La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XXXI
De lo que dixo un villano del Danubio en presençia del Emperador Marco a todo el Senado de Roma. Es cosa notable.


Estando malo el Emperador, como en el capítulo passado avemos dicho, un día estando con él muchos médicos y oradores, movióse la plática de hablar quán mudada estava Roma, no sólo en los edifiçios, pero aun en las costumbres, y quán poblada de lisonjeros y despoblada de hombres que osasen dezir las verdades. Entonçes tomó la plática el Emperador y dixo estas palabras:

En el año primero que fui cónsul, vino un pobre pajés de las riberas del Danubio a pedir iusticia al Senado contra un çensor que hazía muchos desafueros en su pueblo. Él tenía la cara pequeña, los labios grandes, los ojos hundidos, el cabello herizado, la cabeça sin bonete, los çapatos de un cuero de puercoespín, el sayo de pelos de cabra, la çinta de iuncos marinos y un azebuche en la mano. Fue cosa de ver su persona y monstruosa de oýr su plática. Por cierto, quando le vi entrar en el Senado, pensé que era algún animal en figura de hombre y, de que le oý, iuzgué ser uno de los dioses, si dioses ay entre hombres. Y como fuese costumbre en el Senado que primero fuesen oýdas las querellas de los pobres que las demandas de los ricos, dándole lugar a este villano començó su plática, en la qual se mostró tan osado como en las vestiduras estremado y dixo assí:

¡O, Padres Conscriptos!, ¡o, Pueblo venturoso! Yo, Mileno, vezino de las riparias ciudades del Danubio, saludo a [124] vosotros, los senadores que estáis aquí en el Sacro Senado ayuntados.

Los hados lo permittiendo, y nuestros dioses nos desamparando, los capitanes de Roma con su sobervia subiectaron a las gentes de la triste Germania. Grande es vuestra gloria, ¡o, romanos!, por las batallas que por el mundo avéis dado; pero si los escriptores dizen verdad, mayor será vuestra infamia en los siglos advenideros por las crueldades que en los innocentes avéis hecho.

Mis antepassados poblaron cabe el Danubio porque, haziéndoles mal la tierra seca, se acogesen al agua húmida; y si les enojase el agua inconstante, se tornasen seguros a la tierra firme. Pero ¿qué diré? Ha sido tan grande vuestra cobdicia de tomar bienes agenos, y tan famosa vuestra sobervia de mandar en tierras estrañas, que ni la mar nos pudo valer en sus abismos, ni la tierra segurar en sus cuevas. Pero yo espero en los iustos dioses que, como vosotros a sinrazón fuistes a echarnos de nuestras casas y tierra, otros vernán que con razón hos echen a vosotros de Italia y Roma.

Infallible regla es el que toma a otro por fuerça lo ageno pierda el derecho que tiene a lo suyo proprio. Mirad, romanos, yo, aunque soy villano para cognoscer quién es iusto en lo que tiene o quién es tyranno en lo que possee, esta regla tengo: todo lo que los malos con su tyrannía allegaren en muchos días se lo quitarán los dioses en un día, y por contrario todo lo que los buenos perdieron en muchos años se lo tornarán los dioses en una hora. Creedme una cosa, y no dubdes en ella, que de la iniusta ganançia de los padres viene la iusta perdida después en los hijos, y si los dioses no quitan a los malos cada cosa que ganan luego como la ganan, es la razón porque dissimulando con ellos ayunten poco a poco muchas cosas, y después quando estén más descuidados se las quiten todas iunctas. Y este es iusto juizio de los dioses, que pues ellos hizieron mal a muchos, alguno les haga mal a ellos.

¡O!, con quánta lástima se pierde lo que en muchos años y con muchos sudores se gana. Por cierto el hombre cuerdo [125] si es cuerdo no es possible en cosa agena que tome gusto. Y torno a dezir: el hombre que tiene cosa agena, estoy espantado cómo puede vivir sola una hora, pues vee que los dioses tiene iniuriados, los vezinos escandalizados, los enemigos contentos, los amigos perdidos, a los que lo robó agraviados, y sobre todo su persona puesta en peligro.

Infame es entre los hombres y reo a los dioses el hombre que tiene tan caninos los deseos de su coraçón, y tan sueltas las riendas de sus obras, que lo poco del pobre le paresçe mucho y lo mucho suyo le paresce poco. ¡O!, quán maldito es el hombre (ni me da más que sea griego, que sea latino) que sin más consideraçión quiere trocar la fama con la infamia, la iusticia con la iniusticia, la rectitud con la tyrannía, la verdad por la mentira, lo cierto por lo dubdoso, teniendo astío por lo proprio y moriendo por lo ageno. El que tiene por principal intento allegar hazienda para los hijos y no buscar buena fama entre los buenos, justa cosa es pierda los tales bienes y sin fama quede infame entre los malos. Sepan todos los cobdiciosos, si no lo saben, que jamás entre hombres nobles se alcançó fama buena sino derramándose la hazienda mala. No se podrá suffrir muchos días ni menos encobrirse muchos años ser el hombre tenido por rico entre los ricos y por honrado entre los honrados, porque o le han de infamar que allegó las riquezas con mucha cobdicia, o las guarda agora con sobrada avariçia. ¡O!, si los cobdiciosos tuviesen tanta cobdicia de su honra propria como tienen de la hazienda agena, yo hos iuro que ni la polilla de la cobdicia les royese el reposo de la vida, ni el cánçer de la infamia los destruyese la fama después en la muerte.

Oýd, romanos, oýd esto que hos quiero dezir, y plega a los dioses que lo sepáis gustar. Yo veo que todos aborreçen la sobervia y ninguno sigue la mansedumbre, todos condemnan el adulterio y a ninguno veo continente, todos maldizen la intemperançia y a ninguno veo templado, todos loan la paçiençia y a ninguno veo suffrido, todos reñegan de la pereza y a todos veo que huelgan, todos blasfeman de la avariçia y a todos veo que roban. Una cosa veo, y [126] no sin lágrimas la digo, que todos con sola la lengua blasonan de las virtudes y después ellos mesmos con todos sus miembros sirven a los viçios. No digo esto por los romanos que están en el Illýrico, sino por los senadores que veo en este Senado. Vosotros, los romanos, en vuestras vanderas al derredor de vuestras armas traéis por mote estas palabras: «Romanorum est debellare superbos et parcere subiectis.» Por cierto mejor diríades: «Romanorum est spoliare innocentes et inquietare quietos», porque vosotros los romanos no sois sino mollidores de gentes quietas y robadores de sudores agenos. [127]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

<<< Capítulo 30 / Capítulo 32 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org