φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:5051525354555657585960Imprima esta página

§ 55. Malebranche

En 1638 nació en París Nicolás Malebranche, que vivió hasta 1715, a pesar de su constitución delicada. Después de estudiar Teología en la Sorbona, recibió las órdenes sagradas, y entró en la Congregación del Oratorio, recientemente fundada por el cardenal de Berulle. Malebranche contaba ya veinte y seis años de edad, sin haber dado pruebas de aficiones ni de penetración filosóficas. Con la lectura del Tratado del hombre, por Descartes, que cayó en sus manos por casualidad, se despertó su genio metafísico, y adquirió, por decirlo así, la conciencia de su vocación filosófica. Diez años después de este suceso, publicaba su Investigación de la verdad, a la que sucedieron otras varias publicaciones, entre las cuales se distinguen sus Conversaciones cristianas, su tratado De la naturaleza y de la gracia, obra a la vez teológica y filosófica, que mereció los ataques de Arnauld y las censuras de Bossuet y de Fénelon,{1} ataques y censuras que recayeron también sobre gran [249] parte de sus restantes publicaciones, como son, entre otras, su Tratado de moral, que se dio a la estampa por primera vez en Rotterdam, año de 1684, susConferencias sobre la metafísica y la religión, así como las que llevan por título:Conferencias de un filósofo cristiano y de un filósofo chino sobre la existencia y la naturaleza de Dios, y, por último, su Tratado de lo infinito creado.

Como se ve por los títulos mismos de sus obras, la dirección de Malebranche es una dirección esencialmente metafísico-teológica, por más que en sus obras se encuentren aquí y allá ideas y reflexiones más o menos importantes y relacionadas con la lógica, las ciencias físicas, las psicológicas y cosmológicas. Así vemos que, aun en su obra capital y esencialmente metafísica, la Investigación de la verdad, se encuentran a menudo observaciones exactas y reflexiones profundas acerca de las causas de nuestros errores, acerca de las pasiones humanas y acerca de las diferentes facultades del alma. De aquí es que, no sin razón, le apellidaban sus contemporáneos el taciturno meditativo, y Nourrison observa con justicia que para Malebranche, un solo principio de metafísica o de moral encierra más verdades que todos los libros de historia, y que la consideración filosófica de un insecto entraña para él enseñanza más sólida y fecunda que toda la antigüedad griega y romana.

El autor de la Investigación de la verdad procede directamente de Descartes, y así lo reconoce y proclama él mismo. Y por cierto que, aunque no lo reconociera, bastaría para convencerse de ello fijarse en su tendencia semiracionalista o separatista. Malebranche, [250] como Descartes, a vueltas de su profesión de catolicismo y de sus reservas en favor de la fe y de la revelación, reniega de la tradición y se aparta de la Filosofía escolástico-cristiana, so pretexto de guiarse por la sola evidencia y la razón natural en las ciencias y en la investigación de la verdad filosófica. Verdad es que, por una especie de contradicción muy frecuente en Malebranche, según tendremos ocasión de notar, el filósofo francés, mientras que por un lado decía que «para ser cristiano es preciso creer ciegamente, y para ser filósofo, ver con evidencia», por otro amalgamaba y confundía de una manera tan temeraria como inexacta la razón natural y la fe divina, poniendo en peligro la distinción real entre la verdad del orden natural y la del orden sobrenatural.

Excusado nos parece añadir que Malebranche fue objeto generalmente de grandes encomios, especialmente por parte de sus compatriotas, y hasta el conde de Maistre solía decir que la Francia no estaba bastante orgullosa de su Malebranche. Sabido es también que este concierto de alabanzas encontró algún contrapeso en aquel dicho del abate Faydit, cuando, aludiendo a la teoría de la visión de las cosas en Dios, escribió: Lui qui voit tout en Dieu, n'y voit pas qu'il est fou.

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{1} Dícese que éste, después de leer el ejemplar que le había remitido el autor, escribió en su portada las siguientes palabras:pulchra, nova, falsa. Bossuet elogió mucho la refutación de esta concepción de Malebranche hecha por Antonio Arnauld en su Tratado de las ideas verdaderas y falsas.