Filosofía en español 
Filosofía en español

Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

Barcelona 1887-1910

Montaner y Simón

El Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes es fruto magnífico de las generaciones ilustradas de la España de finales del siglo XIX. Publicado por Montaner y Simón en Barcelona, entre 1887 y 1899, ocupa 25 volúmenes en 26 tomos (el volumen 5 está formado por dos tomos; el 24 y 25 corresponden a un Apéndice). Diez años después se publicaron tres nuevos volúmenes (26, 27 y 28: 1907, 1908 y 1910) de un Apéndice segundo, redactado por distinguidos profesores y publicistas de España y América, bajo la dirección de Pelayo Vizuete. [En 1908 comienza a publicar José Espasa la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, que supuso de hecho la sucesión del Diccionario enciclopédico hispano-americano de Montaner entre las grandes obras enciclopédicas escritas en lengua española.] Antes de abordar la edición de este diccionario el establecimiento tipográfico de Montaner y Simón ya estaba instalado en el edificio que mandaron construir, en la calle de Aragón de la capital de Tabarnia, y que un siglo después, ya decaida la editorial, habría de convertirse en sede de la Fundación Antonio Tapies.

Ramón Montaner Vila (1832-1921), cofundador de la empresa en 1868 con Francisco Simón Font (1843-1923), fue reconocido por Alfonso XIII con un título del reino en mayo de 1909 (se estaba culminando el apéndice segundo del Diccionario), con la denominación de conde del Valle de Canet. Un año antes Alfonso XIII se había alojado (junto con el general Echagüe, el capitán general Linares y el presidente del consejo Maura) en la antigua domus medieval de la familia que el pujante editor Montaner había encomendado a su sobrino Luis Domenech restaurar y ampliar como “mansión señorial” o historicista castillo: «…por una puerta de arco canopial penetramos en la gran estancia del castillo, donde se impone la chimenea monumental de ancho friso esculturado. El aspecto es solemne y suntuoso. La mirada se siente atraida sin cesar, desde el policromado artesonado a dos vertientes hasta los ricos tapices que cuelgan de los muros. Sobre damasco carmesí, en cuyo centro campea el escudo de España, y orlado de antiguos bordados medioevales, está emplazado el trono de delicada labor ojival; es una reproducción de la silla abacial de Valldemosa…» (“El Rey en Cataluña”, Los Debates, Tortosa, viernes 6 noviembre 1908).

Estas son las fechas de publicación y el contenido de los 29 tomos:

1887  1 (A-All) - 2 (Am-Az)
18883 (B-Byz) - 4 (C-Cez)
18905-1ª (Cia-Cont) - 5-2ª (Cont-Chuzón) - 6 (D-Dze) - 7 (E-Ezz)
18918 (F-Fyt)
18929 (G-Gyul) - 10 (H-Izur) - 11 (J-Lluv)
189312 (M-Mglin) - 13 (Mi-Ñup)
189414 (O-Penas) - 15 (Penat-Polvo)
189516 (Polvo-Ovid) - 17 (R-Rzes)
189618 (S-Shush) - 19 (Si-Sztr)
189720 (T-Tmol) - 21 (To-Uzum) - 22 (V-Vyt)
189823 (W-Zyr) - 24 Apéndice A-G
189925 Apéndice H-Z
190726 Segundo apéndice A-D
190927 Segundo apéndice E-Ll
191028 Segundo apéndice M-Z y un Suplemento (páginas 1393-1412)

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Los artículos no van firmados. Al principio del volumen primero de la obra (1887) se hace figurar la siguiente Lista de los autores encargados de la redacción de este Diccionario:

