José España Lledó, La enseñanza oficial de la Filosofía en España, Madrid 1900
La enseñanza oficial
 
de la

Filosofía en España

desde el año de 1857
 
Estudio histórico-crítico

por
 
José España Lledó

Catedrático excedente de Metafísica en la Universidad de Granada,
Diputado a Cortes, &c., &c.

 
 
 
 
 

Madrid
Librería de Hernando y Compañía
Calle del Arenal, núm. 11
1900


I

Cábeme el honor, y lo reivindico con orgullo, de haber sido uno de los iniciadores de la restauración del tomismo en nuestras escuelas.

Cuando en ellas dominaba la filosofía krausista y sus sectarios eran dueños de la enseñanza; cuando nadie conocía en la Península al P. Ceferino González y de Orti y Lara no se hacía caso, acometí, a la edad de diez y nueve años, la empresa de restaurar la doctrina de Santo Tomás en la cátedra donde se sentó Suárez. A Dios gracias, lo he conseguido.

La franqueza con que en toda ocasión y lugar he sustentado mis doctrinas, me ha valido muchos sinsabores y lamentables retrasos en mi carrera.

No es hora de referir añejas historias, y precisa levantar el corazón y dejar pasar ciertas cosas. Quien mira detrás de sí, conviértese en estatua de sal, como la mujer de Loth. Lo pasado, pasado.

Hoy, si digo que soy tomista, cuando ya tal confesión no es peligrosa, y gracias al cardenal González [6] y a Orti y Lara el sistema domina en nuestros centros de enseñanza, no es por vano alarde: es porque quiero proclamar muy alto que todo lo debo a tan insignes maestros.

No busquen, pues los lectores de mis obras filosóficas y de este folleto novedades e invenciones, siempre peligrosas y en Filosofía imposibles y absurdas; yo sólo pretendo vulgarizar una doctrina que considero como la mejor y más perfecta de cuantas se disputan el dominio de la ciencia.

Algunos tacharán mis libros de Filosofía de breves y desabridos compendios. Lo sé, y lo deploro; pero no tengo la culpa más que en parte, y al llegar a este punto me detengo, pues para justificarme necesito hacer las oportunas consideraciones sobre la enseñanza de la Filosofía en España desde 1857 hasta la fecha.

II

Como mi objeto no es el de escribir un trabajo erudito, habrán de perdonar los que esto lean que mis investigaciones históricas comiencen el 9 de Septiembre de 1857.

En esta fecha se publicó la Ley de Instrucción pública. No voy a juzgarla: el criterio doctrinario en que se inspiró su autor, el célebre Moyano, no es el mío, y creo que muchos de los males que nos aquejan, salvando, como lo salvo, la rectitud de intenciones del insigne hombre de Estado, se deben al falso concepto [7] de la enseñanza en que inspiró su reforma legislativa; pero estas afirmaciones no es hora de discutirlas.

Con deliberado propósito no entro en los principios que informan la Ley de 1857, limitándome a hacer algunas indicaciones sobre la manera como en la referida Ley se organizó la enseñanza de la Filosofía en nuestra patria.

Por su artículo 15 se mandó estudiar en los Institutos de segunda enseñanza del Reino Religión y Moral cristiana y Elementos de Psicología y Lógica, mientras que por el artículo 33 se disponía que en las Universidades se cursase Filosofía, lección diaria, é Historia de la Filosofía, lección alterna.

El Plan de Moyano fue muy en breve substituido por otro peor. En 30 de Agosto de 1858 se ordenó que en los Institutos se enseñase Psicología, Lógica y Etica, dejando para mejor ocasión la Moral cristiana, y en 11 de Septiembre del mismo año, y reformando el artículo 33 de la Ley de Instrucción pública, se estableció en las Universidades la enseñanza de la Filosofía en esta forma: Metafísica, lección diaria; Historia de la Filosofía y Estética, lecciones alternas.

