José Ignacio Bartolache y Díaz de Posada 1739-1790
Profesor de matemáticas en la Real Universidad de México, doctor en medicina, promotor de unas pastillas férricas de su fabricación mediante sendos opúsculos en español y náhuatl, oficial en la contaduría de la Casa de Moneda de la Nueva España, ensayador del Virrey, Apartador general del oro y plata del Reino, y crítico ilustrado del entonces emergente culto a la Virgen de Guadalupe, lo que le atrajo no pocos recelos y sinsabores (falleció antes de ver publicado su Manifiesto satisfactorio anunciado en la Gazeta de México (tomo I, núm. 53): Opúsculo Guadalupano, México 1790, 123 págs., de cuya edición hubo de encargarse su viuda). Se le recuerda en particular por las dieciséis entregas del interesante papel periódico que publica en México entre octubre de 1772 y febrero de 1773, bajo el rótulo de Mercurio volante, con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina. Puede leerse en el primer número, que hacía las funciones de prospecto, bajo el rótulo “Plan de este papel periódico”:
«Mercurio, según la fábula, era el mensajero de los dioses, en cuyo obsequio volaba con suma celeridad hacia cualquier parte que se le enviase. Las ciencias todas y los conocimientos útiles al género humano se creía por los filósofos más sensatos tener como la misma alma racional, un origen celeste y divino. Siempre fueron estimadas las artes como otros tantos preciados dones de la providencia, concedidos por particular gracia en beneficio de los mortales; y ninguna noticia importante vino al mundo, según este modo de pensar, justo y razonable, de otra parte que de los altos cielos o de hombres dignos de colocarse allá. Así pues, por una especie de alegoría nada reprensible, he querido llamar Mercurio Volante a un pliego suelto, que llevará noticias a todas partes, como un mensajero que anda a la ligera. Saldrá todos los miércoles, día en que parten de la capital todos los correos del reino. Siempre cuidaré de poner al frente algún pasaje de buen autor, alusivo al asunto, y traducido en caso necesario. Digo en caso necesario, porque no omitiré los autores españoles, cuando se me ocurran. En otros papeles periódicos que he visto se guarda supersticiosamente el respeto a los latinos y griegos. No hay para qué; yo me gloriaré de haber nacido español y de que mis nacionales luzcan su trabajo y sean celebrados.»
Bartolache no fue original al utilizar la imagen del Mercurio volante, pues, sin ir más lejos, ochenta años antes había publicado Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700), también en la ciudad de México, un folleto titulado Mercurio volante, con la noticia de la recuperación de las provincias del Nuevo México conseguida por D. Diego de Vargas, Zapata, y Luxan Ponce de León... (en la Imprenta de Antuerpia de los herederos de la viuda de Bernardo Calderón, México 1693, 18 h.).
Cierto afán reivindicador, que fuerza y falsea la realidad, lleva a algunos a presentar el papel periódico de Bartolache como “la primera de las revistas médicas publicadas en América” (Diccionario Porrúa, 6ª ed., México 1995, pág. 2208), “la primera revista médica del continente americano” (Cronología nacional de divulgación científica y tecnológica, ammccyt-conacyt, C-895-2001, 2002), asegurándose incluso que “corresponde a México el mérito de haber sido el país donde se editó la que se reconoce como la primera revista producida en el continente americano, surgida incluso 25 años antes que The Medical Repository, de los Estados Unidos” (José Antonio López Espinosa, “La primera revista médica de América”, Acimed 2000, 8,2:133-139), &c. Polvos que algunos apresurados convierten en lodos cuando, confundiendo el opúsculo que Sigüenza tituló en 1693 Mercurio volante con las entregas del Mercurio volante de Bartolache, llegan a fantasear que “el primer periódico en Hispanoamérica fue El Mercurio Volante, que publicó Carlos de Sigüenza y Góngora en México, en 1693” (Enciclopedia Estudiantil Codex, 1972, citada en educarchile.cl) o que “los periódicos más antiguos del continente americano son El Mercurio Volante, de México, fundado en 1693; Boston Newsletter, de EEUU, fundado en 1704...” (M. Pascual Saperas, en la Gran Enciclopedia Rialp, 1991), &c.
«José Ignacio Bartolache. Biografía. Célebre matemático mejicano del siglo XVIII, nacido en la ciudad de Santa Fe y minas de Guanajato en 30 de Marzo de 1739, de padres pobres. Fue colegial en Méjico del de San Ildefonso, y después del Seminario Tridentino, donde se le dió una beca de gracia por haber coordinado la biblioteca. Pasó a Mazatepec a ser maestro de escuela de niños. Sacóle de entre aquéllos don Joaquín Velázquez de León, y le persuadió a que se dedicase al estudio de la medicina y ciencias exactas, le compró libros, y dándole las primeras lecciones de matemáticas, le inspiró tanta afición a ellas que, habiendo pocos años después pasado a California de orden del gobierno para la observación del paso de Venus por el disco del Sol, dejó a Bartolache por substituto de la cátedra de matemáticas, que desempeñaba aquel sabio en la universidad, en la que recibió el grado de doctor en medicina, y falleció siendo catedrático en propiedad de matemáticas. Escribió: Lecciones matemáticas (Méjico, 1769), Mercurio volante con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina (Méjico, 1772), Disertación apologética de ciertas Pastillas (defendida por el autor en el teatro de la universidad literaria por espacio de tres días), Instrucción para la cura de las Viruelas epidémicas (Méjico, 1779), Discurso de Luis Cornaso sobre la Vida sobria (traducido al castellano), Observación astronómica del paso de Venus por el disco del Sol (publicada en Méjico y en París), y Manifiesto satisfactorio. Entre las opiniones raras del doctor Bartolache sobre las circunstancias del milagro de la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, fue una la de que el ayate, tilma, capa o manta del indio Juan Diego, en que se estampó la imagen, no es de hilo o pita de magüey, sino de palma. Desde luego pareció arbitrario e improbable aquel modo de pensar y sufrió su autor muchas impugnaciones. En respuesta escribió don Francisco Sedano un Manifiesto, en el cual refuta plenamente los errores de Bartolache.» (Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, José Espasa e Hijos, Barcelona 1910, tomo VII, pág. 988.)
«José Ignacio Bartolache y Díaz de Posada (1739-1790). Médico. Nació en Guanajuato, de familia muy humilde fue recogido por un protector anónimo que le ayudó en sus estudios hasta que perdido su favor hubo de buscar por sí mismo el medio de vida. Fue bibliotecario del seminario y más tarde entró de preceptor y profesor en la familia del catedrático de matemáticas de la universidad, Joaquín Velázquez de León. En 1764 ingresó en la Facultad de Medicina cursando sus estudios hasta 1766 en que obtuvo el grado de bachiller y en 1772 el de licenciado y doctor con una tesis sobre el primer aforismo de Hipócrates: Vita brevis, Ars longa, impresa por Felipe de Zúñiga ese mismo año. Durante sus estudios médicos sirvió como profesor de matemáticas en la universidad, por ausencia de su protector, con éxito notorio, a tal punto que cuadruplicó el número de los alumnos. Con este motivo redactó unos apuntes de sus clases que publicó más tarde con el título de Lecciones matemáticas... (México 1769). Tienen el enorme interés de que apartándose del pensamiento reinante y oficial se declaró defensor ardiente de las ideas de Descartes. Recién doctorado en medicina emprendió la publicación del famoso El Mercurio Volante (México 1772), primera revista médica editada en América, donde se intenta una renovación completa de la medicina en Nueva España. Fue sin embargo una empresa ruinosa y Bartolache, no obstante haber logrado una obra valiosa, terminó embargado. Fue catedrático sustituto de prima de medicina y de matemáticas en siete ocasiones, teniendo una violenta disputa documental con el protomédico y decano de la Facultad de Medicina José Tomás García del Valle sobre la forma como esta última cátedra debía de proveerse. En 1774 tuvo la habilidad de saber preparar unas pastillas férricas capaces de ser administradas con éxito por vía oral y con ese motivo publicó dos noticias anunciando su producto y sus excelencias, una en idioma mexicano titulada: Netemachtiliztli y la otra en castellano Noticia plausible para sanos y enfermos, las dos en México, 1774. En 1779, con motivo de la terrible epidemia de viruelas que asoló el país, el Ayuntamiento encargó a Bartolache de redactar una: Instrucción que puede servir para que se cure a los enfermos de las viruelas epidémicas que ahora se padecen en México... (México 1779), obra notabilísima por el buen sentido que impera en toda ella. Fue miebro de la Real Sociedad Bascongada de los Aamigos del País. Debido a su carácter violento y polemista, Bartolache acabó alejado de la enseñanza, cubierto de deudas, y empleado como ensayador de la Casa de Moneda.» (Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México [1964], Editorial Porrúa, México 1995, sexta edición, tomo 1, pág. 390.)
«José Ignacio Bartolache (nacido en Guanajuato, México, 1738; muerto en México, 1790), matemáticas, astronomía, medicina. Estudió en México ayudado en su orfandad por diversas personas, entre otras Joaquín Velázquez de León. Abandonó por pobreza los estudios en el Colegio jesuita de San Ildefonso. Ingresó en el Colegio Pontificio Seminario para estudiar teología con una beca, pero fue expulsado por un ruidoso acto en que defendió la obra de Melchor Cano. Finalmente accedió a la Universidad para estudiar medicina y su paso por los cursos sirvió, al decir de sus contemporáneos, para introducir las obras de Hermann Boerhaave y otros y desterrar a Marcos José Salgado. En 1766 obtuvo, en otro ruidoso acto, el título de bachiller. Revalidado éste por el Protomedicato, ejerció con fastidio la medicina mientras estudiaba otras ciencias. Entre 1767 y 1773, sustituyó varias veces a Joaquín Velázquez de León en la cátedra de matemáticas y logró publicar el primer cuaderno de un curso, Lecciones matemáticas (1769), de interés por contener la parte teórica y metodológica, que revela su formación moderna. En 1769 efectuó con José Antonio Alzate la observación del tránsito de Venus por el disco del Sol en las casas consistoriales, que se publicó el mismo año en una hoja suelta. En 1772 obtuvo el grado de doctor en medicina y poco después emprendió la publicación de un periódico médico: El Mercurio volante, que alcanzó 16 números, del 17 de octubre de 1722 al 10 de febrero de 1773. En él se contienen interesantes ensayos de medicina moderna; descripción de aparatos como el barómetro y el termómetro; un extenso tratado sobre la bebida mexicana conocida como «pulque»; un ensayo sobre el mal histérico con motivo de un conflicto con las monjas de México y Puebla; la traducción de una memoria sobre la vida sana del médico italiano Luigi Cornaro y un discurso anónimo sobre la importancia de la cirugía. Intentó Bartolache obtener varias cátedras en la Universidad, lo que no logró. Sólo la sustitución de la de prima de medicina y luego la propiedad de la de methodus medendi, a la que renunció por graves apuros económicos. En 1774 empezó a fabricar un medicamento que se usaba en Italia, las «pastillas marciales» o «fierro sutil»; a este fin redactó una instrucción para su uso, que tradujo en beneficio de los indios al náhuatl. Convocó, además, a unas sesiones públicas en que los miembros del Protomedicato se lanzaron contra el nuevo medicamento, que sin embargo siguió fabricándose. Hacia 1776 tuvo Bartolache que aceptar una plaza de oficial en la contaduría de la Casa de Moneda, cercado por sus acreedores. En 1777 lo nombró ensayador el virrey y ese mismo año recibió del rey, seguramente por el valimiento que Velázquez de León tenía con el ministro Gálvez, el nombramiento de apartador general del oro y plata del reino, con lo que su suerte cambió. Con motivo de una epidemia de viruela declarada en México en 1779, Bartolache envió un plan de diversos arbitrios para contenerla, con una mezcla de ideas arcaicas y modernas. Publicó, también en ese año, una Instrucción que puede servir para que se cure a los enfermos de las viruelas, en que insiste mucho, como en anteriores escritos suyos, en que se hagan esfuerzos por mantener buen ánimo en los enfermos. Fue partidario de la inoculación, lo que se sabe por el dictamen favorable al libro del médico francés Esteban Morel sobre el tema. Apoyó experimentos sobre diversos aparatos, como uno para apagar incendios. El final de sus días lo dedicó a la redacción de un libro sobre el culto a la Virgen de Guadalupe, de corte tan ilustrado que le valió mucha incomprensión y el epíteto de irreligioso.
Bibliografía. I. Fuentes. Lecciones matemáticas que en la Real y Pontificia Universidad de México dictaba don..., México, Biblioteca Mexicana, 1769. Mercurio volante, con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina, 16 números, México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1771-1773; se trata del primer periódico médico de América y es importante para el conocimiento de la situación de las ciencias en el siglo XVIII mexicano. Instrucción para el buen uso de las pastillas marciales o fierro sutil (s. p. i.), 1774. Instrucción que puede servir para que se cure a los enfermos de las viruelas epidémicas que ahora se padecen en México desde fines del estío en el año corriente de 1779, México, Felipé de Zúñiga y Ontiveros, 1779.
II. Literatura secundaria. Francisco de la Maza, Los exámenes universitarios del doctor José Ignacio Bartolache, México, Imprenta Universitaria, 1948; publica los expedientes de obtención de grados de Bartolache y da un breve panorama de la vida, obra y tiempo del autor. Francisco Fernández del Castillo, 'La inquieta vida del doctor Bartolache', El médico (marzo-abril 1957), 46-56, 58-62, estudio biográfico y análisis de la obra de Bartolache; es el mejor trabajo publicado sobre el personaje, por la cantidad de información que logró allegarse. María de Lourdes Ibarra, José Ignacio Bartolache, La Ilustración en Nueva España, México, Universidad Iberoamericana, 1976, tesis; trabajo de carácter general sobre el proceso ilustrado novohispano y la participación de Bartolache en él; incluye información nueva sobre la relación del médico con la Universidad. Ramón Sánchez Flores, 'José Ignacio Bartolache. El sabio humanista a través de sus bienes, sus libros e instrumentos de trabajo', Boletín del Archivo General de la Nación, 13 (1972-1973), 187-216; publica el expediente del intestado de Bartolache con la lista de su biblioteca.» (Roberto Moreno, en José M. López Piñero & alii, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Ediciones Península, Barcelona 1983, vol. I, págs. 104-105.)
★ Mercurio volante con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina (1772-1773)
José Ignacio Bartolache, el mismo año en el que obtiene en la Universidad de México el grado de doctor en medicina, se propuso colaborar, en la medida de sus fuerzas, a los arreglos reformadores de los añejos planes de estudios que, desde el Estado, se pretendían imponer a las decadentes universidades controladas por la Iglesia, en las postreras décadas del Antiguo Régimen hispano (recuérdense, por ejemplo, las resistencias, dos años antes, ante la creación de una cátedra de filosofía moderna en la Universidad de Alcalá, prevista en la provisión de Carlos III de 1768, tras la extinción de las cátedras de la escuela jesuítica, donde sólo pretendía seguirse lo que Feijoo, a quien mencionan, había aconsejado ya en 1736: “De lo que conviene quitar en las Súmulas”, &c.):
«Sabemos que nuestra corte ha comenzado a dar un ejemplo (digno ciertamente de darse durante el gobierno del sabio monarca que la preside) reformando los estudios, según las ideas que hoy se tienen para la mayor utilidad y bien del estado. Y aunque debemos esperar para nosotros igual beneficio, los que tenemos la felicidad de ser vasallos del mismo rey; como quiera que ello es obra de mucha deliberación, de suma prudencia y del tiempo: acaso no se verificará tan presto como quisiéramos en las Indias. Comencemos pues a comunicar al público en nuestro español vulgar algunas noticias curiosas e importantes y sean sobre varios asuntos de física y medicina, dos ciencias, de cuya utilidad nadie dudó jamás. Tal es el plan que me he propuesto y espero desempeñar mi palabra no muy desairadamente, teniendo de antemano adquiridos algunos conocimientos en estas materias y bastante aplicación a mis libros, que son muy selectos y propios para mi instrucción.»
