Revista Contemporánea
Madrid, 15 de enero de 1877
año III, número 27
tomo VII, volumen I, páginas 157-160

Manuel de la Revilla

< Revista crítica >

Todavía continúa el Ateneo discutiendo acerca de la Constitución inglesa, o mejor dicho, ventilando multitud de cuestiones que nada tienen que ver con ella. El debate se ha extraviado lastimosamente, sin que logre ni intente encauzarlo ninguno de los oradores que en él toman parte. Llevada la cuestión al candente terreno de la política, agriados los ánimos y exacerbadas las pasiones, surgen del debate incidentes lamentables que no queremos recordar, extravíase la cuestión, y lo que comenzó con tanta elevación, ciencia y templanza, va terminando con muy distinto carácter.

No cabe pequeña responsabilidad, en este sesgo que la discusión ha tomado, al Sr. Moreno Nieto. Cierto que el Sr. Sánchez había comenzado a extraviarla; pero él, que anunció que iba a restablecer los términos del debate, nada ha hecho de lo que prometía; antes al contrario, renovando con ligeras variantes el discurso que pronunció el año pasado acerca de los partidos políticos, ni se ha ocupado de la Constitución inglesa ni ha hecho otra cosa que mostrar los inconvenientes de la monarquía doctrinaria y del gobierno republicano, y encarecer las excelencias de lo que él llama monarquía constitucional o parlamentaria.

De las opiniones que el Sr. Moreno Nieto ha manifestado en este punto nada podemos decir por motivos que fácilmente adivinarán nuestros lectores. Limitémonos a indicar que el Sr. Moreno Nieto estuvo exacto, imparcial y severo al ocuparse de la monarquía doctrinaria o ecléctica, y condenó con razón, aunque exagerando no pocas veces, los graves errores de la democracia radical francesa; pero en cambio no manifestó igual espíritu de justicia ni análoga fuerza de razonamientos al combatir a la democracia conservadora, que en suma se diferencia bien poco del constitucionalismo ampliamente liberal que defendió el Sr. Moreno Nieto. Salvo la cuestión religiosa, no hay demócrata sensato que no se diera por muy contento con que se llevaran a la práctica las ideas que en este punto desenvolvió el presidente del Ateneo. [158]

Por lo demás, el Sr. Moreno Nieto, arrebatado por su elocuencia, y olvidando que ciertas instituciones están puestas fuera de discusión por las leyes vigentes, se permitió dirigir a los demócratas ciertos retos y a exigirles ciertas declaraciones, con notoria inoportunidad. El Sr. Moreno Nieto sabe muy bien que ni es posible contestar a los primeros ni hacer las segundas, y en su buen talento debió comprender que su conducta en aquel momento tenía mucho de improcedente y desacertada.

Terminados los tres discursos, o mejor dicho, el curso de derecho público del Sr. Moreno Nieto, han terciado de nuevo en el debate los Sres. Figuerola y Sánchez, contestando el primero al Sr. Moreno Nieto con razones poderosas, pero con excesiva dureza; extraviando de nuevo el debate el segundo, según su costumbre, y mostrando una vez más su gracejo, su habilidad como polemista y juntamente su tendencia a empequeñecer las cuestiones, perdiéndose en detalles de escasa importancia y malgastando su claro talento en fútiles argucias.

En tal estado se encuentra el debate y ninguna esperanza tenemos de que vuelva a recobrar el carácter elevado con que se inició. Bien es verdad que para ello fuera necesario que en las dos grandes escuelas que en el Ateneo se disputan el campo dominara menos la pasión política y hubiera en cambio aquella serenidad, templanza y circunspección que rara vez ofrece en sus polémicas esta raza latina, a quien parece que ha negado el cielo el don de la prudencia.

La sección de literatura del Ateneo ha suspendido sus trabajos para reanudarlos en breve. Parece que la poesía religiosa será el tema que ahora discuta y que de exponerlo está encargado el señor Sánchez Moguel, de cuya erudición se espera mucho y no sin fundamento.

