C. L. núm. 101), ha resuelto acceder a su petición. Lo comunico a V. E. para su conocimiento y efectos. Madrid, 11 de Abril de 1935. P. D., Guillermo Moreno. Sres. Ministros de la Guerra y Estado y Director general de Aeronáutica.» (Gaceta de Madrid, 16 abril 1935, nº 106, pág. 524.)

En 1935 se incorpora como director gerente a la empresa “Herederos de Ramón Múgica” (fábrica de locomotoras, vagones, cisternas y equipamiento ferroviario), y Rafael Múgica publica el poemario Marea del silencio (Editorial Itxaropena, Zarauz 1935, 93 páginas).

«Lyceum Club Femenino. Los premios del concurso Bécquer. Examinados los numerosos trabajos presentados al concurso abierto por Lyceum Club con objeto de conmemorar el centenario de Gustavo Adolfo Bécquer, premiando la mejor colección de poesías de autor inédito o no bastante conocido, este Jurado considera que sobresalen especialmente los dos trabajos titulados La soledad cerrada y Poema inconexo, que llevan, respectivamente, los lemas “R. M. C.” y “Luz”. Como una de las bases previamente establecidas fue la de indivisibilidad del premio, ha decidido conceder éste, con las 500 pesetas a él anejas, al primero de los trabajos citados, La soledad cerrada, por entender que se ajusta más estrictamente a las condiciones del concurso. Abiertas las plicas correspondientes, se ha encontrado que el autor de la colección premiada es D. Rafael Múgica Celaya, de San Sebastián, y el autor de Poema inconexo, D. Luis Figuerola-Ferreti, de Barcelona. Madrid, 4 de Julio de 1936. Firman: Ernestina de Champourcin, Azorín, Ricardo Baeza, Juan José Domenchina y Halma Angélico. Para el martes 14, a las siete de la tarde, organiza esta entidad un sencillo acto, en el que se darán a conocer algunos de los trabajos presentados por los dos poetas elegidos en el concurso de poesías. El escritor D. Ricardo Baeza, que formó parte del Jurado, pronunciará unas palabras con su autorizado juicio crítico, y también la presentación, pues al acto asistirá el poeta premiado D. Rafael Múgica Celaya, llegado de San Sebastián con este objeto. Quedan invitados cuantos simpaticen con las actividades culturales de este Lyceum, San Marcos, 42.» (La Libertad, Madrid, viernes 10 julio 1936, pág. 2.)

«El certamen literario del Lyceum Club. Mañana martes se celebrará en el Lyceum Club –San Marcos, número 42– un sencillo acto, en el que se darán a conocer algunos de los trabajos presentados por los dos poetas elegidos en el concurso de poesías. El escritor don Ricardo Baeza, que formó parte del Jurado, pronunciará unas palabras con su autorizado juicio crítico, y también de presentación, pues al acto asistirán el poeta premiado don Rafael Múgica Celaya, llegado de San Sebastián con este objeto, y don Luis Figuerola-Ferretti, autor del trabajo destacado en el concurso, llegado, asimismo, de Barcelona. Quedan invitados cuantos simpaticen con las actividades culturales de este Lyceum.» (Hoja Oficial del Lunes, Madrid, 13 julio 1936, pág. 2.)

Recién vuelto a San Sebastián de recoger el premio del Lyceum Club Femenino (fundado por María de Maeztu diez años antes, hijuela de su Residencia de Señoritas, pues la oficial Residencia de Estudiantes era cosa masculina) se desata la guerra civil. Afiliado a Acción Vasca las tropas del bando republicano le hacen capitan, pero incapaces los gudaris de mantener Bilbao se entrega en junio de 1937 a los vencedores como soldado raso, para salvar su vida. Tras un breve paso por un campo de concentración de Palencia es “recuperado”, en tanto que afecto al movimiento, para el ejército del Generalísimo Franco, donde llega a ser teniente provisional. En 1937 matrimonia con Julia Cañedo Argüelles, hija de un teniente coronel de ingenieros. Tuvieron dos hijos, Pilar (luego Pilarcho) y Luis Gabriel Múgica Cañedo-Argüelles.

