Filosofía en español 
Filosofía en español

Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza

Pedagogía Proletaria. Jornadas Pedagógicas de Leipzig 1928

V. Disciplina escolar

C) La comunidad escolar
por el Dr. Siegfried Bernfeld (Berlín)


TESIS

1º Con el nombre de “Comunidad escolar”, la pedagogía moderna burguesa denomina reivindicaciones muy diferentes:

a) Se llama comunidad escolar a un nuevo tipo de escuela secundaria en Alemania, cada vez más popular desde comienzos de este siglo. Comprende internado en el campo con enseñanza libre, concediendo gran importancia al deporte, al arte, a los factores ideológicos. Estos establecimientos quieren despertar en sus alumnos el espíritu colectivo, y reemplazar la educación autoritaria por una relación de camaradería entre directores y dirigidos.

b) Se llama comunidad escolar a una nueva forma de disciplina en las escuelas secundarias del tipo corriente, en donde el sistema autoritario de castigos, recompensas, órdenes y prohibiciones deben ser reemplazados por la administración en común y el sufragio de los alumnos. Por lo que toca al orden de la escuela, a la disciplina y a la experiencia de los alumnos, a este sistema se le denomina también autogobierno.

c) Por comunidad escolar se entiende también la organización de los maestros y de los padres de los alumnos de una escuela, que ha de orientar ciertas cuestiones bajo el punto de vista ideológico, administrativo y financiero.

En adelante no haremos cuenta del sentido expresado en el párrafo “c”, y para entendernos mejor, llamaremos a la comunidad escolar del párrafo “a” hogar escolar, y a la del párrafo “b”, comunidad escolar o autogobierno.

2º Hogar escolar y comunidad escolar no constituyen, considerados en sí mismos, reivindicaciones para la pedagogía socialista. Históricamente, el hogar escolar ha sido introducido en Alemania por Lietz, a imitación de los colegios burgueses de Inglaterra, en calidad de tipo escolar de pronunciado carácter burgués. La comunidad escolar, nacida en América, se extendió antes de la guerra, siendo propagada por pedagogos y gente burguesa, influyendo en la reforma de la escuela secundaria bajo el punto de vista de la democracia burguesa.

La mayoría de los hogares escolares se han establecido y desenvuelto, tras una rápida vacilación durante los años 1918 a 1920, sobre una base de espíritu burgués consciente, y por otra parte, sobre una base de hostilidad consciente hacia el socialismo. En Alemania ha sido el ministerio Haenisch-Hoffmann el representante de la idea de la comunidad escolar; en Austria son los alumnos socialistas quienes han obtenido, a fuerza de luchas, la comunidad escolar. Por su cualidad de reivindicación socialista, en Alemania ha sido combatida la comunidad escolar y, finalmente, abandonada, y en Austria ha sido parcialmente realizada la idea allí donde se hace sentir la influencia de la socialdemocracia.

Durante los últimos años se ha visto renacer en los pedagogos burgueses algún interés por la comunidad escolar, que poco a poco deja de ser considerada como cosa específicamente socialista. En Austria, la burguesía se ha acomodado a la comunidad escolar, y no dirige ya sus ataques contra la reforma socialista de la escuela en esta parte del programa.

3º. Tales son los resultados que se obtienen analizando la relación ideológica existente entre la idea de la comunidad escolar y los intereses de clase de la burguesía: la antigua disciplina de las escuelas secundarias es el reflejo de una administración absolutista, autocrática y militarista con caracteres feudales de casta. Por el contrario, la comunidad escolar corresponde a una república democrática burguesa. La burguesía se afianza y se considera afirmada en su poder. Así y todo favorece a la comunidad escolar, aunque en períodos defensivos contra el proletariado se esfuerce en mantener su posición en la escuela con la ayuda de viejos métodos.

4º. En favor de la comunidad escolar aboga también el hecho de que el antiguo sistema se revela cada vez más pobre en resultados. Se logra también cada vez menos hacer “la educación” en grandes masas de alumnos pequeños burgueses recurriendo a los antiguos métodos. La escuela secundaria no alcanza su finalidad de clase, que consiste en sujetar las masas de la burguesía y de la aristocracia obrera, intelectual y moralmente, a los intereses de la gran burguesía. La comunidad escolar permite mejorar de modo muy sensible estos resultados.

