Filosofía en español 
Filosofía en español

“Filosofía española”

1793 «Hasta aquí nuestro insigne Cordobés, honor de la Filosofía Española.» (Salanova, Discreta sentencia del Filósofo Séneca, Diario de Madrid, 4 de octubre de 1793.)

1812 «Tal es en compendio la historia de la guerra contra los Regulares en Francia, y tal es en el fondo la que les hacen en el día los escritores filósofos en España. No se necesita más que ojear nuestros periódicos y demás papeles filosóficos, para ver en ellos las mismas medidas, los mismos proyectos, las mismas mofas groseras, las mismas maledicencias. El solo Diccionario burlesco, atrozmente irreligioso, compendia en una sola cláusula todas las infamias que se hallan esparcidas en muchos folletos, y que deben cubrir a su autor de oprobio, más bien que al cuerpo de Regulares que denigra por la serie de todas las edades: de modo que su solo libelo bastaría, aun cuando no hubiese otros muchos, para demostrar la identidad de máximas sobre este artículo entre la filosofía española y la francesa. Esta ha dado la lección: aquella procura exceder a su maestra. Porque ¿qué calumnias no vomitan en el día nuestros ineptos sofistas sobre un estado que no conocen, y que ha colmado siempre a nuestra España de tanto esplendor y tanta gloria, como demuestran las dos historias eclesiástica y profana?» «¿Pudiera decir más el mismo Robespierre, tan deseado de la filosofía para hacer triunfar la virtud, y la verdadera libertad? ¿Y no se ve en todas estas cláusulas de sangre una sed insaciable de la poca que resta en las venas Españolas? ¿Qué puede esperar España, si tales caribes llegan a mandar? Lo mismo que de los Robespierres en la revolución de Francia. Esta es la santa humanidad que tanto proclaman los mismos. Vosotros, Hermanos nuestros, veis aquí el mismo idioma, las mismas máximas, la misma bárbara crueldad en la filosofía española y la francesa. ¿Qué necesitamos de más paralelos? Todo es idéntico en los filósofos de las dos naciones, y en la revolución que ejecutaron ya en Francia, y preparan a nuestra España.» (Instrucción pastoral de los ilustrísimos señores obispos de Lérida, Tortosa, Barcelona, Urgel, Teruel, y Pamplona, Palma de Mallorca, 12 de diciembre de 1812. En la Imprenta de Brusi, Mallorca 1813, págs. 199 y 227.)

1829 «Está claro, o no hay cosas claras, que mi nombre volaría yendo y viniendo días hasta la región de los chichimecas; y sería yo entre los olorosos señores y las señoras floricidas, aquellos y aquellas que son avidísimas de novedades, el pico de oro, el cien-ojos y la biblioteca organizada de la filosofía española. Otros hombrotes y mujerotas me harían descender, como si dijéramos de macho en macho, de Espinosa, Hobbes o el barón de Holback; y por ello me sería preciso poner en la cabeza de mi discurso, ensayo, cartas o como me pluguiese llamarlas, a guisa de epígrafe, estas palabras del testamento de Bacon. “Yo lego mi nombre y mis obras a la posteridad, porque mi siglo no me conoce.” ¿Diremos ahora que el abate Palominos no piensa por ser romancista?» (Rafael José de Crespo, Don Pápis de Bobadilla, Polo y Monge, Zaragoza 1829, tomo I, pág. LIV.)

1842 «España. 1º Sepúlveda introduce la filosofía en España y se deshonra haciendo la apología de los conquistadores del Nuevo Mundo(1). | (1) Excede la extensión de una nota el enmendar los errores que contiene ese artículo sobre la filosofía española, y el llenar los vacíos inmensos que deja Amice. En un apéndice trataremos esta parte de la historia de la filosofía, aunque con la concisión que exige un manual. N. del T.» «Será inevitable tal vez el que por algún tiempo veamos la filosofía española ceñida a reproducir estas dos escuelas; pero, sea que dominen ellas solas, sea que vengan otras que les disputen el campo, el choque mismo de las doctrinas producirá pasajeramente el cepticismo, cuya fecundidad es parecida a la del caos de los antiguos; y entonces es de esperar que renazca el genio español con toda la originalidad que le caracteriza.» (Ramón Martí de Eixalá, Manual de la Historia de la Filosofía. Traducido del manual de filosofía experimental de Mr. Amice, con notas, y aumentado con un apéndice de la filosofía de España y con la parte bibliográfica, Imprenta del Constitucional, Barcelona 1842, págs. 75 y 198-199.)

1846 «…no es copia ni imitación de ninguna filosofía extranjera; no es ni alemana, ni francesa, ni escocesa: su autor ha querido contribuir por su parte, a que tengamos también una filosofía española.» (Filosofía fundamental por don Jaime Balmes, presbítero, La Esperanza, 14 abril 1846.)

«…no es copia ni imitación de ninguna filosofía extranjera; no es ni alemana, ni francesa, ni escocesa: su autor ha querido contribuir por su parte, a que tengamos también una filosofía española.» (Filosofía fundamental, por don Jaime Balmes, presbítero, El Pensamiento de la Nación, 22 abril 1846.)

«Contrayéndonos al punto de la cuestión, diremos, que deseando exponer algunas reflexiones sobre el modo de fundar la enseñanza de la filosofía, hemos ido a buscar la ciencia donde a la sazón se encontraba, a la manera que los romanos iban a Atenas, y los romanos y los griegos a Alejandría cuando allí se trasladó el imperio del saber. Hallamos escuelas de filosofía en Grecia y aun en Roma durante la antigüedad: las encontramos después en Escocia, en Inglaterra, en Francia y en Alemania; pero no hemos oído hablar de escuela de filosofía española y he aquí por qué no hemos podido mentarla. Dijimos poco há y repetimos ahora que reina en el día una especie de cosmopolitismo filosófico que sea quizá presagio de alguna nueva síntesis que mude la faz de la ciencia: hallándose las cosas en tal estado ¡figúrese cualquiera qué bien vendrían esas pretensiones exageradas de nacionalidad! y sobre todo, tratándose de cosas abstractas que luego se desprenden del suelo en que nacieron, y van a todas partes como los miasmas que arrebata el viento en su corriente! No negaremos que Luis Vives y demás personajes, ahora citados, merezcan el lauro de filósofos: asimismo pensamos que en los escritores religiosos como León, Granada, Rivadeneyra, Márquez y otros que no es sazón de enumerar, a vueltas de las doctrinas teológicas, abundan ideas filosóficas que merecen atención particular; y tal vez algún día emprendamos la tarea de dar a conocer esos tesoros hasta ahora escondidos: pero un filósofo que discurre con más o menos acierto sin levantar por eso alguna nueva enseña, no es lo mismo que una escuela de filosofía. Acaso en la minerva de Sánchez de las Brozas haya algunos principios de los que enseña Beuazee, pero no por eso ha de concluirse que el humanista español es fundador de la gramática general. En materia de patriotismo, como en otras muchas, la virtud está en el justo medio.» (Tomás García Luna, «Educación filosófica», Revista de Europa, Madrid, nº 2 [1 junio 1846], págs. 89-90.)

1847 «Si solo hubiéramos de dar lugar en esta reseña a los filósofos españoles autores de alguna doctrina no tomada de ajenos escritos, pronto daríamos fin a la tarea, pues son muy pocos los escritores de nuestra patria que han tratado ex professo de filosofía, y menos aún los que lo han hecho del modo que es preciso para ocupar un lugar en la historia de esta ciencia.» «Si un talento perspicaz acostumbrado a los estudios filosóficos se dedicase a registrar bibliotecas, y a estudiar obras antiguas, tal vez al fin de algunos años pudiera dar a luz una historia de la filosofía española, en donde pudiéramos saber qué doctrinas profesaban los más insignes escritores de nuestra patria, corrigiendo de este modo la falta de los autores extranjeros que en sus historias de la filosofía prescinden casi completamente de la península.» «Sin embargo a un poeta es deudora de un gran servicio la filosofía española; don Esteban Villegas tradujo en verso los cinco libros del poema de Boecio de consolatione philosophiae, obra cuyo elogio hicimos cuando tratamos de este ilustre pensador.» (Víctor Arnau Lambea, Compendio de la Historia de la Filosofía, tomo III del Curso completo de Filosofía, para la enseñanza de ampliación, Establecimiento tipográfico de D. F. de P. Mellado, Madrid 1847, «Apéndice. Reseña histórica de la filosofía en España», págs. 337, 338 y 367.)

