Filosofía en español 
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Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

Pedagogía Proletaria. Jornadas Pedagógicas de Leipzig 1928

V. Disciplina escolar

D) Discusión


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T. KURZ (Viena): El movimiento de las escuelas medias de Viena no es actualmente tal como lo ha descrito el camarada Bernfeld, no es un movimiento activo de lucha contra los jefes, sino que ha descendido al rango de una simple asociación de alumnos de las escuelas medias, análoga a otras asociaciones socialistas.

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RUGE (Alemania): No es bastante turbar la tranquilidad de la escuela, sino que hace falta destruir la máquina escolar.

Las organizaciones de la juventud se dejan influir con excesiva facilidad.

Hay que tener en cuenta el hecho de que los burgueses pueden también explotarlas. Los maestros deben, pues, esforzarse sin descanso para establecer el más estrecho contacto posible entre el personal docente, los alumnos y la clase obrera, para realizar el ideal de las escuelas rusas aboliendo el Estado actual.

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HARTIG (Alemania): Es necesario poner en evidencia la posición actual del maestro proletario, en relación al problema de la disciplina. La sociedad actual no concede libertad al maestro en materia de reformas operadas en su escuela, si no está influido de una filosofía inocente. Pero si un maestro tiene una actividad política cualquiera, hace amistad con sus superiores.

La reducción del número de alumnos no servirá de gran cosa. Debemos crear un régimen en que los maestros puedan trabajar libremente sin fatigarse ni agotarse por las luchas actuales.

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HIERL (Alemania): No hay que soñar en realizar un tránsito, una transformación gradual de la escuela, sustituyéndola por una gradual organización. La reacción se sirve de las escuelas moderadas. La escuela laica se une al Estado que la sostiene.

Doble programa: el educador debe trabajar en las organizaciones proletarias de la juventud y de la infancia, para dirigir desde ellas el combate político contra el régimen establecido, que ha grabado en su bandera la explotación. La idea por la que debemos luchar políticamente en las organizaciones proletarias, debe ser completamente clara para todos. Luego de esto viene el trabajo pedagógico. La cuestión está ahora en saber cómo el trabajo politico se transforma en trabajo pedagógico. ¿Cómo penetrar hasta el individuo? Ante nosotros se desarrolla el desenvolvimiento histórico de la revolución: ¿Por qué parte de mi personalidad percibe la actuación de mi vida en el desenvolvimiento de la lucha general?

Apreciación científica del lugar que debe uno ocupar y control mutuo: si recurrimos a este método, política y pedagogía se refunden.

Debemos fijar nuestra atención, sobre todo,, en las escuelas frecuentadas por la juventud obrera, y principalmente en las escuelas técnicas del grado secundario. He aquí algunos sucesos de una escuela técnica de Turingia: Por una ligera falta a la disciplina, un “alumno de confianza” (encargado del mantenimiento del orden) fue destituido. Los alumnos le reeligen tres veces, cuyas elecciones fueron anuladas por el director. Por fin, los alumnos obligan al director a reconocer que su convocatoria, para nuevas elecciones, es ilegal. Los numerosos casos de este género crean en los alumnos el espíritu que nosotros queremos. ¿Par qué no decir que la liberación de nuestra juventud proletaria no puede ser más que obra propia suya?

Pero esta obra no puede ser ejecutada más que partiendo de la escuela profesional, y no partiendo de la escuela primaria superior ordinaria.

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UN CAMARADA DE HAMBURGO: Puesto que la escuela profesional encierra verdaderos proletarios que acuden a ella a prepararse en sus oficios; puesto que esos alumnos han entrado ya en la vida y han recibido una cierta formación proletaria, deben entrar en la lucha contra la organización general de la enseñanza. La mayoría están organizados, de manera que no es necesario crear nuevas organizaciones. Basta con trabajar en las ya existentes.

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PETERS (Bélgica): Se nos ha hablado mucho de la disciplina. Se nos ha esbozado un cuadro donde creo ver a alguno que se esfuerza en coger la luna con las manos.

Sería muy interesante tratar los siguientes puntos:

1º ¿Cuál es la disciplina actual en los diferentes países?

2º ¿Qué disciplina es la que nosotros deseamos en la escuela?

Ello ha sido la causa de las agrupaciones de niños comunistas en oposición a las agrupaciones de niños socialistas. No habrá aquí nadie capaz de negar que debemos prestar gran interés a estas organizaciones de niños; pero al intentar crear estas agrupaciones infantiles en el seno de la escuela, ¿no se ve el inmenso daño que se produce al poner a los niños proletarios unos contra otros? Nadie ha hecho esta observación.

No es suficiente examinar la cuestión que nos preocupa, suponiendo que nos hallamos en estado de obrar libremente y de realizar nuestro ideal. Hace falta tengamos en cuenta las condiciones en que vivimos y procurar sacar el mayor provecho posible de esta sociedad. No es suficiente gritar fuerte: revolución proletaria. Varios oradores han hablado de revolución; pero ninguno nos ha dicho cómo se hará.

Aquí se presenta una grave cuestión: ¿Hay que procurar mejorar la situación teniendo en cuenta las legislaciones existentes, hace falta moverse, o hay que laborar al margen de la ley?

En bastantes países se tropieza con la imposibilidad de trabajar en el desenvolvimiento político del niño fuera de la escuela, lo cual supone no tener libertad de hacerlo en la escuela misma. Por otra parte, quisiéramos ver examinar si no hace falta tener en cuenta si esto se refiere a todos los niños o a los adolescentes, a los anormales o a los normales.