El año 1861 se le cambió en parte el nombre en los establecimientos de segunda enseñanza a la llamada asignatura de Psicología, Lógica y Etica, sustituyendo esta última denominación con la de Filosofía moral, y así marcharon las cosas, hasta que en 1866 dio en 9 de Octubre Orovio a luz su Plan de estudios. Por el artículo 12 del mismo se organizó la enseñanza de la Filosofía en los Institutos de este modo: [8]

Psicología (lección alterna)
Lógica (ídem)
Etica y fundamentos de Religión (ídem)

Poco tardó en elevar el ministro, secundado por Catalina, sus iniciativas a la enseñanza universitaria, y en 17 de Julio de 1867 dispuso que los estudios de Filosofía se verificaran en esta forma:

Período de Bachillerato
Estudios superiores de Psicología y Lógica (diaria)

Período de la Licenciatura
Estudios superiores de Metafísica y Etica (diaria)

Estudios del Doctorado
Estética (alterna)
Historia de la Filosofía (ídem)

Así las cosas, al grito de «España con honra» cayó el trono de Dª Isabel II y estalló la Revolución de Septiembre. El nuevo Gobierno proclamó la más absoluta libertad de la cátedra y de la enseñanza, y organizó la de la Filosofía en los Institutos, en 25 de Octubre de 1868. Por el artículo 1º del Decreto que en aquella fecha se dictó, se dijo que los alumnos que aspirasen al Bachillerato con latín estudiarían Psicología, Lógica y Filosofía moral, y los que deseasen obtener tan honroso título, prescindiendo de la lengua de Cicerón, cursarían:

Antropología (alterna)
Lógica (ídem)
Biología y Etica (ídem)

En la referida fecha, los vencedores de Alcolea, legislando para las Universidades, acordaron que se enseñase en ellas: [9]

Metafísica (diaria)
Estética (alterna)
Historia de la Filosofía (ídem)

Como se ve, la reforma fue poco trascendental y todo se redujo a restablecer el Decreto de Corvera, volviendo a la legislación de 1858.

Más serio fue el Plan de Pérez Costales, su fecha 3 de Julio de 1873, que organizó los estudios de Filosofía de la siguiente manera:

Art. 1º Antropología o ciencia del hombre, considerado en su espíritu, en su cuerpo y en relación entre ambos (diaria).

Lógica, comprendiendo las teorías generales y elementos de Doctrina de la ciencia y de Enciclopedia de las principales ciencias particulares (alterna).

Biología y Etica, entendiéndose la primera como ciencia de la vida en general y sus leyes, y especialmente de la vida humana (diaria).

Cosmología y Teodicea, o ciencia del mundo y ciencia de Dios, comprendiendo asimismo los principios universales de la Religión (diaria).

El orden con que debían estudiarse, según el artículo 3º, era:

Tercer grupo
Antropología
Lógica
Biología y Etica
Cosmología y Teodicea

Dio al traste por sus muchos pecados la República, y quedó sin ejecutar la reforma de Pérez Costales, que dejó en suspenso no sé qué ministro de su misma [10] comunión política, que le sucedió en la poltrona, o él mismo. No lo recuerdo, y no vale la pena el averiguarlo.

Nada digno de mencionarse podemos referir de los primeros Gobiernos de la Restauración en orden a esta enseñanza, hasta que en 13 de Agosto de 1880 D. Fermín Lasala dividió la Metafísica en dos cursos de lección alterna, y declaró obligatorio su estudio para los alumnos que aspirasen a cursar el Doctorado de Derecho.

En 29 de Abril de 1881, el Sr. Albareda decretó que sin el carácter de obligatoria se enseñase en la Universidad Central la Filosofía de la Historia, nombrándose catedrático a un jubilado, que la desempeñase sin otra recompensa que la mejora de sus derechos pasivos.

Gamazo, en 2 de Septiembre de 1883, estableció en el llamado año preparatorio de Derecho la asignatura de Ampliación de la Psicología y Nociones de Ontología y Cosmología (lección diaria); pero esto duró poco, pues D. Alejandro Pidal, en 14 de Agosto de 1884, determinó que los alumnos de Derecho estudiasen Metafísica.

Revocado el citado Decreto de D. Germán Gamazo, censurable por el falso concepto de la ciencia filosófica en que se inspiró, y digno de aplauso por haber suprimido en la Facultad de Derecho los funestos exámenes de prueba de curso, rechazados hoy por la ciencia pedagógica, fincó el pleito en esta deplorable situación, durmiendo nuestros ministros de Fomento, que agotaron sus alientos en cosas de menor [11] cuantía y en facilitar el ingreso al profesorado por todo linaje de puertas falsas y aun postigos de mala ralea, el sueño de los justos.