Augusto ArcimisAstronomía, Meteorología, Cronología
Francisco Asenjo BarbieriInstrumentos de música populares en España.
Gumersindo AzcárateSociología, Política.
Manuel Bartolomé CossíoArtes industriales españolas.
Ricardo Beltrán y RózpideGeografía, Historia, Arte Militar.
Basilio Sebastián CastellanosFiestas, costumbres y usos españoles.
Carlos CastrobezaNumismática.
Pelayo Clairac y SáenzIngeniería, Geodesia.
Carlos Luis CuencaDerecho penal, Enjuiciamiento criminal, Justicia militar.
Augusto Danvila JalderoMonumentos arquitectónicos españoles.
Eduardo EchegarayCiencias exactas, Mecánica, Arquitectura y Maquinaria navales.
José EchegarayMagnetismo, Electricidad.
Rafael Espejo y del RosalVeterinaria.
Francisco Fernández y González Cultura oriental, con inclusión de la antigua egipcia y de la de hebreos y árabes, africanos y españoles.
Fidel FitaÉuscaro.
Pedro de Alcántara GarcíaPedagogía.
Francisco Giner de los RíosEstética.
Urbano González SerranoFilosofía.
Vicente de LafuenteTeología, Derecho canónico, Disciplina eclesiástica, Liturgia, Historia de la Iglesia.
José de LetamendiPrincipios de Medicina.
Pedro de MadrazoPintura, Escultura, Grabado.
José Ramón MélidaMitologías, Arqueología oriental y clásica, Indumentaria, Panoplia, Heráldica, Artes industriales extranjeras de las edades media y moderna.
Marcelino Menéndez y PelayoObras maestras de la literatura española.
Bernardino Martín MínguezEpigrafía griega y latina.
Jesús Muñoz y RiveroPaleografía, Archivos, Bibliotecas.
Telesforo OjeaDerecho civil, mercantil, administrativo e internacional, Enjuiciamiento civil.
Aniceto de Pagés de PuigAutoridades de la lengua española desde su formación hasta nuestros días.
Manuel PedregalPrincipios de la ciencia económica.
Francisco Pí y MargallFilosofía del Derecho.
Manuel Piernas y HurtadoEconomía política, Hacienda pública, Estadística.
Antonio PiralaHistoria de España desde la muerte de Fernando VII hasta nuestros días.
Juan Facundo RiañoCerámica y vidriería españolas.
Rodrigo Amador de los RíosEpigrafía arábiga y Arqueología hispano-mahometana.
Angel Rodríguez ChavesBiografía extranjera.
Eduardo SaavedraArquitectura.
Francisco Sánchez de CastroLiteratura preceptiva y española.
Antonio Sánchez PérezBiografía española, Biografía contemporánea de españoles y extranjeros.
José María SbarbiLexicografía, Gramática, Música.
Jaime Vera y LópezCiencias médicas.
Vicente Vera y LópezCiencias físicas y naturales.
Vicente VignauFilología, Lingüística.
Juan Vilanova y PieraPrehistoria.

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La reedición londinense norteamericana del Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

Como ejemplo de la potencia de la lengua española a principios del siglo XX tiene el mayor interés constatar la reedición que de esta obra, bajo el título Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias, Artes... redactado por distinguidos profesores y publicistas de España y América, llevó a cabo el editor Walter M. Jackson, de Londres (Waterloo Place 14). Nuestro ejemplar impreso por: «C. H. Simonds Company, Impresores, Boston, Estados Unidos de Norte América.»

diccionario

Esta reedición londinense norteamericana de la monumental obra de Montaner y Simón, realizada para el público anglosajón, ocupa 28 tomos, algo más delgados que los de la edición española, pues utiliza un papel más fino. Cada uno de sus volúmenes ofrece el mismo contenido que la edición de Barcelona, pues en realidad se trata de una reedición facsimilar, por tanto idéntica en cuanto a los contenidos. La única diferencia estriba en que los volúmenes 22 y 23 de la de Barcelona (876 y 415 páginas), forman en la de Londres un tomo único, el 23 (876 + 415 páginas). Y como los volúmenes 5-1ª y 5-2ª de Montaner se renumeran en la edición Jackson como 5 y 6, la nueva edición lleva también la numeración 1 al 28, aunque, por lo dicho, el contenido de los volúmenes 6 a 21 de Montaner se corresponden con los volúmenes 7 a 22 de Jackson.

Y no deja de ser interesante que la reedición en el entorno anglosajón de la voluminosa enciclopedia en lengua española provocase la reacción inmediata de quienes venían publicando la más clásica enciclopedia en lengua inglesa. La Enciclopedia Británica, que acababa de lanzar su oncena edición, la de 1911 (en 29 volúmenes, hoy disponible gratuitamente por internet), publicada por la Universidad de Cambridge (poco después esta Enciclopedia, nacida en la Escocia del siglo XVIII, se convertiría en norteamericana, al cruzar el atlántico e integrarse en la Universidad de Chicago), inició una acción legal contra la reedición, firmada en Londres pero impresa en los Estados Unidos del Norte de América, del Diccionario Enciclopédico Hispano Americano.

Se conserva una carta que recibió Marcelino Menéndez Pelayo, un mes antes de su fallecimiento, de la editorial de la Universidad de Cambridge, informándole de la acción legal iniciada por la Encyclopaedia Britannica, pues habían advertido, le dicen, que el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano contiene largos e importantes extractos de la novena edición de la Británica. Además, le dicen, «saben que muchos autores, entre ellos José Echegaray y Galdós, nunca autorizaron el uso de su nombre en la portada del libro de Barcelona y menos en la reimpresión de Londres, debida a un tal Walter M. Jackson, norteamericano, que además altera bastante la edición de Barcelona». Y le preguntan si ése es también su caso. Saben que se halla enfermo, y desean su recuperación. (Carta de Encyclopaedia Britannica a Marcelino Menéndez Pelayo, Bloomsbury, Londres, 10 abril 1912, MPEP 22:157.)

