La Gaceta Literaria
Madrid, 15 de mayo de 1928
 
año II, número 34
página sexta

Postales Internacionales. Alemania

Otto Braun: Aus nachgelasseneu Schriften
eines frühvollendeten

 

Este libro genial de Otto Braun llega a España con un poco de retraso, después de grandes resonancias europeas. Y es de extrañar, sin embargo, porque no faltan en nuestro país espíritus vigilantes y curiosos que recogen lo más sugestivo de las radiaciones germanas. Ya traducido al italiano y al inglés, y bien esgrimido como un lábaro glorioso por las juventudes de Alemania, es hora ya de que le dediquemos aquí unos comentarios y unas glosas. (¿Por qué, Xenius, por qué usted no ha hecho esto?) Otto Braun murió en el año 18 en el frente alemán occidental. Cuando contaba veinte años. Después de cuatro de vida militar, pues fué llamado al ejército con motivo de la Gran guerra en 1914, a los diez y siete años mal cumplidos. Julie Vogelstein ha reunido en un volumen, con ayuda de la familia –Otto era hijo de la escritora Lily Braun–, fragmentos de un diario, varias cartas, poesías y un poema mitológico escenificado al estilo griego, «Eros und Psyche», todo ello escrito por Otto Braun a edades increíbles.

Otto Braun, de niño
 
Otto Braun, de niño

Se nos revela este joven espíritu dotado de facultades geniales para las faenas de Inteligencia. Es un caso magnífico de Esencialidad, de Proporción y de Armonía. Desde su primera época en el colegio hasta los años de terror y de fatiga en las trincheras. (Poetas y filósofos en su mochila de soldado.) Alegre correr en pos de Belleza y Verdad, dos gracias que le miman solícitas y convierten sus horas en horas de dioses. Lo mismo el comentario sobre un autor difícil que la descripción de una tormenta. Siempre el rasgo y el matiz de genialidad.

Pretende esta nota llamar la atención de los estudiosos acerca de esta figura malograda, que es pérdida irremediable para la Cultura. Las furias guerreras cortaron las alas a este cóndor de la Filosofía y del Gay Saber –¡oh, Alemania, he aquí tu peor derrota!–, frente a los «poilus», también heroicos y poetas, de Francia.

En plena infancia –aurorales brumas–, este niño juega con los conceptos más difíciles como si hubiese nacido en el secreto de todos los saberes. Y hace poesías. Su precocidad para las abstracciones de la Filosofía es increíble. A los diez años escribe todo alborozado y jubiloso: «Gesteru habe ich zu meiner unbeschreiblicheu Freude nachgerechnet, dass ich Osteru mich der Geschichte des Philosophie vom Altertum fertg biu.»

Esta precocidad de Otto Braun nos recuerda aquella otra de Otto Weiniger, autor de «Sexo y carácter», suicida a los veintiún años, que revolucionó a los psicólogos de comienzos de siglo.

El claro espíritu de Braun se acerca a las cosas con esa serenidad adulta del hombre avezado a las contiendas. Y obtiene de ellas su secreto. No es ajeno a nada que tenga relación con el Espíritu. Y así, lo mismo nos habla del arte griego que del barroco, y lo mismo comenta una lectura de Leibniz que expone una inquietud religiosa. A los once años escribe que debe crearse una nueva religión, y se pregunta con pena: «Was fehlt jetzt der Welt? Liebe! Viele Meuschen behaupten, sie lieben von tiefstem Herzen. Aber wer liebt wirklich rein und edel?» No es, por lo tanto, Otto Braun un caso de setentibilidad exagerada ni de vulgar disposición para esto o aquello. Es, sí, un niño genial que intuye claridades y juega con soles de luz y de armonía. Sus versos nos recuerdan a Witman:

Ich glaube an meinen Dämon,
Ich glaube an meine Pflichten,
Ich glaube an mein Werk!
(De un diario, quince años.)

Pasó fugaz por la vida, como un meteoro, y nos dejó todo el camino sembrado de inquietudes. En vías de clasificación le llamaremos visionario, palabra que él utilizó con simpatía: «Ist nicht überhanpt der Dichter Visionär und jedes vollkommene Gedicht Verbildlichung einer Vision?» Frase que parece de Unamuno y que retrata el carácter de Otto Braun con todo rigor y exactitud. No podemos imaginar a qué alturas de perfección hubiera llegado de no estallar la granada fatídica.

Léase, léase este libro magnífico por las juventudes nuestras. (Consígalo usted, amigo Giménez Caballero, haciendo un Cartel entusiasta.) Bien han dicho en Alemania de Otto Braun: «Sein Name, feine Gedanten, feine Ideale haben die Jugend Europas tief angeregt.»

R. Ledesma Ramos.

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Ramiro Ledesma Ramos
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