Así las cosas, se inició por D. Alejandro Groizard el 15 de Septiembre de 1894 un período de verdaderas reformas en la segunda enseñanza.

Su plan, considerado en conjunto, merece mi aprobación, aunque lamento que se dejara llevar del enciclopedismo.

Dividió los estudios del Bachillerato en dos períodos, denominados estudios generales y estudios preparatorios. En los estudios generales conservó la funesta asignatura de Psicología, Lógica y Etica; en los estudios preparatorios estableció las siguientes asignaturas: Estética, Antropología General y Psicología, Sistemas Filosóficos.

Breve fue la vida de este Plan de estudios: D. Alberto Bosch, sin parar mientes en los grandes méritos de la obra de Groizard, dio con ella al traste sin hacer otra cosas de provecho que establecer la Universidad católica del Sacro Monte, mistificando la libertad de enseñanza y adulterando la oficial, camino odioso y de privilegio por el cual no se puede seguir, porque a nada bueno conduce y que pueda ser útil al catolicismo y la ciencia.

Gamazo, en 13 de Septiembre de 1898, dictó su Plan de enseñanza, que significa un retroceso en la obra del Sr. Groizard, teniendo la desventura de coincidir en los errores, atenuar los aciertos y de abandonar el principio de supresión de examen.

Siguiendo la doctrina establecida, redujo la [12] enseñanza de la Filosofía en los Institutos a la consabida Psicología, Lógica y Etica.

En 30 del mismo mes y año reorganizó los estudios de la Facultad de Filosofía y Letras, de los que nadie se había acordado desde la reforma nonata de Pérez Costales.

Los de Filosofía estableciólos de esta manera: Estudios superiores de Psicología, Principios de Lógica y Metodología, Filosofía moral, Estética, Metafísica.

Recientemente el Sr. Marqués de Pidal dictó en 26 de Mayo de 1899 un Real decreto que nadie se ha tomado el trabajo de examinar a fondo y que ha sido criticado con los consabidos apóstrofes de ser obra de un neo y de un obscurantista.

Diga la crítica apasionada lo que quiera, yo no le he de hacer coro, pues aunque no es mi intento defender su trabajo, en él me agradan la tendencia de huir de la enciclopedia, que asesina moralmente a los que en España y fuera de España estudian en los Institutos y Liceos.

La enseñanza de la Filosofía la organizó del siguiente modo: Primer curso, Lógica y Nociones de Psicología, Segundo curso, Elementos de Metafísica y de Etica. Derecho natural. [13]

III

De la historia que acabo de referir se desprende el pertinaz empeño de los Gobiernos que nos han regido y rigen de no enseñar más que ciertas partes de la Filosofía. En los Institutos o en establecimientos de segunda enseñanza, la Psicología, Lógica y Etica; en las Universidades, la Estética y la Historia de la Filosofía, y por modo vergonzante, y sin el carácter de obligatoria, la Filosofía de la Historia.

Como se ve, los fraguadores de los planes de estudios están dejados de la mano de Dios.

La Filosofía, como dice Prisco, es la ciencia de las últimas razones de las cosas; y añade el ilustre discípulo de Sanseverino: «Pero las últimas razones son de dos especies, a saber: unas circunscritas en intensidad y en extensión, es decir, limitadas a un cierto orden de cosas y pertenecientes a principios especiales de una materia especial; otras, no limitadas ni en intensidad ni en extensión y que abrazan, por lo mismo, las razones últimas de todo cuanto puede saber el hombre; en otros términos: objeto propio de la Filosofía no son las razones últimas relativas, sino las absolutamente últimas. Pero si, después de consideradas en sí mismas y desde un aspecto absoluto estas razones últimas, se las mira en su aplicación a un orden [14] cualquiera especial de cosas, como, por ejemplo, al derecho, a la historia, a las artes, con el fin de resolverlas, si es posible, en sus ultimas razones, entonces no tendremos la Filosofía propiamente dicha, sino la Filosofía propia de aquella especial materia, cuyas razones relativas están conexas a las razones últimas.»

