Filosofía en español 
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Estética y Filosofía del arte

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Arte y Religión: Ideas nebulosas que impiden establecer sus verdaderas conexiones

El conjunto o agrupamiento de ciertas artes, bajo la denominación de artes nobles, artes liberales o bellas artes, está envuelta por las ideas nebulosas (metafísicas, sociológicas, teológicas) mediante las cuales trata de ser definido ese conjunto, en sí mismo y en sus relaciones diferenciales con el resto de las artes, particularmente con las artes mecánicas o serviles [669]. Estas ideas nebulosas son las que impiden establecer las verdaderas conexiones que estas “artes superiores” pueden mantener con la religión.

Repasemos algunas de estas ideas nebulosas que se utilizan como definiciones de las “artes superiores”, o como explicaciones históricas o sociológicas de su definición:

1. La Idea de “belleza”. Sorprende cómo perdura en nuestros ideas una idea tan vaga e imprecisa, o tan metafísica, cuando pretende delimitar al conjunto de artes llamadas “bellas artes”. Vaga e imprecisa, por cuanto la belleza (otros dirán: los valores estéticos positivos) no solo se encuentra en las artes denominadas bellas (entre las cuales se cultiva también el “feísmo”, valores que tienen que ver con las deformidades más repulsivas, realistas o surrealistas, tales como ratas, vómitos, ojos cortados con una navaja de afeitar que se mueve acoplada con la fina nube que corta la Luna), sino también en las artes mecánicas y aun de la Naturaleza (la belleza o sublimidad del Sol naciente o del Sol poniente, según gustos).

Pero mientras la conexión de la belleza natural y la religión se establece “ingenuamente” en la experiencia mundana o popular de muchas gentes, la conexión entre la belleza artística y la religión, en general suele estar establecida a través de ideas metafísicas neoplatónicas incorporadas a la tradición escolásticas: “El Ser cuyo primer analogado es el Ser de Dios, tiene como atributos transcendentales la Unidad, la Verdad y la Belleza” (Unum, Verum, Pulchrum). “Se comprende, por tanto, cómo la belleza del Arte y, en especial, la belleza de las Artes Bellas, tenga que ver en su raíz con Dios, y por tanto con la Religión”.

2. Una explicación genética, histórica, de la unidad del conjunto formado por las artes superiores, que además daría cuenta de sus conexiones con la religión, podría tomarse de las correspondencia pretérita (anacrónica en nuestros días) entre el par bellas artes / artes mecánicas y el par artes sagradas / artes profanas.

En efecto, las artes que hoy forman el núcleo del conjunto denominado bellas artes o artes superiores constituían en un pretérito aún no muy lejano el núcleo de las artes sagradas: música sacra, pintura sacra, escultura sacra, arquitectura sagrada o poesía sacra. Asimismo, las artes clasificadas hoy como artes mecánicas o útiles, eran aquellas que se cultivaban, por su utilidad, al margen de lo sagrado, o a su servicio (las artes de los canteros o de los cocineros –aunque muchos no olvidaban que también entre pucheros anda Dios–, el arte de la pesca o de la caza). Lo que hoy llamamos bellas artes o artes superiores serían una herencia secularizada de lo que antaño eran las artes sagradas. Herencia que no sería otra cosa sino un caso más de la transformación del reino de la Gracia en reino de la Cultura [420]. Decía el abate Gaume (Catecismo de la Perseverancia, tomo 7, traducción española de 1857): “Las vírgenes de Rafael, la cúpula de San Pedro de Roma, las catedrales góticas, la música de Mozart, de Pergolesi, de Haynd, el Canto del Prefacio, el Te Deum, el Stabat, el Lauda Sion, el Dies Irae, todos estos portentos y otros mil son hijos del culto católico… al culto católico debemos los más hermosos instrumentos de música, el órgano y la campana…”. ¿Acaso las relaciones (innegables), al estilo de las que recordaba el abate Gaume, no hacen sino encubrir, con su “sectarismo apologético”, aquellas conexiones, al circunscribir algunas líneas escogidas ad hoc, olvidando otras muchas líneas de conexión entre las artes superiores y las artes mecánicas que tienen muy poco de sagrado y mucho de profano?

3. Explicaciones sociologistas. Son muy triviales: las artes nobles o liberales definen al grupo de artes que la aristocracia (y luego las élites de la burguesía que le sucedió) había seleccionado para su “ocio” y “disfrute”: la música de cámara, la forma sonata, la escultura barroca o neoclásica, ornamento de fachadas o jardines, la ópera “seria” de tema mitológico o histórico (Orfeo y Eurídice, Alcestes, Jerjes), la arquitectura monumental, la poesía, el teatro.

Esta explicación sociológica, aparte de que nada nos dice acerca de las relaciones entre las artes liberales y la religión, tampoco da cuenta de las numerosas excepciones y paradojas como las del artista-criado (los artífices de estas obras de arte supremo solían mantener la condición de criados de la nobleza a la que servían. Y si lograban despegarse de esta condición servil era antes por su formación académica, porque sabían hablar latín, por ejemplo, que les diferenciaba del saber de los obreros) o la del latinista pedante: la utilización de libros como herramientas tampoco garantizaba a estos profesionales ningún puesto en la élite social (basta recordar a los dómines, como don Supino o como el dómine Cabra, que tenían que llevar los libros a las casas de sus discípulos, andando, a pie; y por eso se les llamaba “pedantes”). Y esto es debido a que la perspectiva sociológica se enfrenta con la realidad institucional de las artes liberales o nobles cuando esta realidad ya está en marcha, es decir, sin profundizar en sus raíces históricas y, lo que es peor, ateniéndose a las autoconcepciones emic [237] de los propios organizadores de esas instituciones efectivas.

La verdadera cuestión histórico-filosófica no se reduce a la de explicar por qué motivos sociales determinados grupos de artes han sido denominados artes liberales y nobles, y otros serviles, sino la razón por la cual esos grupos sociales elitistas prefieren mantener contacto con las bellas artes a mantenerlo con las artes útiles (al menos, en determinadas condiciones). Dicho de otro modo: las artes liberales o nobles no son objetivamente libres o nobles por haber sido preferidas por las élites nobles aristocráticas o granburguesas, sino que habrían sido elegidas por dichas élites precisamente por ser objetivamente más libres que las serviles [671], orientadas a atender o servir a las necesidades pragmáticas. Y la respuesta a esta cuestión, así planteada, requiere regresar más atrás de las categorías sociológicas, una vez, si se quiere, que estas categorías hayan sido recorridas.

4. Idea de finalidad. También rechazamos algunas ideas filosóficas aparentemente más racionales, pero no menos nebulosas que las ideas mitológicas o sociológicas. Se trata de ideas que de un modo ejercido o representado se pueden reducir a la idea de finalidad. [670]

{LFA 272-276}

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