Filosofía en español 
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Tomo segundo Carta XIV

Origen de la costumbre de Brindar

1. Muy Señor mío: Soy tan poco aficionado a noticias Genealógicas, que no he dedicado ni un cuarto de hora en toda mi vida a inquirir el origen de los Feijoos; vea Vmd. cuán lejos habré estado de aplicarme a investigar el origen de los Brindis. La merced que me hacen algunos, y Vmd. debe ser uno de ellos, de que puedo responder a cuanto se me pregunte (como si hubiera algún hombre en el mundo capaz de tanto), unas veces me mueve a enfado, y otras a risa. La poca sinceridad, que hay en la mayor, y máxima parte de los Eruditos, ocasiona esta ridícula aprehensión. Rarísimo se halla, que a cualquier pregunta que le hagan, no procure dar respuesta, aunque ignore enteramente el asunto, cubriendo con el embrollo la ignorancia. Muchas veces he dicho, que nunca he visto hombre de algunas letras, que preguntado, responda alguna vez redondamente no sé, sino uno solo; pero no diré quién es ese uno.

2. Me ha cuadrado extremamente lo que se refiere de nuestro omniscio Caramuel, que habiéndole elegido el Papa para un Obispado, y siendo preciso exponerse al examen de la doctrina para obtenerle, como en Roma se practica inconcusamente con todos los Obispos, le rehusó, diciendo, que no se atrevía; y por más que procuraron animarle, respondía, que dentro del recinto de la Moralidad le podrían hacer muchas preguntas, a que él no sabría que responder. Al fin, viendo que debajo de la condición del examen constantemente rehusaba el [201] Obispado, en atención a su gran, y notoria sabiduría, dispensó con él el Papa en aquella condición, sin que sirviese de ejemplar. Dije se refiere, pues es cierto, que, según él mismo afirma en sus Escritos, le examinaron para Obispo. Pero no por eso deja de ser la vulgar noticia buen ejemplo para poner delante a tanto atrevido pedante charlatán, que se jactan de poder satisfacer a cuantas cuestiones les propongan en tal, o cual Facultad. Poco alcanza quien no alcanza, que hay en la literatura parte alguna, que no tenga una extensión infinita. Quien más la penetra, penetra que más allá de la línea, donde ha llegado, hay inmensos espacios no descubiertos, y que sobre el más ceñido asunto, sin término se pueden multiplicar las cuestiones.

3. Pero voy ya a satisfacer lo menos mal que pueda la curiosidad de Vmd. sobre el origen de los Brindis, en que hay dos puntos que examinar, el origen de la voz, y el origen de la cosa.

4. En cuanto a lo primero, si se cree al célebre Etimologista Mr. Menage a quien citan, y siguen los Autores del Diccionario Universal de Trevoux, las voces Brindis, y Brindar vienen de las Flamencas, Ikbreng’tu; mas a la verdad, la significación inmediata de esta oración Flamenca, según la traducción Francesa, que trae el citado Diccionario, Je vous la porte, es muy vaga, para que sin mucha voluntariedad se dé por equivalente de éste: Brindo por vuestra salud, como pretende Mr. Menage. Así tengo por mucho más verosímil la derivación que les dan nuestro Diccionario Castellano, y el de Sobrino, del verbo Alemán Bringhen, que significa convidar, o provocar a otro a beber.

5. Verdaderamente los Alemanes, aun cuando con algo de más apariencia les pudiese disputar otra Nación el origen de la voz, siempre serían acreedores a que se les adjudicase a su idioma, por razón del significado, y materia sobre que cae; pues ninguna otra Nación menudea tanto los brindis como esta; cuyo ejercicio repetido [202], no es sólo notado en los Alemanes de estos últimos siglos. En todos tiempos padecieron la misma nota. Puede verse a Tácito de Moribus Germanorum, donde dice de ellos: Diem, noctemque continuare potando nulli probrum.