Supongamos por un momento que esta definición de la Filosofía no fuera exacta y que se prefiriese decir, con Cicerón y San Clemente de Alejandría, que esta ciencia era «Rerum divinarum et humanarum, causarumque quibus hae res continentur scientia»; pues ni este concepto, más extenso que el de Prisco, ni el de Descartes y Reid, que reducen la Filosofía a la Psicología, ni el de Kant, que la llama ciencia de las leyes, según las cuales se desenvuelve el conocimiento, ni el de Fichte, para quien es la ciencia del yo puro en cuanto se pone y afirma por medio de la tesis, de la antítesis y de la síntesis, es decir, en cuanto se conoce y se pone a sí mismo como yo, como no yo y como identidad del yo y del no yo, ni el de Hegel, que la reduce a una especie de Psicología dialéctica, ni el de Cousin, que entiende que es la evolución de los elementos contenidos en la espontaneidad de las facultades del yo, por medio de la reflexión libre e independiente de toda autoridad, ni el de Herbart, que juzga ser la elaboración de los conceptos, autoriza que el Estado, constituyéndose en juez de doctrinas, circunscriba el campo de la ciencia ni lo amplíe con arreglo a las creencias de sus ministros.

En materias científicas, la neutralidad del Estado se impone. Escribir en los planes de estudios que en [15] los Institutos sólo se enseñe Psicología, Lógica y Etica ó Filosofía moral, equivale sencillamente a entronizar el Psicologismo, limitando, para decirlo en una palabra, el campo de la Filosofía a la ciencia del alma humana.

Tan cierto es lo que acabo de decir, que todos o la mayor parte de nuestros filósofos españoles, sin que se puedan exceptuar otros que Balmes, el cardenal González y Mendive, han reducido la Filosofía a la Psicología, como se observa en muchos de los manuales y elementos de aquella ciencia publicados en nuestra patria desde el año de 1857 hasta la fecha. Gutiérrez, en su Curso completo de Filosofía, dice que esta ciencia investiga y explica los fenómenos sensibles, intelectuales y morales del hombre. Como se ve, se ha desterrado de la enseñanza de los Institutos del Reino la Ontología, la Cosmología y la Teodicea, dejando el conocimiento de tan esenciales partes de la Filosofía para mejor ocasión.

Y no se me diga que yo a mi vez pretendo entronizar un sistema en la enseñanza; todo lo contrario: a lo que aspiro, y no me cansaré de repetirlo, es a que sea ésta campo abierto donde se luche con armas iguales.

Hace muchos años que, consciente e inconscientemente, el Estado es cartesiano en los Institutos del Reino, y no debe ser nada. Los límites de la acción oficial docente son muy reducidos; procurar que el profesor, a título de la libertad de la ciencia, no se ría de la constitución del país y no convierta su cátedra en club donde constantemente se predique contra [16] las instituciones que nos rigen; pero de esto a imponer el cartesianismo u otro sistema, hay mucha distancia.

Y que el cartesianismo se está imponiendo, nadie que tenga sentido común podrá negarlo.

¿Qué dijo Descartes que era la Filosofía? «El conocimiento o análisis del sujeto pensante, o sea del espíritu humano, deducido de principios evidentes.»

¿Qué quiere el Estado que se enseñe en los Institutos? La ciencia del espíritu humano, y nada más: luego el cartesianismo, si no substancialmente, se nos impone al menos como concepto y como método, y esto es un gran error.

Yo profeso las doctrinas aristotélico-cristianas, voy a explicar a un Instituto, creo que la Filosofía es la ciencia de las últimas razones de las cosas, que sus caracteres son la unidad y la totalidad, y, sin embargo, no puedo exponer la ciencia como la concibo, y he de limitarme al estudio de la Psicología, Lógica y Etica.

Si el plan de estudio no definiera sistemáticamente constituyéndose en juez de doctrina, y llamara a estos estudios sencillamente Filosofía, el cartesiano explicaría la ciencia del espíritu humano, y yo la ciencia de las últimas razones de las cosas, y los padres de familia elegirían con perfecta conciencia el maestro de sus hijos.