«“Cuando cayó Bilbao, mi batallón se entregó entero, formado. Pero yo soy muy cobarde y no me entregué como capitán, sino como gudari solitario, es decir, me arranqué las estrellas y me presenté como soldado raso. Aun así estuve a punto de palmar. A los otros capitanes compañeros los fusilaron al día siguiente delante de mí. Yo me libré por influencias. Ni siquiera me juzgaron.” Así se confesaba Gabriel Celaya, uno de los máximos representantes de la poesía social de postguerra, al escritor Manuel Vicent. El párrafo es bien conocido y lo citan biógrafos de todo signo y procedencia. Ingeniero de profesión y miembro de una familia vasca acomodada, es bien sabido que, al estallar la Guerra Civil, Celaya combatió en el Ejército republicano como capitán en un batallón de ametralladoras en Bilbao. Y que fue hecho prisionero después de que esta capital cayese en manos del ejército sublevado. Lo que hasta ahora no se sabía con exactitud era su destino inmediato como preso republicano; ciertamente, tampoco él ayudó a aclararlo: “Pasé una temporadita en un campo de concentración y salí ingeniero civil.” Es a lo más que llegó su confesión. […] Pero ya no hay dudas: un documento existente en el Archivo General Militar de Ávila demuestra su estancia, en el mes de julio de 1937, en el campo de concentración de Palencia. Documento que figura en el libro Cárceles y Campos de Concentración en Castilla y León, recientemente publicado por la Fundación 27 de Marzo. En dicho documento aparece su verdadero nombre Rafael Múgica Celaya dentro de una escueta lista de 25 prisioneros que, “procedentes del frente de Vizcaya”, fueron “clasificados” en el campo palentino el 2 de julio de 1937. […] En el caso del poeta vasco, determinadas influencias familiares hicieron que Celaya fuera clasificado como ‘afecto al Movimiento’. […] Dicho confinamiento se produjo en medio de una curiosa peripecia vital, política y sentimental, según confesión del poeta al citado Vicent: “Resulta que desde 1935 tenía yo una novia, cuyo padre, cuando las tropas de Franco ocuparon Bilbao, fue nombrado gobernador militar de Guipúzcoa. Este hombre destruyó mi expediente, y eso fue un chantaje porque me obligó a casarme con su hija. El miedo es ciego. Viví con aquella mujer siete años en vida reglamentada, pero te puedes figurar de qué manera: matando el tiempo sin tomar la decisión de separarme. Mientras no encuentras otra mujer no te atreves a dar el paso. Mis planes de ser escritor en Madrid no se habían arreglado, y después de la guerra me quedé de ingeniero en nuestra fábrica de San Sebastián, porque mis amigos estaban en el exilio, en la cárcel o muertos. Hasta que en 1946 conocí a Amparo y decidí cambiar de vida.” […] Esta circunstancia explicaría, de hecho, la brevedad de su estancia en el campo de Palencia, pues su nombre ya no vuelve a aparecer en los siguientes extractos de revista. Con todo, se confunde Celaya al atribuir a su suegro-protector el rango de gobernador militar de Guipúzcoa: aquella novia con la que contrajo matrimonio en la basílica guipuzcoana del Santo Cristo de Lezo, en diciembre de 1937, se llamaba Julia Cañedo Argüelles y era hija de César Cañedo, teniente coronel de Ingenieros, y no del entonces gobernador militar, Alfonso Velarde Arrieta. A Cañedo debió, por tanto, la protección señalada. Otra cuestión: ¿Qué fue de Gabriel Celaya tras su pronta liberación del campo de prisioneros de Palencia? La cuestión ha dado mucho que hablar y escribir, ha levantado ampollas y suscitado silencios forzados. “¿No te enrolaron en el Ejército de Franco?”, le pregunta Ángel Vivas en el libro Lo que faltaba de Gabriel Celaya (1984), a lo que el poeta respondía: “No tengo el honor. Fui como ingeniero civil a los talleres, porque no era digno. Felizmente.” Pero el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, Antonio Chicharro, uno de los máximos especialistas en la vida y obra del poeta (es autor entre otros, del libro Estudios sobre Gabriel Celaya y su obra literaria, de 2007), señala que el ejército Nacional, necesitado de personal técnico el poeta era ingeniero de profesión, lo “recuperó” enseguida para sus filas, en las que llegó a ser teniente provisional. Un episodio del todo lógico por más que el poeta tratara de ocultarlo, puesto que había sido clasificado como ‘afecto al Movimiento’ en el campo de Palencia. Para Chicharro, “el hallazgo de la estancia de Gabriel Celaya en el campo de concentración de Palencia es un dato importantísimo, pues completa su biografía al demostrar documentalmente el lugar exacto donde fue confinado por el ejército franquista tras la caída de Bilbao, algo que hasta ahora se intuía pero que no se conocía con tanta certeza”.» (Enrique Berzal, “Gabriel Celaya estuvo preso en un campo de concentración en Palencia en 1937”, El Norte de Castilla, Valladolid, sábado 16 junio 2012.)