Toda una serie de tipos de alumnos, a quienes el antiguo sistema no permitía conquistar su corazón, experimentan –gracias a la comunidad escolar– sentimientos de solidaridad hacia sus maestros, hacia su escuela y hacia el espíritu de esa escuela, es decir, hacia la burguesía, de donde se deduce que la acción de la comunidad escolar es una acción reaccionaria.

5º. Sin embargo, la comunidad escolar debe ser reivindicada e impuesta por el personal docente socialista; los alumnos deben ser educados en esta lucha que adiestra a los jóvenes burgueses y socialistas –en el terreno de la política escolar– a adquirir conciencia de esa política y, al mismo tiempo, de política general, y dicho de otro modo, permite hacer su educación para la lucha de clases.

El hecho de aparecer un movimiento de masa de los alumnos en favor de la comunidad escolar, será siempre un factor perturbador respecto al aburguesamiento automático y silencioso que realiza la escuela secundaria.

6º. Las experiencias recogidas en las luchas que los alumnos de Viena han sostenido en favor de la comunidad escolar tienen, como resultado, que la inmensa mayoría de los alumnos abandonan la comunidad escolar. Los alumnos no sienten interés por la escuela; la consideran como un mal necesario, sufrido durante algunos años. La comunidad escolar, por esta razón, pasa íntegramente a manos de los maestros, lo que multiplica su función de aburguesamiento.

En la mayoría de las escuelas, no se ve formar más que un pequeño grupo de oposición que se interesa en materia de política escolar y que quisiera hacer de la comunidad escolar un instrumento útil para renovar la vida de la escuela. Este grupo es, por lo general, muy pequeño para imponerse, y se deja ahogar. La inquietud introducida en la vida de la escuela por un grupo de este género es rápidamente sofocada. De todo esto resulta lo siguiente, cuya importancia es grande: las comunidades escolares no deben estar aisladas en las diferentes escuelas, sino que debe haber una organización supraescolar de comunidades escolares. Ese comité central impedirá el aislamiento de los alumnos de cada establecimiento, y creará una organización de masa de alumnos de cada localidad o de cada país, en cuyo seno las minorías que demuestren alguna actividad en materia de política escolar, podrán adquirir sobre este particular la formación y capacitación necesarias.

La experiencia demuestra que, precisamente, esta tentativa de romper el aislamiento de los alumnos halla la mayor resistencia por parte de los pedagogos especializados en la cuestión que nos ocupa: precisamente esta organización de masa supraescolar turba “el reposo y el buen orden” de la escuela, o dicho de otro modo, hace más penoso el alistamiento automático de los alumnos al servicio de la ideología burguesa.

7º. La comunidad escolar no produce ninguna democracia verdadera, sino simples caricaturas de democracias, porque los directores y autoridades que rigen la comunidad pueden entorpecer su funcionamiento y anular sus decisiones. La completa autonomía de la comunidad escolar no será un hecho sino como reivindicación de la pedagogía socialista. El funcionamiento de la comunidad escolar se paraliza cuando los alumnos han aprendido, por experiencia, que no pueden realmente sacar ningún resultado práctico, y he aquí cómo la acción de la escuela contribuye a perpetuar la ideología burguesa. Es indispensable que la autonomía sea asegurada en todos los dominios esenciales a los alumnos; en el derecho de castigo de los maestros y del director. Sobre este punto la autonomía es perfectamente posible: el derecho a usar toda una serie de castigos, desde las simples reprimendas hasta la expulsión, debe ser prohibido sin ninguna restricción, poniendo ese derecho en manos de la comunidad escolar (bajo la vigilancia de una autoridad superior.)

Esta reivindicación encuentra igualmente la más viva oposición entre los pedagogos burgueses especialistas de las comunidades escolares, porque ella ataca al principio de clase en que descansa la escuela secundaria, exactamente como la reivindicación definida en el párrafo 6º.

