Filosofía en español 
Filosofía en español

Idea general y Ontología de la Corrupción

[ 759 ]

Corrupción como análogo de atribución:
Podredumbre estética (primer analogado) / Vías de ampliación analógica

El término “corrupción” no es unívoco […], tiene muchos sentidos analógicos, como se comprueba en el proceso de traducción de un mismo término latino o griego (como pueda serlo corruptio o ϕθορά), que unas veces se traduce por perversión, otras veces por descomposición, por desorden, por caída, por degradación y hasta por diarrea. […]

El término “corrupción” […] tiene sentidos muy heterogéneos que unas veces derivan de las modulaciones o matices mismos de la característica de la función (corrupción como podredumbre [757], o como simple descomposición [751], o como disgregación [754] y otras veces de los tipos de sustrato a los que se aplica, es decir, a los diferentes dominios de su extensión (corrupción de un alimento, de un idioma o de una costumbre).

Sin duda, las variaciones intensionales tienen algo que ver con el tipo de dominios a los que se aplica (el matiz corrupción = podredumbre se aplica, por ejemplo, mejor al dominio de los alimentos que al dominio de los idiomas); algunos matices o modulaciones intensivas se aplican a casi todos los dominios por igual (por ejemplo, corrupción = descomposición), pero a costa de perder, acaso, lo más característico, lo que tiene que ver con la podredumbre, que siempre resuena, como si fuera un armónico, cuando pronunciamos la palabra “corrupción”.

Acaso, pudiera apoyarse sobre el matiz más neutro del término (descomposición, desorganización) la tesis del carácter unívoco del término “corrupción”, en tanto este matiz se aplicaría por igual a todos los dominios. Pero no es así, porque aunque en efecto puede aplicarse en abstracto unívocamente a todos los dominios, lo cierto es que al componerse este concepto neutro con dominios diferentes, la univocidad se convierte en un estorbo para percibir las diferencias: no es lo mismo la descomposición de un alimento cuando este se pudre que la descomposición de un idioma cuando se transforma en otro).

Ahora bien, en el momento en el cual vemos al concepto de corrupción como un análogo, es decir, como un concepto cuyas acepciones son muy diferentes, pero manteniendo entre ellas alguna relación, se nos presenta la cuestión genética: ¿cabe hablar de una acepción primitiva? ¿Cabe determinar un primer analogado entre todas las acepciones heterogéneas constatadas? En los conceptos unívocos o análogos de proporción compuesta, la cuestión de la prioridad de una acepción sobre las demás se desvanece o es irrelevante: el concepto de vertebrado es un concepto unívoco que se aplica igualmente a las diferentes clases de vertebrados, a los peces, anfibios, reptiles, aves o mamíferos, y por ello es irrelevante señalar a una de las clases como primera en la generación del concepto (no ya de la realidad).

Pero en el caso del término “corrupción” nos parece más ajustado a la realidad tecnológica e histórica considerar a la Idea de Corrupción como un análogo de atribución cuyo primer analogado fuera precisamente la podredumbre, la descomposición, pero en el sentido registrado en los diccionarios de la lengua española, en el cual esta aluda también a la diarrea que envuelve la connotación de fetidez repugnante. Acepción que implica, como hemos dicho, una referencia esencial al sujeto [756] que utiliza el término, cuando lejos de representarse de un modo neutro la “corrupción del huevo”, incorpora también la reacción del sujeto ante una percepción organoléptica que es capaz de estimarlo como hediondo y repugnante [757].

Al extenderse o expandirse el término “corrupción” desde este significado prístino hasta otros dominios en los cuales el sujeto deja de sentirse ya directamente implicado, el concepto de corrupción irá variando, aunque conservando de algún modo la huella del significado originario, como si de ella se desprendiesen las connotaciones primarias que convienen a lo que está pudriéndose. Se comprende que esta huella se hará cada vez más borrosa y hasta llegará a perderse. En tales casos, el término “corrupción” ya no mantendrá la connotación de podredumbre, sino simplemente la connotación de descomposición o desorganización.

Por lo demás, el proceso de ampliación del concepto prístino de corrupción hasta otros dominios análogos tiene mucho de aleatorio, como lo demuestran los cursos de evolución histórica del concepto en las diversas lenguas románicas, eslavas o germánicas. Sin perjuicio de ello, cabe clasificar los procesos de ampliación del término “corrupción” desde el sentido prístino (primer analogado) que le atribuimos, hasta otros sentidos analógicos (metonímicos, denominativos, proporcionales, etc.), según dos vías o cauces bien diferenciados que designaremos como lineales (o ascendentes, en general) o como globales (o descendentes).

