
Wilfred Burchett
Los monopolios japoneses de nuevo en Corea
Pensamiento Crítico, La Habana, mayo 1971, número 52, páginas 150-157.
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Durante 35 años –desde 1910 hasta el fin de la segunda guerra mundial– Corea, bajo el dominio japonés, estuvo sujeta o uno de los regímenes más brutalmente rapaces que se hayan conocido, incluso en Asia. Los recursos materiales y humanos del país fueron despiadadamente explotados para alimentar una industria japonesa en rápida expansión. La explotación fue acelerada febrilmente a medida que se construía la maquinaria militar para la conquista de China y luego del resto de Asia en la segunda guerra mundial. Los recursos minerales, los productos agrícolas y forestales, la sangre y el sudor del pueblo, fueron exprimidos con las más implacables presiones que fueron capaces de aplicar los monopolios y militaristas japoneses. Las protestas políticas y las huelgas contra las condiciones esclavistas de trabajo fueron ahogadas en baños de sangre. La cultura coreana fue suprimida: el idioma, la manera de vestirse y otras costumbres, hasta los nombres de familia, tuvieron que ser cambiados para adaptarlos a los de los amos. Cuando la segunda guerra mundial hizo que escaseara el potencial japonés, decenas de miles de coreanos fueron embarcados a Japón como obreros-esclavos para las plantas de municiones. (Ellos y sus descendientes forman la gran comunidad coreana que vive en Japón actualmente.)
La victoria sobre las potencias del eje en la segunda guerra mundial puso término al enseñoramiento japonés en Corea, aunque al sur del paralelo 38 los norteamericanos mantuvieron en sus puestos a elementos de lo administración japonesa alegando sus calificaciones técnicas, según expresó el presidente Truman en aquella época. El odio o los gobernantes japoneses y a los títeres locales que les servían era universal y tenía profundas raíces en los corazones del pueblo coreano; y sigue siendo así actualmente.
En vista de esto, el restablecimiento en Corea del sur de esos mismos monopolios japoneses que desangraron a la nación coreana durante las décadas de ocupación, es un problema del mayor interés no sólo para los coreanos al norte y el sur del paralelo 38, sino para todas las naciones asiáticas que sufrieron la agresión japonesa durante la segunda guerra mundial. Los métodos usados y algunas de las implicaciones y tendencias de la política exterior japonesa, en realidad, son causas suficientes de preocupación universal respecto o los objetivos de Japón y su primer ministro Sato.