Idea general y Ontología de la Corrupción
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Idea Ontológica Universal de Corrupción:
Sustratos corruptibles / incorruptibles (criterios distintivos / constitutivos)
Nos arriesgamos a ofrecer aquí, a título de ensayo, un esbozo de la Ontología implicada por la Idea general de Corrupción [757], que no es una idea unívoca. […]
Una Idea Ontológica Universal de Corrupción tiene mucho de Idea metodológica que ofrece los criterios generales en función de los cuales algo (un sustrato) puede ser considerado corruptible; por tanto, una Idea que nos sirve de guía cuando la aplicamos a un sustrato particular (como pueda serlo la sociedad democrática) [761] para investigar las razones particulares, específicas o singulares, en virtud de las cuales el sustrato en cuestión puede considerarse corruptible o corrupto.
Una ontología de la corrupción, en la medida en la cual se reconozcan realidades o entes incorruptibles (puesto que si toda realidad o ente fuese corruptible, la ontología de la corrupción no se diferenciaría de la ontología general) [82], requiere establecer ante todo los criterios distintivos y constitutivos de lo corruptible y de lo incorruptible.
(1) Criterio de la corporeidad {en sentido asertivo, no exclusivo}
Ser corruptible no significa necesariamente ser íntegramente corpóreo: una esfera de acero es corpórea (primogenérica) por su acero, pero es incorpórea por lo que tiene de superficie esférica (que, por ser bidimensional, no es corpórea; su tridimensionalidad geométrica es también incorpórea, terciogenérica) [72].
Sin embargo, la corporeidad de un ente real no es suficiente por sí misma para hacerlo corruptible [749]. Como ya hemos dicho, Aristóteles, que reconocía la corporeidad de los astros y del cielo, los declaraba incorruptibles. [751] Y ello aunque consideremos, como aquí lo hacemos, que todo lo corpóreo es corruptible y, por tanto, que lo incorruptible ha de comenzar por ser incorpóreo; lo que no quiere decir que lo incorpóreo haya de ser espiritual o inmaterial […]: puede ser también material [1], por ejemplo, materialidad terciogenérica, como es el caso de la figura bidimensional de un triángulo rectángulo. El triángulo rectángulo es incorruptible, incorpóreo, intemporal, aunque se le puede atribuir una “propiedad” paralela a la corruptibilidad (en tanto implica destrucción por transformación), la propiedad de la degenerabilidad […]: el triángulo rectángulo […] transformado en un triángulo birrectángulo […], que ya no es un triángulo finito, no es un triángulo corrompido, sino un triángulo degenerado; y, aunque todo lo corrupto pueda considerarse como degenerado, no todo lo que es degenerado tiene que ser considerado necesariamente corrupto.
(2) {Criterio de interacción dinámica (y dada en el tiempo) entre cuerpos o las partes del mismo cuerpo entre sí}
Para que un cuerpo sea corruptible tiene que estar inserto interactivamente (no solo relacionalmente, geométricamente) entre otros cuerpos. Y no solo eso: debe estar inserto con una inserción variable, y no meramente geométrica o cinemática, sino dinámica, es decir, con interacción de fuerzas: la contaminación que produce la corrupción de la atmósfera que llamamos “calentamiento global”, mediante el efecto invernadero, implica la interacción de la atmósfera limpia, tomada como sustrato, de las sustancias contaminantes como el hollín, los fluorclorocarbanados, el CO2 o el metano CH4.
Pero la interacción dinámica de un cuerpo con otros cuerpos (o de las partes del mismo cuerpo entre sí) implica no solo movimiento, sino el movimiento dado en el tiempo. Porque el tiempo no es una dimensión ideal atribuible a un supuesto cuerpo aislado en el espacio o inserto con otros cuerpos en un espacio meramente geométrico; el tiempo de un cuerpo aparece cuando él se confronta con otros cuerpos, y especialmente con uno de ellos llamado el reloj, y con el cual ha de mantener alguna acción y reacción, por lo menos electromagnética o luminosa (por eso el Sol es el primer “reloj natural” de nuestro universo).
(3) {Criterio de la transformación}
La corrupción de un cuerpo en movimiento a lo largo de un intervalo de tiempo es una transformación, no una aniquilación [750] (cuando los físicos dicen que en el choque dos neutrones se aniquilan, están diciendo también que no se corrompen). Porque el corromperse es un proceso mediante el cual un cuerpo, o una parte suya, desaparece (según su morfología corpórea particular) pero sin aniquilarse, por cuanto se transforma [754] en otros cuerpos (y no, por ejemplo, en partículas γ incorpóreas).
(4) {Criterio de interacción dinámica (dada en el tiempo) disrítmica}
Por último, hemos de suponer que los múltiples cuerpos (o unidades corpóreas o sustratos considerados, así como las partes corpóreas de cada unidad corpórea) que interaccionan en el tiempo se mueven con disritmias permanentes (no se mueven al unísono, según ritmos armónicos preestablecidos, tales que permitieran un despliegue estacionario, es decir, un despliegue según transformaciones idénticas que remeden la inmovilidad). Y esto es lo que determina que las interacciones de unos cuerpos con otros (y las de las partes de cada cuerpo entre sí) puedan alterar las proporciones requeridas para el mantenimiento de su unidad, que, por efecto, de sus interacciones, se irá disgregando y acabará corrompiéndose. Aquí la casuística es casi infinita.
Señalemos aquí una situación paradójica, a propósito de la corrupción de la atmósfera por el calentamiento global resultante del efecto invernadero de unas sustancias que la contaminan. La paradoja podría hacerse consistir en que la corrupción por contaminación puede desempeñar el papel de una protección ante otras corrupciones, coordenadas con ella, como pueda serlo el llamado “oscurecimiento global” (desde que fue observado por David Travis o Gerry Stanhill a raíz del 11-S, en el que fueron derribadas las Torres Gemelas de Nueva York y fue suspendido durante tres días el tráfico aéreo en Estados Unidos). Al parecer, los aerosoles dispersos en el espacio atmosférico (entre ellos las moléculas en las que se dispersan las mismas estelas de los aviones a reacción) reflejan la luz solar y producen, por tanto, un efecto enfriamiento que, por sí mismo, podría corromper al manto vegetal terrestre (por ejemplo, al disminuir la tasa de evaporación). Algunos de los que han tratado de este asunto dicen que este oscurecimiento global ha enmascarado el calentamiento global; pero por la misma razón podría decirse que el calentamiento global ha enmascarado el oscurecimiento global. En realidad, lo que ocurre es que la corrupción “calentamiento global” tiene, entre otros efectos no catastróficos, la de frenar la corrupción derivada del “oscurecimiento global”.
Y este juego paradójico de corrupciones que frenan otras corrupciones podríamos tomarlo como símbolo del juego que media entre las corrupciones democráticas delictivas [762] (si las pusiéramos en correspondencia analógica con la contaminación global) y las corrupciones democráticas no delictivas [774] que las pondríamos en correspondencia con el oscurecimiento global).