Filosofía en español 
Filosofía en español

Cuestión nacional

no figura

Diccionario filosófico marxista · 1946

Cuestión nacional

El marxismo-leninismo distingue tres períodos en la evolución de la cuestión nacional. El primer período es el de la abolición del feudalismo y de la victoria del capitalismo en Occidente: las naciones (ver), toman cuerpo y se constituyen. En Occidente, la aparición de naciones coincidió con la formación de estados centralizados. Se constituyeron así en estados: Inglaterra, Francia, Italia, &c. En el Este de Europa (Hungría, Austria, Rusia) la evolución más lenta del capitalismo retardó la formación de naciones, al tiempo que la necesidad de defenderse contra los turcos, lo mongoles y demás pueblos de Oriente, estimulaba la creación de Estados centralizados. Surgieron así Estados multinacionales, en los cuales, la nación más evolucionada y la primera en tomar cuerpo, se reveló como nación dominante, mientras que las demás naciones, menos desarrolladas, se convertían en naciones oprimidas, secundarias. En Europa Occidental, las naciones se formaron en el curso de las guerras de liberación nacional por el derribamiento del absolutismo, del feudalismo, del yugo extranjero. Una vez alcanzados esos objetivos, los movimientos nacionales de la burguesía llegaron a su término. Pero en el Este europeo, en esa época y con el sistema de opresión nacional, los movimientos nacionales burgueses no hacían sino comenzar. El yugo nacional engendraba conflictos, movimientos nacionales en los cuales la burguesía desempeñaba el papel principal.

El segundo período comienza con el nacimiento del imperialismo. Hasta entonces, la cuestión nacional no desbordaba el marco de ciertos estados multinacionales, y no interesaba más que a algunas naciones, sobre todo europeas (irlandeses, checos, fineses, polacos, servios y otros). Con el imperialismo, la cuestión nacional se transforma en un problema internacional. Comienza la lucha entre los estados imperialistas por el privilegio de explotar y esclavizar a los pueblos de las colonias y semicolonias. Los viejos estados nacionales de Occidente –Inglaterra, Italia, Francia y otros– que se habían apoderado de nuevos territorios, se han convertido en estados multinacionales cuya existencia está estrechamente vinculada a la opresión nacional y colonial. El yugo nacional, que se ha hecho más pesado, da un nuevo impulso a los movimientos antimperialistas de liberación nacional de las colonias y semi-colonias. De ese modo, la cuestión nacional se funde con el problema general de la liberación de los pueblos coloniales y se convierte en una cuestión nacional-colonial. El contenido de clase del problema nacional se modifica igualmente: en el fondo, se trata ahora de la cuestión campesina, puesto que el campesinado constituye la mayoría del ejército del movimiento nacional. El movimiento de liberación nacional de los pueblos esclavizados de las colonias y países dependientes, mina el sistema imperialista y se transforma por consiguiente en una poderosa reserva de la revolución proletaria. Los intereses del movimiento proletario en los países capitalistas desarrollados y los del movimiento de liberación nacional de las colonias, exigen la formación de un frente revolucionario único. Para el proletariado, la cuestión nacional constituye el problema de sus aliados en la revolución. Antes de la primera guerra mundial y de la Revolución de Octubre, el partido comunista consideraba esta cuestión como parte integrante del problema de la revolución burguesa democrática. Después de la primera guerra mundial y de la Revolución de Octubre, la considera como parte integrante de la revolución socialista.

La Gran Revolución Socialista de Octubre inaugura el tercer período, el período soviético, en la manera de plantear y resolver la cuestión nacional. Es el período de derribamiento del capitalismo, de liquidación del yugo nacional, de la consolidación de la amistad y de la colaboración fraternal de los pueblos soviéticos, de la formación de las naciones nuevas, socialistas. Mientras el mundo burgués no tiene otro medio de abordar la cuestión nacional, que el de dividir las naciones, atizar el odio, esclavizar una nación por otra, la Revolución de Octubre emprendió otro camino, revolucionario, basado en la alianza fraternal de los trabajadores de diferentes pueblos. Y ha mostrado que ése era el único medio de resolver la cuestión nacional y de poner fin a la hostilidad entre naciones, inevitable bajo el capitalismo. Desde los primeros días de la Revolución de Octubre (el 15 [2] de noviembre de 1917), el gobierno soviético adoptó la “Declaración de los derechos de los pueblos de Rusia”. Ese documento notable proclamaba: “1. Igualdad y soberanía de los pueblos de Rusia. 2. Derecho de los pueblos de Rusia a disponer de sí mismos hasta llegar incluso a la separación y constitución en estado independiente. 3. Abolición de los privilegios y restricciones nacionales y religiosos de toda especie. 4. Libre desarrollo de las minorías nacionales y de los grupos étnicos que pueblan a Rusia”. Lejos de dislocar a Rusia, el derecho que tenían ahora las naciones a disponer de sí mismas, soldó a los pueblos de esos países alrededor del pueblo ruso. Una vez liquidados el capitalismo y el yugo nacional, una vez instaurada la igualdad de derechos de todos los pueblos, se vio desaparecer las causas que incitaban a las naciones antes oprimidas, a separarse de Rusia. La propia naturaleza del Poder de los Soviets, internacional en cuanto a su contenido de clase, las necesidades de defensa en caso de ataques exteriores, las necesidades de la construcción socialista, constituyeron las condiciones que favorecieron el acercamiento de los pueblos soviéticos, su unión en un solo Estado multinacional. El 30 de diciembre de 1922 fue el día de nacimiento de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, Estado multinacional sin precedentes en la historia. A diferencia de los estados multinacionales burgueses basados en la coacción y en la opresión de los pueblos débiles, el Estado Soviético está fundado en la unión libremente consentida de las repúblicas federadas, en la igualdad de derechos de todos los pueblos de la U.R.S.S. La experiencia histórica ha revelado la fragilidad de los estados multinacionales burgueses que se disgregaron inevitablemente, roídos por las contradicciones nacionales, como por ejemplo, Austria-Hungría en 1918. Sólo dentro de un régimen soviético pudo crearse un estado multinacional sólido fundado sobre la libre unión e igualdad de las naciones.

