Patricio de Azcárate Corral (1800-1886) | Sistemas filosóficos modernos, Madrid 1861 |
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Patricio de Azcárate Corral, Exposición histórico crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, Mellado, Madrid 1861, tomo 3, páginas 266-295.
Para conocer el valor y carácter específico de la doctrina hegeliana, conviene recorrer ligeramente los puntos principales que han sido expuestos en los capítulos anteriores para fijarse mejor en el enlace y trabazón de los sistemas y en la marcha ordenada y lógica que llevan las ideas. Kant, que advirtió el vacío de la filosofía empírica, reducida a la cuestión del origen de las ideas, bajo un punto puramente psicológico, abordó la cuestión verdaderamente ontológica de lo que son las ideas mismas y cual es su valor objetivo. En el examen de este problema sólo encontró leyes abstractas y subjetivas del entendimiento de una parte y de otra la experiencia que suministra a estas leyes, a estas formas, una materia y una realidad, y cómo más allá de la idea y del fenómeno no encontró nada, teniendo por imposible averiguar si más allá de la idea existe alguna realidad que la corresponda, se encontró con un mundo de formas lógicas y el mundo exterior y material, como frente el uno del otro, sin tocarse. Si los objetos sólo los conocemos por las ideas y las ideas son formas de nuestro entendimiento, el razonamiento de Kant es concluyente cuando dice, que nosotros no conocemos los objetos tales como ellos son, sino tales como los pesamos y como nos aparecen. Por consiguiente, entre el ser o el objeto y el pensamiento no hay una relación real, sino una relación puramente subjetiva y aparente, pero reconociendo siempre, como es claro, el mundo subjetivo y el mundo material.
En seguida se presenta Fichte, y como vio que estos dos mundos, que Kant respetaba, se absorbían el uno en el otro; como vio que el mundo que presta la materia al conocimiento no puede ser para nosotros más que lo que dé de sí la forma que viste en el entendimiento, y como vio que esta forma era la que realmente daba existencia al objeto, dedujo de aquí como una consecuencia irresistible, que el yo que da esta forma es el creador de todo cuanto existe y que la naturaleza y Dios son puras creaciones del espíritu, quedando todo reducido al mundo subjetivo creado por Kant y suprimiendo el mundo material como innecesario.
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