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Pensamiento Crítico

Pensamiento Crítico 16

Las estructuras sociales en América Latina

Pensamiento Crítico, La Habana, mayo de 1968, número 16, cubierta + páginas 1-5.

Presentación

La parte monográfica de este número la dedica Pensamiento Crítico a las estructuras sociales en América Latina. El capitalismo ha tenido en esta parte del mundo una historia propia, política y económica, no discernible a partir de los modelos clásicos de los países «desarrollados», no obstante lo cual hemos cargado durante décadas con el lastre de interpretaciones que parten, invariablemente, de la historia del segmento más avanzado de la sociedad capitalista.

Esta tendencia mimética de nuestros pensadores y sociólogos no se ha limitado a una sola corriente del pensamiento, hablando, por supuesto, en función política. Por una parte hemos contado profusamente con autores menores, incapaces de sentir nuestra realidad, ya que no de pensarla, que han sido como una caja de resonancia de la ideología metropolitana. Son los que se exasperan con la persistencia de la llamada sociedad tradicional y reclaman a «grito pelado» reformas institucionales que copien más y mejor a sus países modelos. Poco se puede esperar en cualquier esfera de estos ideólogos tardíos de la burguesía latinoamericana. Y, sin embargo, ¿quién duda que han cumplido y cumplen un rol? Claro que un rol reaccionario: el de contribuir, mediante deformaciones y falacias de todo tipo, a sostener la creencia en el progreso dentro de los marcos actuales. Pero en definitiva ésta es su función.

La otra parte, es más preocupante. El marxismo latinoamericano también ha sido mimético y en este caso el rol ha sido negativo. Muchos revolucionarios, y otros no tan revolucionarios, han sido víctimas del «encantamiento» (y la frustración) por una perfecta explicación del desarrollo social. La teoría marxista, cuyo origen es inexplicable al margen de la historia de las revoluciones, que representan momentos de máxima tensión social, ha llegado a convertirse, por obra y gracia de una involución posterior, en un soporífero expresado en una serie de tesis, estructurada y acabada, que ignora precisamente lo que se supone sea su objeto: la realidad social y su transformación consciente.

La burguesía latinoamericana no ha realizado la acumulación capitalista. Su dependencia del capital extranjero es tal que las modernas y eficientes unidades industriales son, más que parte integrante de las economías de los países respectivos, prolongaciones de la metrópoli que succionan ilimitadamente los resultados de los esfuerzos del país receptor de capitales. Y ésta no es la desgracia de un momento; es una larga historia de siglos, la historia ignorada por los repetidores y seguidistas que han buscado invariablemente en la casa ajena el remedio a los males de la casa propia. Y para los que siempre tienen una fórmula dispuesta aclaramos: no se trata de particularismos, de radicalismos o de la negación de ciertas universalidades. Martí fue un profundo conocedor de nuestras realidades continentales y un intérprete suyo de valor extraordinario. Una y otra vez insiste en la necesidad de fincarnos en esas realidades, de estudiar nuestra historia, descubrir nuestra personalidad; y nadie tuvo una visión más penetrante de lo universal que él, y podemos hablar del internacionalismo de Martí, y no por cierto de un internacionalismo abstracto y vacuo.

Nuestro continente también ha dado revolucionarios marxistas que en su momento intentaron, de manera ejemplar, el verdadero conocimiento de nuestro medio y su transformación a partir de él, el enriquecimiento de la cultura y de las posibilidades revolucionarias propias mediante el difícil ejercicio de modernizar el pensamiento y la acción sin perder la perspectiva histórica. Mella y Mariátegui, por ejemplo, que hace ya cuatro décadas denunciaron todo contubernio clasista, con la pupila alerta, desenmascarando, en una polémica que se continúa hoy pero con los papeles lamentablemente trastocados, a los que con una falsa prédica de autoctonía le velaban a nuestros pueblos el camino de la auténtica emancipación.

Pero la invasión asfixiante a que nos hemos visto sometidos, de uno y otro lado, de todos los lados, ha enredado de tal manera las cosas que nuestros mejores y más brillantes ejemplos se desvanecen. Y el lado malo de la historia (...) parece repetirse una y otra vez para nosotros.

América Latina está urgida de una toma de conciencia que presupone un conocimiento cabal, desprejuiciado de nuestras realidades, de la historia de la economía, de la cultura, la política. Que se sepa verdaderamente qué somos, a dónde hemos llegado, quiénes son realmente los depositarios de nuestro futuro. La especificidad de las estructuras sociales latinoamericanas, no esclarecida aún teóricamente, exige una conducta consecuente de los revolucionarios, y ya tenemos un ejemplo práctico de inestimable valor y trascendencia: la revolución cubana.

Aquí ciertos esquemas jamás hubieran conducido al triunfo, que se obtuvo, precisamente, a pesar de ellos. La comprensión de la endeblez de nuestras formas políticas; del rol que consiguientemente jugaba el ejército profesional; de las insuficiencias del movimiento obrero (entendido en el sentido clásico del concepto); de la existencia de puntos débiles en el sistema, de sectores explotados de nuestra población ubicados geográficamente en lugares que posibilitan una acción militar más o menos prolongada, al principio desventajosa; el partir de lo que había quedado inconcluso y expresado en nuestros ideólogos y revolucionarios del pasado, Martí en primer término; y por supuesto el valor y la firmeza revolucionaria llevaron a nuestros dirigentes a fijar una estrategia original que, cumplida paso a paso, culminó, para sorpresa de muchos, en el triunfo de la primera revolución socialista de América.

Algunos de los trabajos incluidos en este número ya han aparecido en publicaciones periódicas y aquí se reproducen, otros han circulado mimeografiados o en seminarios especiales. No compartimos todos los criterios expuestos, ni el valor atribuido a algunos conceptos, pero consideramos que contribuyen a una comprensión de nuestro medio, cuya necesidad apuntábamos más arriba.

Índice del número 16

Ioan Davies & Shakuntala de Miranda, La clase obrera en América latina: algunos problemas teóricos, 6-27

Carlos Romeo, Las clases sociales en América latina, 28-55

Aníbal Quijano, Naturaleza, situación y tendencias de la sociedad peruana contemporánea, 56-111

Fernando Henrique Cardoso, Las élites empresariales en América latina, 112-143

K. S. Karol, China: el otro comunismo, 144-180

Raúl Roa, Cuba, el tercer mundo y el tratado de no proliferación de armas nucleares, 181-201

Independencia o muerte, libertad o muerte, patria o muerte - Antonio Guiteras, 202-220

Los autores, 221 + contracubierta

Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf