Patricio de Azcárate Corral (1800-1886) | Sistemas filosóficos modernos, Madrid 1861 |
Parte segunda: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 primera tercera |
Patricio de Azcárate Corral, Exposición histórico crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, Mellado, Madrid 1861, tomo 2, páginas 287-333.
Posición de Leibnitz. El punto de partida de Leibnitz es la filosofía de Descartes. Este filósofo había dado principio a su reforma por el estudio del pensamiento con su famosa fórmula cogito ergo sum, pero luego abandonó la psicología por la ontología, sustituyendo a la observación la hipótesis. La conciencia le suministró la idea de las sustancias, y lanzándose en el estudio del ser, no reconoce otro origen de la actividad que el ser único, y proclama la pasividad de las sustancias creadas, dando ocasión a que, desenvuelto este principio por Malebranche, presentara las bases de un panteísmo disimulado, que en manos de Spinosa se presentó en toda su desnudez. Cuando el idealismo tocaba en las cimas de la abstracción con estos dos sistemas, se presentó Locke, quien desconociendo las ideas de la razón, y reduciendo el origen de las mismas a las suministradas por la sensación y la reflexión, sentó las bases de un puro empirismo. Este fué el momento en que se presentó en la arena Leibnitz, quien no pudo disimular sus inclinaciones al sistema cartesiano. Conocía, que este sistema no daba una solución completa y definitiva del problema filosófico, pero le gustaba su tendencia, porque era eminentemente espiritualista. A su parecer la filosofía cartesiana era la mejor preparación para los estudios filosóficos, era el peristilo y no el santuario del templo de la ciencia. Notaba errores graves en esta filosofía, pero se complacía, de que combatiera las aspiraciones empíricas de Locke, que a su juicio conducían al materialismo.
Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf