Filosofía en español 
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Cuadernos de Ruedo ibérico

Cuadernos de Ruedo ibérico, 41-42, 1973

Revista de oposición política al franquismo cuyo primer número se publica en París en el verano de 1965, por la editorial Ruedo ibérico, constituida en París en 1961 por un grupo de exiliados españoles capitaneados por el anarquista José Martínez Guerricabeitia (1921-1986). La editorial Ruedo ibérico había logrado consolidarse en muy poco tiempo como uno de los instrumentos propagandísticos más efectivos de la oposición al franquismo.

En noviembre de 1964 habían sido expulsados del Partido Comunista de España los revisionistas Fernando Claudín y Jorge Semprún, y en diciembre de 1964 la editorial, que estaba sumida en una importante crisis económica, lanzó una suscripción de acciones que “fue muy bien acogida” y permitió abordar nuevos proyectos, entre ellos una revista que José Martínez quería lanzar desde hacía ya tres años.

En marzo de 1965 se integran al proyecto de la nueva revista Jorge Semprún y Fernando Claudín, y parece que fue éste quien propuso el nombre de Cuadernos de Ruedo ibérico. En su primer número (junio-julio 1965) figuran precisamente como redactores jefe el anarquista José Martínez Guerricabeitia y el comunista Jorge Semprún Maura.

Cuadernos de Ruedo ibérico, 58-60, 1977

La nueva revista se convierte así, de hecho, en una alternativa a Nuestra Bandera, la revista teórica y política del Partido Comunista de España, que ese mismo año publica, con las replicas convenientes, el manifiesto derechista de Fernando Claudín. Cuadernos de Ruedo ibérico, que nace diez años antes de la muerte de Franco, había de influir notablemente en la articulación de alternativas anticomunistas, socialdemócratas y moderadas al régimen, bien engrasadas con dineros atlantistas.

Entre 1965 y 1979 publica un total de 66 números, más un extraordinario, que totalizan en total 40 entregas (abundaron los números dobles, triples e incluso cuádruples), pero deben necesariamente distinguirse tres etapas bien diferenciadas en la historia de esta publicación. La primera y más importante, por el papel político efectivo que jugó en la articulación de la oposición intelectual al franquismo, corresponde a los números 1 al 42, en treinta entregas publicadas entre 1965 y 1973. La segunda época se publica, también en París, entre 1975 y 1977 (números 43 al 60, en 7 entregas). La tercera etapa, realizada ya en España durante 1979, la forman dos únicas entregas (nº 61-62, enero-abril 1979; y nº 63-66, mayo-diciembre 1979) y un extraordinario titulado CNT: ser o no ser. La crisis de 1976-1979. En 2002 se reeditó en cederrón, en edición comercial: «Los Cuadernos de Ruedo ibérico se hacen redondos».

 

[Editorial en las página 2-3 del número 37-38, junio-septiembre 1972]

En el número 36 de Cuadernos de Ruedo ibérico, refiriéndonos a la convocatoria del Premio Ruedo Ibérico y a las razones que habían impulsado a convocarlo, decíamos: “No creemos que existan ‘centenares de originales sobre el tema [el franquismo], encerrados bajo siete llaves’. Ni centenares, ni docenas, ni pares. Quizá ni siquiera exista uno.” Nos hizo errar nuestro pesimismo. Al concurso se presentó un manuscrito. Uno solo. Lo cual tiene sus ventajas. Los miembros del jurado –Herbert R. Southworth, Fernando Claudín, Daniel Artigues, Hugh Thomas y Juan Martínez Alier– podrán terminar su tarea de lectura y pronunciar su veredicto con mayor rapidez. En el número 39-40 de Cuadernos de Ruedo ibérico publicaremos su decisión colegial y las motivaciones individuales de su voto.

Aunque se trate de una obra excepcional –insólita–, recibir un solo manuscrito no permite cantar victoria a los organizadores del concurso. El objetivo propuesto está lejos de haber sido alcanzado. Por eso convocan ya el próximo premio. Conscientes de su relativo fracaso, han introducido en las bases de la convocatoria variantes bastante importantes con respecto a la convocatoria precedente. Esas nuevas bases figuran en la página 145 de este fascículo.

Con alguna frecuencia nos han llegado ecos de lo mucho que preocupa a los extraños, amigos o enemigos, el financiamiento de Cuadernos de Ruedo ibérico. Unos y otros han debido hallar la respuesta en sí mismos y algunos la han expresado públicamente. Nadie nos formuló directamente la pregunta. Hoy el financiamiento de Cuadernos de Ruedo ibérico empieza a preocupar seriamente a sus financiadores, Ediciones Ruedo ibérico y sus asociados. No tanto por el volumen de la perdida contable que la publicación de la revista arroja. El reciente aumento de las tarifas del papel y de la imprenta han constituido, desde luego, un serio golpe para nuestras finanzas. Pero hay circunstancias más graves. La revista tiene (a los 38 números) 447 suscriptores. De ellos 87 son centros de investigación o bibliotecas no españolas. De ese solo hecho salta una conclusión de manera espontánea. Cuadernos de Ruedo ibérico no es una revista que interese o, en el mejor de los casos, sólo interesa poco o interesa a poca gente. Luego es una revista inútil, o en el mejor de los casos poco útil. A estas alturas, buscar la explicación en otros fenómenos, fenómenos que tienen lugar fuera de la revista y que no está a su alcance modificar, es ocioso. De todas las actividades editoriales de Ruedo ibérico, la más vulnerable frente a los ataques permanentes –declarados, como el caso del proceso y condena de Luciano Rincón (véase nuestro número 33-35) o sigilosos– de la represión franquista, es Cuadernos de Ruedo ibérico. En este sentido, arroja suficientemente luz la estadística de nuestros abonados, clasificados por países. Si las dificultades de difusión de cualquier publicación que se opone al régimen franquista son enormes, lo son mucho más las de una revista de oposición que, por ser independiente de cualquier grupo político, carece de las vías de penetración que ofrecen las organizaciones clandestinas de cada uno de estos. Ediciones Ruedo ibérico podrían seguir manteniendo la publicación como empresa de prestigio. Pero renunciando a otras actividades que pueden ser más útiles, incluso para alcanzar los fines que se proponía Cuadernos de Ruedo ibérico. Así pues se debe preparar el exit de la revista.

La situación española nos exige un esfuerzo continuo de información política en profundidad que Cuadernos de Ruedo ibérico ha sido incapaz de asumir. Por ello –y ésta es la principal razón que dictará nuestra conducta–, las energías liberadas por la desaparición de nuestra revista las concentraremos en los meses venideros en poner en marcha otros métodos más eficaces al servicio de esa necesidad de información. En el número 39-40 de Cuadernos de Ruedo ibérico nos será posible exponer a nuestros lectores los primeros resultados de las gestiones que actualmente llevamos a cabo en ese sentido.

La próxima desaparición de Cuadernos de Ruedo ibérico no debe ser acogida con desaliento por nuestros lectores. Siempre supimos que llegaría el día en que tendría que desaparecer. Desde su nacimiento, Cuadernos de Ruedo ibérico tuvo una vida difícil. Desde su nacimiento sufría de deficiencias congénitas para las cuales no se halló la ortopedia adecuada. Desde su nacimiento fue víctima de enfermedades endémicas –las que amenazan a una publicación de este tipo–. Ahora lo es de otras plagas más o menos epidémicas –dificultad de obtener colaboraciones, reducción de su equipo redaccional, fracaso en los intentos de renovación del mismo. No damos con una terapéutica eficaz. Hemos ido de remedio en arbitrio, con mejoras y recaídas. Hasta hoy. En otra ocasión expresamos nuestro temor ante una desaparición que parecía también inminente (número 16). Nos congratulamos entonces de haberlo podido evitar. Más adelante, estuvimos un año (1969-1970) sin poder aparecer. Los llamamientos que hicimos hasta ahora recabando ayuda de diverso tipo tuvieron siempre resultado escaso o nulo. No los renovamos hoy. Anunciamos únicamente un hecho que se ha ido imponiendo lentamente por las razones expuestas. Nos vamos a esforzar en cumplir nuestro doble compromiso moral y material completando la séptima serie anual de Cuadernos de Ruedo ibérico y los números 39 a 42 de la revista se hallan en estado avanzado de preparación.

