Filosofía en español 
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Punto segundo · De la materia de la Eucaristía

P. ¿Cuál es la materia de la Eucaristía? R. Que es de dos maneras; es a saber: materia quae, y materia ex qua. La primera son las especies de pan y vino consagradas. Llámanse materia quae por contener permanentemente el Cuerpo y Sangre de Cristo. La materia ex qua es también en dos maneras; esto es: próxima y remota. La remota es el pan de trigo usual, y el vino de cepas también usual praecisive a praesentia phisica, aut morali. Y así el pan hecho de cebada, mijo, maíz, o de otras materias, no es materia válida para la consagración. El pan de centeno es materia dudosa. Aunque con el trigo se mezcle alguna otra semilla, si verdaderamente el pan que resulta de esta mezcla es reputado por de trigo, será materia válida.

Además de esto se requiere para que el pan sera materia válida de la consagración, que sea usual, hecho con agua natural, y cocido al fuego; y así las hostias rojas u obleas, o el pan hecho con miel, leche, agua rosada, u otros licores, no es materia válida, como tampoco lo es el bizcocho, la pasta, o cosas semejantes. Lo mismo se ha de decir del pan corrupto. Cuando se empieza a corromper, aunque sea materia válida, es gravemente ilícita. Que el pan sea fermentado, o no lo sea, pequeña, o grande la hostia, nada importa para el valor de la consagración. No obstante el Sacerdote Latino adonde [36] quiera que vaya, debe acomodarse al rito de la Iglesia Latina, así como el Griego al de la Griega; y sólo para perfeccionar el Sacrificio, cuando habiendo consagrado ambas materias, desapareciese la hostia, o se hallase estar corrompida o ser inepta, debería el Sacerdote Latino usar de pan fermentado, no habiendo acimo, y el Griego de acimo no lo habiendo fermentado. En ningún otro caso es lícita esta inversión, aun cuando el pueblo se hubiese de quedar sin Misa en un día festivo, o el enfermo hubiese de fallecer sin recibir el Sagrado Viático.

El vino debe también ser usual y de cepas para que sea materia válida. Y así son materia nula los licores que se exprimen de otros frutos, o yerbas. Lo mismo decimos del vinagre; porque en él ya pasó el vino a otra especie. También es materia nula el aguardiente. El mosto, aunque sea vino de cepas y materia válida, es ilícita, por no ser vino usual, ni bien cocido. Del hipocras se duda si es materia válida por la mezcla que tiene, y así es también ilícito usar de él. También es materia dudosa el vino congelado, si se liquida es válida. Lo más conveniente es no usar de él, si cómodamente se pudiere hallar otro. El vino acedo si está próximo a convertirse en vinagre; de manera, que se dude si ya lo es en la verdad, es materia gravemente ilícita. Aunque todo vino usual sea materia de la consagración, es más conveniente usar de blanco, que de tinto o rojo por ser aquel más limpio, y más propio de la pureza de este Sacramento. Es también muy laudable, y conveniente a la reverencia de él, valerse del vino mejor, o por lo menos de mediana calidad, y que sea grato al paladar.

P. ¿Se debe mezclar agua con el vino que se ha de consagrar? R. Que debe mezclarse por precepto de la Iglesia, observando acerca de esta mezcla las tres cosas siguientes. Primera, que se haga en el mismo altar al tiempo del Sacrificio antes de la oblación, y en el mismo cáliz. Segunda, que el agua sea en tan poca cantidad, que pueda convertirse luego en vino; porque según la opinión más probable, si primero no se convierte en este, no podrá convertirse en sangre. La tercera, que el agua sea natural; porque así lo fue la que salió [37] del costado de Cristo, dice Santo Tomás 3 p. q. 74. art. 7. ad. 3. Debe también observarse, que si la dicha mezcla no se hizo antes de la consagración debe omitirse; pero si el Sacerdote antes de esta, se acuerda de su omisión, deberá suplir la falta. Si fuere necesario perfeccionar el Sacrificio, y no se hallase agua, ha de hacerse sin ella; y en ningún otro caso es lícito hacer esto.

P. ¿Cuál es la materia próxima de la Eucaristía? R. Que lo es la misma materia remota con presencia física o moral a distancia proporcionada. Llámase materia físicamente presente aquella, que se ve, o toca por el Sacerdote. Y aquella se dice estarlo moralmente, que aunque no se vea o toque por el Sacerdote, está allí verdaderamente, como las formas que están en el altar en el copón cubierto. No es suficiente ver a lo lejos la materia; porque lo que está muy distante, ni física, ni moralmente está presente; y así sólo se podrá consagrar válidamente la que distare diez o doce pasos. Si dista veinte, ya es materia dudosa; y si treinta se reputa por nula; pues de ella no puede verificarse el pronombre hoc vel hic.

De lo dicho se infiere, que no quedaría consagrada una hostia puesta tras de una pared, o las espaldas del Sacerdote, a no ser en este segundo caso, que el consagrante volviese la cabeza o la tocase con la mano. Tampoco lo quedaría la que estuviese en el copón, o vaso cubierto. Y aun si el Sacerdote llevase al altar un copón de formas para consagrar, y con intención de hacerlo, aunque al tiempo mismo de la consagración, ni las descubra, ni se acuerde de ellas, quedarían consagradas, con tal que estuviesen dentro del ara, mas no si estuviesen fuera de ella; y lo mismo se ha de entender de las gotas de vino que se hallaren fuera de la copa del cáliz. La razón de todo es; porque en orden a consagrar las dichas formas había en el Sacerdote intención virtual, y en ellas presencia moral; mas como la intención prudente y recta del consagrante no se extienda a la materia que esté fuera del cáliz, no quedarían ni unas ni otras consagradas, estando en la disposición expresada. [38] El que lo queden las gotas de vino que hubiere dentro del cáliz separadas del total, pende de la voluntad del Sacerdote. Si el Sacerdote tuviese dos hostias en las manos al tiempo de la consagración, aunque creyendo que sólo tenía una, consagraría las dos; y así debería sumir ambos; a la manera que también quedan consagradas las formas cubiertas con otras, aunque se ignore su número; porque el pronombre hoc comprehende toda la materia presente. No se entiende esto acerca de las partículas derramadas sobre el altar antes de la consagración, pues no hay razón prudente para creer se extienda a ellas la intención del consagrante.

P. ¿Debe el Sacerdote determinar la materia que ha de consagrar? R. Que debe; porque de otra manera no se verificaría el pronombre hic o hoc. Por lo que, si un Sacerdote profiriese las palabras de la consagración sobre ocho formas de diez que tenía presentes, sin determinar cuáles quería consagrar, ninguna quedaría consagrada. Esto no quita se puedan consagrar de una vez todas las formas que al Sacerdote se le presenten en un cúmulo, porque a todas las comprehende el pronombre hoc. Por lo que mira a la práctica, deberá el Sacerdote a quien se le ponga delante un copón de formas para que las consagre, tener intención de consagrar toda aquella materia juntamente con las partículas que haya dentro de él; para que no se angustie después, ignorando cuáles deba adorar. Por esta misma razón, si aconteciese el mezclarse casualmente con las formas consagradas otras que no lo estuviesen, sin que se pudiesen entre sí distinguir, debería consagrarlas otra vez, dirigiendo la intención a todo el cúmulo contenido en el copón, pero sub conditione profiriendo la forma con esta: si non est consecratum; pues con esto se evitarán dos inconvenientes, el uno de idolatría, y el otro de proferir la forma sobre materia no determinada.

[ Compendio moral salmaticense · Pamplona 1805, tomo 2, páginas 35-38 ]