8º. Pero, como este paso del derecho de castigar a manos de la comunidad escolar no tiene valor si no se conduce de la manera más completa y seria, es necesario guardarse de que la disciplina sea sustraída a los azares de todas clases a que la comunidad escolar está expuesta.

El comité central de las comunidades escolares debe instituirse como tribunal de apelación que funcione bajo la vigilancia de una autoridad superior. Del mismo modo se impide que la vigilancia de la autoridad, reclamada en el párrafo 7º, se ejerza directamente sobre cada comunidad escolar. Para realizar esta reivindicación, es necesario que la dirección del comité central tenga derecho de voz y voto (para los asuntos de interés de las comunidades escolares) en las autoridades de la enseñanza secundaria (autoridades locales y nacionales).

9º. Paso integral a las comunidades escolares del derecho de castigar, organización supraescolar de las mismas en el seno de un comité central, participación del comité central en el trabajo de la administración superior: tales reivindicaciones rebasan del punto de vista básico de la comunidad escolar burguesa.

La comunidad escolar burguesa quiere edificar dentro de la escuela una apariencia de república, y así restringe a los alumnos, de una manera sensible, el horizonte de esta república escolar. Nuestras reivindicaciones, tal como anteriormente las hemos expuesto y resumido, tienden, al contrario, a crear una organización de masa de los alumnos, que permite reducir la influencia del sistema escolar y de los maestros sobre los alumnos, romper el estrecho círculo de la escuela, hacer entrar a los alumnos en la organización del Estado, donde hallarán multiplicadas las dificultades y funciones de la vida escolar.

De esta manera, la gran mayoría de los alumnos recibirá “una enseñanza de trabajo y de vida en materia de economía política, satisfaciéndonos verla elevarse a una clara conciencia de clase capaz de llegar a solidarizarse con el proletariado, de conformidad con su situación social y económica.”

Resumen del libro La Comunidad escolar y su función en la lucha de clases

Desde fines del siglo 18, se han llevado a cabo transformaciones fundamentales en la escuela y en la educación, que han llegado paso a paso a adquirir su forma actual. Entre los nuevos aspectos de la pedagogía burguesa hay que citar la Comunidad escolar.

El término Comunidad escolar recibe acepciones muy diferentes. La comunidad escolar es, en primer lugar, un nuevo tipo de escuela secundaria. Esta escuela se opone en puntos muy importantes a la escuela pública ordinaria, a la escuela del estado; no es solamente una escuela, sino un hogar para la juventud. Por otra parte, este género de establecimientos se distinguen de los simples internados porque la enseñanza y toda la vida del niño son organizados en ellos sistemáticamente, de conformidad con las nuevas ideas pedagógicas. En principio, estas comunidades escolares son hogares de educación en el campo.

El centro de gravedad del hogar escolar pasa de la enseñanza de la actividad exterior a la enseñanza (deporte, juego, trabajo, arte). De este carácter íntimo de la comunidad escolar resulta, necesariamente, en relación con su organización material, que la actitud del adulto respecto al alumno debe ser en ella completamente diferente que en la escuela. El adulto no debe sentirse maestro, sino un camarada mayor, un amigo, un guía. La habitación y la vida en común hacen notar más esta diferencia. Las relaciones de camaradería reemplazan al autoritarismo, constituyendo un rasgo esencial de la organización íntima de las comunidades escolares.

De estas cualidades de la comunidad escolar, y particularmente de las relaciones de camaradería establecidas entre maestros y discípulos, resulta frecuentemente la coadministración de los alumnos (falsamente denominada autoadministración). Esta coadministración descansa en la asamblea legislativa formada por alumnos y maestros. Suele suceder también que la misma asamblea y los cargos que ella elige para ejecutar sus acuerdos reciban el nombre de comunidad escolar, en el sentido estrecho de la palabra.

De conformidad con nuestro deseo, haremos clara distinción de las dos significaciones, llamando hogar escolar al nuevo tipo de escuelas secundarias, y comunidad escolar a esa otra forma especial de administración y de organización de la vida de los alumnos.

