Filosofía en español 
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Punto segundo · De las diversas fórmulas con que suelen hacerse los juramentos

P. ¿Se requieren palabras determinadas para jurar? R. Que no; pues es suficiente para que se haga, invocar el nombre de Dios en confirmación de la verdad, en cualquier manera que se hiciere. [346] No obstante, todas las palabras o fórmulas de que se suele usar para jurar se reducen a tres clases. En la primera se colocan aquellas palabras, que según el uso y acepción común se toman por juratorias, y así se tienen por verdadero juramento en uno y otro fuero, a no constar expresamente ser otra la intención del que las profiere. En la segunda se ponen aquellas palabras, que en la común acepción no contienen en juramento, a no ser que el que las profiere declare usa de ellas para jurar. En la tercera se incluyen las palabras ambiguas o indiferentes, que algunas veces forman juramento y otras no; y así se ha de colegir si lo hay, del modo e intención del que las profiere. Servirán a dar mayor luz los siguientes ejemplos.

De la primera clase son las fórmulas siguientes: juro por Dios: Dios me es testigo; llamo a Dios vivo por testigo; como creo en Dios, que así es; juro por la fe de Dios; por la fe de Cristo. Lo mismo éstas; juro por mi vida; por mi alma, por mi salud; por el Cielo; por la tierra; por el templo de Dios; por el hábito de la Virgen. También deben colocarse en esta clase las siguientes; así Dios me ayude; el diablo me lleve; al punto me muera, si no es como lo digo. Estas últimas expresiones, en sentencia de todos, forman un juramento execratorio; pues hacen este sentido; si no es verdad lo que digo, Dios a quien pongo por testigo, no me ayude; el demonio me lleve; o me falte la vida. Estas palabras: voto a Dios; yo prometo a Dios; aunque en rigor más sean votos que juramentos, con todo según el uso común se reputan por juramento. Esta fórmula: vive Dios; vive el Señor, que así es, o será, constituye verdadero juramento, como consta de varios lugares de la sagrada Escritura.

En la segunda clase arriba dicha se numeran las siguientes fórmulas; por mi fe; a fe mía; a fe de hombre de bien; en realidad de verdad. Lo mismo dicen comúnmente los Autores de éstas; en mi conciencia; a fe de buen Cristiano; como soy Cristiano, Religioso, o Sacerdote. Con todo no se deberán usar; porque según otros, contienen verdadero juramento; como [347] el decir; juro que tengo de hacer esto; o juro que es así. También piensan muchos que es juramento el decir; por la vida de mi caballo; por la vida de este árbol; o de otra cosa inanimada. El decir: juro por mi barba; por mí mismo; o juro por vida de cuanto puedo jurar, no es juramento. Tampoco lo será decir; juro por esta Cruz; sin formarla, o haciendo algún círculo u otra figura que no sea cruz; pero sí lo será el decir; juro por la Cruz de Cristo.

En la clase tercera se ponen las siguientes expresiones; Dios lo sabe; Dios ve, que es así; porque estas palabras, si se toman invocative, y con ánimo de traer a Dios por testigo, son verdadero juramento, mas no si se toman enunciative. Decir por modo de execración; me muera; me maten; me corten las orejas, sino es así; es también juramento; pero comúnmente no se toman, sino por cierta apuesta o contienda. Lo mismo se ha de decir de estas palabras: sea yo un perverso; un mentiroso, un infiel, un hereje, un ladrón, si no es así; y de éstas; tantos Ángeles lleven mi alma, como veces hice esto; Dios me conserve mejor; me ayude, o asista; porque regularmente no se profieren como juramento.

Esta fórmula; esto es tanta verdad como el Evangelio; o es tanta verdad, como que hay Dios; o como que Cristo está en la Eucaristía, es blasfemia, si el que dice estas palabras quiere significar, que es igualmente verdadero lo que afirma; mas no se reputan las palabras por juramento a no ser que el que las profiere quiera poner en ellas por testigo a Dios. El que dijese movido de alguna pasión; por Dios; aunque pecaría invocando el nombre de Dios en vano, no haría juramento. Todo lo dicho depende de la costumbre y uso común, como también de la aceptación e intención con que se profieren las palabras dichas, u otras semejantes.

[ Compendio moral salmaticense · Pamplona 1805, tomo 1, páginas 345-347 ]