1848 «Rebatía los argumentos de los contrarios y estos callaban: ¡cosa notable! la causa del oscurantismo y enemiga de la ilustración, como decían, tuvo a su cabeza un periódico razonado y brillante, cuyas doctrinas pasaban sin ser combatidas por ningún otro, y le dirigía el hombre que al público se había manifestado profundo y eminente, el que había escrito con general aplauso sobre historia, sobre política, sobre religión y el que había fundado una filosofía española.» (Benito García de los Santos, Vida de Balmes, extracto y análisis de sus obras, Imprenta de la Sociedad de Operarios del mismo Arte, Madrid 1848, pág. 46.)

1849 «El Sr. Ministro de gracia y justicia (Arrazola) ¿Radetzky, dice S. S.? Yo no sé lo que será de Radetzky, sobre este punto cada uno puede pensar según su modo de ver las cosas; pero de cualquier modo que sea debo contestar a la pregunta que ha hecho el señor Cabello. S. S. ha dicho que cómo se habrá de hacer el Concordato en Gaeta, y yo digo que con arreglo a la filosofía española, la cual tiene un adagio vulgar o sea un cánon que nunca falta, que dice que donde está el Rey está la corte, y que además el Gobierno tiene un derecho de gentes a que atenerse, según el cual, donde quiera que está el Rey se le envían los embajadores; y en esto no cabe la menor duda.» (Senado, sesión del día 10 de abril de 1849, Diario de las sesiones del Senado en la legislatura de 1848, Madrid 1849, pág. 278.)

«El Sr. Janer como individuo de la Real Academia de la Historia, ha frecuentado sus sesiones cooperando a los trabajos científicos de aquella corporación. En el discurso leído por el Ilmo. Sr. D. Manuel Antonio López, como Director en junta general de 27 de noviembre de 1846, menciona los siguientes escritos presentados por el Sr. Janer: Vindicación de la filosofía española en el siglo XVI, y un folleto como en ampliación de este sobre la familia de los Salvadores en Tarragona.» (Juan Corminas Alen, Suplemento a las Memorias para ayudar a formar un diccionario crítico de los escritores catalanes y dar alguna idea de la antigua y moderna literatura de Cataluña, que en 1836 publicó el Excmo. e Ilmo. Señor Don Félix Torres Amat, obispo de Astorga, Imprenta de Arnaiz, Burgos 1849, pág. 142.)

1851 «Bartolillo [Bartolomé José Gallardo] en tanto se imaginaba el Voltaire de España. Ya creía ver cartas de los soberanos de Europa, solicitando su amistad, de la misma suerte que Federico el Grande de Prusia se correspondía por medio de cartas con aquel filósofo. Ya soñaba con que los españoles cubrían sus cabezas con el gorro frigio, y echaban de las iglesias a patadas no solo a la frailería sino a la cleriguesca, dando vivas a Bartolete. Ya pensaba que con su Diccionario crítico-burlesco oscurecía a los más ilustres filósofos que honraron el pórtico de Atenas: ya se ponían ante sus ojos las generaciones venideras, levantándole una estatua, como a la luz de la filosofía española, y colocando en la casa donde nació una inscripción que dijera, Aquí Gallardete, y en la tumba, soberbio mausoleo admiración de las edades, estotra: Al famoso Gallardete, España y el mundo todo.» ([Adolfo de Castro], «Aventuras literarias del iracundo extremeño don Bartolo Gallardete, escritas por don Antonio de Lupián Zapata, la horma de su zapato», La Tertulia, periódico semanal de literatura y de artes, Cádiz, domingo 13 de julio de 1851, nº 153, pág. 2.) (En La Ilustración, periódico universal, Madrid, sábado 28 junio 1851, nº 26, pág. 206, dice frailesca.)