(1) {Vías lineales o plurilineales, ascendentes en general, diaméricas}

La primera vía es la que recorren los procesos de ampliación o de propagación del significado originario de corrupción (como podredumbre) hacia otros dominios o sustratos que ya no contienen la connotación de podredumbre estética, salvo metafóricamente, como puede serlo la corrupción del latín por la diptongación de sus vocales en las lenguas románicas, o la corrupción del agua al separarse en oxígeno e hidrógeno.

Esta vía lineal o plurilineal de ampliación o expansión del término “corrupción” va esparciendo su uso por dominios muy diversos del entorno. En estos dominios se proyecta por metáfora o analogía la significación prístina de corrupción, con una ley de difusión según épocas o idiomas que habría que considerar aleatoria.

Las vías lineales también podrían llamarse diaméricas [34] porque van de una parte a otra parte del Universo.

(2) {Vías globales o descendentes: del todo a la parte, metaméricas en este sentido}

Ahora bien, cuando la difusión del término alcance un determinado nivel crítico (que, por otra parte, no necesita estar ligado a una frecuencia muy alta), el concepto de corrupción podrá transformarse en una Idea global que afecte a todo el Universo, bien entendido que esta globalización no implica una previa propagación universal a todos los dominios. En el caso de la Idea de Corrupción, solo una vez que esta Idea esparcida por diferentes dominios del Universo, a partir de un significado especial en el dominio de la experiencia doméstica de la putrefacción, ha sido globalizada a todos los indefinidos sustratos, sin necesidad de haberlos “contagiado” a todos, podrá abrirse la que hemos llamado línea de ampliación descendente, que va desde la Idea total globalizada a diferentes dominios que antes ni siquiera habrían sido afectados por las ampliaciones lineales. […]

Es recorriendo esta vía cuando, al acercarnos a un dominio determinado (aun aparentemente sano y aun recién nacido) nos atreveremos a predecir que él también es corruptible, por el simple hecho de ser un dominio incluido en el Universo declarado globalmente como tal. Desde esta perspectiva, se concebirán sentencias tan solemnes como las célebres que siguen: “todo lo que comienza ha de acabar”; “todo lo que nace está llamado a corromperse, a morir”.

Podríamos distinguir tres versiones muy distintas de esta vía descendente de propagación de la corrupción, cuya distancia “conceptual” no impide reconocer la semejanza en la dirección y sentido de sus movimientos […]: vías descendentes mitopoiéticas, vías descendentes metafísicas y vías descendentes ontológicas.

La “explicación” de las corrupciones que constatamos en los sustratos de nuestro Universo a partir del supuesto de la corrupción de su principio originario (el huevo primordial, el espíritu maléfico o la materia), propagada naturalmente a su descendencia como un pecado original, sigue sin duda la vía mitopoiética de la propagación.

El Caos de Anaximandro, en cuanto originado a partir de un Cosmos que, a su vez, cíclicamente, está llamado a corromperse, podría servir como paradigma de las explicaciones metafísicas que afecta a cualquier sustrato, de la corrupción universal [vid. Gustavo Bueno, La metafísica presocrática, cap. 1, págs. 87-113].

Y la explicación de la corrupción de cualquiera de los sustratos que podamos encontrar en nuestro universo a partir de una Idea general de Corrupción capaz de afectar a todo sustrato, podría considerarse como explicación ontológica, como ontológica es la explicación de la atracción gravitatoria constatada empíricamente entre dos masas cualesquiera de nuestro universo a partir de la Ley de la gravitación universal.

Si examinamos más de cerca el mapa de ampliaciones, por vía lineal, de la idea originaria de corrupción, en el ámbito de las sociedades políticas [760], advertiremos […] su limitación a un escaso conjunto de dominios de la sociedad política […].

En cualquier caso, la ampliación es muy notable según épocas. […] Pero, lo que encontramos más notable, es que el proceso de propagación o ampliación del término “corrupción” se detiene en un “mapa de difusión” que levantamos en la Época Contemporánea, sobre todo al final de la llamada Guerra Fría, en la que se consuma la “homologación de las democracias” [762].

{FD 20, 77-82 /
FD 9-113}

<<< Diccionario filosófico >>>