El hogar escolar y el socialismo

En la serie de reivindicaciones, de reformas, de luchas de la pedagogía moderna, el hogar escolar ocupa una pequeña plaza. Prácticamente no se le tiene en cuenta más que por una pequeña parte de la burguesía, cual cosa privada de los padres y educadores interesados. Siempre hemos notado que el hogar escolar –aunque quiera aparecer socialista– es una institución democrático-burguesa, sin relación con la lucha de clases ni con el movimiento obrero. En efecto: la forma del hogar escolar en sí misma, no es, en modo alguno, socialista. La solidaridad del hogar, el espíritu colectivo le dan la apariencia de una vida socialista de la juventud, en contradicción con el principio –que reina en la escuela secundaria– de la concurrencia de los campos y de las personas hostiles; pero esta pedagogía eficaz y bien adaptada a la juventud debería funcionar en beneficio de los valores socialistas, si no se quiere que dé por resultado un inevitable aburguesamiento de los alumnos. Pero, en el período de lucha de clases, no hay valores socialistas importantes que sea posible enseñar. Los padres no consienten otras materias de enseñanza que las de la cultura burguesa, ya que no pueden, naturalmente, renunciar a los títulos que la escuela secundaria concederá a sus hijos: el hogar escolar no tiene más que un “matiz social” impotente contra las fuerzas interiores y exteriores que sujetan a los alumnos del hogar a la burguesía.

Por tanto, a pesar de la eficacia de sus formas pedagógicas, a pesar de sus programas socialistas, el hogar escolar debería aun ser incorporado –como medida de organización– a la serie de problemas del movimiento proletario de la juventud y a la lucha espiritual y política de la clase obrera. Mientras tanto, es una insensatez esperar de él resultados imposibles. No recomendamos la guerra al hogar escolar: basta estimar exactamente su valor para la lucha de clases.

Lo importante es que del hogar escolar salga la reivindicación de la comunidad escolar, y que el movimiento de la juventud tome posición para que “la comunidad escolar adopte la forma de organización general de toda la enseñanza”. Toda una serie de reformadores piden la misma reivindicación. Ese movimiento ha encontrado cierta simpatía, incluso en los círculos radicales de la burguesía.

La lucha en torno de la escuela secundaria

La escuela secundaria, desde su reorganización a principios del siglo 19, parece estar pidiendo reformas indispensables. Esta lucha sin tregua y sin esperanza en torno a la escuela secundaria, descansa en las contradicciones insolubles, propias a la escuela única destinada a la masa de la clase dirigente. En el seno de esta clase existe toda una serie de profundas e interesantes contradicciones. A decir verdad, la burguesía dominaba ya antes de la guerra; pero estaba obligada a compartir el poder con la nobleza feudal y con los militares. La escuela secundaria era antes de la guerra una escuela única, abierta igualmente a los príncipes que al estado llano, aunque unos y otros tengan diferente orientación. Es así como se hacían sentir notablemente en la escuela la oposición existente entre los burgueses y los desheredados de la fortuna. Lo que el burgués necesita no es la jerarquía, sino el comercio y el compromiso. Actualmente, querer sostener la escuela feudal es una señal de fascismo.

“La escuela secundaria es ajena a la vida”: tal ha sido el juicio pedagógico emitido sobre esta cuestión. La burguesía, que quería conquistar para ella todo el poder, se hallaba en oposición con el estilo, con la forma disciplinaria de la escuela secundaria, que reivindicaba la libertad contra la autoridad, un espíritu de democracia en lugar del espíritu de autocracia. Como ideal se miraba a América, con su cultura deportiva y su autogobierno, invasores y predominantes. Esta fue una táctica hábil que empujó al emperador Guillermo a colocarse a la cabeza de la reforma escolar para triunfar de la naturaleza muerta de la escuela secundaria, valiéndose de nuevos programas. En realidad, el poder feudal en la escuela no habría sido destruido por ningún programa, cualquiera que fuera; el solo elemento decisivo en la lucha es el estilo de la escuela, la dirección disciplinaria, el espíritu de la educación. Se logra, no obstante, frenar el descontento burgués. Los programas de la escuela secundaria fueron mejorados en el sentido que quería la burguesía; pero la organización sigue autocrática y feudal. El interés llevado a la comunidad escolar languidece, como índice de aspiraciones radicales de más altos vuelos.

