Filosofía en español 
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Las ideas y los hechos

16 de marzo de 1930

Hoy, por vez primera, sale al paso de la trayectoria de ACCIÓN ESPAÑOLA una fecha dolorosa para nuestra Patria: la del aniversario de la muerte del General Marqués de Estella. Han pasado dos años desde aquel día que vio morir en su destierro de París al vencedor de Alhucemas, al caudillo que detuvo a España en la pendiente –tres veces secular– de sus gloriosas derrotas, al gobernante que, a la sombra frondosa de la Institución Monárquica, hizo florecer la Autoridad, el Orden y la Riqueza, y sintiendo toda la emoción de la obra de la Reina Católica, artífice de la unidad nacional, aspiró a enlazar, con fuertes lazos económicos y culturales, el presente español con el presente de aquellos pueblos de la Hispanidad que son hermanos nuestros en la doble fraternidad de la sangre y del espíritu.

Patriota de corazón, el General Primo de Rivera, y doctor en todas las universidades de nuestras epopeyas contemporáneas, supo asimilarse el oficio de estadista, sirviéndole con intuiciones magníficas y geniales atisbos, dando a las relaciones externas de España un tono de que habían carecido hasta entonces, rehabilitando el Erario nacional e iniciando un plan de Obras públicas, de tan gran envergadura, que, pese a los sectarios ataques de que fue objeto desde su caída, le vemos renacer ahora, en vano pretendiendo disfrazar su origen monárquico y dictatorial

Otras actividades florecieron también bajo su mando y no es preciso hablar de ellas en este momento de aflicción. Tampoco [50] sería oportuno traer a colación defectos de formación doctrinal del Dictador, que impidieron la perfección y consolidación de la obra realizada, y que nos han traído –con otras causas– días de amargura y de luto. Pero, no hemos de terminar estas palabras sin recordar otra fecha enlazada con ésta del 16 de marzo de 1930, y es la del 8 de septiembre de 1925, la del glorioso desembarco en Alhucemas.

ACCIÓN ESPAÑOLA, que ha de procurar por todos los medios a su alcance la celebración solemne de algunas fechas de nuestra Historia, no puede hoy, al pedir a sus lectores una oración por el alma del inolvidable caudillo, dejar de señalar que el día 8 de septiembre de 1925 aceptaron las tropas españolas aquella invitación a afirmarse al otro lado del Estrecho, que pareció vibrar en la mirada de Isabel, el día que recibió las llaves de Granada en su campamento de Santa Fe.

Hemos, pues, de recordar al General, más que en otros momentos –también memorables– de su vida militar y política, más que en este aniversario de su muerte, en aquel día de la Virgen que le amaneció guerreando, y al final del cual envió a su Gobierno el telegrama que terminaba con estas palabras:

«…Yo quiero hacer constar que este día, que considero bueno para España, glorioso para sus Ejércitos de Mar y Tierra, es el día de la Virgen, a quien tantas españolas y españoles, yo entre ellos, habíamos pedido el triunfo.»