Quizá al desaparecer dejemos lugar para una revista mejor. No estamos seguros de ello. Quizá –contra toda lógica– Cuadernos de Ruedo ibérico ocupe un lugar que no existe y que por ello mismo no quedará vacante. No apareció Nada a quien deseamos larga vida, antes de nacer, en nuestro número 31-32, número en que Xavier Domingo nos exhortaba ya a enterrar Cuadernos de Ruedo ibérico porque era una revista muerta. Coitos infecundos, abortos, muertes precoces, accidentales o por anemia, suicidios y defunciones de acuerdo con la esperanza de vida de la especie son cosas que hay que ver con humor, aun sabiendo lo relativo que es el axioma ese de que la materia ni se crea ni se destruye.

[Nota del redactor-jefe en la página 2 del número 41-42, febrero-mayo 1973]

En el número 37/38, se anunció que con el presente fascículo desaparecerían los Cuadernos de Ruedo ibérico. Cuarenta y dos números desde “La generación de Fraga y su destino”, páginas con las que Juan Triguero iniciaba nuestro primer número, hasta “La generación de la Zarzuela”, de Equipo 36, que abre el último cuaderno de la serie. Desaparición penosa para mí –aunque quiera ver en ella algo transitorio– porque llega por decisión largamente aplazada, pero impuesta por las circunstancias enumeradas en la nota publicada en el número 37/38. Poco se puede añadir hoy a lo que allí se decía. Aquel anuncio provocó reacciones –escasas, aisladas– de alarma, de duelo, incluso de indignación, que son de agradecer. Suscitó también algunas propuestas valiosas, cuyo estudio ha brindado Ruedo ibérico a un grupo de amigos, pero que hasta ahora no han logrado superar las causas que imponen la desaparición de la revista: pérdidas financieras que pesan sobre una empresa de recursos precarios; reducción progresiva hasta la casi extinción del consejo de redacción; escasez –y carestía en muchos casos– de material publicable; ausencia de un mínimo suficiente de abonados... Lo que era una decisión en suspenso es hoy de aplicación insoslayable.

“Una revista más, podrá decirse. Y se dirá, sin duda”. Con estas palabras, casi excusándonos, presentábamos a Cuadernos de Ruedo ibérico Jorge Semprún y yo mismo, hace casi nueve años. Con estas palabras sería cómodo despedirse hoy. Si nuestra desaparición fuese querida, voluntaria. Pero no es el caso. No cabe hacer aquí un balance de la labor realizada, de los objetivos logrados, de las metas no alcanzadas; otros podrán juzgar con más perspectiva, con más frialdad que yo. En las páginas 147 a 162 de este fascículo figuran los índices analíticos de todo lo impreso en los 42 números –3500 páginas– de Cuadernos de Ruedo ibérico y los cuatro voluminosos suplementos –más de 2500 páginas– que nos fue dado publicar. Dejo constancia sólo de un hecho: la paradójica desproporción entre el interés de aquellos a quienes estaba dirigida la revista, de aquellos a quienes Cuadernos de Ruedo ibérico ofreció siempre su tribuna, y el encarnizamiento del régimen franquista en la represión de éstos. ¿Subestimación por parte de nuestros amigos o supervaloración por parte de los sucesivos ministros franquistas de Información?

Aludí antes a ciertas propuestas positivas, encaminadas a asegurar la continuidad de Cuadernos de Ruedo ibérico y a su insuficiencia en lograrlo hasta ahora. Queda en el aire, pues, la posibilidad de una reaparición que en Ruedo ibérico todos quieren en fechas próximas, como quisimos retrasar la desaparición más allá de lo “razonable”.