Y no se me diga que la Psicología, Lógica y Etica la explicaré con arreglo a los principios de Santo Tomás. Claro está; pero se me priva de emplear el método aristotélico-cristiano, se me obliga contra mi [17] conciencia científica a romper la unidad de la ciencia y su totalidad orgánica, a suministrar de ella un conocimiento incompleto, disgregando las partes que la componen y sirviéndolas, como he dicho en otra ocasión, despedazadas y sanguinolentas a consideración de la juventud, y hasta me expongo que haya un director como el que actualmente desempeña en Burgos tan delicado cargo, que me forme expediente por no acomodarme a los prejuicios administrativos.

Esto ha sucedido, y el Gobierno ha absuelto al profesor de Filosofía Sr. Sáenz de Urturi, pero ha parecido la suspensión de empleo y sueldo: ¡qué cosas!

El error de Moyano se ha perpetuado: le han sucedido en el Ministerio de Fomento multitud de hombres públicos, algunos de ellos eminentes; otros de la clase de las honradas medianías, tal vez algún inepto, pero todos han sido iguales: la rutina, la irreflexión o preocupaciones en su concepto más graves se han impuesto, y las cosas han seguido lo mismo, sin más diferencia que llamar a la Etica, Filosofía moral, o viceversa, o como decretó Orovio, separar o dividir en tres cursos de lección alterna la tal asignatura, debiendo estudiarse por este orden: Psicología, Lógica y Etica y Fundamentos de Religión, con lo cual se afirmaba más el cartesianismo en nuestras escuelas.

¿Pero qué tiene esto de extraño? El Sr. Pérez Costales, partidario decidido de la libertad de la cátedra, al reformar en 1873 los estudios de Filosofía y Letras, a la vez que introdujo oficialmente el krausismo en la enseñanza universitaria, dejó en los Institutos tranquila [18] y en paz la Psicología, Lógica y Filosofía moral, asignatura diaria, que la Revolución de Septiembre restauró, mandando al panteón del olvido las tres alternas en que la dividió Orovio.

No hay otro remedio que ser cartesianos a la fuerza, puesto que ni aun tomistas tan distinguidos, o por mejor decir, tan preclaros como D. Alejandro Pidal han puesto mano en el asunto, y la cosa sigue así, aunque no tenga punto de vista defendible.

Demás de esto: el Estado impone que los estudios filosóficos comiencen por la Psicología, mientras los aristotélicos creen que deben empezar por la Lógica.

Con razón dice Prisco que no se da principio a la Filosofía con la Lógica porque sea ésta la parte más fácil, antes bien, es la más difícil, sino porque siendo ella la que dicta las leyes generales a que debe ajustarse la mente humana en la adquisición de la ciencia, y la que nos dispone convenientemente para discernir entre lo verdadero y lo falso, debe por lo mismo preceder al cultivo de toda ciencia.

A este mismo propósito dice San Agustín: «¿Cómo la razón podría pasar a construir nada, sin distinguir, observar y dirigir antes las reglas y preceptos de la razón en cuanto han de ser los instrumentos de que se sirva, formando así aquel arte llamado Dialéctica? La Dialéctica, en efecto, es la que nos enseña a aprender; la que nos manifiesta lo que la razón es en sí, lo que quiere y lo que puede; la única que pretende hacer sabios a los hombres, y que no sólo lo pretende sino que lo realiza. [19]

Enfrente de esta doctrina hay quien sostiene que la Psicología debe enseñarse antes que la Lógica, y para ello se funda en que las operaciones del entendimiento, que constituyen el objeto propio de la Lógica, no pueden estudiarse sin conocer las varias facultades de nuestro espíritu.

No es del caso discutir esta cuestión de escuela; pero todos los hombres de buena fe convendrán conmigo que no es el Estado el que debe, cual otro Breno, echar su espada en la balanza y decidirla. ¿Que hacer entonces? ¿Cómo la dificultad se resuelve? Por medio sencillísimo: llamando a la ciencia Filosofía y abandonando el método al criterio del profesor, único juez competente para dirimir la contienda.