Después de la revolución alemana se trató de transformar la vida de la escuela y de abolir su carácter feudal de casta introduciendo la comunidad escolar. Pero la revolución alemana no obtuvo una victoria definitiva sobre la burguesía. En Alemania se cuenta no solamente con una gran corriente monárquica y con vestigios de ideología feudal, sino, recientemente, con el fascismo, que representa la tendencia feudal y militarista de la burguesía. El capital se ve obligado a luchar con un proletariado cuyas fuerzas han aumentarlo considerablemente, y en esta lucha necesita al emperador, la disciplina militar, la nobleza, el espíritu patriótico. Para la pedagogía, ningún cambio. Después, como antes, la clase dominadora encierra contradicciones en su seno. La reforma de la escuela secundaria se hace necesaria y no puede hallar solución satisfactoria para todos, es más, la lucha se ha agravado. El combate contra el proletariado conduce a una ideología fascista que desenvuelve su capacidad militar contra la clase obrera y su fuerza de atracción sobre la pequeña burguesía. En estas condiciones, la comunidad escolar fue considerada como extremista y se encontró con la oposición política de una parte de la burguesía. El “Decreto sobre la comunidad escolar”, dado el 27 de noviembre de 1918 por el ministro Haenisch, excedía en estos dos puntos decisivos el contenido burgués de la idea de comunidad escolar: 1º la comunidad escolar está formada, en principio, por toda la escuela, y no por cada una de las clases aisladamente; 2º el aislamiento de las escuelas no existirá. Se receló del fondo y de las derivaciones del decreto, que, en la práctica, no entró en vigor, por no haber un cuerpo de alumnos socialistas bastante fuerte para asirse a él. Desde el 14 de diciembre de 1918, la escuela secundaria fue restituida a la burguesía. He aquí como la comunidad escolar pasó al rango de reivindicación “extremista”, “socialista”.

Diferentes tipos de comunidad escolar

En sí, la comunidad escolar no tiene nada que ver, realmente, con el socialismo. La escuela secundaria, concebida sobre ese tipo, no encierra ninguna oposición a la ideología burguesa ni a la economía capitalista. Al contrario, es el reflejo del modo democrático de gobierno y administración del parlamento de la república con su burocracia. En este sentido se puede realmente calificar la comunidad escolar de idea burguesa. Estos son pura y simplemente motivos históricos que explican por qué la escuela alemana no tiene la comunidad escolar. Así como la burguesía pasaría por las reformas escolares en período de poder estabilizado (cuando estuviera garantizada de la actuación del proletariado), así también establecería la comunidad escolar sin la colaboración del partido obrero. Por otra parte, vemos en U.R.S.S. la comunidad escolar realizada, pero solamente la escuela secundaria, aunque hay en ello una diferencia decisiva. La comunidad escolar burguesa se establece dentro de una clase, o mejor dicho, dentro de una escuela, las escuelas están completamente aisladas unas de otras; sus alumnos están separados de la vida del Estado y de la sociedad; las comunidades escolares ayudan muy bien a establecer esas murallas. Al contrario, la comunidad escolar soviética tiende netamente a abolir el aislamiento de las escuelas, la separación de los alumnos de la juventud y de la vida pública. La comunidad escolar soviética es una célula en el organismo de los alumnos, que a su vez se incorpora a la juventud, a la vida del partido y a la del Estado. La comunidad escolar burguesa quiere servir de modelo para una organización universal de la juventud; quisiera ser la república del niño. Estos hechos hacen pensar que la comunidad escolar tomada en sí, no puede servir de criterio entre pedagogía burguesa y pedagogía socialista, pero influye en su amplitud y en su orientación.