1853 «De esta manera aparecerían, como en un foco común, todas nuestras capacidades intelectuales, y los jóvenes de las distintas carreras, en presencia unos de otros, se animarían, se entusiasmarían, se agrandarían sus miras, y se crearía un espíritu filosófico que caracterizaría la época; y en las modificaciones que recibirían las primeras ideas en nuestro país, darían a este una fisonomía determinada, que recibiría en el tiempo y en el espacio el bautismo de filosofía española, y entonces el crédito de las universidades descansaría en el crédito del profesorado, por el sello que hubiere impreso en la región de las ideas, y no en ejecutorias, edificios vastos y bibliotecas materiales, como sucede ahora, por no presentarse ocasión a estos cuerpos científicos para el desenvolvimiento de la mucha ciencia de que son depositarios.» «A las tendencias sensualistas, notadas ya en el siglo anterior, han sucedido tendencias espiritualistas, y en ambos casos hay ya una forma filosófica, por lo menos instintiva, que caracteriza la presente época en nuestro país; y el tiempo, que madura las ideas, nos dará lo demás que se necesita, para que el espíritu filosófico se infiltre en las masas y entre de lleno nuestra nación en el movimiento general filosófico de la Europa, de que estuvo separada en los tres siglos precedentes por causas que no es de este lugar referir. Entonces habrá una filosofía española como hay una filosofía francesa, una filosofía escocesa, una filosofía alemana, y entonces no se dirá que el África comienza en los Pirineos, que es la frase con que tan indignamente nos honraban nuestros vecinos en el último siglo.» (Patricio de Azcárate, Veladas sobre la filosofía moderna, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid 1853, págs. 14 y 342-343.)

1855 «…y a la Real Academia de la Historia, de Madrid, los siguientes escritos: Vindicación de la filosofía española del siglo XVI contra algunas aserciones del célebre Cousin en su Curso de la historia de la filosofía.» («Noticia de los escritos de D. Félix Janer que se hallan publicados hasta hoy», en Del Buen gusto en Medicina, discurso inaugural que… leyó el doctor don Félix Janer, el 2 de octubre de 1833. Segunda edición, Madrid 1855, págs. 41-42.)

«¿Será que ningún fruto ha dado esta nación un tiempo clásica y fecunda? ¿será que se agotó el numen de España precisamente cuando brotaba gigantesco en toda Europa? ¿habráse convertido de señora en esclava, de feudal en tributaria y de original en copia? Empresas de Fajardo: Proverbios de Herrera: Discursos de Sousa: Gobierno moral de Polo: Emblemas de Covarrubias, ¿tenéis algo que envidiar a los Ensayos de Montaigne o a los conceptos de Charron? pues ¿qué se hizo de vuestra noble originalidad? ¿No combatían bien a Maquiavelo el Relox de Guevara, las Advertencias de Alamos y Barrientos y de Regis institutione de Palacios Rubios? ¿No critican a Lulio los Marzal y Arce de Herrera? pues ¿dó está vuestro espíritu de crítica severa? ¿Dónde están los que siguen las huellas de nuestro historiador Mariana en sus libros de Regis institutione, De mutatione monetae y De inmortalitate? ¿Por qué no se ha perseverado en los trabajos filosóficos de Vives, Morcillo y Perpiñán, Tellez y Bernal, Fernández, Navarro y Fuenleal, Córdova, Sánchez, Santa Cruz, Ruiz, Cardoso y Pérez de Mesa? ¿Por qué se han interrumpido los estudios morales de Macedo, Caramuel, Vázquez y Soto y los de lógica y dialéctica de Villalpando, Castro y Olivan? ¿Por qué no se han continuado ilustrando las ciencias naturales al ejemplo de los La Serna, Torrejón y Coronado, Herrera, Henríquez y Cano de Urreta, Barba y Arce, Vargas y Fernández del Castillo, Murcia de la Llana, Pérez, Barrientos, Macedo y otros ciento? ¡Ah filósofos modernos de allende el Rhin, confesadlo! ¿cuánto debéis a nuestros dos Luises, a nuestro Arias Montano, a nuestros Santos Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, Azpilcueta, Maldonado, &c.? ¿no es verdad que la filosofía española de aquellos tiempos, tan tocada de espiritualismo, misticismo y ascetismo os ha sugerido buena porción de vuestras elucubraciones modernas? No acumulemos más nombres ilustres pertenecientes a estas épocas, porque podrán verlos nuestros lectores con abundancia en la Biblioteca de D. Nicolás Antonio o en las notas de Monescillo en la traducción del Bouvier.» (José Garófalo Sánchez, «Filosofía, historia y literatura médicas. El examen crítico de la homeopatía del Dr. Mata, estudiado por su discípulo J. Garófalo», El Porvenir Médico, Madrid, 5 de marzo de 1855, nº 139, pág. 50.)

1856 «…un nuevo curso de filosofía, escrito por un español, donde ocupa el puesto que se merece la filosofía española, menos fecunda en errores que las extrañas, pero no menos rica en caudales de profundos conocimientos.» ([Philosophiae rudimenta ad usum academicae juventutis, opera et studio P. Joseph Fernández Cuevas], La Esperanza, Madrid, 3 octubre 1856.)