No quiero terminar estas rápidas consideraciones sin desvanecer una objeción: se me dirá que de prevalecer mi criterio, los alumnos serían víctimas del mas espantoso desbarajuste, pues en cada establecimiento de enseñanza se explicaría la ciencia de distinta manera, y por ende, el alumno que estudiase en Lugo no podría examinarse en Orense, porque los programas serían diversos.

Hoy sucede lo propio: ya sé que contra esto se clama y se exige la uniformidad del texto y la publicación del programa oficial.

La uniformidad del texto supone el monopolio y la definición dogmática de la doctrina por el Estado; el programa oficial vale tanto como convertir al infante en momia, y en vez de darle abrigo y cariño, fajarlo y sepultarlo en la hierática pirámide.

Si Lactancio dijo: «Nada es más voluntario que la religión», [20] con mayor razón debe decirse que nada hay más libre que la ciencia.

Con texto censurado y elegido por ministros suspicaces, con programas oficiales, con el guardia civil a la puerta de la cátedra y con la amenaza del destierro y la separación, pendientes como espada de Damocles sobre sus cabezas, los krausistas se propagaron y crecieron, como hierba tanto más lozana cuanto más hollada: «España, permítaseme que reproduzca con este motivo una frase de San Jerónimo, se asombró de verse krausista», y éstos, más que Prim y Serrano, hicieron la Revolución de Septiembre.

He aquí el triste fruto del monopolio, y a esto conduce querer el Estado fallar con notoria incompetencia sobre doctrinas científicas: dar mayor vida e impulso al movimiento que pretende paralizar.

La ciencia, pues, debe ser libre: al profesor, como antes he dicho, sólo ha de exigírsele que respete la Constitución del Estado que le paga, como el Estado ha de respetar la conciencia científica del profesor que le sirve.

Pero volviendo al argumento, esto es, al alumno que estudia en Lugo Filosofía escolástica y en Orense tiene que examinarse por un programa krausista, diré que todo se remedia con examinarse en Lugo, si el profesor de Orense es tan inconsiderado que no quiere oír doctrinas que no profesa, pues la enseñanza pública no debe uniformarse, cosa por otra parte imposible de conseguir, aunque se pretenda.

Lo que sí debe exigir el Estado es que los programas de las enseñanzas que costea se impriman y publiquen [21] bajo la más estrecha responsabilidad de los directores y rectores de los centros docentes, y que estén de manifiesto en las secretarías de estos establecimientos. Así los padres, tutores y encargados de los jóvenes alumnos, y aun estos mismos, podrán elegir el profesor que mejor cuadre a sus gustos o caprichos; así no resultará el inexperto escolar krausista sin saberlo, sino que lo será a conciencia y con el beneplácito de los encargados de dirigir sus estudios, que es lo que debe ser.

Entiendo que no hay que añadir una palabra más sobre este asunto; yo digo como Monseñor Dupanloup: no quiero que el Estado, que puede hoy llamarse Diocleciano y mañana Constantino, me imponga doctrinas. Deseo que deje a los hombres consagrados a la ciencia el campo libre, y que se limite a garantizar el derecho de todos. En suma: no pido más que la libertad.

IV

Ya saben mis lectores que Moyano estableció en las Universidades del Reino el estudio de la Filosofía lección diaria; pero esto duró poco: al año siguiente el Marqués de Corvera, perseverando en el desdichado pensamiento de romper la unidad orgánica de la ciencia, substituyó esta denominación con la de metafísica, que aun dura.

Como me gusta dar a cada uno lo suyo, ya que al [22] ilustre Marqués lo censuro por el error que cometió al enmendarle la plana a Moyano, no puedo menos de aplaudirlo por haber establecido la asignatura de Estética en los estudios del Doctorado, de la que prescindió Moyano.

Cuanto he dicho sobre el grave error de no enseñar íntegra la Filosofía en los Institutos, téngase aquí por reproducido.

La palabra Metafísica la aplicó por primera vez Andrónico de Rodas, coleccionador de las obras de Aristóteles, a ciertos tratados de este autor, precisamente porque los colocó después de la Física.

Muchos filósofos eminentes combaten esta denominación, y desde el momento en que hay quien llama a estos tratados Filosofía prima con Aristóteles y Gaspar Contarini, Protología con Pini y Gioberti, Ideología especial con Prisco, no es lícito decidir al Estado la contienda.