Sorprende lo que dicen esos ingleses de Galdós, pues no aparece su nombre entre los redactores que figuran en el primer volumen del Montaner (1887). Y sorprende que denuncien alteraciones respecto de la edición de Barcelona, pues una compulsa aleatoria de suficientes páginas de ambas ediciones confirma la mera reproducción mecánica de la Jackson respecto del original de Montaner y Simón. Lo que sí es cierto es que no figura al inicio del primer volumen de la reedición, al menos en nuestro ejemplar, la relación de colaboradores. La edición Jackson no lleva fecha de impresión, pero por la demanda mencionada, hay que suponer que ya estaba en el comercio en 1911.

Sin entrar en la acusación de plagio respecto de la novena edición de la Británica (la conocida como «enciclopedia de los académicos», en 25 volúmenes, publicada en Edimburgo entre 1875 y 1889, editada por Adam y Charles Black, y dirigida por T. S. Baynes, profesor de lógica, metafísica y literatura inglesa, fallecido en 1887, y desde 1881 también por Guillermo Robertson Smith, profesor de semíticas; en la que intervinieron 1.100 autores) –pero recuérdese que don Marcelino suponía al Montaner deudor de obras francesas y alemanas, que no inglesas–, el mencionado pleito de 1912 permite barruntar marejadas más profundas entre editores anglosajones, escisiones, &c. Pues conviene recordar que ya en 1901 Adam y Charles Black habían vendido la propiedad de la Encyclopaedia Britannica a dos editores norteamericanos, Horacio E. Hooper y, precisamente, Walter M. Jackson, el reeditor diez años después de la enciclopedia entonces más copiosa existente en lengua española (que era por tanto propietario, en todo caso, de la obra supuestamente plagiada). Un Walter Moores Jackson (Toledo, Iowa 1858 - Nueva York 1936) que además no era bisoño en esas especialidades editoriales, pues ya en 1895 había fundado en Boston la Grolier Society, que a lo largo del siglo XX había de convertirse en la editorial por antonomasia de las enciclopedias concebidas para los consumidores yankis. Además la sociedad entre Jackson y Hooper para publicar y distribuir la Encyclopaedia Britannica se había roto por entonces de mala manera, y todavía se recuerda la sentencia de 1910 de la corte de New Jersey, que allí sentó jurisprudencia (Jackson v. Hooper, 76 N. J. Eq. 592). ¡Debió ser muy duro para los británicos de la isla reconocer la mayor potencia de unos británicos emancipados que además procuraban expandir también la cultura hispánica!


Juan Valera y Marcelino Menéndez Pelayo sobre esta obra

Marcelino Menéndez Pelayo había colaborado con Montaner y Simón en la revisión y adaptación de la traducción alemana de una Historia Universal, aunque a finales de 1883 acabó rompiendo con ellos: «Soy literato, y creí que en tal concepto se habían acordado Vds. de mí. Ahora veo que me consideraban como una máquina. En tal situación, y como yo no acostumbro á recibir lecciones ni advertencias de nadie, quedan Vds. autorizados para borrar mi nombre de las cubiertas de la obra, encargando su terminación á quién lo haga con mayor presteza, y asimismo con mayor provecho de esa casa editorial.» (MPEP 6:240.) No obstante su nombre aparece en la relación de redactores que aparece en 1887 en el primer volumen del Diccionario enciclopédico. Por el epistolario de Menéndez Pelayo podemos saber que preparó para esa obra sólo dos artículos: «Amadís de Gaula» y «Alcalde de Zalamea» («por cada uno me han dado diez duros»), que Juan Valera preparó al menos «Calderón» y «Cancioneros», y la pobre opinión que de la obra manifiesta («trabajo bastante de pacotilla» le escribe en 1877 a Valera, «texto bastante chapucero» le escribe al portugués Domingo García Peres en 1893... aunque pudiera ser que el juicio de don Marcelino no fuera imparcial del todo: «yo escribí en él dos artículos solamente, y luego lo dejé porque vi que pagaban muy mal»)

«Dígame Vd. qué clase de publicación es esa de Montaner y Simón titulada Diccionario enciclopédico hispanoamericano, en que veo que Vd. toma parte.» (Carta de Juan Valera a Marcelino Menéndez Pelayo, Spa, 18 agosto 1887, MPEP 8:477.)

«El Diccionario enciclopédico de los Montaner y Simón, por el cual Vd. me pregunta, es trabajo bastante de pacotilla, como todas las enciclopedias españolas que yo he visto hasta ahora. Mucha parte debe de estar traducida del francés y del alemán. Hay, sin embargo, algunos artículos buenos y originales. Echegaray escribe sobre Electricidad; Saavedra, sobre Arquitectura; Madrazo (D. Pedro) y Riaño, sobre Pintura; Barbieri, sobre Instrumentos musicales. Yo les he hecho hasta ahora dos artículos: Amadís de Gaula y Alcalde de Zalamea, y por cada uno me han dado diez duros. Creo que a nadie pagan más, y yo me doy por bien pagado, aunque no estoy descontento de mis artículos. El libro, a juzgar por el giro que lleva, va a ser más voluminoso que el Larousse.» (Carta de Marcelino Menéndez Pelayo a Juan Valera, Santander, 2 septiembre 1887, MPEP 8:496.)

El 9 de marzo de 1888, José R. Mélida le escribe a Marcelino Menéndez Pelayo (MPEP 9:155) consultándole, para su artículo «Banquete» del Diccionario Montaner, sobre el pasaje del «Banquete de Trimalquion» y si conoce alguna traducción castellana del Satiricón de Petronio.

«Aunque estoy intercadente y muy averiado y de pésimo humor, he escrito en estos días, para el Diccionario Enciclopédico, el artículo Calderón, 110 cuartillas. Lo único que tal vez sea nuevo para los lectores españoles es lo que digo del Mágico Prodigioso de la Emperatriz Atenais, que conozco por las noticias que da y por la traducción que ha hecho, en parte, en alemán, Grecorovius.» (Carta de Juan Valera a Marcelino Menéndez Pelayo, Madrid, 19 julio 1888, MPEP 9:291.)

«Nada he escrito en estos días, salvo un articulejo muy de pacotilla, para el Diccionario Montaner, sobre los Cancioneros. Me ha dolido no estar de humor para escribirle con esmero, porque el asunto es interesantísimo, no por las poesías, que son detestables las más, sino porque los Cancioneros castellanos y portugueses son como un espejo donde se refleja o se adivina la vida social de España en los siglos XIV y XV.» (Carta de Juan Valera a Marcelino Menéndez Pelayo, Madrid, 27 julio 1888, MPEP 9:299.)

«Me ofrecieron en venta por un pedazo de pan, los 4 primeros tomos del Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano publicado en Barcelona en que V. aparece como colaborador. Deseaba que V. me dijese si la Obra continua en publicación, a que altura está, y cuanto cuesta el fascículo o tomo, en suscripción; puesto que no cerré el trato y quedo aplazada la adquisición de los 4 tomos referidos hasta recibir las noticias que le pido.» (Carta de Domingo García Peres a Marcelino Menéndez Pelayo, Setubal, 14 junio 1893, MPEP 12:347.)

«El Diccionario Enciclopédico de Montaner y Simón es obra de pacotilla y no vale la pena de adquirirse. Yo escribí en él dos artículos solamente, y luego lo dejé porque vi que pagaban muy mal, y el texto era bastante chapucero, como suele suceder en todas las Enciclopedias. Creo que va publicado hasta la letra M, pero los últimos pliegos ni siquiera los he abierto.» (Carta de Marcelino Menéndez Pelayo a Domingo García Peres, Madrid, 27 junio 1893, MPEP 12:361.)

Los artículos filosóficos en esta obra

edición española del Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

La autoría principal de los artículos de interés filosófico que aparecen en esta enciclopedia correspondería a Urbano González Serrano (Navalmoral de la Mata 1848 - Madrid 1904). El profesor Antonio Jiménez García, de la Universidad Complutense de Madrid, ya en su tesis doctoral de 1985, Urbano González Serrano y la evolución de la filosofía krausista en el último tercio del siglo XIX, pero sobre todo en su libro El krausopositivismo de Urbano González Serrano (Badajoz 1996), atribuye un total de 366 entradas de este diccionario a la pluma de González Serrano (una docena de ellas con dudas). Tales atribuciones lo han sido teniendo sólo en cuenta el contenido doctrinal de tales artículos en relación con el resto de las obras de Urbano González Serrano. No se han tenido presentes documentos del archivo de la redacción de la enciclopedia o de la editorial, que tampoco se sabe si se conservan, y que de existir podrían aportar interesantes detalles.

El profesor Rafael Chabrán, del Whittier College de California, presentó dentro del XII Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana (Salamanca, septiembre de 2000) una ponencia titulada: «El Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano (1887-1910) y el pensamiento español», inspirado por esta página del PFE.

gbs