Filosofía en español 
Filosofía en español

Cuestiones preambulares

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Pensamiento español en el marco de la sociedad del presente: la España de las Autonomías

¿Cómo enjuiciar después de la metamorfosis, dentro del sistema capitalista, de la dictadura franquista en democracia coronada, el pensamiento español contemporáneo? Muchas cuestiones habría que plantear. ¿Significó la dictadura franquista un corte radical del “curso del pensamiento recuperado” durante las primeras décadas del siglo, un tiempo de silencio para el pensamiento español? Difícil sería sostener este diagnóstico si se tiene en cuenta que los máximos representantes de este pensamiento (Ortega, Zubiri, Pérez de Ayala, Marañón o Azorín) se acogieron, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, a las posibilidades que el franquismo les ofrecía. ¿Significó la instalación de la democracia una nueva era para el pensamiento español? Acaso sin duda unas nuevas posibilidades de expansión para la acogida masiva de formas externas de pensamiento que entraron más bien en forma de modas, más o menos efímeras: el existencialismo, el marxismo, el estructuralismo, la filosofía analítica y aun el posmodernismo. Sin embargo, no debe olvidarse que la importación de la traducción de El Capital que Wenceslao Roces hiciera en el F.C.E. fue autorizada en España (siendo entonces ministro de Información Manuel Fraga) en plena época franquista, y que también en esta época apareció la traducción que Tierno Galván hiciera de la del Tractatus de Wittgenstein.

En realidad, la verdadera novedad para el pensamiento español de la época democrática, de la “España de las autonomías”, está representada por el asombroso incremento del pensamiento hablado o escrito en lenguas particulares (gallego, catalán o valenciano principalmente; el pensamiento vasco más radical, paradójicamente, ha seguido expresándose en español). Este es el hecho nuevo que hay que juzgar, pero para el que todavía nos falta perspectiva histórica. Porque, hoy por hoy, aun no puede decirse nada seguro acerca del alcance que haya que otorgar al “pensamiento español” expuesto en lenguas españolas particulares; ni siquiera parece posible establecer las razones, fuera de razones estrictamente políticas o ideológicas, nacionalistas o separatistas, o autonomistas) por las cuales se explica este impulso tan vigoroso a expresar un pensamiento en lengua particular y no en la lengua común. ¿Se presupone que de este modo podría tener lugar la expresión del más genuino pensamiento nacional (o nacionalista) que hasta la fecha habría estado sofocado por el latín, o por el idioma común, por la lengua del Imperio? Pero una tal suposición, aparte de que implica, de un modo u otro, una recaída en la doctrina mística del Volksgeist [703], tendría que demostrar que efectivamente el pensamiento expresado en lenguas vernáculas es algo más que una forma, sobre todo universitaria, de traducir pensamientos franceses, alemanes o ingleses, con los comentarios oportunos en esas lenguas.

La pregunta que nos parece decisiva, para concluir, es la siguiente: ¿efectivamente las lenguas particulares de España son la forma más adecuada de expresión de unidades sociales dotadas de un pensamiento propio? En todo caso, lo que habría que explicar no es por qué un gallego, un catalán o un valenciano desea hablar o escribir en su idioma vernáculo, puesto que la razón es obvia. Lo que hay que explicar es por qué un español, que dispone de cientos de millones virtuales de lectores, no quiere utilizar la lengua común salvo, a no ser que, dado que no cabe utilizar prácticamente el latín, se decida a utilizar el inglés.

{BS26 78-79 / → BS20 55-72 / → BS08 60-73 /
EFE / → ENM / → ZPA 249-268 / → EC20}

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