Se trata, ante todo, de saber si la comunidad escolar se limita a una sala de clase o abarca toda la escuela, o bien engloba a la masa de alumnos de todas las escuelas. Estas diferencias no son puramente cuantitativas, sino que se transforman en cualidad. La comunidad escolar en una clase y la comunidad escolar en una escuela son dos cosas radicalmente diferentes. Cuando la comunidad escolar da buen resultado en una clase, la vida del maestro en ella se facilita, y los resultados pedagógicos de la escuela secundaria se consiguen con menos trabajo y con más seguridad, sin gastos suplementarios para los padres. La comunidad escolar, en tanto funcione como método “superior”, no hace sino servir a los fines de clase asignados por la burguesía a la escuela secundaria. En efecto: la comunidad escolar dentro de una escuela no consiente llegar a la formación del espíritu colectivo y solidario, sino solamente a la identificación de un grupo de alumnos con el maestro, y en último caso, con la organización que él represente, es decir, con la organización en cuyo seno y en beneficio de la cual trabaja de hecho, y no con la organización que tenga quizá su aprobación. En condiciones favorables, una clase así podrá llevar la marca de la derecha burguesa. En suma: esta clase de comunidad escolar no puede ser objeto de una reivindicación de la pedagogía socialista.

De la comunidad escolar que actúe en una escuela y englobe las comunidades escolares de las diferentes clases, se puede repetir lo que se dijo del primer tipo de comunidades. Sólo raramente pueden dar resultado, es decir, que si ha sido creada, languidecerá pronto. Sin participación de los alumnos, la comunidad escolar se compone de los monitores, y sirve de instrumento en manos del director o de la junta de maestros. Hay, no obstante, un factor que puede meter baza: la masa de alumnos. Este factor no sirve siempre para garantir los fines burgueses de la escuela secundaria, sino, por el contrario, está destinado a comprometerlos. La marcha regular de la escuela se ve amenazada de un mal grande, constituido por los alumnos en masa. Este mal es la disolución del sistema de clases separadas. La masa puede admitir una organización que salte por encima de todos los cuadros tradicionales de la escuela y del orden.

Cómo utilizar la comunidad escolar para la lucha de clases

Se trata, pues, como ya se ha hecho en Rusia, de crear un nuevo medio por la misma masa de alumnos. El orden, considerado intangible incluso en la escuela nueva, debe ser disuelto y restablecido en seguida por los mismos alumnos, deseosos de suprimir el desorden. Es por aquí por donde hay que comenzar la lucha. Se trata de formar al niño en la lucha de clases y de suprimir los obstáculos que se oponen a esta formación, a saber, la distribución de los alumnos en clases aisladas que destruye toda unidad de la escuela. La comunidad escolar, tal como los agregados (Studienrate) y las oficinas la entienden, se alarma ante las masas. He aquí cómo, despertando la actividad de las masas de alumnos, se comienza en la escuela una lucha a favor de la comunidad escolar, es decir, para reducir la opresión del sistema sobre los alumnos. Los alumnos en masa se rebelan contra la división en grupos establecida en la clase y en la escuela.

Los alumnos secundarios de Viena han sostenido esta lucha durante años. La “Unión autónoma de los alumnos socialistas” de la escuelas medias ha logrado organizar un Comité Central para los alumnos de las escuelas medias y conseguir para las comunidades escolares, representadas por este Comité Central, voz consultiva en la administración de las escuelas. Las escuelas secundarias han sido disueltas. En su lugar se yergue la comunidad escolar única de la villa de Viena, albergando a millares de alumnos de las escuelas medias.

Los alumnos socialistas han encontrado un terreno sólido en la comunidad escolar de Viena. Toman una parte activa en el funcionamiento de la comunidad escolar, comprendiendo, sobre todo, qué tareas puede y debe cumplir. Está guiada por los líderes políticos, y así el movimiento sale del círculo estrecho de la escuela. Una gran parte de los alumnos se coloca en oposición con la mayoría de los maestros. En la escuela secundaria de Viena se forma así un centro de donde irradia el pensamiento socialista, donde, por así decirlo, la enseñanza concreta y la enseñanza del trabajo se dan conscientemente en clase. El aburguesamiento del sistema y del personal docente está, en cierto modo, dificultado por la Liga de los Alumnos Socialistas de las Escuelas medias; las fuerzas de fuera sacuden el viejo régimen escolar.