Estrena su firma Gabriel Celaya con el poemario Tentativas (Adán Ediciones, Madrid 1946, 468 páginas), segunda entrega de la colección “La creación literaria”, iniciada por Vicente Aleixandre con Sombra del Paraíso (Adán Ediciones, Madrid 1944, 210 páginas).

El 8 de octubre de 1946 conoce, en una librería de San Sebastián, a la poetisa Amparo Gastón Echevarría (a) Amparitxu (1921-2009), forjándose una colaboración entrambos que les hará contraer matrimonio formalmente décadas más tarde, en 1986. Pronto fundan Norte Gráfico-Editora, donde publican traducciones y obras propias, utilizando él, ya en 1947, sus tres poéticas firmas: Rafael Múgica, La soledad cerrada (Norte, San Sebastián 1947, 93 páginas), Gabriel Celaya, Movimientos elementales (Norte, San Sebastián 1947, 45 páginas), Juan de Leceta, Tranquilamente hablando (Norte, San Sebastián 1947, 62 páginas).

En 1956 abandona su domicilio familiar junto con su puesto de ingeniero en la empresa familiar para instalarse en Madrid de intelectual.

Colabora Gabriel Celaya en Nuestras Ideas. Teoría, política, cultura (Bruselas 1957-1962), impulsada por el Partido Comunista de España, junto con veteranos militantes: Benigno Rodríguez (Antonio López), César Muñoz Arconada (1898), Juan Rejano (1903), Enrique Líster (1907), Jesús Izcaray (1908), Gabriel Arrom Juliá (1911, Gaspar Aribau), Francisco González Bruguera (1911, Gonzalo Brezo), &c.

Gabriel Celaya firma en abril de 1959 el “escrito dirigido al Ministro de Justicia por numerosos y eminentes intelectuales españoles”, encabezado por Ramón Menéndez Pidal: “Los intelectuales españoles piden la amnistía para los presos y exilados políticos”.

«20 de agosto [1959]. Carta de Vicente [Aleixandre] confesándome sus escrúpulos para colaborar en la revista Cuadernos de París –que le ha pedido colaboración– por su carácter marcadamente anticomunista. No quiere provocar disgusto en [Gabriel] Celaya, estando tan reciente la publicación de su Cantata en Aleixandre. Le contesto para convencerle de que Celaya no puede sentirse molesto porque colabore en Cuadernos, que es una revista liberal, donde ya hemos colaborado Cela, Marías, Castellet y yo.» (José Luis Cano, Los cuadernos de Velintonia, Seix Barral, Barcelona 1986, págs. 126-127.)

«18 de octubre [1959]. Reunión homenaje a Pierre Emmanuel en casa, para agradecerle todo lo que está haciendo por apoyar la lucha de los intelectuales españoles contra el Régimen: asisten Gerardo, Dámaso, Vicente, Celaya, Vandercammen –poeta e hispanista belga–, Vivanco, Carmen Bravo, Vicente Gaos, Jaime Ferrán.» (José Luis Cano, Los cuadernos de Velintonia, Seix Barral, Barcelona 1986, págs. 129.)

Ediciones Arión (del hijo de Ricardo Baeza –recuérdese, miembro un cuarto de siglo antes del jurado del premio del Lyceum Club Femenino–, Fernando Baeza Martos, entorno Partido Social de Acción Democrática de Ridruejo, CLC… más adelante senador del PSOE) le publica, como Gabriel Celaya, Penúltimas tentativas (Colección Presencia nº 1, Ediciones Arión, Madrid 1960, 152 páginas).

