Filosofía en español 
Filosofía en español

XXIII Congreso Internacional de AmericanistasCosta Rica 1958


 
Constantino Láscaris Comneno

Continentalización y universalización de la razón

 
I

Podrá parecer a muchos que el planteamiento de la estructura de la razón en términos «geográficos» es resabio del viejo positivismo y, por consiguiente, mera reiteración de la tesis de un H. Taine, por ejemplo. Sin embargo, no es válido negar el hecho de la aparición y desarrollo del uso de la razón en determinado marco geográfico. El positivismo solamente es superable desde dentro del positivismo, es decir, no por su eliminación, sino por la más amplia delimitación de las facultades cognoscitivas. Además, de hecho también es tesis frecuentemente sostenida hoy la de la necesidad, para autentificar la Filosofía, de especularla precisamente con la conciencia de la perspectiva nacional o geográfica.

Si se tiene en cuenta que es hoy concepto extendido de Geografía el entender esta disciplina como «la Ciencia del paisaje», no resultará difícil relacionar con el paisaje (nunca realidad extrahumana) a la raíz, no ya sólo del filosofar, sino, por imposición helénica, de las formas de entender al hombre como hombre desde los griegos, es decir, la razón.

 
II

La actualización de la razón se dio históricamente con los griegos. No se trata simplemente de que los griegos hicieran la teoría del logos, ni de que utilizasen la razón «en mejor» que otros pueblos coetáneos o anteriores. Se trata de que los griegos, por la primera vez, muestran hacer un uso racional de la razón. Frente a actitudes mágicas y míticas, se da la explicación racional del mundo. En este sentido, indudablemente, si se define al hombre como «animal racional», los pueblos anteriores no contaron con [24] «hombres», sino por referencia a un futuro. Los pueblos posteriores (la humanidad occidental, que ya hoy ha arrastrado a la humanidad entera) son integrados por «hombres», gracias a la utilización de la razón, helénica en su origen, aunque sujeta a formas de evolución.

Pero no a todo el mundo le ha parecido bien el aceptar la paternidad helénica. Desde quienes, utilizando la razón de raíz helénica, han glorificado el irracionalismo, hasta quienes, también utilizando esta razón de raíz helénica, han glorificado otras posibles actitudes ante la naturaleza, hay, aunque no en forma dominante, quienes creen, o bien que la humanidad erró al racionalizarse, o bien que erró al «encerrarse» en el logos helénico, en lugar de vivir otras formas dadas de «razón». Desde un Nietzsche o un Teodoro Lessing, a un De Maistre o un Leopoldo Zea, los ejemplos son conocidos.

 
III

Sin embargo, ante la Historia, como señalaba Merleau-Ponty, es baldío calcular: lo que pudo haber sido y no fue. Los hechos históricos poseen la misma inexorabilidad que los hechos de la naturaleza: no cabe el volver atrás. Así, el problema no radica tanto en el repudio de la razón de raíz helénica (actitud resultante de simple inadaptación a la Cultura occidental), como del análisis de la posible dependencia de las formas evolucionadas de la razón helénica, en función de las variaciones del paisaje.

Ante esta texitura, encuentro dos modos dados de enfoque: 1º) la aceptación de la razón helénica, pero adaptándola a tipificaciones biológico-culturales de tal índole que se dé como resultante la plasmación de una esencialmente distinta manera de razonar, caso del pueblo ruso según Dostoyewski; y 2º) la superposición de la razón helénica sobre estructuras «racionales» de distinta naturaleza, caso mantenido, por ejemplo, por algunos indigenistas americanos o por los intentos de revivificación del budismo. En ambas actitudes se da un enfoque común: la suposición de la existencia, o de hecho, o de derecho, de razones distintas. En este supuesto hallo la dificultad, personal mía, que ofrecen ambos enfoques.

A un paisaje determinado corresponde una manera de razonar. Así, los sumerios, los semitas, los mayas, los griegos, habrían tenido maneras de razonar, es decir, distintas «razones» (o quizá simplemente distintos usos del pensar); uno de éstos, el logos, se impuso históricamente. ¿Por qué? [25]

 
IV

Voy a entender por continentalización la delimitación, sea en el orden que sea, a un ámbito no terráqueo. En este sentido, continentalización de la razón será, o habrá sido, cualquier formulación de un uso de la razón, o de una razón, válido solamente dentro de un paisaje demarcado continentalmente.

En el orden de los hechos, la afirmación de la continentalízación de la razón sólo será válida si se comprueba que, en forma aislada, se han dado esos distintos usos de la razón. El problema está en que todos ellos, para merecer ser llamados razón, han de guardar entre sí una mínima analogía. Sin embargo, esto es fácil de resolver, pues si alguna forma de pensar es llamada de hecho razón, lo es por analogía con el primer analogado, en este caso, la razón helénica. Las posibles «de derecho» no pasan de hipótesis gratuitas.

Como opinión personal, estimo que tales analogías «de hecho» no se dieron, sino que son simple fruto de la revisión, desde el paisaje actual, de lo que no fue así. Y esto como consecuencia de la estructura misma del paisaje.

El paisaje no es lo dado ante el hombre. Es lo vivido por el hombre de lo dado ante él. Pero el hombre vive, de lo dado ante él, lo que él incluye en su mundo. Es decir, el paisaje no le es impuesto, sino que él impone el paisaje a la naturaleza. En consecuencia, cualquier hombre de nuestro tiempo vive un paisaje, resultado, en un aspecto, de sus propias estructuras mentales, y éstas, por muchas generaciones no conscientes que le precedan, están interferidas por la razón de raíz helénica.

 
V

La motivación de mi negación de una posible analogía entre tales varias posibles razones, se funda en que solamente el logos helénico surgió como fruto de un paisaje no continental. Las formas. de pensar surgidas en paisajes continentales han carecido de universalidad, como entre los otros pueblos antes mencionados, por estar ligadas precisamente a estructuras mentales no universales. Como de hecho no se universalizaron y de hecho la no-continental se universalizó, considero legítima la inferencia de la no analogía.

La demostración de la no continentalización del logos helénico es sencilla. Basta tener en cuenta que se dio en la confluencia de [26] dos subpenínsulas de dos Continentes, cuando uno de éstos es solamente una península del otro, y enmarcadas ambas subpenínsulas por un tercer Continente que es simplemente una península del segundo. Y ello tomando los términos en sentido geográfico moderno, es decir, no en cuanto deshumanizada cosificación, sino en cuanto paisaje resultante de paisajes múltiplemente entroncados entre sí. Es decir, el logos helénico fue universal desde sus inicios, no sólo por mérito de sus actualizadores, sino también de los paisajes confluyentes en su paisaje.

 
VI

Una consecuencia es tener que entender el hombre (no sólo al de hoy, sino también a los pre-lógicos y a-lógicos), no como «animal racional», sino simplemente como «animal que habla y piensa», aunque ésta sea también categoría del logos helénico.

XXIII Congreso Internacional de Americanistas, San José 1959, páginas 23-26.