La historia del movimiento de los alumnos de Viena ha demostrado, no obstante, con toda claridad que la gran mayoría de los alumnos no siente ningún interés por la escuela ni por la comunidad escolar. La gran masa de los alumnos vive en paz con su escuela. La escuela no significa para el alumno más que un cierto número de obligaciones que se le imponen, y un cierto número de posibilidades de triunfo que se le atribuyen. De aquí resulta para el educador socialista el deber de ponerse en contacto íntimo con los diferentes alumnos para abrir brecha en la ideología burguesa. Esto no lo puede hacer más que con un pequeño número de alumnos: debe, pues, ahogar continuamente por la limitación del número de alumnos en las clases. Todo lo que el maestro socialista o revolucionario pueda emprender por otro camino en materia de reformas en la escuela, terminará siempre por caer en una realización de la disciplina burguesa.

De otra parte, todo movimiento de alumnos que no se apoya en las organizaciones extraescolares, está condenado a perder, después de algunas semanas, su vitalidad de organismo pedagógico socialista. Siempre que un movimiento de comunidad escolar es conducido simplemente bajo la forma de lucha pedagógica; siempre que el movimiento de los alumnos no vaya unido al movimiento del proletariado; siempre que a la pedagogía no se la tome como un elemento de la lucha de clases, la comunidad escolar degenerará, irremediablemente, en una fuerte garantía de los intereses burgueses.

El movimiento político y escolar de los alumnos no puede prosperar más que bajo la dirección del socialismo. Que esto sea por medio de asociaciones socialistas de alumnos, por medio del partido o por la intervención de la literatura marxista, no es más que una cuestión de táctica de importancia secundaria; pero la clase obrera debe tener audacia para ganar influencia sobre los alumnos. La clase obrera no penetra en la escuela secundaria cuando “abre camino” a los niños privilegiados, sino cuando dirige los alumnos de esas escuelas. He ahí la sola reforma de la escuela secundaria, que sirve realmente los intereses de clase del proletariado, que constituye un elemento de lucha de clases.

¿Cuál es, pues, la posición del maestro socialista? Se presenta bajo un doble aspecto. En la profesión está obligado a observar las prescripciones del viejo régimen. Fuera de la escuela trabaja como hombre político, como camarada de los jóvenes, como destructor de ese mismo régimen. Debe ser activo en las organizaciones proletarias de la juventud y de los padres. De ese movimiento deben resultar la transformación de la escuela, operada por los niños, y la continuidad de la lucha. La solución completa de este problema no es, naturalmente, posible más que por la revolución proletaria.

Las reivindicaciones que actualmente restan y cuya realización condiciona el valor de las comunidades escolares establecidas en todas partes, se pueden enunciar como sigue, sobre la base de la experiencia adquirida y sin olvidar la imposibilidad de realizarlas completamente antes de la revolución proletaria:

Plena jurisdicción disciplinaria: toda la disciplina está en manos de la comunidad escolar, que ejerce con toda autonomía las funciones referentes a legislación, ejecución y administración.

Organización supraescolar: las comunidades escolares de todas las escuelas entran en una organización central. Esta Central sirve de tribunal de apelación para todas las cuestiones de disciplina. Tiene, además, la tarea de dirigir, de controlar, de estimular las comunidades escolares, y centraliza todas las cuestiones comunes a las escuelas.

Participación de la organización central en el funcionamiento de las autoridades universitarias: las Comunidades escolares y su central están sometidas a la vigilancia de una autoridad universitaria del grado secundario; la Central tiene voz deliberativa en las cuestiones relativas a las Comunidades escolares y voz consultiva en las cuestiones relativas a los alumnos y a la escuela.

[Pedagogía Proletaria, París 1930, páginas 184-194]