Monita Secreta
o Instrucciones Reservadas de la Compañía de Jesús

Biblioteca Filosofía en español, Oviedo 2000
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Capítulo XIII

De la elección que debe hacerse de los jóvenes para admitirlos en la Sociedad, y del modo de retenerlos en ella.

1. Hay que trabajar con mucha cautela en la elección de los jóvenes de talento, hermosos, nobles, o que sobresalgan.

2. Para atraerlos más fácilmente es preciso que mientras hacen sus estudios, los rectores y los maestros les muestren particular afecto, y fuera de clase les hagan comprender cuán agradable es a Dios que se consagren a él con cuanto posean, y particularmente en la Compañía de su hijo.

3. Cuando la ocasión sea propicia, se les paseará por el colegio, por el jardín, y algunas veces por la casa de campo, mezclándolos con los nuestros, para que insensiblemente se vayan familiarizando con ellos, cuidando, no obstante, de que la familiaridad no genere en desprecio.

4. Estará prohibido a los nuestros [313] castigarlos, ni hacerles seguir la misma disciplina que a los demás discípulos.

5. Hay que halagarlos con varios regalitos, y con privilegios, conforme a su edad, y animarles en conversaciones espirituales.

6. Se les debe hacer comprender, que sólo por gracia manifiesta de la Providencia, ellos son los escogidos entre cuantos frecuentan el colegio.

7. En otras ocasiones, sobe todo en las exhortaciones, se les debe espantar, amenazándoles con eterna condenación, si no obedecen a la vocación divina.

8. Si piden con instancia entrar en la Sociedad, se diferirá la admisión mientras se les vea constantes; pero si parecen vacilantes, hay que inducirles a que entren pronto.

9. Hay que advertirles eficazmente, que no descubran su vocación a ninguno de sus amigos, ni siquiera a sus padres, antes de que sean admitidos, porque si les viene alguna tentación de desdecirse, la Sociedad y ellos estarán en estado de hacer los que les plazca; y si se logra pasar por encima de la tentación, se tendrá siempre ocasión para animarles, recordándoles lo que se les dijo durante el noviciado, o después de los votos.

10. Siendo la mayor dificultad el atraer a los hijos de los grandes, de los nobles y de los senadores, mientras vivan con sus parientes, si los educan con el propósito de que les sucedan en sus empleos, habrá que persuadir a los parientes, por medio de amigos de la Sociedad, que los envíen a otras provincias y Universidades lejanas, donde nuestros [314] maestros enseñen, después de mandarles instrucciones tocante a su calidad y condición, a fin de que ganen su afecto hacia la Sociedad, con más facilidad.

11. Cuando tengan más edad habrá que inducirles a que hagan ejercicios espirituales, de los que se obtiene éxito, sobre todo con alemanes y polacos.

12. Habrá que consolarles en sus aflicciones, según la calidad y condición de cada uno, empleando reprimendas y exhortaciones sobre el mal uso de las riquezas, y aconsejándoles que no desprecien la felicidad de una vocación, so pena de ir al infierno.

13. A fin de que condesciendan más fácilmente a los deseos de sus hijos de entrar en la Sociedad, se mostrarán a los padres las excelencias del Instituto, comparado a las otras órdenes; la santidad y sabiduría de nuestros padres, su reputación en el mundo, el honor y aplauso universal que obtienen de grandes y pequeños. Se les dirá cuántos príncipes y grandes, con mucha satisfacción propia, han vivido en la Compañía de Jesús, los que en ella han muerto, y los que aún viven y se les mostrará cuán agradable es a Dios que los jóvenes se consagren a él, sobre todo en la Compañía de su Hijo, y cuán bueno es el haber llevado un hombre el yugo del Señor en su juventud. Si encuentran alguna dificultad en sus pocos años, se les mostrará la suavidad de nuestro Instituto, que nada tiene de enfadoso, excepto los tres votos, y cosa notable, que no hay ninguna regla que obliga so pena de pecado venial.


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Fernando Garrido
¡Pobres jesuitas!
Madrid 1881, páginas 312-314