6. Después de todo no hallo verosímil, que el verbo Castellano Brindar se derivase del Latino propinare, que propísimamente significa lo mismo. Así Paseracio explica el verbo propino propinas de este modo: Praebibo, poculum praegusto, & deinde alteri trado. Y no es menester mucha corrupción para que la voz Propino se haya formado el verbo Brindo, v. gr. propino, broino, brino, brindo. Admitidas están por doctos Idiomatistas otras muchas etimologías, traídas por mayores rodeos.

7. En cuanto a la cosa significada, no puede negarse, que es antiquísima, pues Suetonio, en la Vida de Tiberio, habla de la costumbre de brindar, no sólo como admitida en su tiempo entre los Romanos, mas también como practicada mucho antes por los Griegos: Quae consuetudo inde initium habuit, quod Graeci in solemnioribus compotationibus, quas Philothesias appellabant, aurea, argenteaque pocula proferri, & vino impleri jubebant, eaque praegustata cui visum esset dono offerebant. En Ateneo se lee también, que Alejandro, cenando en la casa de Medio Thesalo, brindó a veinte convidados que había, y fue brindado de todos ellos: Cum Alexander apud Medium Thessalum caenaret, adessentque viginti in symposio, omnes provocavit, ab omnibus pariter accipiens. (Lib. 10. cap. 11.)

8. Por la Sagrada Escritura aun anterior data se descubre a los Brindis, o Propinaciones; pues el verbo Propino, aplicado al vino, se halla cuatro veces en la Vulgata: dos en Jeremías, una en Isaías, y otra en Amós. Es verdad, que en Isaías más propiamente significa regar que brindar; pero en Jeremías, y Amós retiene su común significación: de que se colige la gran [203] antigüedad de la práctica de brindar, mas no su origen. Ni creo que en las Historias Sagradas, ni Profanas se halle monumento por donde éste pueda constar.

9. Más: pues en defecto de mejores pruebas se admiten conjeturas: yo me atrevo a conjeturar, que los brindis tuvieron su primer origen en las libaciones de vino, que al principio se ofrecían al verdadero Dios, y después también a los Dioses falsos. Estas libaciones se hacían derramando el vino sobre la víctima, como que se ofrecía, y convidaba con él a la Deidad. Pero había en ellas una considerable diferencia. Nuestro Calmet, exponiendo aquello del capítulo 28. de los Números: Libabitis vini quartam partem Hin, dice, que en los sacrificios, que por sí hacían los Sacerdotes, todo el vino preparado se vertía sobre la víctima; pero en los sacrificios, que se hacían por los particulares, sólo parte del vino se derramaba en obsequio de la Deidad, cediendo la otra a los Sacerdotes. Y aun en el Sacrificio, o libación del Melchisedech, que se refiere en el cap. 14. del Génesis, hizo aquel Sacerdote Rey distribución de la materia de la oblación entre la Deidad, y los Soldados de Abrahán, aunque eran legos: Melchisedech, dice Alapide, prius panem, & vinum obtulit in sacrificium, scilicet partem panis cremando, partem vini libando, id est, effundendo Deo in gratiarum actionem pro victoria Abrahae; deinde reliquam panis, & vini partem in milites Abrahae libandam, id est, participandam, & comedendam distribuit. Y concluye el mismo Expositor, advirtiendo, que esta especie de distribución era común en el sacrificio pacífico: Hoc enim moris erat in sacrificio pacifico.

10. Esta costumbre se comunicó a los Gentiles en las oblaciones, que hacían a sus falsos Dioses, y de aquí viene aquella significación del verbo libare, que se halla en algunos Autores profanos, y cita Paseracio, id est, Diis partem dare; lo cual se confirma perfectamente con el modo antiguo de brindar, que era, como consta del pasaje de Suetonio, citado arriba, habiendo bebido parte [204] del licor contenido en el vaso, entregar éste a otro para que bebiese la parte restante. Es también conforme a la significación más propia, o específica del verbo propino, ya propuesta arriba, de Paseracio, Praebibo, poculum praegusto, & deinde alteri trado.

11. Después este modo de brindar se mudó en el de provocar uno a otro a beber, bebiendo aquel primero, pero cada uno en su vaso. Para esta mudanza no es menester discurrir que intervino otro motivo, que el de ser el nuevo rito más limpio, y urbano.