* * *

Varios libros nuevos solicitan nuestra atención en estos instantes. Entre ellos merece mencionarse el Ensayo histórico crítico del teatro español desde sus orígenes hasta nuestros días, debido a la bien cortada pluma del catedrático del Instituto de Cádiz D. Romualdo Álvarez Espino, conocido ya por algunos trabajos filosóficos. El libro que acaba de dar a la estampa es el más completo que en su género se ha publicado en España, y tanto por la abundancia de sus datos y noticias como por lo acertado de sus juicios, que acaso pecan algo de benévolos, es acreedor a la estima de los aficionados a esta clase de estudios. Algunas faltas de método y un exceso de citas de las obras que juzga, son los únicos defectos que hallamos en el libro del Sr. Espino.

En estos días ha visto la luz pública el octavo y último tomo de la Historia Romana de Mommsem, traducida por el [159] Sr. García Moreno y anotada por el erudito profesor D. Francisco Fernández y González. Excusado es encarecer la importancia de esta obra verdaderamente clásica y el servicio prestado a la ciencia por los que la han dado a conocer entre nosotros.

Importante es también por varios conceptos la Relación del viaje hecho por Felipe II en 1585 a Zaragoza, Barcelona y Valencia, escrita por Enrique Cock, notario apostólico y arquero de la guardia real, y publicada de real orden por dos diligentes y laboriosos escritores, D. Antonio Rodríguez Villa y D. Alfredo Morel Fatio. Ambos son muy conocidos por el celo infatigable con que se dedican a esclarecer la historia española con notables documentos y eruditas monografías que circulan con estimación entre las gentes doctas. El libro que hoy publican es de gran valor histórico, como todo lo que puede contribuir a ilustrar el importante reinado de Felipe II. Los aficionados a trabajos históricos y literarios esperan con impaciencia las importantes publicaciones que preparan los Sres. Rodríguez Villa y Morel Fatio, señaladamente la nueva edición de El Mágico Prodigioso, en que el segundo se ocupa, y las monografías sobre la Princesa de los Ursinos y el Marqués de la Ensenada, en que trabaja el primero.

Y ya que de publicaciones históricas hablamos, séanos lícito deplorar que la prensa no se haya ocupado con mayor detenimiento de una obra verdaderamente monumental, publicada en reciente fecha. Tal es la Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal, escrita por el Sr. D. José Amador de los Ríos, uno de los literatos que más honran a España. Resultado de largos años de trabajo, esta obra, por la importancia de su asunto, por la riqueza de noticias y documentos en que abunda, por la severa imparcialidad con que está escrita, merece espacialísima atención y compite con los mejores trabajos de su autor.

Y dejando para otro número el examen de un nuevo libro del Sr. Azcárate, titulado El Selfgovernment y la monarquía doctrinaria, que aún no hemos tenido ocasión de leer y que de seguro será tan notable como todos los suyos, terminaremos esta serie de noticias bibliográficas, mencionando un tomito de poesías del Sr. D. Rafael Ginard de la Rosa, que se titula Melodías de otros climas, inspiradas en su mayor parte por la belleza de las comarcas tropicales, en las que no faltan poéticas descripciones, nobles sentimientos y bellos conceptos, y que valdrían mucho más de lo que valen si el autor se hubiera cuidado más de la corrección y pureza de la forma. [160]

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Los teatros no han ofrecido otras novedades que un drama del Sr. Catalina, titulado Luchas de amor y estrenado en el Español, y una tragedia titulada Norma y traducida del italiano por los señores Bonafós y Díaz Cobeña. Prescindiendo de esta obra, cuyo único mérito consiste en el esmero de la traducción, y en la que una vez más ha manifestado sus eminentes facultades la señora Civili, diremos del drama del Sr. Catalina, que nunca se revela en él el atrevido y poderoso instinto dramático que el Sr. Catalina manifestó en su anterior obra No hay buen fin por mal camino, y que las dotes de poeta lírico que demuestra, no pueden absolverlo del error de haberse inspirado en asunto tan poco dramático como los amores del Petrarca y de haber dado a la escena una producción tan fría, descolorida e insignificante como Luchas de amor.

M. de la Revilla

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