Nosotros, los belgas, opinamos que es necesario mantener la escuela dentro de la legalidad; que es necesario respetar en ella la neutralidad, pero que es necesario también obrar, en el seno del partido político, sobre las agrupaciones infantiles. Estimamos que este es el método más apropiado para llegar al fin que nos proponemos.

Estamos convencidos de que la escuela se esfuerza en comunicar los conocimientos necesarios para formar hombres provistos de un espíritu crítico, que no se limiten a repetir palabras como loritos. Meta Kraus ha hablado, con un profundo sentimiento, del respeto debido a la infancia. También nosotros sentimos el respeto a la infancia en el sentido de no violentarla bajo el punto de vista intelectual, sino, al contrario, alcanzar su madurez intelectual. Estamos convencidos de que el niño debe ser educado políticamente para adquirir conciencia de clase; pero esta labor debe hacerse en las organizaciones infantiles, y no en la escuela.

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SOTHMANN (Alemania): Quisiera suscitar la cuestión de la escuela laica en relación con la ponencia de Bernfeld. Quisiera proponer al camarada Bernfeld la siguiente cuestión: ¿qué significación tiene la escuela laica aislada en el seno del sistema? Quizá el camarada Bernfeld pueda responder viendo si no corremos el peligro de crear una aristocracia obrera, si no hemos de hacer nada que se relacione con los esfuerzos favorables a la paz industrial, si no se pretende con ello desvirtuar la lucha de clases.

Es labor de las organizaciones infantiles turbar la tradicional máquina escolar. Quizá los camaradas hayan leído que el ministro Becker ha escrito a las Asociaciones de Padres, que el funcionamiento de la enseñanza se perturba por los niños que no siguen la enseñanza religiosa. Según eso, la institución de escuelas laicas descarta esa perturbación. Si se opina con el camarada Bernfeld, no se debe ser partidario de esa creación de escuelas laicas separadas.

En lo concerniente a la cuestión de la comunidad escolar, creo que es necesario poner atención a lo que varios camaradas han dicho. Creo que el primer paso es organizar grupos reducidos, y cuando estos grupos se hayan interesado en la lucha, se puede pasar a la Comunidad escolar y a lo demás. A título de ejemplo, os contaré una historia de la Alemania central. Un niño no podía adquirir los libros escolares. El maestro le amenaza de conducirle ante el director si no tiene los libros al siguiente día. Naturalmente, el niño no llevó los libros; pero cuando el maestro quiso llevarle ante el director, súbitamente toda la clase se levanta y grita: “Nosotros iremos con él ante el director, para que podamos probar que su padre carece de medios para adquirir los libros”.

Se ha dicho que los padres muestran un espíritu de pequeños burgueses en las cuestiones escolares; pero no se trata más que de hallar una fórmula justa para el apoyo que los grupos de niños deben recibir de los adultos. A la vez que padre de familia, el proletario es frecuentemente reaccionario y se siente propietario. Por eso debemos dirigir nuestros esfuerzos hacia los sindicatos y ocuparnos menos de los grupos de padres.

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WINKELMANN (Alemania): Pongo en duda que no haya necesidad de educar a los padres, y que basta con conseguir que sus organizaciones reconozcan los grupos de niños. Lo que hay aquí de malo es el espantoso respeto a la escuela que los padres inculcan en los niños. Los padres no tienen voluntad para luchar contra esta escuela; esa actitud, en relación con la escuela, es un resultado de la monstruosa opresión intelectual que ellos sufren respecto de todas las instituciones. Esta tiranía es debida al sistema de opresión, a ese sistema que aboga aún por la restauración de los castigos corporales.

En Turingia, el aumento del sueldo de los maestros está relacionado con el aumento de horas de trabajo y con el aumento de alumnos. Esto significa que a la escuela se la concibe como un establecimiento de doma. Se ha dicho, con razón, que no se puede educar, sino solamente manejar 50 alumnos a la vez. Es esta docilidad a ser manejados lo que los padres reclaman de los niños. Pensemos que a menudo se producen dramas domésticos, cuando el niño vuelve a casa con una mala nota de conducta, es decir, una mala nota en el dominio en que la escuela no es buen juez, por regla general, donde ella no emite sus juicios más que desde un punto de vista de clase burguesa, por lo que reconoceremos cuán importante es educar a los padres.

Cuando combatimos contra la ley escolar nacional, ese combate no ha arraigado en el proletariado. El proletariado no ha comprendido que se quiere reeducar a los hombres que no saben conducirse. La ley escolar no ha sido más que un elemento destinado a imponer de nuevo la voluntad del capital al proletariado. La lucha escolar debe ser incorporada a nuestra lucha política. El peor obstáculo para nosotros, en este punto, son las mujeres, que creyendo que sus hijos no se gastan en la escuela, encuentran natural que los niños permanezcan tranquilamente sentados en clase, y les inspiran un monstruoso respecto hacia la escuela. Si queremos que esta lucha nos haga avanzar, es necesario que la llevemos al alma de los padres. Lo que el camarada Hierl ha dicho, es justo: con la escuela actual no hay que intentar nada. La escuela actual debe dejar sitio a la que sólo puede dar a la juventud una posibilidad de liberación.

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META KRAUS (para rectificar la alusión de Peters): Yo no he querido nunca hablar de respeto religioso debido al niño, sino de una responsabilidad que todos tenemos respecto al niño. El respeto no ata, la responsabilidad, sí.

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 194-198]