Bartolache dedica todos los números del Mercurio volante (excepto el primero, donde se anuncia el “Plan de este papel periódico”, y donde por cierto se cuida de advertir que «ninguno espere nada de política, ni de lo que tocare, aunque fuese de un modo muy indirecto, al gobierno. No me he propuesto una gaceta...») «al excelentísimo señor don Antonio María de Bucareli y Ursúa, Virrey de esta Nueva España», a quien dedica el untuoso primer párrafo del siguiente número, en el que ya entra en materia: «Verdadera idea de la buena Física y de su grande utilidad.» El subtítulo del Mercurio volante, «con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina», se mantuvo desde el primer número hasta el noveno: «Mercurio volante, con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina, por D. José Ignacio Bartolache, Doctor Médico, del Claustro de esta Real Universidad de México.»
Roberto Moreno y de los Arcos (México 1943-1996), doctor en historia por la UNAM, de la que fue profesor desde 1968, y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Academia Mexicana de Historia, publicó en 1979, con una introducción suya, el Mercurio volante (1772-1773), de José Ignacio Bartolache (Biblioteca del Estudiante Universitario, UNAM, México 1979, 199 págs.; México 1983, XLVIII+202 págs.); edición que ha sido reeditada más de una vez, con abundantes tiradas.
Los contenidos de los dieciséis números de este efímero Mercurio volante, que recuerdan en cierta medida el espíritu de las obras de Feijoo (a quien Bartolache tiene bien presente en su quinta entrega), son los siguientes:
- Sábado, 17 octubre 1772. «Plan de este papel periódico.»
- Miércoles, 28 octubre 1772. «Verdadera idea de la buena Física y de su grande utilidad.»
- Miércoles, 4 noviembre 1772. «Noticia y descripción de los instrumentos más necesarios y manuales que sirven a la buena Física.»
- Miércoles, 11 noviembre 1772. «Continuación del pliego precedente.»
- Miércoles, 18 noviembre 1772. «Lo que se debe pensar de la Medicina.»
- Miércoles, 25 noviembre 1772. «Avisos acerca del mal histérico, que llaman latido.»
- Miércoles, 2 diciembre 1772. «Carta de un cacique discreto al mercurista y al autor de los asuntos varios.»
- Miércoles, 9 diciembre 1772. «Uso y abuso del pulque para curar enfermedades.»
- Miércoles, 23 diciembre 1772. «Prosigue la historia del pulque.»
- Miércoles, 30 diciembre 1772. «Experimentos y observaciones físicas del autor en el pulque blanco.»
- Miércoles, 6 enero 1773. «Consejos para vivir mucho tiempo.» [Traducción de Luis Cornaro.]
- Miércoles, 13 enero 1773. «Prosigue la materia del pasado.»
- Miércoles, 20 enero 1773. «Prosigue la traducción del célebre Cornaro.»
- Miércoles, 27 enero 1773. «Dase fin al primer discurso de Cornaro.»
- Miércoles, 3 febrero 1773. «Memoria de un anónimo sobre la importancia de la Anatomía para la Medicina.»
- Miércoles, 10 febrero 1773. «Continuación de la memoria sobre la importancia de la anatomía.»