Filosofía en español 
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Estética y Filosofía del arte

[ 673 ]

Arte y Religión (fundamento de su conexión)

Estamos en condiciones de establecer el fundamento de las relaciones profundas que puedan mediar entre la obra de arte sustantivo [648] y la religión.

Ante todo: no se ve la razón por la cual las artes serviles tengan que ver con la religión (a lo sumo más bien con la magia [373-384]). Las ceremonias que tantos nativos de las islas melanesias o polinesias celebraban cada vez que botaban en el mar una gran canoa serían antes ceremonias mágicas que religiosas. El Te Deum o las Misas de la Coronación expresaban, a través de su sustantividad musical, la realidad de una nueva situación política resultante, por encima de la voluntad de los agentes.

La misma idea de sustantividad podría ser utilizada en la reinterpretación filosófica de las ideas de Platón de El Sofista o del Ion, y que tienen que ver con las artes divinas [669], no humanas, o con la fuerza divina, no humana, que impulsa al artista más allá de su “técnica servil”. Aquello que Platón atribuye a unas fuerzas divinas no humanas podría ser traducido por la “sustantividad actualista” que atribuimos a la obra de arte superior no servil. Porque estas obras ya no sirven a los hombres, subordinándose a sus necesidades, sino que más bien son las obras de arte superior aquellas a las cuales los hombres han de enfrentarse y aun subordinarse, ante todo para tratar de entenderlas (no ya para “disfrutarlas” o “gozar” de ellas, es decir, para ponerlas a su servicio).

Más aún, los hombres, los artistas inspirados (y no meramente serviles), ni siquiera crean su obra. Sin la tradición, sin el grupo social a través del cual el artista la recibe y del cual forma parte, la obra de arte jamás podría haber sido sustantivada. Ante todo, porque la obra de arte sustantiva necesita el dominio de una técnica a su servicio, servil, que viene dada por la tradición; pero la obra de arte superior sustantiva no se agota en las técnicas, y solo le es dado dominarlas para encauzar la sustancia de la obra, que desbordará siempre estas técnicas serviles.

El conocimiento de esta circunstancia se nos hace patente en la celebérrima “Oda a Salinas” de fray Luis de León: “El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada, / Salinas, cuando suena / la música extremada, / por vuestra sabia mano gobernada. / A cuyo son divino / el alma, que en olvido está sumida / torna a cobrar el tino / y memoria perdida / de su origen primero esclarecida”.

En efecto, la “música extremada”, es decir, fuera del límite, sub-lime, ¿no expresa ya la condición sustantiva, que desborda los límites de la actividad humana, por encima de su voluntad, de la música de Salinas, en la apreciación de fray Luis? En todo caso, Salinas, en la oda, no “crea la música”, sino que propiamente la gobierna. Salinas organiza, con sabia mano, una música que lo desborda y que viste el aire (un contenido del eje “radial”) de hermosura nunca usada. Sin duda fray Luis de León tenía en cuenta la música de las esferas de los pitagóricos (que Aristóteles ya había descalificado).

Pero esta música de las esferas, como la divinidad que hizo el mundo contando números, ¿qué más puede decir hoy de lo que dice la sustantividad de la obra que no se reduce a la utilidad humana? ¿O es que alguien puede seguir creyendo hoy que es entender algo de la “Oda a Salinas” de fray Luis de León apreciar su versos, desde luego, pero decirle al lector, por si no lo sabía, que su trasfondo es pitagórico?

{LFA 285-286}

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