«Su fe [Feijoo] era incuestionable, y su causa más fuerte que la suya; así es que, a pesar de lo voluminoso de sus obras, quince ediciones nada menos se imprimieron en medio siglo, creciendo hasta tal punto su reputación, que a su muerte, ocurrida en 1764, pudo volver la vista atrás lleno de complacencia, y contemplar el impulso que había dado al espíritu humano en su patria; pues aunque no llegó ni aun con mucho a elevar la filosofía española al nivel de la de Francia e Inglaterra, la dió buena dirección, haciendo él solo en favor de la vida intelectual de sus paisanos más de lo que habían hecho sus predecesores en un siglo entero.» (Historia de la literatura española, por M. G. Ticknor, traducida al castellano, con adiciones y notas críticas, por D. Pascual de Gayangos, individuo de la Real Academia de la Historia, y D. Enrique de Vedia, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid 1856, tomo cuarto, pág. 40.)

1858 «Si he titulado este libro, Filosofía española, no ha sido por arrogancia fatua, sino movido de un vivísimo deseo de que tengamos algo mas de independencia y dignidad. ¿No hay filosofía alemana? ¿No la hay escocesa, francesa, &c.? Pues si es original, y mejor la que profesamos, sea española. Tengamos, una vez siquiera, amor propio nacional, y no vayamos siempre a remolque de pensamientos extranjeros. Abril de 1856. Pedro Mata.» (Pedro Mata, Filosofía española. Tratado de razón humana con aplicación a la práctica del foro, Carlos Bailly-Bailliere, Madrid 1858, prólogo, pág. XII.)

1859 «Yo trataba de probar que así como ha habido una filosofía alemana, una filosofía escocesa y una filosofía francesa, ha habido también una filosofía española con su carácter propio y original que de las otras la distingue; pero mi desidia, la indiferencia del público, la desautorizada oscuridad de mi nombre y el sentimiento de la debilidad de mis fuerzas me han retraído hasta ahora de cumplir tan buen propósito.» (Juan Valera, «Obras de D. Francisco de Quevedo Villegas», La América, crónica hispano-americana, Madrid, 24 octubre 1859, año III, nº 16, pág. 8.)

1860 «Nosotros, pues, ni podemos aparecer sospechosos a los ojos de los doctores de Salamanca, ni tampoco ignorantes de las apreciaciones del señor Gil de Zárate, constándole lo segundo al señor Laverde por los artículos que dedicamos a hacer la Reseña histórica de la filosofía española que tan benévolamente juzgó entonces en una carta que aun conservamos.» (A. Menéndez de Luarca, «Cristóbal Colón y los doctos de España (A El Faro Asturiano)», Revista de Instrucción Pública, Madrid, 10 mayo 1860, año V, nº 32, pág. 505.)

1862 «¿Existe materia de estudio? se pregunta. Resueltamente afirmamos que sí, y lo demostraremos con los siguientes apuntes. Pero aun cuando pocos sostengan hoy tesis contrarias a las expuestas, la dificultad estriba, en abrazar el cuadro del estudio. ¿Desde qué punto partir? Si en efecto el genio de una raza y de un pueblo se encuentra indicado, así desde los primeros instantes de la vida histórica, como desde los primeros de su arte, según sostiene el Sr. Amador de los Ríos: si en los poetas hispanos romanos, existen ya rasgos característicos del arte español, debemos seguir el mismo camino y colocar al frente de la filosofía española el nombre de Lucio Anneo Séneca, con tanto mayor motivo, cuanto que Séneca, es quizá el autor que ha influido más en la historia de nuestra cultura intelectual, y creemos no pecar de extremados si hablando de escuelas españolas, decimos que en nuestra cultura figura a la par de Aristóteles y quizá influye más que Platón.» (Francisco de Paula Canalejas, «Del estudio de la historia de la filosofía española», Revista Ibérica, Madrid, 30 marzo 1862, tomo II, nº 6, pág. 395.)