A finales de 1960 firma Gabriel Celaya la “Carta dirigida a los Ministros de Educación Nacional y de Información y Turismo”, encabezada por José María Pemán, contra la censura previa; protesta ampliamente jaleada desde los medios del Congreso por la Libertad de la Cultura: “Protesta contra la censura de más de 300 escritores, artistas e intelectuales españoles”.

A principios de 1961 firma Gabriel Celaya junto con otros “ciento cincuenta intelectuales españoles” el mensaje de adhesión a la Conferencia de Europa Occidental por la Amnistía de los presos y exiliados políticos españoles.

«1648. Gabriel Celaya. Los poemas de Juan de Leceta. Poesías. Barcelona, Jaime Salinas, Edit., 1961. 120 págs. 19 c. (Colloure), 60,00 [pesetas]. No podía faltar el nombre de Gabriel Celaya en esta nueva colección de poesía que dirige José María Castellet. En este volumen se han reunido bajo el título Los poemas de Juan de Leceta –uno de los seudónimos de Gabriel Rafael Múgica Leceta, nombre y apellidos del poeta vasco– sus tres libros aparecidos entre 1944 y 1950: Avisos de Juan de Leceta, Tranquilamente hablando y Las cosas como son. M. Agulló.» (El Libro Español, INLE, marzo 1962, nº 51, pág. 139.)

También es Gabriel Celaya quien responde al cuestionario del vidrioso agente Sergio Vilar en Manifiesto sobre Arte y Libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles (Las Américas Publishing Company, Nueva York 1963, págs. 115-116).

Gabriel Celaya

El poeta y ensayista G. C. nació en Hernani, el 18 de marzo de 1911. Cursó estudios de ingeniería industrial en Madrid, y ejerció dicha profesión durante varios años. Pertenece a la generación de intelectuales españoles formados en la Residencia de Estudiantes, y obtuvo el Premio Centenario Bécquer en el año 1936, de gran resonancia por aquel entonces. Su producción literaria es quizás la más numerosa entre los poetas contemporáneos. En 1956, su libro de poemas De claro en claro fue distinguido por el Premio de la Crítica. La influencia de G. C. en las últimas generaciones de poetas españoles, e incluso americanos, parece incuestionable. Así, León Felipe no duda en señalar a Celaya “como el más grande de los poetas de la heredad española”.

Libros publicados: Marea del silencio, Tentativas, Penúltimas tentativas, Pequeña antología poética, La soledad cerrada (Premio Bécquer 1936), Movimientos elementales, Objetos poéticos, El principio sin fin, Se parece al amor, Lázaro calla, El arte como lenguaje, Las cosas como son, Deriva, Las cartas boca arriba, Lo demás es silencio, Paz y concierto, Vía muerta, Cantos íberos, De claro en claro (Premio de la Crítica), Entreacto, Las resistencias del diamante, Cantata en Aleixandre, El corazón en su sitio, Poesía y verdad, Para vosotros dos, Poesía urgente, Los poemas de Juan Leceta, Rapsodia Euskara y L'Espagne en marche.

Respuestas

1ª. Todo creador apunta evidentemente a algo más que su realización personal.

2ª. Nadie crea según consignas impuestas desde fuera. Pero hay quien llama consignas a lo que uno siente como un imperativo interior. Sólo así se entiende que a veces se llame propaganda a lo que los cristianos llaman misión.

3ª. El arte debe estar al servicio de la liberación del hombre. Todo lo demás es esteticismo.

4ª. Sí. Un artista consciente se impone a sí mismo ciertas limitaciones. Pero esto no tiene nada que ver con las coerciones externas.

5ª. No estoy aislado. Estoy enfrentado con ciertas clases porque defiendo a otras.

6ª. Sí. Un hombre por muy valioso que se crea, no es más que un hombre, y hay millones que se mueren de hambre y de miseria.

Sergio Vilar, Manifiesto sobre Arte y Libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles, Nueva York 1963, páginas 115-116.