Y no se crea que esta cuestión sólo es cuestión de nombres: es cuestión de doctrinas y de método, como saben todos los que no son profanos en los estudios filosóficos, y por ende no debe imponerse criterio determinado, siendo lo mejor restablecer la denominación de Moyano y llamar a la asignatura Filosofía.

Pero aun suponiendo que todos entendiésemos que la Metafísica es la ciencia de los suprasensible e inmaterial, insisto en la idea tantas veces expuesta de que la Filosofía es un todo orgánico, cuya unidad no es lícito romper, y que, por consiguiente, debe enseñarse en su cabal, completa y perfecta integridad, o no enseñarla. [23]

V

Algo quiso hacer en este sentido Orovio al establecer en el Bachillerato de nuestra Facultad la asignatura de Ampliación de la Psicología, a la vez que transportaba al período de la Licenciatura la que llamó enfáticamente Estudios superiores de Metafísica y Etica; pero bien pronto retrocedimos y volvimos a nuestra Metafísica a palo seco, como si ella sola bastase para justificar el ampuloso nombre de Facultad de Filosofía y Letras con que se conocen los estudios que profeso.

¿Y que diré, ya que inicié esta cuestión, de lo incompleto del cuadro de las filosofías propias de aquellas materias especiales, cuyas razones relativas están conexas a las razones últimas de las cosas?

Moyano dejó sin satisfacer esta imperiosa necesidad, atendiendo en parte a ella el Marqués de Corvera, que estableció en el Doctorado la enseñanza de la Estética, y en este terreno ya no se ha dado un paso más, causando rubor que no se exija para llamarse Doctor en nuestra Facultad, la Filosofía de la Historia.

Sin embargo, en 29 de Abril de 1881, y con el carácter de complementaria, se estableció en la Universidad Central la indicada asignatura, de la cual [24] debía encargarse un jubilado sin sueldo y al sólo efecto de mejorar sus derechos pasivos.

Los que esto lean comprenderán que enseñanza así establecida es completamente ineficaz y no tiene más objeto que el de que mejore sus derechos pasivos alguna de nuestras eminencias.

Los estudios de segunda enseñanza no son preparación adecuada para las distintas carreras, tanto profesionales como facultativas. Así se ha reconocido siempre, y a esta necesidad se ha atendido, ya exigiendo por medio de un examen de ingreso los conocimientos preliminares a la profesión, ya estableciendo los llamados años preparatorios.

Lo extenso que se va haciendo este trabajo, muy a mi pesar, me impide entrar en pormenores, por lo cual me limitaré a decir cuatro palabras sobre el preparatorio de la Facultad de Derecho.

Por mucho tiempo fue vacilante el criterio de nuestros ministros de Fomento en este punto, no sólo acerca de las materias que debieran estudiarse, sino en cuanto a la forma; pero es de notar que se cometió el grave error de prescindir de la Filosofía para estudiar Derecho.

Olvidaron los conspicuos fraguadores de nuestros planes de estudios que las ciencias jurídicas tienen su fundamento en la Moral, y que ésta en cuanto supone la ciencia del hombre es una ciencia derivada, precedida de una ciencia antecedente, de la cual recibe principio, razón y punto de partida.

En efecto, como dice Dawison, la fuente de la Moral es la Antropología, que es una parte de la Filosofía, [25] y además, como apunta Prisco, el problema fundamental de la Moral abraza con unidad sintética el fin del hombre y los medios necesarios para alcanzarle; pero es el caso que la investigación del fin del hombre y la de los medios necesarios para alcanzarle, no constituyen dos problemas diversos, sino que se confunden en uno solo y único problema.

Y ciertamente, continúa el sabio italiano, el más superficial análisis basta para demostrar que el fin no puede ser alcanzado sino por los medios propios; y la idea que tenemos de Dios como Ser infinitamente perfecto, no nos consiente dudar que al crear al hombre para un fin, no le haya dado los medios correspondientes, o que no le deje ponerlos en práctica. Lejos de ser así, es indudable que las facultades, inclinaciones o tendencias naturales visibles en el hombre, auxiliadas por el orden sobrenatural de la gracia, constituyen cabalmente el orden de medios con que debe cumplir su destino. Y como la Antropología estudia al hombre, no sólo en su naturaleza, sino también en sus medios naturales de acción, he aquí un segundo motivo por qué esta ciencia constituye el fundamento de la Filosofía moral.