El régimen soviético no se limitó a proclamar la igualdad en derechos, sino que dio fin lo más pronto posible a la desigualdad efectiva de los pueblos en el dominio político, económico y cultural heredado del antiguo régimen. El partido comunista realizó esta tarea con éxito en medio de una lucha tenaz contra los enemigos del pueblo, los fautores de desviaciones nacionalistas de toda especie. Ayudados por el pueblo ruso, los pueblos antes atrasados alcanzaron a los de las regiones centrales. Habiendo suprimido a las clases explotadoras, principales instigadoras de los conflictos entre las naciones, el Poder Soviético y el Partido Comunista han asegurado una amistad cada vez más sólida de los pueblos de la URSS.

La solidez del Estado Soviético multinacional fue sometida a la prueba de fuego en la gran guerra patria. La victoria de la Unión Soviética, que salvó de la esclavización a los pueblos de Europa y Asia, permitió a los numerosos pueblos de Europa central y sudoriental, así como a los pueblos de China, de Corea del Norte y del Viet-Nam, conquistar la independencia nacional y establecer el régimen de la democracia popular.

Otra cosa pasa en el mundo burgués. La independencia nacional de los pueblos se ve amenazada allí por los planes de conquista de los imperialistas extranjeros. La filosofía de la burguesía reaccionaria presta una base teórica –la idea reaccionaria del cosmopolitismo (ver)– a esas ambiciones expansionistas. Los propósitos agresivos de los monopolios tienen hoy el completo sostén de los dirigentes socialistas de derecha de ciertos países, quienes lanzándose por el camino del abandono de la soberanía nacional, se ponen al servicio de los imperialistas. Una tarea histórica incumbe al proletariado y a los partidos comunistas de esos países: agrupar a su alrededor a todas las fuerzas democráticas y patrióticas del pueblo para hacer fracasar los planes de conquista de los imperialistas y asumir la defensa de la independencia y de la soberanía nacionales.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:101-104

Cuestión nacional

Es la que concierne a la liberación de las naciones y a las condiciones de su libre desarrollo. La cuestión nacional ha de examinarse con una perspectiva histórica, pues su contenido y significado difieren de una época a otra. Al surgir las naciones, la cuestión nacional estaba ligada al derrocamiento del feudalismo y a la liberación del país del yugo extranjero. En la época del imperialismo, la cuestión nacional se ha convertido en un problema planteado entre estados, se ha fundido con la cuestión general relativa a la liberación de los pueblos coloniales, ha pasado a ser un problema nacional y colonial a la vez. Ha resultado hallarse estrechamente unida a la cuestión campesina, pues la masa principal de quienes participan en el movimiento nacional está formada por campesinos. Con la Revolución de Octubre, se inicia la época de las revoluciones socialistas y de liberación nacional, la época en que se liquida el sistema colonial. Actualmente, la cuestión nacional vuelve a plantearse a los pueblos de varios países capitalistas desarrollados, debido al afán de dominar el mundo por parte de los estados imperialistas (la Alemania y el Japón fascistas durante la segunda guerra mundial, los Estados Unidos en el último período). El proletariado y los partidos comunistas de varios países se encuentran ante una tarea histórica: oponerse a los planes usurpadores de los imperialistas, tomar en sus manos la causa de la independencia y de la soberanía nacionales, agrupar a su alrededor a todas las fuerzas democráticas y patrióticas del pueblo. Mientras que los ideólogos del mundo burgués consideran que el único medio de resolver la cuestión nacional es el aislamiento de las naciones –lo cual, en realidad, hace que entre ellas se acentúe la hostilidad y unas sean subordinadas a otras–, la Revolución Socialista de Octubre ha mostrado la posibilidad y la conveniencia de que se siga otro camino, revolucionario. Es el camino del aniquilamiento del capitalismo y de la liquidación absoluta del yugo nacional, el de instaurar la amistad de los pueblos. El régimen soviético no se ha limitado a proclamar la igualdad de derechos de las naciones, sino que ha hecho todo lo necesario para acabar lo más rápidamente posible con la desigualdad económica, y cultural que de hecho existía entre los pueblos, herencia del viejo régimen. Basándose en la ayuda mutua fraternal y, ante todo, en la del gran pueblo ruso, todas las repúblicas nacionales soviéticas han fundado en sus territorios una industria moderna, han preparado especialistas nacionales, obreros e intelectuales, han desarrollado una cultura, nacional por su forma y socialista por su contenido. Como se indica en el programa del P.C.U.S., la edificación del comunismo lleva a una unión todavía más estrecha de los pueblos soviéticos, mientras que la desaparición de los límites entre las clases y el desarrollo de las relaciones sociales comunistas intensifican la homogeneidad social de las naciones, facilitan el incremento de los rasgos comunistas generales de la cultura, de la moral y del género de vida, la ulterior consolidación de la confianza mutua y de la amistad entre los pueblos.

Diccionario filosófico · 1965:97

no figura

Diccionario de filosofía · 1984