En octubre de 1963 firma el escrito de “Los 102 intelectuales que se han dirigido al Ministro” protestando por la impericia del gobierno al aplastar la resistencia de los mineros asturianos, encabezado por Vicente Aleixandre (o por José Bergamín: “La verdad sobre Asturias. Fraga Iribarne rebate las acusaciones de un grupo de intelectuales”), y también firma el “Nuevo escrito dirigido por 188 intelectuales españoles de todas las tendencias al Ministro de Información Fraga Iribarne”, encabezado por Aranguren. (Escritos recopilados así, por ejemplo, por la revista comunista Realidad: “Los intelectuales contra la tortura y por las libertades democráticas”).

1965 «Gabriel Celaya nació en Hernani (Guipúzcoa), en 1911. Su padre tenía una pequeña fábrica y toda su ilusión de progreso industrial la puso en su hijo. –Me hice ingeniero sin la más mínima vocación. Sólo por complacer a mi padre. Ejerció hasta 1956. El mundo de la fábrica le ahogaba. No podía ser testigo de la vida gris que arrastraban los obreros, del humo denso de las ilusiones quemadas. Sus poemas están enormemente influidos del ambiente de la fábrica. A Celaya se le considera como uno de los primeros promotores de la “poesía social”. –¿Usted cree que se puede transformar el Mundo por la poesía? –La poesía, la literatura en general, ejerce una evidente influencia en las clases directoras de un país. Sí, se puede cambiar la conciencia, el modo de ver las cosas. Las matemáticas –las duras matemáticas de ingeniero– también han influido en sus versos. Sus poemas son tentativas de dejar un testimonio cotidiano y constante, incluso útil, como una carretera, como un puente, como un pantano. –Pretendo decir lo que quiero de la manera más eficaz. Prefiero la eficacia a la belleza formal. Esto, desde luego, no quiere decir tampoco que quiera hacer feísmo. –¿Qué le parecen los más jóvenes cultivadores de la “poesía social”? –Hay un grupo muy bueno. Entre ellos están Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Gloria Fuertes… –¿En qué se diferencian de su generación? –Son diferentes... Nosotros estábamos, ya no, más politizados. Ellos son más narrativos, hacen una poesía más testimonial. Estamos en una terraza del paseo de Recoletos. Nos acompaña la mujer del poeta. Ella toma ginebra, él coñac. –Esto de la “poesía social” me ha fatigado un poco. Me parece ya un tanto gastada. Creo que es necesario buscar otros caminos. –¿Qué otros caminos está buscando usted? –Intento hacer ahora una poesía popular vasca. Es un filón importante que está sin explotar. Celaya es un vasco bonachón, de carácter abierto. Ríe fuertemente, estruendosamente, como todo el que tiene un alma sana y aseada. Sus ojos son azul claro, como las buenas palabras de sus poemas. Viste deportivamente, sin corbata. –¿Qué es la poesía para usted, don Gabriel? –No sé, como me sale sola... Pero poesía creo que es algo que engloba todas las posibilidades que hay en el hombre, y las cosas de la vida más directas. Por eso han dicho muchas veces que soy un poeta prosaico. Celaya –por su edad– pertenece a la generación de Luis Rosales, de Miguel Hernández y Leopoldo Panero. Pero empezó a publicar tarde, cuando ya tenía treinta y cinco años, muchos le incluyen en la de Blas de Otero, José Hierro... que son más jóvenes que él. La poesía española actual es extraordinaria. En todo el Mundo se le reconocen sus valores. Por supuesto, es mucho mejor que la novela, y el teatro que hoy se hacen en España. –¿El mayor defecto de nuestros poetas? –Quizá escribir demasiado. –¿Y el prosaísmo? –Sí, es un peligro. Y el didactismo, que es peor. Pero estos son resultados lógicos de la preocupación intelectual, de la inquietud social. Una de las características de nuestra poesía de hoy es hacer problema de todo, llevar los problemas humanos al poema. […] El poeta paladea su copa de coñac. Fuma distraídamente en su pipa de artista. Huelo un buen tabaco negro. –Para escribir ensayo necesito más esfuerzo. Es también lo que me produce mayor satisfacción. La novela la escribo de prisa, pero me cuesta prepararla. La poesía sale sola... Su poesía es en gran parte intimista, sensual, con una dulce amargura disuelta. Parece escrita por un hombre sonámbulo, bebedor, alistado a todas las bellas locuras humanas. –Hay cierta amargura en mis versos, sí. Pero es una amargura luego superada siempre. –¿Usted es personalmente optimista o pesimista? –Optimista. Tengo una alegría de vivir frenética. Gabriel Celaya canta muchas veces en sus poemas su alegría de vivir. –Lo que más me preocupa de la vida es el dinero, que sirve para no pensar en el dinero. Es un problema agobiante vivir sólo de la Literatura. Cuando ejercía mi profesión de ingeniero, vivía económicamente muy bien. Pero Gabriel Celaya –Rafael Múgica es su verdadero nombre– se cansó de calcular transformadores, puentes y taladros. Entonces hizo voto de pobreza y se dedicó exclusivamente a la Literatura, a levantar acta de los muchos hombres “grises” que había visto bostezar de cansancio en la fábrica. –De joven era bastante deportista. Aunque parezca mentira, corría los cien metros. También hice salto de altura y practiqué la esgrima. En fin, me han gustado todas las cursilerías de este Mundo. Celaya no tiene hijos. Me dice que a los diecisiete años era un mal pintor. –Mi mayor afición, sin duda, es la música. Se siente calor en las sombras calientes y amigas de estos árboles del bellísimo paseo de Recoletos. Cerca de nosotros, un viejecito tose duramente y vende tabaco. Unas guapas muchachas de ojos misteriosos hablan lenta y dulcemente.» (Miguel Fernández, “Gabriel Celaya, uno de los primeros promotores de la poesía social,” Diario de Burgos, jueves, 11 de noviembre de 1965, pág. 7.)

