Filosofía en español 
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Estética y Filosofía del arte

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Arte y Religión secundaria: arquitectura

En las religiones primarias hemos podido advertir conexiones internas entre ese primer estadio de la religión y el arte pictórico y musical [675], pero no entre la religión y la arquitectura (porque la función que la arquitectura pudo desempeñar en su momento, como construcción del kenos o vacío, estaba cumplida precisamente por los grandes volúmenes vacíos de las cuevas, Altamira o Chauvet). En la época de las religiones secundarias [351] el arte arquitectónico adquiere ya funcionalidad propia. Ahora, cuando los animales sagrados han sido aniquilados o domesticados, a veces incluso conservando su condición sagrada (condición que sorprendió a Celso cuando visitó los recintos más íntimos de los templos egipcios), la arquitectura religiosa se hace imprescindible para instalar dentro de ella a esos animales domesticados o a sus representaciones, fuera de las cuevas

En efecto, el cuerpo de las religiones ya ha crecido lo suficiente como para que pueda hablarse de un sacerdocio organizado, y de templos edificados inicialmente como habitaciones reales o virtuales de los dioses zoomórficos o antropomórficos, o incluso animales sagrados domesticados. Lo más característico de las religiones secundarias, en su relación con el arte, serían, en efecto, los templos, por tanto, la arquitectura sagrada. [371]

La conexión del arte arquitectónico con la religión secundaria resulta ser interna cuando la función asignada a los templos consiste en ofrecer habitáculos a los animales sagrados, una vez domesticados: el buey Apis, la vaca Athor o el perro Anubis; o bien al gato, al mono, al cocodrilo o al macho cabrío, es decir, a los animales ya desacralizados y vulgares a los ojos de Celso.

La involucración de las específicas estructuras arquitectónicas de estos templos secundarios, por su función de establos, con la religión secundaria, es sin duda mucho más profunda de lo que pudiera sospecharse desde una “visión terciaria”. Y no precisamente porque a veces sea la misma “fábrica” de los templos la que pretende imitar ella misma la figura de algún animal sagrado: como el edificio estilo Chenes de Hochob, Campeche, la “casa de la iguana”.

Hace unos años un arquitecto español (Nicolás M. Rubió, El templo egipcio y la divinidad animal, Barcelona, 1965) ofreció una interpretación, tan interesante como arriesgada, de la estructura religiosa del templo egipcio. Brevemente: Rubió sostiene que los templos egipcios, como los edificios en general, no solo tienen esqueleto, también tienen piel, epidermis (una piel que el funcionalismo, utilizando el hormigón y el acero, ha eliminado). El funcionalismo, dice, “ha desollado” a los edificios. Pero si los edificios egipcios, a los que él se atiene, tienen piel, es porque el edificio íntegro ha debido ser concebido como un animal. ¿Cómo probarlo? Mediante la interpretación de las columnas como patas que sostienen el edificio-animal. De este modo la sala puede ser considerada como una “estructura sobre patas”. Los monumentos megalíticos, dos pilares sosteniendo un dintel, pueden perfectamente sugerir la estructura del hombre bípedo. Otras estructuras de cuatro patas recordarán la del caballo o la del mamut. Cuando el número de pilares aumenta, caemos de lleno en el rebaño. Y así, quien percibe las hileras de las salas hipóstilas, puede también percibir las patas en movimiento: “es fácil imaginar que los sacerdotes y sus antorchas permanecen quietos en una quietud solemne mientras que son las columnas las que se mueven”. Sobre las columnas-patas, el movimiento relativo de las luces en contacto con las columnas produce el fenómeno de una aparente marcha de las columnas en la oscuridad.

No entramos aquí en la cuestión sobre si la arquitectura religiosa secundaria es o no es arte sustantivo. Hay fundadas razones para considerar que la arquitectura en general tiene un componente originario de arte servil [671], es decir, de arte puesto al servicio de la habitación humana (lo que no excluye que la arquitectura pueda asumir pronto funciones “poéticas” de arte sustantivo, sobre todo en sus fachadas, frontones y columnatas). En cualquier caso, la arquitectura religiosa secundaria habría de ser entendida como arte sustantivo [648], atendiendo a la naturaleza misma de los contenidos religiosos.

{LFA 289-291}

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