Dos problemas esenciales deben ser resueltos por nuestros amigos para hacer posible la reaparición de Cuadernos de Ruedo ibérico. Sólo un mayor interés por una revista como la nuestra del que hasta hoy despertaron los Cuadernos de Ruedo ibérico, puede dar solución a esos dos problemas esenciales, que enumero por orden creciente de importancia: liberar a Ruedo ibérico de una carga, hoy por hoy, ruinosa; constituir un consejo de redacción capaz de asumir una nueva época de Cuadernos de Ruedo ibérico. Si Ruedo ibérico no puede asumir solo el déficit de su revista, los escasos supervivientes del equipo de redacción tampoco pueden afrontar lo que exige una revista que desde su primer número quiso ser “radicalmente libre y radicalmente rigurosa”, en la nueva etapa que abre la desaparición de Carrero –es decir, la política de Carlos Arias y Pío Cabanillas– y la inminente muerte de Franco –es decir, el juancarlismo–, a cuantos rechazan radicalmente la “yuxtaposición ecléctica de lo blanco, lo gris y lo negro: de la cal y la arena”.

José Martínez

Necesitamos ayuda; necesitamos suscriptores

Al comunicar a nuestros lectores –en el número 41-42– la desaparición, no sabíamos entonces si transitoria o definitiva, de Cuadernos de Ruedo ibérico, un reproche se nos hizo con harta frecuencia: aunque las razones que nos empujaran a suspender la publicación de nuestra revista fuesen imperativas, no debimos anunciar la desaparición, sino morir en silencio, pues nuestro anuncio «favorecía al régimen» franquista. Y en muchos casos se apoya el reproche con los recortes de prensa cosechados en la campaña alegremente desatada con motivo de nuestra desaparición por Ricardo de la Cierva. Dicho sea de paso, desatada por él a su mayor gloria. También debió serlo a la nuestra, pues nuestro peor enemigo es el silencio. Nuestras flaquezas no tenían por qué ser ocultadas. Pensamos también que su conocimiento nos ayudaría a remediarlas. El resultado en este aspecto ha sido magro. Muchas condolencias nostálgicas. Algún insulto. Pocos apoyos concretos.

El problema que competía prioritariamente –al menos en una fase inicial– a Ediciones Ruedo ibérico y a los restos del antiguo consejo de redacción de Cuadernos de Ruedo ibérico (línea política, nivel informativo e intelectual de los trabajos publicados), nos parece resuelto en gran parte. El lector juzgará por el contenido de este número. Si nos comunica su juicio –favorable o desfavorable– tanto mejor.

Pero otros problemas que se oponían a la publicación de Cuadernos de Ruedo ibérico, aquellos cuya solución no puede depender prioritariamente de Ediciones Ruedo ibérico y del consejo de redacción de la revista, porque para resolverlos carecen de medios, siguen angustiándonos con su presencia. Abordamos la segunda etapa de Cuadernos de Ruedo ibérico, no porque el estado de nuestras finanzas lo permita, sino porque creemos necesaria una revista como la nuestra, y como nosotros, lo creen otros. Tenemos textos de valor que publicar que sólo una revista como Cuadernos de Ruedo ibérico, fuera del alcance de la censura o del «consejo» del Ministerio de Información franquista y al margen de disciplinas partidistas no menos censurantes, puede publicar.

No basta, sin embargo, con disponer de materia literaria para hacer posible una revista. Hace falta asumir la inversión y el riesgo necesarios para su publicación. Y en este dominio sólo con nuestros lectores, con nuestros suscriptores, con nuestros amigos podemos contar. Es necesario que aumentemos la venta de la revista en librería. Escasas son las publicaciones de Ruedo ibérico que se venden menos que la revista. Pero sobre todo hay que aumentar el número de nuestros suscriptores. Cada uno de nuestros amigos debiera imponerse como objetivo el conseguirnos uno o varios abonados, o suscribirse doble, triplemente, él mismo. La experiencia nos ha enseñado que los mecenas son escasos y que, entre ellos, los «desinteresados» son aún más raros. Por eso indicamos como medio de ayudarnos la multiplicación de las suscripciones. Pero estamos dispuestos a aceptar de nuestros amigos otras fórmulas de ayuda, fórmulas que no nos compete a nosotros sugerir.

No iniciamos esta segunda época de Cuadernos de Ruedo ibérico con optimismo. Los actos de fe tienen un valor inductivo evidente. Pero no pueden ser repetidos indefinidamente contra la experiencia. Sin embargo, iniciamos nuestra segunda época con la voluntad firme de llevarla adelante. Contamos con vosotros.

(Cuadernos de Ruedo ibérico, enero-junio 1975, número 43-45, páginas 3-4.)

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