Filosofía en español 
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Estética y Filosofía del arte

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Artes divinas y humanas: Artes nobles o bellas / Artes mecánicas o serviles

Las “bellas artes” constituyen un subconjunto denotativo obtenido por la selección clasificatoria del conjunto total de las artes, que se opone, como su conjunto complementario, a las denominadas “artes mecánicas” (también llamadas útiles o serviles, tales como las artes de pesca, el arte cisoria, el arte de la navegación, las artes marciales, las artes de caza…).

Estamos ante la cuestión que plantea una antiquísima y arraigada clasificación del conjunto de las artes en general, definidas por Aristóteles como el conjunto de las obras producidas por el hombre (a diferencia de los productos de la Naturaleza), es decir, como un conjunto de obras que son resultado de la capacidad poética o creadora de la razón humana, en tanto está moderada y canalizada (y según unas normas universales repetibles y enseñables) por la técnica (ars era su traducción latina); conjunto de obras “factibles”, que se diferenciaban de aquellas otras llamadas “agibles”, que son resultantes de la praxis humana [236], moderada y canalizada por la phronesis (que se traducía en latín por prudentia).

Ahora bien, este conjunto pletórico de artes, poéticas o técnicas (que Aristóteles oponía ya a las obras de la prudencia), era tan heterogéneo que requería una urgente reclasificación. Platón, en el Sofista, ya había distinguido entre las artes de la producción (que son aquellas que dan existencia a lo que en principio no existía: las artes de la agricultura, las artes de la imitación, como la pintura, porque el pintor produce un retrato que antes no existía) y las artes de la adquisición, que son artes que se apropian de lo que ya existía (como la pesca con caña, la caza violenta o con disimulo, o la caza por obsequio, propia del arte de amar). Y así el sofista, dice Platón, es un artista que practica las artes de adquirir, es un traficante de conocimientos. Platón añade que en el arte de producir hay un paralelismo con el arte del sofista, porque el arte de hacer no solo se reduce a hacer utensilios, sino también simulaciones (tejné mimetike), y este arte o bien es un arte de copiar (tejné eikastiken) o bien es un arte de hacer fantasmagorías o apariencias (phantasmata). El sofista, según esto, es un artista de la apariencia, que presenta lo que no es como si fuera, y en esto se parece al escultor o al pintor (por ejemplo, Zeuxis pintó unas uvas que engañaron a los pájaros que se lanzaron a picotearlas).

Mediante sus clasificaciones y subclasificaciones, Platón alcanza la intersección central entre las “artes de la producción” y las “artes de adquirir”. Es aquí, en efecto, cuando Platón introduce la célebre clasificación en el Sofista: “El arte de hacer se divide en dos partes, divina una y humana la otra”. Platón ha llegado, a partir de una clasificación de las artes, a la conclusión de que las cosas naturales son también obras de arte, pero de arte divino (lo que implica reconocer demiurgos divinos, y no solo humanos). Pero resulta que existen obras de los hombres que están inspiradas por los dioses, y estas artes deberían distinguirse de las puramente humanas. En el diálogo el Ion ofrece Platón un modelo de lo que podría ser un arte divino, obrando a través del rapsoda. Una divinidad que afecta al arte antes que al artista, que sigue siendo un hombre vulgar, a quien la divina fuerza (theia moira) ha atraído, como el imán atrae al anillo de hierro, y éste a su vez atrae en su torno a otros anillos, al público que escucha entusiasmado al artista: “Ese don (le dice Sócrates a Ion) de hablar bien sobre Homero es en ti no un arte [una técnica], sino una fuerza divina […] Por ello, todos los poetas épicos, y hablo de los buenos poetas, producen sus hermosísimos poemas no como efecto de un arte [técnica] que poseen, sino porque ellos mismos están inspirados o poseídos por un dios”.

¿No cabe advertir en este texto platónico la clasificación de las artes en dos grandes grupos, el de las artes nobles o bellas y el de las artes serviles o vulgares (mecánicas)? Una clasificación que irá evolucionando a lo largo de los siglos. Varrón, en su Disciplinarum libri (siglo I a.C.); Marciano Capella, en su Satyricon (siglo V d.C.), San Isidoro, Boecio, Alcuino, Thierry de Chartres… Y en el siglo XVIII europeo veremos ya consolidada la clasificación de las artes en mecánicas y artes nobles: la Academia de Nobles Artes de San Fernando fue fundada por Felipe V en Madrid en 1744, y allí pronunció Jovellanos, años después, su Elogio de las Nobles Artes (1781).

Probablemente una gran parte de los lectores se sentirá decepcionada ante la fundamentación platónica que acabamos de sugerir. Considerarán mitológica una fundamentación semejante, que apela a demiurgos divinos. Pero: ¿Acaso quienes hoy aceptan, incluso con orgullo, el título institucional de la “Academia de Bellas Artes” pueden ofrecer una fundamentación menos mitológica o metafísica que la que derivamos del Sofista de Platón?

Por nuestra parte compartiríamos esta decepción, aunque apreciamos en la fundamentación platónica un componente decisivo que por sí solo justificaría la clasificación platónica, a saber, el componente suprasubjetivo (“suprahumano”) que su condición de artes divinas confiere a las artes nobles, y el componente subjetivo, pragmático, prosaico que la condición de artes humanas confiere a las artes serviles [648].

{LFA 269-272}

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