12. Más al paso que el ceremonial, que hoy se practica, es más decoroso, y noble que el antiguo: en compensación, la fórmula de palabras, que ahora se usa al brindar, parece el más impertinente, y ridículo del mundo. ¿Qué querrá decir brindo por la salud de Vmd.? En caso que el licor, que bebe Pedro, sea en sí mismo saludable, ¿el beberlo Pedro puede conducir algo para la salud de Juan? Ni vale decir, que Pedro provoca a Juan para que beba, cuya acción puede conducir a su salud. Ciertamente no es ese el sentido de las palabras, pues también se brinda, y muy frecuentemente por la salud de los ausentes, a quienes no se provoca a beber, ni ellos saben entonces que se les hace tal obsequio.

13. Como quiera que esta fórmula ridícula, y abusiva parezca moderna, tiene a su favor una grande antigüedad: pues San Ambrosio, cap. 17. de Elia, & Ieiunio, habla de este abuso, como ya muy común en su tiempo, reprehendiéndole, y execrándole, como es razón, por ser ocasionado a beber con exceso: Bibamus, inquiunt, pro salute Imperatorum; qui non biberit, sit reus indevotionis:::: bibamus pro salute Exercituum: por Comitum virtute: pro filiorum sanitate:::: ¡O stultitia hominum, qui ebrietatem sacrificium putant!

14. Bastante antigüedad es esta, pues excede algo de doce siglos. No obstante Plauto, que floreció doscientos años antes de la venida del Redentor, nos muestra otra considerablemente mayor; pues de lo que [205] dice en la Comedia intitulada Persa, Act. 5, Scena I, se ve, que ya en su tiempo se hacían los brindis con imprecaciones de salud.

Bene mihi, bene vobis, bene amicae mae.

15. Y en la intitulada Stichus:

Tibi propino decuma fonte, tibi tute inde si sapis.
Bene vos, bene nos; bene te, bene me; bene
Nostram etiam Stephanium, &c.

16. Bien quisiera yo, viendo tan establecida entre los Cristianos esta fórmula de brindar, descubrirle algún noble origen. Pero el mal es, que no le hallo sino muy vil; esto es, en la superstición Gentílica. Aquel bene mihi, bene vobis, bene amicae meae, y otras fórmulas semejantes, eran deprecaciones, que hacían los Paganos, al tiempo de beber, a sus falsos Dioses, por la salud propia, la de sus parientes, amigos, &c. Fúndome para esto en dos lugares, uno de Ateneo, otro de Ovidio. Dice Ateneo, que Amphciton, antiquísimo Rey de Atenas, entre otros establecimientos, que hizo en orden al uso del vino, ordenó, que al tiempo de beberle invocasen el nombre de Júpiter Conservador, como cosa importante para conservar, o conseguir la salud corporal: Iovis praeterea Servatoris nomen invocare constituit, memoriae gratia bibentium, quod sic bibentes salutem sine dubio consequentur.

17. Ovidio, en el lib. 2 de los Fastos, hablando de los convites Charistios, que se hacían entre parientes, llama sagradas las imprecaciones de salud, que se hacían al beber el vino:

Larga precaturi sumite vina manu:
Et bene vos, bene tu Patriae Pater optime Caesar,
Dicite, sufusso per sacra verba mero.
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18. Las voces Pecaturi, y per sacra verba, manifiestan, que aquellas imprecaciones por la salud no eran tiradas al aire, sin significación alguna determinada, como las nuestras, sino dirigidas a los falsos Dioses; por consiguiente manchadas del enorme vicio de la superstición Pagana. Carecen las nuestras de esta abominación; pero descienden de aquel feo origen. ¿No es suficiente motivo éste para que se proscriban de toda cristiana mesa, mayormente cuando sólo sirven de multiplicar los tragos? Véalo Vmd. a quien deseo mucha salud, &c.


{Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, tomo segundo (1745). Texto según la edición de Madrid 1773 (en la Imprenta Real de la Gazeta, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo segundo (nueva impresión), páginas 200-206.}