En noviembre de 1971 firma el “documento de los intelectuales de Madrid” en defensa de José María Moreno Galván (que comparte página, en la noticia que de él hace Información española de Bruselas, con la declaración aprobada, en el III Simposio de Lógica y Filosofía de la Ciencia, celebrado en Valencia ese mes, en defensa de José Rodríguez Martínez).

«Mi colega José Rodríguez Martínez, catedrático de filosofía, no era muy erudito en cuestiones cervantinas pero ofreció al público una conferencia muy sugestiva, a la vez que inquietante para algunos. Él era, entonces, uno de los jóvenes profesores españoles de más sólida formación marxista, concepción desde la cual, con las cautelas debidas, abordó “La muerte de don Quijote”. Rodríguez Martínez, si no recuerdo mal, estaba más próximo a “Sancho-pueblo” (como decía Gabriel Celaya) que a “los señoritos Quijano / [que] siguen viviendo del cuento”. Insistía el conferenciante, dirigiéndose al escudero: “Vivimos de tus trabajos, de tus hambres y sudores” mientras “ya de vuelta del Imperio / al señorito Quijano le tratas de caballero”. Yo recuerdo, ahora un poco vagamente, que estos versos aparecían alguna vez en su disertación. El conferenciante se cubría con el manto poético de Gabriel Celaya y administraba, tácticamente, versos e ideas de una composición que él y yo conocíamos bien y comentábamos: “A Sancho Panza”, del libro Cantos iberos, de 1955. José Rodríguez Martínez y yo llegamos al Instituto de Palencia en el mismo curso (1959-1960), allí nos conocimos e hicimos amigos y allí fuimos camaradas en no pocas inquietudes. Yo, que empezaba a marxistizar desde 1957, encontré en él un colega más sabio (había hecho ya una tesis doctoral sobre Heidegger, en Alemania) y un ciudadano con una formación izquierdista más documentada y pensada. Su conferencia no me defraudó.» (Xesús Alonso Montero, «Memorias cervantinas de un profesor cervantófilo. Primera parte: 1941-1960», Hesperia. Anuario de Filología Hispánica, X, 2007, págs. 54-55.)

