Filosofía en español 
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Tomo primero Carta XXXIX

A favor de los Ambidextros

1. Muy señor mío: Todo el contenido de la de Vmd. es de mi mayor satisfacción, y gusto. Gozar salud toda la familia; el feliz éxito del importante pleito, en que tanto tiempo há se estaba disputando; los rápidos progresos de Juanito en la Gramática, y muestras que da de [301] una índole excelente, todas son noticias, en que no puede menos de interesarle mucho mi afecto. Mas lo que Vmd. no esperaría, es, que también fuese de mi agrado lo que con algún desconsuelo me da de no poder quitar a ese Niño el vicio de usar indiferentemente de ambas manos, sin preferencia alguna de la diestra a la siniestra. ¿Esto llama Vmd. vicio? Yo lo llamo habilidad, y ventaja. Pero todo el mundo siente lo mismo que Vmd. o por lo menos, ese es el dictamen común. No lo niego; pero negaré constantemente, que ese dictamen sea fundado en razón. Y tan lejos estoy de aprobar el cuidado de los Padres en quitar a los Niños el uso igual de ambas manos, que en mi sentir debieran ponerle en que se habituasen a él.

2. La utilidad en esta parte de la educación es grande, y visible. A cada paso ocurren operaciones manuales, que por razón de la respectiva positura de la materia, en que se ha de obrar, no se pueden ejecutar, o se ejecutarían mal con la diestra, y muy cómodamente con la siniestra. Así, en muchos oficios mecánicos los Artífices habitúan una, y otra mano, sin lo cual serían casi enteramente inútiles para su ministerio. El Martillo, la Hacha, el Cincel, la Sierra, el Escoplo, &c. en muchas circunstancias no tienen uso, sino dándoles impulso con la mano izquierda.

3. Fuera de esto, sucediendo muchas veces que la diestra está impedida para su uso, por golpe, herida, tumor, reumatismo, u otro afecto, ¿no es importantísimo tener entonces dócil la siniestra para suplirla?

4. En la Guerra se viene a los ojos, que es suma esta conveniencia. Una leve herida en el brazo derecho deja enteramente inepto, para servir en la batalla, al más valiente Soldado; el cual, si tuviese ejercitada la siniestra para la pelea, continuaría el combate con el mismo esfuerzo que antes de ser herido. Aun sin herida puede ser necesario el socorro del brazo izquierdo, por estar el derecho cansado. Los Habitadores de Gabaa, Ciudad del Tribu de Benjamín, tenían advertida la importancia del uso de una, y otra mano en la Guerra; y así le adquirían con el ejercicio; pues en el [302] capítulo 20 del Libro de los Jueces se lee, que había en aquel Pueblo setecientos insignes Guerreros, que usaban de la siniestra, como de la diestra: Praeter Habitatores Gabaa, qui septingenti erant viri fortissimi, ita sinistra, ut dextrapraeliantes. Y en el capítulo 3 del mismo Libro, hablando del valiente Aod, de cuyo valor se sirvió Dios para librar a los Israelitas de la servidumbre que padecían debajo de Eglón, Rey de Moab, se encarece, como ventaja muy apreciable de aquel Héroe, que usaba igualmente de una, y otra mano: Suscitabit eis salvatorem, vocabulo Aod::: qui utraque manu pro dextera utebatur.

5. Entre los Griegos se miraba también como cualidad plausible la de ser Ambidextros; pues en la Ilíada, Hector hace gloria de manejar igualmente el escudo con una, y otra mano. Y en el mismo Poema es recomendado Asteropeo; porque siendo Ambidextro, arrojaba a un mismo tiempo dos dardos a los Enemigos.

6. Es, pues, hijo de una preocupación mal fundada el estudio que se pone en habituar a los Niños al uso privativo de la mano derecha, en todas aquellas cosas que se ejecutan con una mano sola. Piérdense en ello utilidades muy considerables, como ya he probado, y sobre esto se procede contra el destino de la naturaleza; la cual, formando la mano izquierda con perfecta semejanza a la derecha, nos manifiesta bastantemente, que con igualdad la ordena al mismo uso.

7. No ignoro, que Aristóteles dejó escrito, que la diestra naturalmente es más fuerte, que la siniestra: Dextra namque manus validior est laeva, natura. Pero Aristóteles sin duda se engañó, juzgando natural el exceso de fuerza, que la diestra adquiere con el ejercicio. Es cierto, que los hombres comunísimamente experimentan en la diestra más actividad par el impulso, y más resistencia para el trabajo; pero uno, y otro pende de que la ejercitan mucho más. El uso continuado hace ensanchar más los vasos pertenecientes al brazo derecho, por lo que fluyen a él en mayor copia la sangre, y los espíritus, y de aquí proviene la mayor fuerza [303]. Asimismo el uso continuado hace cualquiera fatiga más tolerable, o hace que no se sienta tan presto la fatiga; como se ve, que resiste mucho más tiempo la molestia de cualquiera ocupación trabajosa el ejercitado, que el que no está acostumbrado a ella.

8. En los demás miembros hermanos, o homogéneos no privilegió más la naturaleza los del lado derecho, que los correspondientes del izquierdo. Tan firme pisa el pie izquierdo, como el derecho. Tanto resisten la fatiga del movimiento el muslo, y rodilla de aquel lado, como los de éste. También ve el ojo siniestro, como el diestro. ¿Porqué se ha de pensar, que en orden a manos, y brazos tomó otro método?

9. Pero aun en caso que el brazo izquierdo fuese naturalmente menos fuerte que el diestro; ¿por qué se ha de dejar ociosa esa fuerza, aunque menor en muchos casos, en que puede servir, supliendo la de su compañero, impedido por algún accidente? Así resuelvo, que generalmente sería convenientísimo hacer a los Niños ejercitar igualmente uno, y otro brazo, para hacerlos a todos Ambidextros.

10. En lo cual se debe tener la advertencia de equilibrar cuanto se pueda el uso de una, y otra mano. Digo esto, porque podría suceder, que considerando la siniestra más indócil, se quisiese vencer su indocilidad, dándole más ejercicio, que a la compañera; de lo cual podría resultar el inconveniente, de que poco a poco se fuese levantando con todo el manejo la siniestra, y habituándose a la inacción la derecha. No hay que pensar, que antes que el uso habilite las manos, tenga más aptitud una que otra. Iguales salieron del seno de la naturaleza.

11. Miro como inconveniente habituarse a dar el principal uso a la mano izquierda; pero inconveniente, que pende únicamente de la preocupación de los hombres. No hay realmente en ello torpeza alguna; pero basta que comúnmente se tenga por defecto lo que llamamos ser zurdo, para que se procure evitar; mayormente cuando en algunos pasa este error a superstición, tomándole, o ya por mal agüero, o ya por indicante de un ánimo torcido. Soy de Vmd. &c.


{Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo primero (1742). Texto según la edición de Madrid 1777 (en la Imprenta Real de la Gazeta, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo primero (nueva impresión), páginas 300-303.}