Filosofía en español 
Filosofía en español

Comentarios críticos al Diccionario soviético de filosofía

Materialismo
Materialismo filosófico marxista

Materialismo & Materialismo filosófico marxista en el Diccionario soviético de filosofía


 

Materialismo & Materialismo filosófico marxista · David Alvargonzález · 21 de junio de 2018

En este comentario a las entradas “materialismo” y “materialismo filosófico marxista” del Diccionario soviético de filosofía voy a referirme exclusivamente a lo que, en esas entradas, se consideran los rasgos fundamentales de las doctrinas materialistas.

El Diccionario hace la siguiente caracterización general del materialismo:

El materialismo es una de las dos principales tendencias en la filosofía, que da la única respuesta científica correcta al problema cardinal de la filosofía sobre la relación entre el ser y el pensar. El materialismo, por oposición al idealismo, reconoce la materia como lo primario, y la conciencia, el pensar, como lo secundario. La forma superior del materialismo es el materialismo filosófico marxista.

Por su parte, el materialismo filosófico marxista queda definido por los siguientes tres rasgos fundamentales:

1) Reconoce el carácter material del mundo; que el mundo se desarrolla con arreglo a las leyes del movimiento de la materia; 2) Reconoce el carácter primario y de realidad objetiva de la materia y el carácter secundario de la conciencia; 3) Reconoce la cognoscibilidad del mundo material y de las leyes que lo rigen; reconoce la veracidad objetiva de los conocimientos científicos.

Por tanto, de acuerdo con esta doctrina, el mundo está compuesto por dos tipos de realidades que son mutuamente excluyentes: la materia en movimiento, y el pensar, al que también se llama “conciencia”. Además, se afirma que la respuesta científica al problema de las relaciones entre materia y pensar es que la materia en movimiento es la que determina el pensar, la que determina la conciencia.

Sobre las razones por las que los marxistas consideran que su filosofía es científica remitimos a los comentarios hechos en las entradas de “Ciencia”, “Filosofía”, y “Problemas fundamentales de la filosofía”. Me voy a centrar ahora en las dos tesis que definen el materialismo, según los autores del Diccionario: la dicotomía materia/conciencia y la primacía de la materia frente a la conciencia.

Sobre la distinción entre materia en movimiento y conciencia, el principal comentario crítico que es obligado hacer es que la doctrina marxista soviética está basada en un dualismo materia / conciencia, según el cual el mundo está escindido en dos partes radicalmente diferentes. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que el dualismo ser / conciencia tiene antecedentes en otros dualismos clásicos, como la distinción entre cuerpo y alma de la filosofía cristiana, que Descartes reformuló en su teoría de la res extensa y la res cogitans. Este dualismo materia / conciencia sugiere que la conciencia no fuera un modo más de darse la materia, y también sugiere que se pudiera hablar de la materia al margen del sujeto y al margen de la conciencia. En el dualismo cristiano o cartesiano se suponía que el alma era inmortal y podía sobrevivir sin el cuerpo: el marxismo ateo negará este supuesto, pero seguirá manteniendo el dualismo en su forma hipostasiada, como si existieran dos esferas de la realidad inicialmente separadas. Podría decirse que el esquema base / superestructura que Marx aplicó a los diferentes modos de producción aparece aquí formulado de un modo ontológico más amplio por medio de las ideas de materia / pensamiento, pero la estructura del argumento es la misma: la materia determina el pensamiento, así como la base determina la superestructura. Remitimos al lector a los comentarios críticos de la entrada “Base / superestructura” de este mismo Diccionario. El pensamiento es una superestructura, es un epifenómeno, es un simple reflejo de la base, de la materia. Desde nuestros presupuestos hablar de una conciencia separada de la materia o de una materia al margen del hombre resulta imposible con lo que esta dicotomía tendrá que ser radicalmente reformulada en otros términos no metafísicos.

Una vez realizada esta separación radical entre el pensar y la materia en movimiento, entonces el materialismo marxista establece un principio ad hoc para decretar su relación: la materia es lo primario y el pensar lo secundario, ya que la materia determina el pensar. Este principio de la primacía de la materia sobre la conciencia podría ser considerado una mera obviedad cuando entendemos la materia como cuerpos físicos y la conciencia como un conjunto de conductas verbales inhibidas, como un conjunto de “pensamientos”. En ese contexto, el principio marxista no significaría más que la negación de la telekinesia, el reconocimiento de que no podemos mover los cuerpos físicos o determinarlos con el pensamiento. Esta conclusión no es muy original ya que no hace falta ser materialista para negar la telekinesia. Ahora bien, cuando nos referimos a asuntos antropológicos e históricos, el significado de la primacía de la materia sobre la conciencia no está tan claro: ¿qué sentido práctico, materialista, tendría intentar “mover las conciencias” por medio de la retórica del discurso político revolucionario si el curso de esas conciencias no va influir en la marcha del mundo material? Parece que la teoría del materialismo filosófico marxista, con su teoría científica de la determinación material de la conciencia, entraría en contradicción con la práctica política revolucionaria marxista y comunista. También parece que esa doctrina ontológica, como le ocurría a la doctrina escolástica de la omnipotencia divina, entraría en contradicción con el carácter propositivo de la praxis humana, y con la libertad que resulta inherente a esa propositividad.

El materialismo filosófico marxista, que se presenta como la forma superior del materialismo, añade un tercer principio, la cognoscibilidad del mundo material y de las leyes verdaderas y objetivas que lo rigen. Voy a terminar con un breve comentario acerca de este asunto sobre el que se puede consultar también la entrada “Ciencia” y la entrada “Verdad”. Para el materialismo marxista, el mundo es lo material y la ciencia es una forma de conocimiento y, por tanto, es una construcción de nuestra conciencia. De acuerdo, con el principio general de la determinación de la conciencia por parte de la materia, el conocimiento es un reflejo del mundo material, es una descripción del mundo. Aquí vuelve a quedar a la vista la separación radical que hay entre ser y conciencia, entre el ser y el conocer.

Gustavo Bueno, en su teoría del cierre categorial, ha insistido repetidamente en que la ciencia no queda suficientemente caracterizada diciendo que es una forma de conocimiento ya que las ciencias son instituciones históricas que intervienen en el mundo y lo transforman y lo constituyen. La teoría de la verdad como reflejo del mundo, o como mera descripción es muy difícil de sostener cuando hablamos de las estructuras subatómicas y de los procesos de la evolución biológica, entre otros muchos ejemplos que se podrían poner, es decir, de cosas que no se pueden ver directamente y describir de un modo inmediato. Esa teoría de la verdad no puede aplicarse a las ciencias formales porque muchos de los teoremas de esas ciencias no describen nada que tenga una realidad al margen de la propia realidad matemática o lógica: el hipercubo no es un reflejo de algo que haya en la realidad pues sólo existe como realidad geométrica.

David Alvargonzález

 
→ Edición conjunta del Diccionario soviético de filosofía · índice de artículos del DSF
Las cuatro versiones soviéticas del Diccionario filosófico de Rosental e Iudin
Diccionario filosófico marxista · Rosental & Iudin · Montevideo 1946
Diccionario de filosofía y sociología marxista · Iudin & Rosental · Buenos Aires 1959
Diccionario filosófico abreviado · Rosental & Iudin · Montevideo 1959
Diccionario filosófico · Rosental & Iudin · Montevideo 1965
Diccionario marxista de filosofía · Blauberg · México 1971
Diccionario de comunismo científico · Rumiántsev · Moscú 1981
Diccionario de filosofía · Frolov · Moscú 1984