1866 «Por otra parte, nosotros pensamos que hoy por hoy, es casi imposible escribir la historia general de la filosofía española. La bibliografía y las monografías de los escritores y de las escuelas filosóficas, son siempre los materiales de que se forma la historia científica, y estos trabajos preliminares aún están muy atrasados entre nosotros. Sin embargo, no es difícil señalar tres períodos en que puede considerarse dividido el movimiento filosófico de nuestra patria; a saber: 1º Desde Séneca (Siglo I) hasta fines del siglo XVI; 2º Desde esta última época hasta el advenimiento al trono de Castilla de la dinastía de Borbón (Siglo XVIII); y 3º Desde principios del siglo XVIII hasta nuestros días. En el primer período la filosofía española influye poderosamente en la civilización europea por medio de los escritores hispano-romanos (Séneca, Columela, Higyno, &c.,) la escuela cristiana de Sevilla, las rabínicas de Córdoba, Toledo y Barcelona, el misticismo de Avempas y Tofail, el eclecticismo de Averroes, el sintético sistema de Raimundo Lulio, y los reformistas del renacimiento (Luis Vives, Gómez Pereira, Foxo Morcillo, Huarte, &c.). En el segundo periodo la filosofía española permanece estacionaria, rechazando toda doctrina nacida en tierra extranjera, y como necesaria consecuencia, es casi olvidada en el movimiento intelectual de la moderna Europa. Por último, al sentarse en el trono de San Fernando un nieto de Luis XIV, la filosofía francesa consiguió traspasar los Pirineos; y en pos de las doctrinas de Descartes y Gasendo, aparecieron en nuestra patria las de Bacon y Locke; y sucesivamente las de Voltaire, Condillac, De-Maistre, Cousin, Kant, Krause, Sanseverino y todos los pensadores que mayor séquito alcanzan en la presente edad histórica. Así, con relación a la cultura general del mundo, puede decirse, que la filosofía española es, en su primer periodo, influyente; en el segundo, ni influyente ni influida; y en el tercero, influida.» (Luis Vidart Schuch, La filosofía española, indicaciones bibliográficas, Imprenta Europea, Madrid 1866, págs. IX-XI.)

1876 «Con motivo de haber afirmado en una de nuestras Revistas críticas que la historia científica y filosófica de nuestra patria carece de verdadera importancia y que la filosofía española es un mito, se ha publicado en la Revista Europea un artículo en que su autor, D. Marcelino Menéndez y Pelayo, se revuelve airado contra nosotros, tratándonos con tono destemplado y furibundo y dando a su trabajo un carácter personalísimo que no se explica ni disculpa, pues ni son nuestras afirmaciones tan graves y ofensivas que lo merezcan, ni recordamos haber inferido agravio alguno al Sr. Menéndez, de cuya persona sólo incidentalmente y sin faltarle lo más mínimo, nos hemos ocupado. La furia del Sr. Menéndez únicamente puede explicarse, teniendo en cuenta sus opiniones neo-católicas, y, siquiera por esto, no hemos de darle el gusto de contestar uno por uno a sus destemplados ataques.» (Manuel de la Revilla, «La Filosofía española», Revista Contemporánea, Madrid, 15 agosto 1876, nº 17, pág. 111.)

Dos presuntos antecedentes en el uso de este rótulo que no lo son

1. En 1940 Ernesto Giménez Caballero, citando entre comillas a Juan de Mal Lara, incorpora como añadido interpretativo un equívoco paréntesis de su cosecha, un '(española)' ausente en el texto del famoso libro (La filosofía vulgar, Sevilla 1568) del autor sevillano:

«1) Definición humanista de los Refranes, por Juan de Malara, en su "Philosophia Vulgar". Sabiduría 'inmanente' de España, anterior a la cultura clásica y al Cristianismo: "Antes que hubiese filósofos en Grecia tenía España fundada la antigüedad de sus Refranes…" "Parescen los Proverbios o Refranes ciertas reliquias de la antigua philosophia (española) que se perdió… y quedaron como antiguallas…"» (Ernesto Giménez Caballero, Lengua y Literatura de España. IV. La Edad de Oro, Talleres Gráficos de E. Giménez, Madrid 1940, página 225.)

2. En 1953 se cita una Philosophia Española de 1738 como obra ilustrada expuesta el 14 de junio de 1953, junto con otras, con ocasión de la Feria del Libro de Madrid. Pero se trata de un mero error en la transcripción del título, por la Bibliotheca universal de la polygraphia española, compuesta por Don Christoval Rodríguez…, Antonio Marín, Madrid 1738:

«Cristóbal Rodríguez, Philosophia Española (Madrid, 1738)» (Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, año II, nº 12, junio-julio 1953, página 11.)

GBS