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Pensamiento Crítico

Pensamiento Crítico 44

Imperialismo y militarismo

Pensamiento Crítico, La Habana, septiembre de 1970, nº 44, cubierta + páginas 1-6.

Presentación

La etapa actual del imperialismo no puede explicarse unilateralmente: inversión extranjera, monopolio, dependencia; si se quiere entender lo que es el imperialismo de hoy, hay que interrelacionar los factores que le dan forma en sus variantes y combinaciones.

En los Estados Unidos existe una unidad entre la economía interna, la actividad financiera e inversionista en el exterior y las estrategias política y militar, que obligan a analizar el imperialismo como una totalidad.

A su vez se da una dependencia tal entre las instituciones y los individuos que ejercen el poder militar, económico y político, sus objetivos e intereses son tan complementarios que han dado lugar al llamado complejo militar-industrial, alianza que controla la sociedad norteamericana.

Una alianza cuyos objetivos principales son mantener la hegemonía norteamericana del mundo capitalista, dirigir la contrarrevolución mundial y ejercer un control centralizado sobre la economía y la política en el interior de los Estados Unidos. Un objetivo presupone el otro y los tres se interrelacionan entre sí.

Al mismo tiempo la función autónoma de los militares crece. El Pentágono es hoy la mayor de las corporaciones; mantiene millón y medio de hombres en 119 países y una red de 3.400 bases militares consumiendo sobre el 50% del presupuesto federal. En 1968 el per capita de gastos militares fue de 132 dólares. Precio que paga el pueblo norteamericano para mantener el sistema imperialista.

Desempeñar las funciones de contrarrevolucionarios mundiales lleva a los militares a penetrar profundamente en todos los niveles de la sociedad norteamericana.

Establecen o se hacen cargo de empresas, penetran en la enseñanza, en la investigación, en las decisiones del Congreso y en la economía; un 20% del producto bruto nacional depende de los militares y un por ciento más o menos igual de fuerza de trabajo depende de industrias que tienen que ver con lo militar.

Hoy el Pentágono no brinda solamente armas y teorías y estrategias militares, sino también adoctrinamiento ideológico, técnicas pedagógicas, investigación social y líneas de desarrollo científico.

La oligarquía norteamericana necesita la mayor maquinaria militar del mundo para mantener el lugar que ocupa en el sistema imperialista y los militares dependen de los negocios para crecer y tener mayor influencia en la sociedad.

A su vez no podemos olvidar que la clase dominante norteamericana ha logrado imprimirle al sistema una fuerte tendencia integradora.

La intoxicación de los medios masivos de comunicación y de un aparato cultural difusor de normas y valores en cuyo centro está el «éxito» como medida de realización personal, la disminución relativa del número de trabajadores industriales y el disfrute de un alto nivel de vida por una parte de la población son los hechos de mayor relieve que tienden a una fusión ideológica que abarca no sólo a las capas dirigentes, sino también a parte del pueblo norteamericano. Si unimos a lo anterior que la imagen de la solidaridad nacional está basada en una mixtificación de valores en que USA defiende la «democracia» frente al «totalitarismo», el «mundo libre» frente a la «subversión extranjera»; «ayudan» a los países subdesarrollados para que puedan «vivir en libertad»; la resultante es un fascismo subliminal que enajena toda la sociedad a objetivos contrarrevolucionarios. Frente a este sistema de dominación, una emergente izquierda revolucionaria lucha por politizar al pueblo y desarrolla acciones de enfrentamiento directo y total al sistema. En su actividad revolucionaria se reconoce cada vez más a sí misma como parte de una lucha mundial, junto a los combatientes vietnamitas, junto a los que en cualquier continente luchan contra el imperialismo.

Imperialismo y militarismo son gemelos que se alimentan uno del otro, y sólo desaparecerán cuando desaparezca el sistema.

En la medida en que los campos de batalla entre el imperialismo y el socialismo se han desplazado al Tercer Mundo, los diseñadores de la política militar norteamericana no sólo han elaborado estrategias que intentan responder a esta alternativa, sino que incluyen a los ejércitos de los países dependientes como parte del sistema político militar norteamericano, modernizándolo y equipándolo técnicamente para realizar funciones militares y paramilitares. La «vietnamización» es un caso concreto de esta estrategia en que se pretende descargar al Ejército norteamericano de la función directamente contrarrevolucionaria. El análisis de Wilfred Burchett muestra como esto no los ha conducido a la victoria, sino a la segunda guerra de Indochina, y a una derrota mayor. John Saxe Fernández explora las premisas estratégicas que presiden la «ayuda» militar norteamericana y su impacto tanto en Estados Unidos como América Latina.

El artículo de Pino Tagliazucchi aborda la política de bloques y su relación, con las luchas revolucionarias en Europa. Algunos de sus puntos de vista no son compartidos por nosotros, pero consideramos de interés su publicación en este número porque ofrece al lector un aspecto de la política imperialista en ese continente.

Índice del número 44

John Saxe Fernández, Hacia un modelo de la estrategia militar norteamericana, 7-55

Pino Tagliazucchi, La OTAN: política de bloques y luchas sociales, 56-87

Wilfred Burchett, La segunda guerra de Indochina, 88-121

Carlos Tablada, Marxismo y II Internacional, 122-147

James Petras, Venezuela: una década de desarrollo capitalista, 148-164

ELN Bolivia, Volvimos a las montañas, 165-181

ELN Bolivia, A los pueblos latinoamericanos, 182-183

Los autores, 184 + contracubierta

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