Razones tan claras y de tanto peso, por nadie impugnadas, tardaron mucho tiempo en abrirse camino.

El Sr. Lasala en 1880, después de introducir la reforma de dividir la Metafísica en dos cursos de lección alterna, exigió su estudio para aquellos alumnos de Derecho que aspirasen al Doctorado.

Con más acierto, el Sr. Gamazo en 1883 creó en el preparatorio la asignatura de Ampliación de la Psicología y Nociones de Ontología y Cosmología, [26] y por último, el Sr. Pidal en 1884 ordenó que en su lugar se estudiase la Metafísica, si bien por lo pronto en las Universidades donde hubiese Facultad de Filosofía y Letras sólo se exigiría el primer curso, y donde no, se establecería una lección diaria, criterio gubernamental que sólo obedeció a razones de economía.

Hoy la asignatura de Metafísica, curso único, donde la Facultad existe, está a cargo de un auxiliar, a menos que el catedrático titular no quiera explicarla gratuitamente, y en las demás Universidades la desempeña un numerario.

Tal es la situación de las cosas, y por eso mis libros de Filosofía están muy lejos de llenar mis deseos.

Mientras los alumnos no aprendan en los Institutos Filosofía, en las Universidades sólo podrá enseñárseles lo que debieron estudiar y no han estudiado en aquellos centros de instrucción, no por falta de capacidad y celo en los profesores, sino por una mala organización de los estudios.

VI

Dos palabras para concluir: he señalado el mal y debo apuntar el remedio. No voy a discutir, voy a limitarme a indicar las líneas generales de un plan de la enseñanza de la Filosofía. Su estudio puede y debe organizarse del siguiente modo: [27]

Segunda Enseñanza

Filosofía (dos cursos de lección alterna a cargo de los actuales profesores de Psicología).
— Filosofía moral
(lección alterna)

Universidades

Preparatorio de Derecho
Filosofía subjetiva (Lógica, Psicología, Ideología)
Filosofía moral (lección alterna)
Moral profesional (lección alterna, que se explicará a la vez que los alumnos cursen el Derecho procesal).

Licenciatura
Filosofía (dos cursos de lección diaria)

Doctorado
Estética (alterna)
Filosofía de la Historia (alterna)
Historia de la Filosofía (alterna)

Doctorado de Medicina
Biología y Antropología (alterna) [28]

Doctorado de Ciencias y Farmacia
Cosmología (alterna)

* * *

Someto estas ideas a mis ilustrados compañeros.

Seguir como estamos es imposible. El mal crece de día en día y la juventud paga los vidrios rotos.

¿Se perderán estas humildes y desaliñadas observaciones en el vacío?

¿Predicaré una vez más en el desierto de nuestra glacial indiferencia para este linaje de asuntos?

Veremos. Mientras tanto quédame la tranquilidad de haber dado la voz de alerta, pues aunque el mal es inveterado, el remedio es sencillo, hacedero y eficaz.

No es necesario esperar una nueva ley de Instrucción pública; basta con un decreto en la Gaceta.

Para tal empresa sólo se necesita un ministro de Fomento que tenga la bondad de meditar algunos instantes sobre este tema.

Si apareciese el tal ministro, cosa que dudo, bien podríamos gritar Vitor los filósofos españoles.

Hasta ahora, en justicia, a nadie podemos aplaudir.


Transcripción íntegra del texto contenido en un folleto de 28 páginas más cubiertas, formato 160×110 mm. En la página 4 puede leerse: «Es propiedad. Imprenta de Hernando y Cª, Quintana 33.», y en la contraportada: «Este folleto se halla de venta en la Librería de Hernando y Cª, Arenal, 11, Madrid. Precio: Una peseta.»


filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2004 filosofia.org
Filosofía administrada José España Lledó (1848-1901)
La enseñanza oficial de la Filosofía en España