En diciembre de 1971 forma parte de la Comisión Organizadora del Homenaje a Picasso en Guernica (Vizcaya):

«El mundo celebra unánimemente este año el noventa aniversario de Picasso. Nuestro pueblo no puede estar ausente en este homenaje universal. Es claro que el Pueblo vasco tiene una importante deuda de gratitud con el pintor. Su “Guernica” –con toda su carga de simbolismo– es conocido en el mundo entero. Es aspiración, que nuestro Pueblo contempla con esperanza, que un día el “Guernica” de Picasso que en la Guernica de los Vascos. Por eso, justamente aquí en Guernica, junto al árbol de nuestras libertades, deseamos reunirnos al mediodía del 26 de este mes de Diciembre para ofrecer nuestro homenaje de reconocimiento. Aquí y ahora pedimos a nuestro pueblo su presencia y a todos los hombres del mundo su adhesión escrita. A los artistas, luego en primavera, su obra para la exposición internacional que se celebrará. Esperamos vuestra adhesión en la Comisión Organizadora del Homenaje a Picasso en Guernica (Vizcaya). Guernica, Diciembre de 1971. [firmas] Eduardo Chillida, escultor. Mariano Arrazola, neurocirujano. Jesús Altuna, paleontólogo. Juan María Bandrés, abogado. María Asunción Bergareche, comerciante. José A. Arze, poeta. Parxi Altuna S. J., gramático. Miguel de Castells, notario. Juan José Lasa, psiquiatra. Gabriel Celaya, poeta.» (Escrito mecanografiado y firmado a dos columnas, fotocopia del cual se conserva en el Archivo Histórico Nacional, FC.Mº Cultura, 2, N.27, imagen disponible en Pares.)

1977 «Gabriel Celaya, candidato del P.C.E. por el País Vasco. San Sebastián, 20 (Europa Press). El Partido Comunista de Euzkadi presentará como candidatos al congreso a don Francisco Illázquez, del Comité central, abogado; don Juan Astigarribia, consejero del Gobierno Vasco; don Félix Pérez Carrasco, obrero despedido de Michelín; don Gabriel Celaya, poeta; doña Dolores Arrieta, enseñante; don Esteban Aguren, abogado laboralista de Eibar, y don José Zabala, empleado de Banca, como suplente; para el caso de que el señor Astigarribia no se presentase para el Senado, figura don Juan Franco, obrero despedido de Esteban Orbegozo, de Zumárraga, uno de los fundadores de Comisiones Obreras, en los años sesenta.» (Informaciones, Madrid, 20 abril 1977.)

1986 «1426 RESOLUCION de 16 de diciembre de 1986, de la Dirección General del Libro y Bibliotecas, por la que se hace pública la composición del Jurado calificador del Premio Nacional de las Letras Españolas 1986, así como el fallo emitido por el mismo. De conformidad con lo dispuesto en la Orden de 17 de abril de 1986 (Boletín Oficial del Estado del 23) por la que se convoca el Premio Nacional de las Letras Españolas, en su edición de 1986, se hace pública la composición del Jurado de dicho Premio, así como el fallo emitido por el mismo: Primero.– De acuerdo con el artículo 4.º de la orden de convocatoria, el Jurado quedó constituido de la siguiente forma: Presidente: Ilmo. Sr. don Juan Manuel Velasco Rami, Director general del Libro y Bibliotecas (por delegación del señor Ministro de Cultura). Vocales: Don Francisco Ayala, representante de la Real Academia Española. Don Marino Donega Rozas, representante de la Real Academia Gallega. Don Alfonso Yrigoyen Echebarría, representante de la Real Academia de la Lengua Vasca. Don Joaquín Molas i Battllori, representante del Instituto de Estudios Catalanes. Don Francisco Yndurain, Profesor de Universidad. Don Jon Kortazar, Profesor de Universidad. Don Anxo Tarrió, Profesor de Universidad. Don Xabier Rubert de Ventós, Profesor de Universidad. Don José Manuel Caballero Bonald. Doña Arantxa Urretabizcaya. Don Ricardo Gullón. Don José Luis Cano. Secretario sin voto: Don José María Merino Sánchez, Director del Centro de las Letras Españolas. Segundo.– El Jurado calificador acordó, por mayoría, otorgar el Premio Nacional de las Letras Españolas 1986, a don Gabriel Celaya. Lo que se hace público para general conocimiento. Madrid, 16 de diciembre de 1986.– El Director general, Juan Manuel Velasco Rami.» (Boletín Oficial del Estado, Madrid, martes 20 de enero de 1987, nº 17, pág. 1637.)

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